INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA DE MASAS

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Antonio Hernández Mendo, Angustias Estrella Colomo
Pilar Gálvez Cordero e Irene Ortega Alcántara

Universidad de Málaga  (España)

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Desastres y comportamientos colectivos

     El desastre es un evento que ocurre de repente, inesperadamente e incontrolablemente, de naturaleza catastrófica, que implica la pérdida o amenaza de la vida o de la propiedad, perturba el sentido de comunidad y a menudo provoca consecuencias psicológicas adversas para los supervivientes (Gómez Jacinto y Canto, 1995, p. 241) Es decir que son desastres fenómenos como el huracán, inundaciones, maremotos, terremotos, erupción volcánica, aludes, fuego...que causan daños de una magnitud considerable. Jiménez Burillo (1981, p.291) dice que un desastre es un suceso relativamente imprevisible que afecta profundamente a la comunidad poniendo en peligro vidas humanas, alterando el orden social y la conducta habitual de las personas.

7.1. Tipos de desastres

7.1.1. Naturales o provocados por el hombre

    A su vez, los desastres producidos por el hombre pueden dividirse en:

Actos de omisión. desastres que no son provocados necesariamente por la mala intención del ser humano. Son el producto de una mala planificación o el intento de ahorrar dinero, recursos o tiempo. Muchos desastres ecológicos son productos de este tipo de negligencias.

Actos de comisión. terrorismo, secuestro masivo o violencia en el fútbol.

7.1.2 Encubiertos o evidentes

     Aquí englobamos los desastres en los que no hay evidencia inmediata, es decir, que no son fácilmente percibibles. Son los desastres sin huellas, en los que hacen falta instrumentos y detectores para descubrirlos: Chernobyll y Three Mile Island.

     Las investigaciones demuestran que es más patente el estrés asociado a desastres provocados por el hombre que a un desastre natural. En el estudio Symptoms of chronic stress following a natural disaster and discovery of a human-made hazard de Baum, Fleming, Israel y O'Keeffe (1992) se investiga acerca del estrés experimentado en dos grupos de víctimas: personas que viven junto a un vertedero de residuos tóxicos y personas que viven en una zona donde ha tenido lugar una inundación. A su vez estos dos grupos se compararán a un tercero, ‘grupo control’, que no ha sufrido ningún desastre.

     Los estudios sobre desastres naturales (inundaciones, huracanes y tornados) demuestran que el estrés en estas situaciones desaparece con más rapidez. Incluso aunque en dicho desastre se produzca la destrucción de casas y se separe a la comunidad durante días, son pocos los estudios que muestran un estrés o algún tipo de desequilibrio mental durante más de un año. Sin embargo, los estudios de desastres provocados por el hombre demuestran que estos ocasionan más daños a largo plazo. Estos desastres son de diversa índole y no está claro cuáles son las características que determinan las consecuencias que tienen a largo plazo. La pérdida de nuestro propio control de la tecnología puede ser un potente estresor. Los desastres naturales ponen de manifiesto nuestra falta de control sobre las fuerzas naturales, mientras que en los desastres provocados por el hombre se demuestra una pérdida de control junto con la tendencia a culpar a otros de la catástrofe. Horowitz y Stefano (1989) descubrieron que los vecinos de una zona cercana a una fábrica productora de vertidos tóxicos situada al sur de California atribuían síntomas como dolores de cabeza y náuseas al hecho de vivir cerca de este peligroso vertedero. Levine (1982) y Edelstein llegaron a similares conclusiones en distintas investigaciones.

    Las personas que viven en una zona contaminada por sustancias peligrosas pueden tener la sensación de que no pueden hacer nada por evitar la exposición a productos químicos, o incluso para influir en el Estado o en los responsables. Estas personas sienten que hechos importantes que alteran su bienestar son incontrolables, así que experimentan una sensación de impotencia, de que nadie les presta ayuda. En una zona donde se haya producido un desastre natural (huracán, inundación...) las personas también pueden sentir que hay situaciones que están fuera de su control pero, sin embargo suelen pensar que hay otras muchas cosas que sí son controlables, y esto les da más seguridad (Baum, 1987). En concreto, las personas que hayan sido víctimas de una inundación pueden pensar que no hay nada que hacer para evitar esa catástrofe o para proteger sus casas, pero una vez que ha ocurrido, pueden limpiar y comenzar las reconstrucciones.

    La simultaneidad de dos desastres, de distinta naturaleza, ofrece una oportunidad para estudiar el estrés crónico producido entre sus víctimas. Aunque en la comunidad del vertedero algunos vecinos estaban preocupados por la posibilidad de que hubiera sustancias químicas tóxicas, realmente ellos fueron conscientes del peligro cuando la entidad Environmental Protection Agency informó sobre la presencia de peligrosas sustancias tóxicas en la tierra y el agua: el vertedero de esta zona estaba entre los más contaminantes del país y muchas personas dejaron de beber y de cocinar con el agua del grifo. En el mismo mes temporales de nieve y agua asolaron el sudeste de EEUU y se inundaron muchos pueblos. En concreto, los vecinos del presente estudio fueron víctimas de uno de estos temporales que inundaron sus viviendas y propiedades durante muchos días. Las lluvias causaron muchos destrozos en la zona. El estudio se llevó a cabo 9 meses después de la inundación y del anuncio de la presencia de sustancias químicas tóxicas en la zona. La previsiones eran que las víctimas del vertedero iban a estar expuestas a mayores síntomas de estrés que las de la inundación o las personas del grupo control. También se esperaba que las personas de la zona del vertedero tuvieran una mayor sensación de impotencia que las otras víctimas.

    Método

    Sujetos del experimento
En la investigación participaron un total de 77 vecinos de tres comunidades. El grupo de la zona del vertedero tóxico estaba formado por 27 personas que vivían a 1’5 km. del foco de contaminación. El grupo de la inundación estaba integrado por 23 personas que vivían en casas inundadas y el grupo de comparación lo formaban 27 personas de un pueblo sin antecedentes de inundaciones ni de vertidos tóxicos.

    Variables dependientes
Síntomas relacionados con el estrés, sensación de impotencia, preguntas generales sobre la población (cuestiones de demografía, estatus...)

    Resultados de la encuesta sobre características generales
Las características de los tres grupos eran comparables. La edad media era de 35- 40 años. Había aproximadamente el mismo número de hombres y de mujeres, y la mayoría estaban casados. En cuanto a la educación, más de la mitad de las personas en cada grupo tenían estudios universitarios. Todos tenían ingresos similares. Así que estas comparaciones estadísticas no revelaron diferencias significativas entre los tres grupos.

    Informes de datos personales:
hipotéticamente, las personas que vivían cerca de la zona contaminada daban más muestras de angustia que los otros dos grupos, junto con depresiones, ansiedad, paranoia...

