IDEOLOGÍA Y MEDIOS: COMUNICACIÓN CONSERVADORA

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Mario A. Revilla Basurto

 

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En el presente texto se trata de ofrecer una versión de la relación entre la ideología y la comunicación. Se parte de un concepto clave en el pensamiento marxista, con la intención de ponerlo a tono con el papel que la comunicación juega en la sociedad actual. No se pretende demostrar la carga ideológica de los mensajes que pueblan los medios de comunicación, más bien se parte de esta certeza para intentar establecer las consecuencias o, mejor aún, los usos que la sociedad le da a la comunicación.

 

I Comunicación institucionalizada

Para entender lo que pasa - y buena parte de lo que nos pasa - por los medios de comunicación es necesario darles una perspectiva que los trascienda: la comunicación pública ha existido como forma específica de interacción social desde que el hombre se ha organizado en comunidad y ah generado una conciencia de su ser colectivo. Los modernos que recurren a sofisticadas tecnologías son la parte evidente de una de las formas que ha adoptado esta actividad.

Se entiende por comunicación pública, una de las actividades destinadas a proveer de la información necesaria para la reproducción de la comunidad o que interesa a ésta en conjunto. Cabe notar que este tipo de información es proporcionada en general, por las instituciones enculturizadoras, entre ellas, los medios de comunicación. Éstos han alcanzado, en las sociedades modernas, un lugar protagónico en esta actividad. Son resultado de la necesidad social de asegurar este tipo de información. Por ello las sociedades la han institucionalizado asignando recursos materiales y económicos, así como personal más o menos especializado a la realización de esa tarea. Por supuesto que el carácter de especialización y complejidad de estos sistemas de comunicación ha ido evolucionando, de un menor a un mayor grado, a lo largo de la historia, hasta llegar a la comunicación de masas, el tipo más evolucionado de los sistemas institucionalizados de comunicación.

Este modelo se caracteriza principalmente porque recurre a tecnologías que permiten producir y distribuir en masa sus productos comunicativos - periódicos, noticieros, etc. - y requiere de un altísimo grado de especialización en sus agentes incorporados. Las organizaciones que realizan esta actividad se diferencian de hecho y a aveces de derecho, de otras instituciones públicas - iglesia, gobierno, etc.

Un sistema de comunicación institucionalizado se caracteriza por: 1) considerar como institución de la comunidad a la organización que se encargue de la comunicación pública - sin perjuicio de que se construya formalmente como organización privada. 2) Se especializa en tratar asuntos relativos a las instituciones sociales. 3) Los temas que trata están más o menos formalmente prescritos, así como el propio tratamiento. 4) Sus productos gozan de confiabilidad y autoridad. Y 5) el sistema establece quienes intervienen como comunicantes, y a veces hasta el lugar y el momento.

Viene bien un comentario sobre la primera característica anotada. El carácter de la propiedad de la organización o empresa que realiza la comunicación, pública o privada, no impone condiciones de trabajo especiales o diferencias clave en los procedimientos ni en los productos; así lo demuestran los estudios que se han ocupado en analizar el comportamiento y la producción de estas organizaciones bajo distintos regímenes de propiedad, tanto en países capitalistas, como en países del bloque socialista y aun en países como España que han vivido una transición desde la dictadura franquista, hasta un gobierno socialista. Este es un ejemplo de la relación no determinista entre la estructura y las instancias superestructurales que hemos postulado como paradigma de este trabajo.

Por nuestro análisis resultan de capital importancia las características segunda y tercera. La especialización en comunicar acerca de instituciones sociales quiere decir no solo que los referentes serán el gobierno, la política, el mercado y las finanzas, así como la religión, la educación y la familia o sus desviaciones, narcotráfico, etc; quiere decir también que ahí se anuda buena parte del universo de las representaciones compartidas. La comunicación ayuda a reproducir y a legitimar a las instituciones sociales, las cuales a su vez acotan la vida social dotándola de coherencia y legalidad. La comunicación institucionalizada cumple funciones de conservación, en el sentido de reproducción, y cuando es apropiada por las esferas de acción teleológico/estratégica y/o normativizante se tornan en funciones conservadoras, en términos de no cambio o ideológicas.