    Datos bioquímicos:
muestran un mayor estrés entre la gente de la zona contaminada. Los niveles de epinefrina y de norepinefrina sirvieron para determinar la concentración de catecolamina en las muestras de orina. Según los resultados el grupo de la zona contaminada experimentaba mayores niveles de epinefrina y de norepinefrina.

    Impotencia:
como era de esperar, los vecinos de la zona contaminada mostraron un mayor sentimiento de impotencia que los otros dos grupos.

    Discusión

    Las víctimas de las dos catástrofes, las de los vertidos tóxicos y las de la inundación se compararon con un grupo de control. Como era de esperar, los vecinos de la zona del vertedero manifestaron signos evidentes de estrés por medio de los informes personales, datos sobre el comportamiento y datos bioquímicos, mientras que los habitantes de la región inundada y la del grupo control no. En concreto, las personas que vivían cerca del vertedero mostraron más síntomas que reflejaban una angustia somática y emocional, así como mayores niveles de epinefrina y norepinefrina en la orina. También y como se predijo, los habitantes de la zona contaminada experimentaron sentimientos de impotencia de forma más frecuente que los otros dos grupos, y este sentimiento está íntimamente relacionado con síntomas de estrés.

    Pero a pesar de que los dos sucesos hayan tenido lugar en la misma época y se hayan analizado las mismas variables es muy difícil aislar las características específicas de las dos catástrofes porque la experiencia vivida por ambos grupos es muy distinta. Las víctimas de la inundación tuvieron sus casas inundadas durante muchos días, pero después pudieron limpiar, etc. y la vida volvió a la normalidad. En cambio, las víctimas del vertedero tóxico, aunque no experimentaron daños físicos, sí un peligro en potencia para su salud. A diferencia de la inundación, que desapareció pasados algunos días, las sustancias químicas tóxicas permanecieron en el vertedero durante años después de su descubrimiento. Todo esto reafirma la hipótesis general de que estos dos tipos de desastres pueden tener diferentes consecuencias psicológicas.

    Aunque las diferencias entre el grupo de la inundación y el de control no eran significativas es interesante hacer notar que algunos datos de las tablas 1 y 3 demuestran que las víctimas de la inundación experimentaron menos angustia que el grupo de control. De la misma manera, los niveles de orina indicaron que las víctimas de la inundación experimentaron una recuperación positiva, que les favoreció. Mucha gente que vive algún desastre de este tipo es muy posible que experimente después una sensación de mayor eficacia y autoestima. Además, a menudo los desastres requieren cooperación y trabajo en grupo para la reconstrucción y esto puede ayudar a crear un clima de cohesión social positivo. Por estas razones es posible que a los 9 meses de la inundación, las víctimas experimentaran un positivo cambio de humor y se vieran los beneficios positivos que reporta superar completamente una tormenta. Sin embargo todavía hacen falta más estudios que ratifiquen esta posibilidad que aquí se expone.

    Aunque en estos estudios no hayan aparecido niveles altos de estrés crónico entre las víctimas de la inundación, sino un cambio positivo de humor, no se puede llegar a la conclusión de que en otras inundaciones no se haya producido un estrés crónico. Por ejemplo en la inundación de Buffalo Creek (aunque está inundación fue provocada por el hombre y además destruyó a casi toda la comunidad).

    Los desastres provocados por el hombre representan una pérdida de control de algo sobre lo que habitualmente controlamos, mientras que los desastres naturales ponen de relieve fuerzas de la naturaleza sobre las que nunca hemos tenido control. La pérdida de control tiene más posibilidades de dar lugar a sentimientos a largo plazo de impotencia que la falta de control. También es cierto que la preocupación sobre las consecuencias a largo plazo a una exposición tóxica puede ser la responsable de la sensación permanente de impotencia. Y aunque se tomen medidas de precaución ante estas sustancias tóxicas, poco se puede hacer.

    En resumen: la presencia de sustancias tóxicas en el vertedero, el peligro que esto entraña a largo plazo, y la falta de información sobre su origen contribuyen a la persistencia del estrés entre los vecinos de esta zona.

7.1.3. Espacio geográfico del desastre

    Aquí hay que distinguir entre víctimas locales y víctimas dispersas. Esto provoca una diferencia entre la cohesión y el apoyo social.

7.2. Tamaño del desastre

    Los grandes desastres tienen mucha importancia no sólo por las consecuencias emocionales de las víctimas, sino también por los efectos acumulativos que tienen sobre los sistemas sociales: servicios sanitarios, vivienda, ...puede incrementar el número de víctimas o acusar el problema.

    El tamaño de la comunidad también hay que tenerlo en cuenta, pues el impacto de dos desastres similares en dos comunidades diferentes pueden provocar más víctimas secundarias y más estrés en las primarias si los recursos del sistema fallan.

7.3. Grado del impacto social

    ¿Quién es la víctima en un desastre?. En el trabajo de Hutchins y Norris (1989) titulado Life change in the disaster recovery period, estudian en las necesidades de adaptación que experimentaron las víctimas de una inundación en 1984 en el sudeste de Kentucky. Las investigaciones sugieren que las víctimas mayores de la inundación tienen más posibilidades que otros adultos de experimentar trastornos sociales, es decir, a tener amigos y vecinos que emigren, conflictos familiares y son más reacias a tener hijos fuera de casa. Bolin (1985) hizo una clasificación de dos grupos de víctimas: víctimas primarias, aquellas que experimentan directamente las pérdidas físicas, materiales o personales; víctimas secundarias, aquellas que viven cerca de la zona afectada pero que no han sufrido daños personales; sin embargo sí han podido sufrir problemas económicos posteriores al desastre, problemas de comunicación por la destrucción de puentes, carreteras...

    En esta investigación se examinan las necesidades de cambio experimentadas por el grupo primario de víctimas (personas que han sufrido pérdidas), el grupo secundario de víctimas (personas que viven en condados inundados) y las no víctimas (personas que viven en condados cercanos al área inundada).

    En mayo de 1984, el sudeste de Kentucky sufrió graves inundaciones. Se valoraron pérdidas de hasta 20 millones de dólares a lo largo de 28 condados. Hay que resaltar varias características de la zona afectada: la zona era de alto riesgo de inundaciones. Este hecho es importante porque en áreas donde se producen frecuentes desastres se da un menor impacto psicológico. La inundación de 1984 estuvo entre las más graves de la zona. Además se trataba de un área pobre, con alto índice de desempleo, bajo índice de escolaridad, poca atención médica, servicios sociales...por lo tanto se trataba de una zona que no estaba preparada para enfrentarse a desastres naturales a pesar de la recurrencia de estos.

    Método

    El trabajo se llevó a cabo con 231 personas que fueron clasificados en tres grupos: primario, secundario, no víctimas, clasificación llevada a cabo según la información obtenida de la encuesta realiza 18 meses después de la inundación.

    Los datos obtenidos después de la inundación corresponden a: trastornos familiares que incluyen la emigración, la huida de casa de un hijo, la pérdida de la casa... Los trastornos financieros se refieren a la pérdida del trabajo, descenso de ingresos... Los conflictos familiares se refieren a nuevos conflictos familiares, problemas en el matrimonio, separaciones y divorcios, problemas matrimoniales de un hijo, divorcio de un hijo... Trastornos sociales como la emigración de un amigo o vecino, tener a un hijo fuera, dejar alguna actividad social... Trastornos de salud como nuevas lesiones y enfermedades en el sujeto, padres, esposo, hijo, nieto, así como la hospitalización de algún miembro de la familia, dolor por la pérdida de un padre, esposo, hijo, nieto, hermano. Hay que recalcar que no hubo muertes por causa de la inundación. Dentro del apartado de las cosas que te reportan algún tipo de beneficio se incluye alguna ayuda, la obtención de más dinero para sobrevivir, empezar una nueva actividad social, casarse y una mejora en la salud.

    Las variables de control se basaron en la sociodemografía: edad, educación, y calidad de vida; las variables referentes al estrés y salud mental y las variables que mencionaban los recursos. El estatus de las personas que se sometieron a este experimento está relacionado con la forma en que cambian las variables estudiadas después de la inundación.

    Dentro de los trastornos familiares se da una diferencia significativa en la variable de los hijos que se van de casa. Tanto el grupo de víctimas primario como el secundario eran menos propensos a tener un hijo viviendo fuera de casa que el grupo de no víctimas. Respecto a los trastornos financieros, no se dan excesivas diferencias entre los grupos. Entre los conflictos familiares, el subapartado de «nuevos conflictos familiares» difieren bastante entre los grupos. El grupo primario tiene más problemas en este tema que los otros. De entre los trastornos sociales, el que se refiere a «un amigo que se va fuera» difiere entre los grupos, y es el grupo secundario el que experimenta de forma más acusada este hecho. En el apartado de trastornos de salud no se dan diferencias significativas, aunque es el grupo de no víctimas el que tiene el mayor porcentaje. En cuanto a las pérdidas, el apartado de «otras muertes» también difiere entre los grupos; el grupo de las no víctimas es el que más lo sufre. En cuanto al apartado sobre cosas que reporten beneficios, no hay grandes diferencias.

    Discusión

    Se han estudiado las variables antes de la inundación y cómo estas afectan al modo de cómo se vive la posinundación. Las diferencias más significativas son los trastornos familiares y los sociales, y dentro de estos los que se refieren a «un hijo que se va de casa», «un amigo que se va fuera» y la aparición de «un nuevo conflicto familiar». Los grupos de las víctimas experimentan mayores trastornos sociales que las no víctimas y el grupo secundario tiene muchos más amigos que se van de la ciudad. El grupo primario tiene más problemas familiares, pero no de matrimonio. Algunos datos son sorprendentes, por ejemplo, se pensaba que las pérdidas producidas por la inundación tendrían repercusiones en la salud, sin embargo, los estudios demuestran que el grupo primario no muestra más daños y nuevas enfermedades que los otros dos grupos.
7.4. Proceso psicológico

    Podemos distinguir 3 momentos en las catástrofes

7.4.1. Período precrítico o impacto

    En este período se observan dos actitudes opuestas: rechazo de la idea de peligro y temor exagerado de peligro. Estas actitudes están asociadas a características personales muy precisas. La incredulidad y el rechazo son típicos de a los que podrían molestar las medidas de precaución. La aprensión exagerada va unida a sentimientos de culpabilidad.

    Se estima que la mayoría de las personas afectadas (un 75%), muestra respuestas fisiológicas relacionadas con el desconcierto, se queda aturdida y tiene un comportamiento automático. Inmediatamente después los afectados manifiestan una pérdida del sentido de lo que ha ocurrido.

     Entre un 12 y un 25 % conserva la calma y suele responder rápida y correctamente. Este es el grupo de personas que toman la iniciativa en las primeras tareas del rescate.

    El resto, de un 10 y un 25% tienen comportamientos absolutamente desadaptados: confusión, ansiedad, reacciones de pánico, llantos histéricos, gritos y experiencias de ruptura con la realidad.

7.4.2. Período crítico o de crisis

    Aquí se distinguen 3 fases:

Fase de choque (esta fase otros autores la llamarían período precrítico o de impacto y sus características son las que antes hemos visto, pero otros teóricos la incluyen aquí): se observan 3 reacciones típicas: una minoría conserva su sangre fría, otra minoría presenta reacciones extremas de ansiedad y confusión, y la mayoría de los supervivientes (75%) permanece aturdida y llena de estupor.Fase de reacción o de retroceso: la víctima se separa del presente inmediato, se traslada al pasado próximo y trata de comprender lo que ha sucedido, pero subestimando la magnitud de la catástrofe. Es aquí donde aparecen los comportamientos expresivos en los que ese manifiesta la tensión emotiva: exclamaciones, llanto, crisis nerviosas, desvanecimientos, etc. aparecen las primeras reacciones prácticas para poner al sujeto a cubierto. Aquí se hablará de pánico.

Aparece la interacción, jefes improvisados

7.4.3. Período postcrítico o posterior:

     El desastre deja huellas tanto físicas, sociales como psíquicas, huellas que pueden durar mucho tiempo e incluso la vida. Entre la numerosa sintomatología se encuentra la indefensión, el incremento de la tasa cardíaca, la disnea y la hiperventilación, náuseas y vómitos, temblores y sudoración excesivos, mareos y desvanecimientos, diarrea e incontinencia urinaria y fecal, ataques de ira, inquietud, desvelo, pesadillas, irritabilidad, etc.

     En todo caso no existe una reacción unánime en las víctimas, sino que las reacciones son diferentes: desde la paralización, la apatía y la obediencia dócil a conductas fuertemente agresivas. Además durante las catástrofes el problema no suele ser, como tan a menudo se cree, la conducta incontrolada de los individuos y las muchedumbres, ni sus reacciones emocionales, sino la coordinación y la evaluación de la gente como a continuación veremos.

7.5 Pánico colectivo

     El término pánico deriva del temor y terror contagiosos que en la mitología clásica causaba el dios Pan. Cuando este dios, hijo de Zeus, se echaba la siesta en los bosques y los mortales se atrevían a molestarle y estorbar su sueño, él los espantaba con su horrible apariencia produciendo en ellos su intenso terror, pánico.

     Merloo (1964) indica que pánico significa no sólo reacciones individuales de temor, sino también explosiones colectivas; no sólo miedo y huida, sino también furia, tumulto y desenfrenada agresión. Se habla de pánico cuando un acontecimiento peligroso causa una reacción espontánea y desorganizadora en el individuo o en la comunidad.