Las temáticas se establecen - característica 3 - entonces, con base en criterio de pertinencia que distingue, entre todos los sucesos, solo aquellos que se consideran de interés general porque afectan al grupo y entre éstos, solo unos cuantos serán tratados: los considerados más relevantes según un cruce de las expectativas sociales y las de la propia empresa de comunicación. Hemos anotado un primer filtro o paso entre la realidad y el conocimiento y valoración que de ella se hace o entre la realidad y su re- presentación. Hay que señalar también, como segundo filtro, que los temas así seleccionados, además, son sometidos a un tratamiento basado en estructuras narrativas elementales - con lógicas de exclusión - que contribuyen a ordenar el relato y la presentación del mundo con unas valoraciones y no otras, es decir, un cierto sentido.

Con lo hasta aquí expuesto queda claro que si bien las organizaciones - y personas dentro de éstas - que tienen a su cargo la producción y difusión institucional de comunicación tienen un margen de decisión y maniobra amplio, no es ilimitado. Es decir, estructuralmente tienen que cumplir ciertas expectativas, las cuales determinan su quehacer. Por otra parte, ellos mismos están envueltos, forman parte de la comunidad, son afectados por los intereses y necesidades colectivas y tienen interiorizados los valores del grupo. De hecho, muchas veces no son conscientes de que, por ejemplo, más que usar unas estructuras narrativas, están atrapados por ellas como resultado de su enculturación.

Cada relato, sea o no de ficción, que puebla los medios de comunicación, formalmente, es una decisión de un profesional o de un dueño; socialmente, empero, son decisiones en donde se proyectan los procesos de socialización que también estos actores viven - de ahí que Bourdieu los designa como "agentes" -, a la vez que esos relatos deben cumplir, al parecer, con características impuestas culturalmente y con funciones sociales reproductivas: deben ofrecer modelos de orden o códigos, y visiones del mundo socialmente compartidas, compatibles con el orden social existente. Cumplen funciones ideológicas porque en buena medida, ese es el papel de la comunicación institucionalizada: proveer la información necesaria para la producción y reproducción social.

Por último, cabe insistir: al estar prescrito el funcionamiento del sistema de comunicación, la presencia de cualquier tipo de relatos, ya sean policiacos, melodramáticos, periodísticos, publicitarios o de divulgación, no es casual ni gratuita, son el repertorio de relatos con que se cubre la gama de temas y ámbitos necesarios para la reproducción social y ningún relato o tipo de relatos abarcarán la totalidad del repertorio de las representaciones sociales.

 

II. El problema de la ideología

Como en otros asuntos de las ciencias sociales y las humanidades, la obra de Marx representa un punto nodal en el tratamiento de la ideología. El problema de las ideas que reproducen/imaginan/ordenan la realidad nos viene de muy lejos. Sobre ello habían recapacitado entre Bacon, Holbach y Helvetius. El vocablo es acuñado por Destutt de Tracy. De este autor partirá una de las dos tradiciones para entender la ideología: como una teoría de las ideas, que se preocupa por el origen y formación de éstas . Suele decirse que con Bonaparte surge la otra tradición: aquella que postula las ideologías como ideas erróneas o desviadas.

Es decir, el concepto de ideología ha sido planteado a lo largo de la historia de las ciencias sociales o como una teoría de las ideas, una vertiente que podemos designar como sociológica, que se plantea el cómo surgen las ideas y a éstas se las entiende como un proceso de conocimiento y valoración de la realidad, o bien, como una ilusión de conocimiento, esto es, como un conocimiento desviado, vertiente que podemos designar como propiamente epistemológica. Para Eugenio Trías la originalidad de Marx consiste en haber cruzado ambos planteamientos, proponiendo así que el origen de las representaciones sobre el mundo es indisociable del problema de cómo es que se producen y sobre todo, cómo es que se validan.

Así pues, si entiendo bien, para Marx la ideología es como un sistema de ideas de diversa índole - jurídicas, artísticas, filosóficas, etc. - que representan al mundo, por tanto se puede interpretar como una expresión que se construye desde la posición que en ese mundo se ocupa, así como de las acciones que se realizan y de las relaciones y compromisos que se traban. Sistema de percepción/expresión/acción sobre y en el mundo real. Y, a la vez, Marx entiende que tal sistema no es válido - científico - pues no critica ni cuestiona a la realidad, sin embargo el error no puede ser considerado en tanto que carezca de correlato empírico, sino en tanto que no trasciende la realidad inmediata percibida. De ahí el que las críticas tal vez las más duras, de Marx, se dirigen a quienes proponiendo un discurso científico, hacen ideología: el orden social es estructurado por leyes que escapan a la percepción inmediata, para Marx el papel de la ciencia será descubrir esas leyes que ordenan al sistema y postula que parte de ese orden son las ideologías. Las ideologías son un sistema ordenado de ideas, que explican o describen la realidad para dotar de coherencia a las acciones humanas; como tales explicaciones parten de lo evidente y regresan a lo evidente sin que medie crítica alguna, ofrecen una visión perfectamente articulada con la realidad inmediata, generando una sensación de conocimiento que se sustenta en algún nivel de control sobre esa realidad.

Resulta claro que la "ideología en los medios" apunta a algo más profundo que una noticia inexacta o de plano amañada, como las marchas que son presentadas como la causa de los embotellamientos de tráfico. Eso no es ideología, es comunicación incompleta. Lo ideológico está por detrás, en los valores que sustentan esas comunicaciones. Por ejemplo, la opinión pública, convertida en un ente indefinido, puesto como interlocutor del poder; o la noción de "orden social", que precede y hace necesario y hasta legítimo aquel diálogo espectacular; o la ciencia como verdad inapelable; o la promesa de que el esfuerzo es la fuente de la dicha; o finalmente, todas esas nociones abstractas como la Ley o la Nación que están "por encima" de los individuos. Y ese "estar por detrás" de lo ideológico, no se realiza solamente en los valores que densan los contenidos de la comunicación, sino también en las estructuras o formas de pensamiento, sobre todo narrativas, que la vertebran. La ideología opera, entonces, en el nivel de preservar un orden, un orden que es el orden de un sistema y que se hace pasar como si fuese el mejor Orden Social. La función ideológica es fácil montable en la comunicación institucionalizada porque, como decíamos en el aparato anterior, "gran parte de la comunicación tiene por objeto reproducir un repertorio de representaciones colectivas muy estables, representaciones que conservan un modelo del mundo compartido por los miembros de una sociedad".

 

III. Ideología y comunicación

1. Ideología y ciencias sociales

En el análisis de la ideología viene bien revisar algunos aportes de las ciencias sociales. Por ejemplo, la psicología sociales nos ha demostrado que "la naturaleza humana tiene horror al vacío", al no sentido que le provoca angustia. De ahí la necesidad de generar representaciones individuales que acoten y nos ubiquen en el continuo de la vida - productiva, política, afectiva. Una especie mental o los espacios mentales compartidos - representaciones sociales.

"La relación del conocimiento con la realidad social podría calificarse como el gran estupor; asombro que surge de lo indefinido, es decir, de la infinitud de definiciones posibles" y que provoca incertidumbre, angustia, por la imposibilidad de controlar la situación. Mientras que "la relación del hombre cara a los 'datos' es la clasificación lógica. En este último caso desaparece el estupor al mismo tiempo que la neutralidad del sujeto respecto a los objetos".

La sociología nos enseña también que las acciones, relaciones, compromisos, aspiraciones y logros y todo lo demás que conforma la trama de la vida social son vividas a partir de dispositivos de percepción/apreciación sólidamente estructurados, - dispositivos que se construyen desde la posición y relaciones que "objetivamente" se realizan, a la vez que estos dispositivos estructuran o pre-disponen "principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones" .

Con todo esto queremos establecer que el hombre coloca su subjetividad en un mundo objetivo - ecológico -, construye también su experiencia trabando relaciones en un medio socio-político y en un universo simbólico, poblados de signos y códigos que dotan de orden y sentido a las experiencias en los tres mundos. Dialécticamente, estas experiencias, o sea, las posiciones e interacciones en los mundos, estructuran a ese universo simbólico. El mundo objetivo establece las condiciones y posibilidades de existencia, el de las normas y símbolos establecen los horizontes y las cualidades de la propia existencia social.

La operación ideológica consiste entonces, en una transposición: la realidad deja de ser ordenada - puesta en orden - por el modelo, pasa a ser objeto del modelo, es decir, ordenada en tanto que Orden que se dicta. Se puede decir que la ideología se sirve de la realidad para reproducir un modelo de orden, para reproducirse.