     Quarantelli (1954, 1978) afirma que el pánico es un fenómeno caracterizado por un comportamiento de huida, raramente tumultuosa, y puntualiza que no es tanto una conducta antisocial como asocial, en la que se desatienden las relaciones sociales ordinarias; se trata de una conducta extraordinariamente individualista, sin cooperación ni unidad de acción por parte de los sujetos. Es más, desde un punto de vista psicológico, el individuo define la situación como amenazante para su vida y el pánico es algo no racional en el sentido de que en su obsesión por huir no tienen en cuenta las consecuencias de la acción, a veces más peligrosa incluso que el evento del que se huye. Por consiguiente Merloo considera que “el pánico es el despertar del irrazonable animal de manada que hay en nosotros. En un instante, toda civilización desaparece y el animal desnudo toma su lugar. La manada aterrorizada es gobernada solamente por sus emociones; la motivación inteligente se pierde. El hombre y el animal se lanzan a una fuga desenfrenada, arrollando todo lo que encuentran por delante”. Durante los pánicos todo el organismo es fuertemente movilizado, con los efectos que ello tiene, como la alerta del sistema nervioso o la producción de demasiada adrenalina, hasta el punto de que suelen ser bastante duraderos los efectos somáticos producidos por la reacción colectiva de miedo. Así, en algunas personas pueden verse aún la palidez y la tensión en el rostro incluso unos días después.

     Los rumores juegan un papel fundamental

     Es relativamente probable que se produzca un pánico colectivo cuando las personas, y más aún las masas, se encuentran ante un acontecimiento novedoso y extraño. Por ej., algunas muchedumbres primitivas padecieron un pánico colectivo al ver por primera vez un avión. Pero también existen pánicos festivos; Ortega y Gasset nos cuenta un o en la Rebelión de las masas: hay que tener en cuenta que en general la actividad del grupo fortalece su resistencia contra el colapso y el pánico. También es interesante reflejar la opinión de Cantril, que dijo que aunque el pánico es en general una reacción de masa, el individuo de personalidad inestable puede inducir o comenzar reacciones de pánico y difundirlas entre otras personas. En una situación difícil sólo tiene que gritar y contagiará a otros su conducta neurótica. Puede iniciar un falso rumor, su temor puede ser contagiado y arrastrar con él otros individuos vulnerables.

     La palabra pánico nunca se ha utilizado para designar a una conducta de escape ordenada. Por más grande que sea el peligro, por más aguda que sea la emoción, si los esfuerzos por escapar se ajustan a normas sociales entonces no constituyen un pánico. El término se reserva para designar a casos como los del incendio del teatro Iroquois o el incendio del Cocoanut Grove de Boston en los que se incumple el contrato social y cada hombre trata de salvar su propia vida sin importarle la de los demás. Habla uno de pánico cuando se empuja, se derriba, se pisotea a personas y las salidas quedan obstruidas, cuando las personas se portan con más egoísmo y falta de consideración que lo que es común. El Committee on disaster studies afirma que catástrofes naturales como los huracanes, las inundaciones casi nunca provocan pánico. Tiene que existir la posibilidad de escapar y también la posibilidad de quedar atrapado. El pánico se desencadena bajo las siguientes condiciones:

Atrapamiento parcial. Hay sólo una o un número extremadamente limitado de rutas de huida de la situación de amenaza. Existe la conciencia en los individuos de que pueden quedar atrapados si no inician la huida, o que la huida de otros acabará colapsando todas las rutas. Esto puede dar lugar a que la emergencia tenga unos efectos más devastadores que los que podría haber tenido en condiciones de seguridad.

Amenaza percibida. La amenaza puede ser física o psicológica, o una combinación de ambas, y se considera habitualmente ten inminente que no hay tiempo nada más que para escapar. La percepción de los sujetos juega aquí un papel crucial. La clave no es la magnitud real del peligro, sino la creencia de que el sujeto tenga con respecto al mismo. Recuérdense las múltiples ocasiones en las que las víctimas de un desastre lo son como consecuencia del comportamiento de sus congéneres y no del presunto peligro del que todos huían.

Parcial o completa rotura de la ruta de salida. La ruta de huida está bloqueada, congestionada o muy descuidada. Las puertas de emergencia que dan a un muro, cerradas a cal y canto con gruesas cadenas, son el fin lamentable de muchas rutas de huida intentadas por estampida humana.

Fallo en la comunicación desde adelante hacia atrás. El falso supuesto de que existe aún una salida abierta lleva a las últimas personas de la masa a ejercer una fuerte presión para avanzar hacia ella. Es esta presión desde atrás la que provoca que los de delante acaben asfixiados, pisoteados o aplastados. Los individuos infieren que la salida está disponible porque observan un movimiento en esa dirección y ellos siguen el flujo. Aunque lo que sucede, seguramente, es que varias capas de cadáveres se acumulan como consecuencia de las reiteradas embestidas. Si los sujetos supiesen certeramente que la salida está bloqueada dejarían de empujar en esa dirección.

    Aunque forma parte de la imagen de una situación de emergencia, el pánico es una conducta relativamente escasa en el proceso de evacuación. Hay veces en las que los individuos no se comportan de la mejor manera pero eso no significa que sea una conducta irracional.

    Merloo da tres consejos para la prevención del pánico: preparación, información y acción. Acción significa acción organizada en la que todos saben sus tareas y deberes en momentos de catástrofe. A esto hay que añadir el alimento y sueño. Pero si prevenir los pánicos colectivos es algo sumamente difícil, controlarlos o curarlos cuando ya se ha iniciado el proceso es más difícil aún. Como señala Merloo, una vez que ha comenzado la reacción de pánico es como si se produjera una reacción química en cadena. Todo el que intenta contraponerse es arrastrado. En algunos casos es posible aislar el núcleo de contagio y entonces su influencia termina.

    Son muchos los desastres o catástrofes que desde el punto de vista del comportamiento colectivo poseen elementos comunes con la violencia colectiva. A veces la violencia colectiva produce tal pánico en la muchedumbre que lo convierte en un terrible desastre, por ej. el desastre del estadio de Heysel de Bruselas en la final de la copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus de Turín.

7.6. Procesos de evacuación colectiva ante un desastre

    En este apartado vamos a seguir el trabajo de Gómez Jacinto (1995). Después de observar las características de las masas y los comportamientos a los que éstas obedecen, vamos a analizar las evacuaciones de aquellos lugares en los que pueden desarrollarse situaciones límites como las vistas en el apartado anterior.

    La evacuación es un proceso social complejo que ocurre como consecuencia de una alarma o del impacto real de un desastre. Se trata de una respuesta de protección ante un vasto rango de emergencias. De una forma amplia podemos definirlo como la retirada de personas de una zona geográfica con un alto nivel de impacto, sus movimientos temporales y el regreso a un sitio fuera del peligro, o, simplemente, el regreso a casa. En cualquier caso, la evacuación es un aspecto destacable a la hora de diseñar los edificios, siempre se ha de tener en cuenta.

    Es obvio que las emergencias y el peligro en cuestión variarán dependiendo del lugar y del caso. Así, por ejemplo, en los casos de emergencia con una escala pequeña, el lugar seguro al que realizar, la evacuación será segura y accesible. Un incendio en la cocina de una casa, requiere el desalojo de un grupo reducido de personas, pero si el incendio se produjera en la cocina de un restaurante, el número de personas se vería incrementado. Ahora bien, con respecto a esta matización, podemos dividir los procesos de evacuación en varias clases. A nosotras en este trabajo nos han interesado particularmente dos tipos: la evacuación de las grandes zonas y la de edificios públicos.

7.6.1. Evacuación de las grandes zonas

    Ante un riesgo de mayor envergadura, el lugar al que hay que desplazarse puede estar a kilómetros de distancia. Hay que tener en cuenta las características específicas. Si se trata además de una zona pública donde se produce la emergencia, se requiere la ayuda de camiones, coches y autobuses. La disponibilidad de estos medios presenta dos tipos de problema, que pasamos a desarrollar a continuación.

La disponibilidad del transporte. Aunque el uso de los medios de transporte es común y de fácil acceso para casi todo el mundo hoy, hay segmentos de la población que no disponen de automóviles. Esto puede agravar y entorpecer la evacuación en un momento dado. Basta imaginarse un grupo de escolares en un colegio, los residentes de un hospital, guarderías, cárceles, transeúntes, turistas, etc. Todos estos son detalles que a primera vista pueden carecer de relevancia, pero que en fenómenos como los que estamos estudiando, alcanzan una importancia plena. De esta manera y aunque pueda parecer paradójico, la disposición de transporte propio puede llevarnos a un segundo problema.

La ordenación del tráfico. Otros factores diversos pueden incrementar el tiempo requerido para evacuar la zona de impacto; por ejemplo: obstrucciones por el propio incidente, obstrucciones que coinciden con el evento (condiciones atmosféricas), obstrucciones inintencionadas (obras en la carretera o calle), etc. Además, otro factor que puede ser otro impedimento es si todas las personas a evacuar intentan abandonar la zona de impacto en el mismo momento.

    Esta problemática se puede minimizar con un análisis adecuado del riesgo potencial, seguido de un análisis de la evacuación. El primer análisis identifica la zona de la comunidad que es susceptible de impacto; el segundo valora la cantidad de población afectada, sus capacidades de transporte particular, la adecuación de las carreteras utilizables en la evacuación, los impedimentos y problemas que la misma genera así como la metodología de su eliminación y los mecanismos que mantienen abierto el flujo de tráfico. Desgraciadamente, muchas veces nos olvidamos de las posibles consecuencias que pueda tener el olvido de algunas de estas circunstancias.

7.6.2. Evacuación de edificios públicos

    En este apartado hablaremos de un proceso de evacuación más reducido y que implica menos sistemas sociales. Como todos sabemos, la gestión de seguridad en edificios públicos debe ser una de las prioridades máximas de los responsables técnicos y políticos. Las tragedias acaecidas durante la evacuación de hoteles, estadios deportivos, salas de espectáculo, metro y un lamentable etcétera de lugares siniestrados, apoyan la idea de que hay una necesidad urgente de mejorar la organización de la seguridad de los espacios públicos.

    Una de las preocupaciones mayores se centra en la interacción entre el espacio, la situación de emergencia y las personas. Aunque el personal y los dispositivos técnicos, tales como los sistemas de anuncio, son habitualmente válidos para informar a la gente sobre la situación, los equipos de administración están poco dispuestos a proporcionar mayor información. De hecho, muchos planes sugieren a menudo no informar a las personas si se produce un incidente en tanto que la evacuación no sea necesaria. En la eventualidad de una evacuación se activa un timbre de alarma de fuego y los usuarios se desplazan hacia un área segura. Incluso aunque los responsables de seguridad creen que sus sistemas de comunicación podrían utilizarse más eficientemente, la creencia de que el pánico se desencadena cuando las personas son conscientes de la situación, les previene de proporcionar información adicional. Sin embargo, el patrón básico del comportamiento humano ante una situación de emergencia en un lugar público consta de varias dimensiones.

Las personas no evacuan en el primer momento de la emergencia. En los momentos iniciales esta pérdida de tiempo se dedica a interpretar la información y en prepararse para la acción. Cuando se conoce la emergencia a través del timbre de alarma, del humo, del olor a quemado o de los gritos de la gente, los usuarios del espacio público tienen tendencia a ignorar la situación y a esperar una mayor información. Ello implica que estas personas comienzan el movimiento de huida un tiempo después de que se produzca la situación de emergencia. Las personas sólo comienzan a huir cuando la información que tienen les convence de que deben abandonar el edificio. La demora entre el primer momento de una emergencia y el comienzo del movimiento es clave porque el tiempo necesario para una evacuación segura depende de la rapidez de la respuesta de las personas. La reducción de estos tiempos se convierte en algo prioritario.

Aparición de conductas afiliativas. Las personas tienden a desplazarse hacia las personas y los lugares familiares. Cuando se trata de un grupo, familiar o de amigos, por ejemplo, y algunos miembros de encuentran separados en el momento de la emergencia se produce un movimiento rápido para encontrarse y poder escapar juntos. Esta rapidez en la reacción implica que el grupo se desplaza con gran rapidez hacia zonas más seguras. El comportamiento afiliativo que manifiestan se concreta en la adaptación de la velocidad del grupo a la del miembro más lento.

    También se ha observado una preferencia por los lugares familiares. Las personas tienden a elegir las rutas de evacuación conocidas.

    Como ya hemos explicado antes, la aparición del pánico forma parte de los mitos que han surgido alrededor de la evacuación de sitios ya sea públicos o privados. De esta forma, el pánico es una conducta escasa en el proceso de evacuación, ya que en una situación de tal emergencia, no hay tiempo material para que el pánico se produzca.

    En muchas ocasiones los sujetos no se comportan de la manera más adecuada, pero ello no significa que sus conductas vayan a ser necesariamente irracionales. Las reacciones no fluidas por el conocimiento de las alternativas posibles y por la información disponible en el momento concreto son las que causan estas conductas.

    Hay que admitir la capacidad del sujeto para procesar la información y tomar decisiones durante una emergencia. Desde esta perspectiva, se hace necesaria una mayor profundización en los sistemas de comunicación que favorezcan la toma de decisiones y la evacuación segura ante una emergencia. No sólo por esta razón, sino también por su aplicación a otros muchos campos de la psicología, los estudios sobre la toma de decisiones han proliferado. Es muy importante saber los mecanismos que aparecen durante la toma de decisiones para que un grupo llegue a una conclusión y no a otra.