El mundo es un conjunto de hechos desprovistos de sentido, por tanto, susceptibles de adoptar cualquier principio o modelo ordenador. La ideología es el modelo que logra imponerse, que logra imponer su lógica de ordenación/interpretación del mundo social. Pero no cualquier modelo puede imponerse arbitraria o gratuitamente como ideología, requieren ser "modelos reconocibles en el entorno o fácticamente posibles", deben ofrecer comportamientos posibles y aceptados dentro de las situaciones más probables: debe ofrecer una teoría de la sociedad y una ubicación cognitiva y afectiva para el sujeto en ese entorno.

Un análisis dialéctico de la ideología permitirá percibir que si bien en el curso de la Historia la ideología cumple un papel negativo al comprometer el desarrollo, socialmente - en un estado de cosas - es positivo pues otorga cualidad a la vida social. En un periodo instituyente, establecer una visión del nuevo estado de cosas, permite articular la experiencia con la representación, por tanto regular y garantizar la acción. Sin embargo, una vez instituido, esa visión única impide la incorporación de innovaciones y pierde capacidad para advertir los emergentes fuera de programa, entonces esa visión modélica deja de cumplir su función articuladora, pierde eficiencia explicativa. La acción pierde el sentido: por esto la ideología retarda el cambio, en su afán por sostener un sistema, puede en el límite, comprometer la reproducción o viabilidad de la sociedad.

2. Postulados para el análisis

Si de lo que se trata es de analizar la capacidad y/o posibilidad de ejercer algún control a través de la comunicación, habrá que distinguir dos niveles: qué aportan los medios de comunicación y qué ocurre en las conciencias para que acepten como propias las visiones del mundo que les son propuestas, aún cuando puedan ser contrarias a sus intereses objetivos. Este es uno de los grandes retos para un análisis de la comunicación que pretenda seguir el pensamiento marxista, pues "ni los mecanismos expresivos que intervienen en la producción de relatos, ni los procesos cognitivos responsables de las representaciones ideológicas, fueron investigados por Marx"; sin embargo, en su obra se pueden rastrear los niveles de reflexión para averiguar la intervención de las ideologías en el control social: 1) cómo se producen las ideas, qué agentes e instituciones realizan esta tarea; 2) cómo, por qué se interiorizan, o sea, las funciones subjetivas de la conciencia; 3) habrá que establecer la relación entre esas creencias y los comportamientos.

Sabemos que todo individuo desarrolla representaciones sobre la realidad. Estas representaciones provienen en buena medida, de sus intercambios comunicativos con otros miembros de su comunidad. Cuando una interpretación es compartida por todos los miembros de una comunidad, se entiende que es una representación social, la cual resalta unos datos - y no otros - y ciertas evaluaciones - en lugar de otras - para dar cuenta de algún aspecto de la realidad. Para que un relato participe en los procesos de control social, debe contener representaciones sociales, en eso se basa la eficiencia ideológica.

3. Ideología y melodrama

En el curso del ensayo, de alguna manera, se ha contestado quiénes producen y difunden se ha comentado la necesidad de modelar el mundo. Ahora tratamos de averiguar la relación entre las creencias y los comportamientos revisando cómo se organizan los relatos melodramáticos y la manera de apropiárselos por el público que los consume.

Sabemos que el melodrama, tal como lo conocemos hoy, nace en 1880 con Celina o la hija del misterio, de G. de Pixerecourt. Es el resultado de una serie de cruces entre prácticas populares y folklóricas, antepuestas a los espectáculos cultos como teatro u ópera. Estas prácticas populares eran los teatros callejeros, el circo y diversas fiestas paganas, que imprimirían un estilo de representación escénica y un repertorio de expresiones, basada en la exageración grosera que intenta reproducir la intensidad de los sentimientos. Las temáticas también surgirían de la vida, experiencias y personajes del populacho de aldeas y ciudades. Los temas preferidos en esos espectáculos callejeros eran la brujería, las vidas de los santos y personajes evangélicos y lo relativo a la vida doméstica, con el tiempo cada una de esas temáticas daría origen a su género. Es cuando aparece en escena el melodrama, el cual se especializará en los asuntos del hogar y el corazón.