7.6.2.1. La toma de decisiones

    Antes de profundizar en esta cuestión, vamos a analizar un caso concreto: los cursos de acción que siguen las personas ante el fuego. En el curso de la reacción al fuego hay tres tipos de conductas que siguen el orden de mayor a menor frecuencia, siendo escasas las de conducta irracional, no social y de pánico. Para acercarnos un poco al tema pasamos a la clasificación que hace David Canter en 1990. Sobre este autor hablaremos más adelante:

Preocupación por la evacuación del edificio tanto de uno mismo como de las otras personas.

Preocupación por apagar el fuego.

Preocupación por avisar a las otras personas y a los bomberos.

    La investigación sobre el comportamiento humano ante el fuego presenta la siguiente imagen:

las personas que, una vez que son conscientes del fuego, abandonan inmediatamente el edificio son más frecuentemente mujeres; los individuos que consideran el fuego algo extremadamente serio; los que nunca se han visto implicados en un incendio; los que no tienen entrenamiento y no conocen la salida de emergencia.

las personas que combaten el fuego son principalmente varones; con edades comprendidas entre los 30 y los 59 años; trabajan en el lugar del siniestro y tienen experiencia previa en incendios.

la vuelta al interior del edificio es más habitual en los hombres; con edades comprendidas entre los 20 y los 39 años; en las personas para las que el edifico es muy familiar y los que tienen experiencia en otros incendios.

    ¿Tiene algo que ver con la toma de decisiones el sexo de las personas que lo forman? ¿Es un factor primordial y absoluto? Vamos a adentrarnos en el tema de la toma de decisiones. Un término que hay que tener muy en cuenta antes de empezar a hablar sobre la toma de decisiones y muy relacionado es el pensamiento de grupo. Ambos términos tienen un lugar privilegiado dentro de la psicología, ya que es algo cotidiano, pues a diario nos vemos obligados a tomar decisiones en grupo, ya sea algo insignificante como el lugar al que vamos a tomar unas copas un sábado por la noche, o algo de tanta importancia como el futuro de una multinacional con un capital desorbitante.

    Es de todos sabido la opinión generalizada de que los grupos con alta cohesión son más productivos que aquellos que no la tienen. Pero, ¿por qué las decisiones de grupos cohesionados se dejan contaminar por el pensamiento de grupo? ¿Por qué sacrificamos nuestras propias opiniones a favor de las de la mayoría? ¿Cuando podemos decir que un grupo es cohesionado? En verdad, no hace falta que exista una relación afiliativa o de amistad entre los miembros de un grupo para poder definirlo como cohesionado. Para intentar entenderlo, vamos a tratar las variantes que favorecen el surgimiento del pensamiento grupal, para poder analizar las consecuencias mejor:

Alta cohesión de grupo: cuanto mayor sea la cohesión de un grupo, mayor es la probabilidad de que se dé el pensamiento de grupo, aunque en algunos casos es el deseo de cohesión y no la propia cohesión en sí lo que lleva al pensamiento de grupo.

Aislamiento relativo del grupo de los puntos de vista disidentes que puedan existir, cosa que suele ser frecuente, ya que existen muy diversos mecanismos que impiden que tales puntos de vista lleguen al grupo, y menos aún que se puedan debatir en el grupo.

Líder tan directivo que siempre es él quien propone las decisiones a tomar. Con ello, los miembros preferirán no oponerse a la decisión propuesta, incluso aunque no les convenza, tanto para no oponerse al líder como para preservar la cohesión grupal.

    En tales circunstancias se produce lo que Irving Janis llama pensamiento de grupo, que es el responsable de que las decisiones tomadas sean clara e increíblemente erróneas. Janis destaca que los grupos colectivos cuando se reúnen o han de tomar una decisión se muestran positivos y motivados, ya que para que algún proyecto o idea sea aceptado se necesita un consenso. En estos grupos, afirma Janis, existe una predisposición al consenso, que, junto al miedo de no concordar con los demás, nos va a llevar a un falso consenso, ya que va a haber miembros que no estén de acuerdo pero que acceden con tal de no romper el equilibrio del grupo. Janis lo explica a través de la naturaleza colectiva de estas tomas de decisión, destacando el proceso de la toma de decisiones:

La ilusión de invulnerabilidad. En los grupos se da una menor disponibilidad para correr riesgos. Así, cuando no estamos solos, nos creemos más poderosos. Este fenómeno lo podemos encontrar sobre todo en las reuniones de gobierno, o de ejecutivos de una empresa. Como ejemplo significante tenemos el del ataque a la Bahía de Pearl Harbour en 1941 por los japoneses. Los estadounidenses no se preocuparon de que la bahía se encontrara indefensa porque nunca pensaron que alguien se atrevería a atacarles, simplemente por el hecho de lo que suponen: una superpotencia2.

Estereotipos compartidos. Esto ocurre en casi todos los grupos. Tendemos a opinar de la misma forma del enemigo, y le atribuimos unas características precisas que normalmente van a llevarnos a una apreciación errónea de que nuestro enemigo es malo, torpe o incluso menos inteligente que nosotros. Como ejemplo tenemos la Guerra de Corea que se llevó a cabo en el Paralelo 38 en 1950 por la cual se enfrentaron las dos superpotencias de la época, cada una de las cuales tenía estereotipos compartidos sobre la otra.

Racionalización. Todos los grupos piensan que lo que hacen es bueno, es más que la decisión que estamos tomando es la mejor para todos, aunque algunas veces esto no sea así. Por ejemplo, la acción del gobierno estadounidense en Vietnam, que tan criticada fue dentro y fuera del país.

Ilusión de moralidad. Cuando tomamos una decisión, el tema tiende a moralizarse, tiene implicaciones éticas. Permite mantener la autoestima del grupo, pero que a la vez, hace que los miembros del grupo no tomen en consideración las consecuencias morales de sus decisiones.

Autocensura. Se produce entre unos y otros hacia aquellos que se desvían del consenso aparente del grupo, ya que prima la opinión de la mayoría.

Ilusión de unanimidad. Está muy relacionado con el punto anterior, ya que se autocensura a aquellos que difieren del resto y de esta forma se llega a una falsa unanimidad, porque hay miembros que no comparten su opinión, pero que se obliga a pensar lo contrario. Esta ilusión proviene en parte de la autocensura de las desviaciones y aumenta debido a la errada suposición de que quien calla otorga. Hay una presión interna, una obligación de mantener la unión del grupo. Otro ejemplo histórico de esto es cuando el gabinete de Kennedy tomó la decisión de atacar Bahía de Cochinos en Cuba en 1961, había muchos miembros en contra, pero ninguno se manifestó por miedo a romper la cohesión de la decisión.

Presión directa. Se trata de la opinión directa contraria al resto del grupo. En este sentido, Janis destaca la figura del “guardamentes”, que protege al grupo de las opiniones turbadoras.