Al aparecer, cabe ubicar esa aparición del melodrama durante el principio de la consolidación del modelo burgués de familia y del amor. Este género tiene pues, una vigencia de casi 300 años - y su modelo narrativo al menos de 2000. Por supuesto que ha experimentado cambios en sus referentes y en algunos temas, no así en sus valores ni mucho menos en su estructura; o sea que ha ido asimilando emergentes sin cambiar su esencia. Ahí encontramos representaciones sociales que se consolidan y que por la fuerza de la repetición se hacen modo de vida. Resulta fácil imaginar cómo las personas que consumen estos relatos pueden formarse una idea de lo que puede y debe ser un noviazgo, un matrimonio, una madre, cómo adecúan es información a su experiencia, reproduciendo así el modelo aprendido e introduciendo algunos ajustes: la realidad nunca es como los relatos. Pero el proceso se puede analizar exactamente al revés: cómo desde un modelo más o menos consolidado se prescriben acciones posibles/deseables, por tanto congruentes y que las personas buscan realizar, cómo entonces, un agente aplica a relatos el modelo, pero solamente cuando los valores del modelo han sido asumidos socialmente.

Lo verdaderamente interesante, parece, es analizar cómo es que operan estos procesos, qué cambia y que no cambia. Cómo es que el melodrama ha sido vehículo/reflejo de ciertos cambios, consecuentes con el sistema, y cómo ha dejado de lado/negado otros que podrían complicar la conservación del sistema.

Por ejemplo, la incorporación de la mujer al trabajo productivo es un fenómeno muy anterior a la década de los 60, sin embargo, tal propuesta es retomada en los melodramas hasta finales de esa década o principios de la siguiente, paradigmáticamente habría que recordar a Simplemente María. Sin embargo, en ese relato, las relaciones previas al matrimonio siguen siendo fuertemente sancionadas, a tal grado, que esa culpa será la fuente de todas las desgracias que afrontará la exitosa diseñadora de modas; a fines de los 60, la liberación sexual era un asunto que se discutía con vehemencia. Ahora bien, cierto que melodramas anteriores hablaban de mujeres que trabajaban, pero en situaciones excepción o coyunturales, mientras se casaban o en la viudez y en labores que son una extensión del quehacer doméstico: secretaria, enfermera, maestra. En Simplemente, el trabajo se presentó en un nivel directivo y como un elemento de realización del personaje. Pero de hecho, hasta ahora, no se ha planteado todavía, la realización femenina basada en su profesión al margen del hogar y lo amoroso.

 

Es decir, el melodrama como práctica comunicativa conservadora, solo incorpora lo nuevo cuando ya es una práctica aceptada socialmente. La toma, obviamente, como si siempre hubiera sido parte del universo doméstico y como tal la preservará, muchas veces, aun cuando sus condiciones sociales hayan cambiado. De ahí el carácter, ideológico/ideologizanate, de los relatos tipo arte de masas. Así nos explicamos la convivencia en un mismo tipo de relatos de valores aparecidos en momentos históricos distintos. De ahí también la dificultad para desmontar esos discursos.

El melodrama logra incorporar unas novedades y negar otras porque se vertebra en un modelo lógico que permite avalar unas acciones y reprobar otras. Este modelo, con sus 2 mil años de vigencia, forma parte de los procesos de enculturación, está en el imaginario colectivo, es una forma socialmente compartida de ordenar el espacio de la vida doméstica: estructura las percepciones del público desde antes que vea la telenovela. Consta de dos niveles, la estructura lógica de inclusión/exclusión y la oferta de valores esenciales de la convivencia humana.

1) Estructura lógica. Los melodramas se configuran con una fórmula muy simple (A+/R+//A-/R-): a Acciones buenas, corresponden Resultados exitosos, los cuales acciones y resultados, se oponen a Acciones malas que serán castigadas. Es decir, frente a situaciones concretas el melodrama ofrece repertorios de conductas a seguir y de conductas prohibidas. La simpleza del modelo es lo que le da su potencia. Entonces, en términos narrativos, algún personaje será el malo y otro el bueno.

2) Valores humanos propuestos. La oposición evidente Bien vs Mal, representa a otra oculta, Orden vs Caos, principio de toda organización, el melodrama se puede entender como la lucha humana perenne por construir y preservar un orden armónico, siempre amenazado por principios de desintegración. El orden está representado por acciones virtuosas que hablan de cohesión, permanencia y colaboración; el desorden está representado por pecados que hablan de falta de reconocimiento e insolidaridad.

Aquí mismo se puede apreciar cómo se teje la trama de ideas viejas con nuevas para mantener la tensión tradición-adecuación. La antigüedad del modelo católico de pecados y virtudes se lía con la tradición burguesa de acción vs pasión: los pecados son definidos como (malas) pasiones y las virtudes como acciones. Cabe recordar que la moral y la ciencia burguesas señalaron a la pasión como un impedimento del conocimiento y un defecto de la acción. Este montaje virtud/acción, pecado/pasión es otro ejemplo, dicho sea de paso, de la autonomía entre estructuras objetivas y representaciones.

Con lo expuesto podemos concretar cómo la ideología, en varios niveles, en el relato melodramático. Cada nivel encuentra correlato teórico en los caracteres que, según Lefebvre, asigna Marx a las ideologías:

1) El melodrama hace permanecer una noción religiosa montada en ideas filosóficas. Lefebvre anota, "las ideologías refractan la realidad a través de las representaciones ya existentes". Si bien este arreglo moderniza el relato, sostiene la idea de un ser superior que decide la suerte de los hombres.

2) El melodrama recorta el universo social en ámbitos a los que no relaciona. Al ocuparse de lo doméstico, los asuntos públicos aparecen, si acaso, como un referente lejano, sin relación con lo familiar. De hecho, este fenómeno sucede en la división por secciones que hacen los medios: diversión, deportes, política, economía, cultura, etc. Lefebvre dice: las ideologías "parten de una determinada 'realidad', pero se trata de una realidad parcial y fragmentada... no por ello dejan de tener la ambición y la pretensión de presentarse como totalidades".

3) Los melodramas se configuran sobre una estructura narrativa estable, la cual pone en juego una lógica de exclusiones. Más que una forma de exponer un relato, la estructura narrativa prefigura una forma de percibir la realidad. El problema en este nivel es justamente la exclusión como código de percepción de la realidad. Con Lefebvre encontramos que "las representaciones ideológicas más elaboradas refluyen hacia el lenguaje. Proporcionan un vocabulario, unas formulaciones, giros del pensar que son también lingüísticos".

4) El melodrama plantea un muy interesante tejido de valores. Por un lado, nos habla de valores humanos incontrovertibles: solidaridad, cohesión, permanencia, realización personal. Mas por el otro lado, monta sobre ellos descripciones o define qué entender: matrimonio monogámico, fidelidad, respeto de las leyes; pero llama la atención la asociación del éxito al esfuerzo: solo vale lo que se gana con esfuerzo, ya sea trabajando, ya soportando el sufrimiento del conflicto sentimental. Esta es una lógica de explotación. Por su parte, Lefebvre indica: "al tener un punto de partida y de apoyo en la realidad o, más bien, en la medida en que lo tienen, las ideologías no son enteramente falsas... En la historia de las ideologías, las representaciones ilusorias y engañosas se mezclan a veces de modo indescifrable con los conceptos... a los que sirve de vehículo... La selección entre los elementos de la ideología se realiza post festum, lentamente, con la ayuda de un pensamiento crítico más o menos radical".

5) Finalmente, el melodrama nos sirve para ilustrar la incapacidad de las ideologías para enfrentar el cambio. Al encerrar circularmente sus valoraciones sobre la pareja, el amor, la familia no han sido capaces de dar cuenta, en términos de ofrecer pautas de acción, de asuntos como la drogadicción, el SIDA, la homosexualidad, el divorcio, los embarazos no deseados. Si nos fijamos bien, ninguna foto o telenovela ha dejado de presentar como una desviación de la conducta como castigo por mala conducta, estos fenómenos; el problema es que día a día crece la tasa de abortos, divorcios, drogadictos, parejas homosexuales...

Es decir, los melodramas institucionalizados estarían llegando al límite de su capacidad de medir entre la realidad y la idea que de ella ofertan. Si la realidad social y sus procesos de evolución fueran lineales, cabría suponer o una transformación seria del melodrama, al menos en sus temas, o su desaparición como pérdida de su capacidad de atracción. Pero lo más seguro es que los cambios, se dan, sean casi imperceptibles. Más bien podemos esperar, como en otros momentos de crisis, que los melodramas se tornen más conservadores y retrógrados, como una estrategia por reiterar seguridades frente a esa realidad cambiante y cada vez más incierta, hasta que los cambios solidarios en varios ámbitos quiebre esta parte del universo de las ideologías. Entonces, la comunicación tendría uno de esos momentos en los que puede participar también en el cambio.


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