    Para Janis, el papel del líder es algo muy importante, así, en el citado ejemplo de Bahía de Cochinos se hizo lo que Kennedy quería, pues su papel de líder indiscutible llevó al grupo a tomar una decisión equivocada. Sin embargo, un año y medio después de dicho ataque, se volvió a vivir una situación que en principio se vislumbraba parecida: la Crisis de los Misiles Cubanos. En esta ocasión y después del fracaso de la anterior, Kennedy encargó un estudio riguroso, trajo expertos extranjeros, evaluadores críticos de la situación, se ausentó de varias reuniones para no influir en la decisión demasiado y exploró todas las alternativas posibles. En general podemos decir que dio libertad a su gobierno para estudiar los pros y los contras.

    Por otra parte tenemos el esquema que propuso Myers en 1995, que es casi igual al de Janis, sólo que lo modifica y reagrupa las características de otra forma dividiéndolas en ocho:

Se sobreestima el poder y los derechos del propio grupo:

Ilusión de invulnerabilidad: los grupos que poseen las anteriores características desarrollaron un optimismo excesivo que les cegaba ante las advertencias de peligro.

Creencia indiscutible en la moralidad inherente al grupo: los miembros del grupo cohesionado dan por supuesta la moralidad inherente al grupo lo que les lleva a no tomar en consideración las consecuencias morales o éticas de sus decisiones

Los miembros del grupo también se convierten en mentalidades cerradas:

Racionalización: los miembros del grupo justificaban colectivamente sus decisiones, racionalizándolas.

Estereotipos compartidos del oponente. Los miembros de estos grupos consideran colectivamente a sus enemigos demasiado débiles y torpes o demasiado malos.

El grupo sufre presiones hacia la uniformidad:

Presión directa hacia la conformidad: esta presión se ejerce sobre cualquiera que exprese argumentos fuertes en contra de los estereotipos compartidos o las ideas y compromisos del grupo.

Autocensura: con frecuencia son los propios miembros del grupo los que se autocensurarán para no romper la unidad y al cohesión grupal.

Ilusión compartida de unanimidad: la autocensura y la presión para no romper el consenso crean una ilusión de unanimidad que se incrementa a causa de la equivocada suposición de que el que no participa, está de acuerdo con lo dicho en el grupo.

Existencia de personas guardamentes: algunos miembros protegen al grupo de la información que disputaría la efectividad o moralidad de sus decisiones.

    Un aspecto que tenemos que admitir es que las decisiones de los individuos son muy diferentes a las de los grupos, que, a su vez, tienen unas características particulares. Lo que hace o piensa una persona cuando está sola no permite prever lo que pensará cuando esté en grupo. Por ello es necesario comprender cómo se toman las decisiones colectivas y evitar reducir el pensamiento grupa.

El efecto de normalización y el efecto de polarización

    Se considera que una decisión o un juicio son racionales cuando representan un punto medio o un compromiso. Pero, ¿qué significa dicho punto medio o dicho compromiso? Tan sólo que la opinión o la elección de cada individuo ha sido tomada en cuenta y que, a través de concesiones mutuas, se ha definido una opinión o elección común. Diremos que ha prevalecido el punto de vista de la mayoría, que estas decisiones traducen un efecto de normalización.

    Se pensaba que en todas las circunstancias los grupos ejercen una presión hacia la uniformidad y excluyen de sus decisiones toda solución que se parte de la solución de la mayoría. Este comportamiento dentro de los grupos se ha considerado siempre característico, pero hay otro que se ha descubierto después. Es el efecto de polarización. La polarización es la acentuación de una tendencia inicialmente dominante en un conjunto de grupos. Cuando varios individuos toman una decisión en grupo, tienden a elegir la opinión o la solución media, y es que cada individuo piensa que se evitan las soluciones extremas y siguen la regla del justo medio. Las investigaciones de Moscovici y Zavalloni descubrieron que se trata de un fenómeno generalizado, de ninguna manera limitado. En efecto, cuando los miembros de un grupo se implican en una discusión, en lugar de buscar un compromiso, se alejan de él, tendiendo de esta manera a darse una norma más extrema, a tomar una posición que incluya el punto de vista de los individuos más alejados. Sin embargo, hemos de saber que la divergencia de las actitudes que se produce entre los individuos varía de un grupo a otro. En ocasiones es mayor, en otras resulta menor. Por consiguiente, el grado de conflicto también varía, siendo más elevado entre los grupos cuyos miembros divergen en mayor medida y menos elevado en los grupos cuyos miembros divergen poco. Debemos observar el efecto de polarización en aquellos casos en que las decisiones se realizan en temas muy variados. Hay que tener en cuenta que además depende del grado de implicación de los individuos y de la importancia que reviste la decisión para ellos.

Decisiones, discusiones y cambios

    A lo largo de los diferentes experimentos llevados a cabos por expertos en la materia, por ejemplo los de Lewin, 1943 y 1965, ya se puso de manifiesto la influencia que ejerce la discusión sobre las decisiones tomadas en grupo. Esta influencia parece tener una doble función: por una parte, combatir la propensión hacia la uniformidad dentro del grupo y, por la otra, hacer que cada individuo tome conciencia de que la solución elegida es producto del grupo. Por tanto, la discusión es importante. Y debe haber un lazo entre ella y la polarización colectiva de las decisiones. Myers (1982), sugiere que la dirección de los argumentos y su novedad intervienen de forma decisiva. En efecto, parece probable que en las discusiones en grupo a menudo encontremos nuevos argumentos en los que nadie había pensado con anterioridad. Por otra parte, los argumentos pueden ir en contra de los puntos de vista defendidos inicialmente por los individuos. Esto nos demuestra que entre la polarización y la discusión de grupo parece haber una relación firmemente establecida. Podríamos preguntarnos si esta relación tiene sólo un efecto porque los individuos dan a conocer sus posiciones a los demás, y que después las comparen para elegir una de ellas. O si esto se debe a que existe algo más: un verdadero intercambio de argumentos e ideas.

7.6.3. Metodología de la evacuación

    Por lo que respecta a la metodología de la evacuación de edificios públicos, no hay mucha investigación. Los estudios de casos analizados señalan la existencia de dos tipos habituales:

La evacuación total, en la que todos los ocupantes del edifico intentan evacuar el edificio, más o menos al mismo tiempo, lo que en algunas situaciones podría producir atascos e inutilización de algunas salidas o vías de escape.

La evacuación secuencial selectiva, en la que se comienza por los ocupantes más cercanos a la emergencia y se continua con los pisos adyacentes, todo ello bajo la dirección de un punto central de control. Es muy importante en este tipo de evacuaciones el papel del punto central de control, puesto que debe encargarse de coordinar toda la situación.

    Tanto estos estudios como los realizados en contextos experimentales de laboratorio concluyen en la eficacia de la evacuación y para evitar el pánico confluyen no sólo factores cognitivos y afectivos, sino también procesos interpersonales. Así, la presencia de un liderazgo apropiado puede reducir la dificultad de la evacuación e impedir la aparición del pánico.

    El liderazgo en las situaciones de emergencia se caracteriza por la idea de que la posición privilegiada del líder dentro de un grupo, puede llevar éste hacia la salida mediante voces y gestos vigorosos del líder. La adopción de un líder puede tomar estos formatos:

Método Follow Direction

    Los líderes indican la dirección de una salida apropiada para el mayor número de personas posible, utilizando para ello el lenguaje y la comunicación no verbal. Este método se caracteriza por actuar sobre las personas como una masa. Es el utilizado en la mayoría de los ejercicios de evacuación.

Método Follow Me

    Cada líder elige una o varias personas cercanas él para que lo sigan. Él las conduce a una salida apropiada, sin necesidad de indicaciones verbales o gestuales. Este método se caracteriza porque la acción del líder se concentra sobre una o dos personas.

    Hay algunos estudios realizados a este respecto, uno de los más interesantes, es el de dos profesores japoneses, Toshio Sugiman y Jyuji Misumi de la Universidad de Osaka. Es cierto que aunque es un tema muy interesante se sabe poco sobre él y por eso las investigaciones son relevantes. Tenemos por ejemplo el de Pauls y Jones de 1980 sobre la evacuación total y secuencial que hemos mencionado anteriormente.

    Sin embargo, los profesores Sugiman y Misumi llevan a cabo un experimento realmente interesante con estudiantes universitarios. Se forman grupos de 16, 14 chicos y 2 chicas. Para ello utilizan líderes que van a ser también estudiantes universitarios entrenados el efecto. Las condiciones van a variar de un experimento a otro para poder estudiar mejor las diferencias entre el método Follow Me y el de Follow Directions.

    La situación la podemos observar en la siguiente figura

    El procedimiento es el siguiente: cada participante lleva un número que pertenece a un sitio en particular y los líderes las letras que aparecen en el dibujo. Para las dos mujeres se prepararon los números que estaban más cerca de las salidas a salvo de una estampida. Primero el orientador, que lleva una gorra blanca dirige unas palabras a los participantes. Luego se quedan solos. De pronto, la luz se apaga y se enciende la de emergencia.

    Así, la distribución de líderes y métodos se va a realizar de la siguiente manera.

Los 4 líderes utilizan el método Follow Directions. En esta situación, se intenta que nadie salga por la salida A que es la más cercana . Los cuatro líderes corresponden a las letras A, B, C, D del gráfico. Todos los líderes gritaron “¡Seguid esa dirección!” a la vez que señalaban el punto Y. Todos utilizaron la salida B aunque al principio algunos querían salir por la A.

Los 4 líderes utilizan el método Follow Me. Cada uno se encargó de un grupo concreto de personas, les daban en el hombro y les decían uno a uno “ven conmigo”. Al igual que en el primer caso, todos salieron por B.

Hay 2 líderes que utilizan el método Follow Directions. Los dos líderes estaban en los puntos A y D. Intentaron que nadie se fuese por la A y se pusieron a gritar las instrucciones hacia B . Hay 2 líderes que utilizan el método Follow Me. Los dos líderes se encontraban en A y actuaron igual que en el apartado 2.

Hay 2 líderes, 1 utiliza el método Follow Directions y otro el Follow Me. El de Follow Directions se colocó en A y bloqueó la salida A, gritando hacia donde se debían dirigir; el de Follow Me se colocó en D y actuó igual que en el apartado 2.

    En cuanto a los resultados, observamos que la variante más rápida es la número 2, en la que los cuatro líderes utilizan el método Follow Me, y, por el contrario, la más lenta es la número 1, en la que los cuatro utilizan el método Follow Directions. Por lo tanto, se concluyó que el método Follow Me es más eficiente que el Follow Directions, si bien para que el método Follow Me se lleve a cabo se necesitan líderes que conozcn a la perfección las salidas.

    Una de las razones por las que el método Follow Me funciona mejor puede ser la de que la gente confía más en un acercamiento personal que en seguir a una masa hacia un lugar indeterminado.

    Otro de los estudios realizados en este campo es el de Proulx, de la Universidad de Montreal. En él, podemos encontrar información muy interesante sobre las tomas de decisiones. Afirman los investigadores que las tomas de decisiones más importantes son aquellas que atañen a la seguridad de edificios públicos. La interacción espacio + situación de emergencia + gente, que ya mencionábamos al principio de este apartado, es la que hay que tomar en cuenta, aunque esto es difícil, cuando no imposible. De todas formas, es útil que la gente esté informada y tenemos sistemas para ello. De hecho, según Canter, la información es un factor clave para la evacuación, ya que la gente sólo se moverá si tiene información suficiente para hacerlo. Afirma Canter que el tiempo de la evacuación se reparte en:

Interpretar la información que nos llega. A veces un incidente que puede parecer insignificante se convierte en una tragedia por haber perdido el tiempo en evaluar los posibles daños.

Preparar a la gente para la evacuación.

Acción, es decir el momento justo de la evacuación.

Los comportamientos finales es que cada uno se mueve hacia sitios que conoce, incluso hay preferencias, es decir, la gente tiende a irse hacia la derecha, aunque la salida de la izquierda esté más cerca.


Conclusiones

    Como hemos podido comprobar, el estudio del comportamiento de las masas, podemos considerarlo, el inicio de la Psicología Social. A lo largo de estas páginas hemos ido exponiendo las ideas primigenias, las más sólidas y las que cuentan con apoyo experimental. Se nos ocurre pensar, al igual que ya lo hicieron Canter, Comber y Uzzel en Football in its place que si los estudiosos han obtenido conclusiones validas que se están aplicando en otros sectores ¿por qué en el campo del deporte, y más concretamente el fútbol, no se están aplicando?. O será acaso que aún es actual lo señalado, hace 25 años, por José María Cagigal (1975, p.104):

"el drama actual del deporte es que los estudios serios que sobre él se hacen no son conocidos, no ya por la masa de aficionados, sino por la gran mayoría de informadores, ni siquiera por los dirigentes deportivos ni políticos responsables. Aquí la ignorancia no se queda en la masa sino que invade esferas de altos responsables. Hay todavía algunos países donde los altos cargos directivos del deporte están ocupados en su mayoría por gente sin formación en materia deportiva o de educación física. Es el terreno abonado para teorías desfasadas, sin entronque ninguno con la abundante y seria ciencia que ya a estas alturas existe en diversas parte del mundo sobre la materia".

    A la anterior pregunta, es posible ofrecer, a modo de respuesta, otra pregunta o ¿es acaso qué ciertas esferas del ámbito deportivo no son lo suficientemente sensibles a los hallazgos/descubrimientos generados en otras áreas de conocimiento?.

    Es evidente que el mundo del espectáculo deportivo debe tomar en consideración las evidencias y hallazgos de las ciencias sociales a fin de, primero, evitar la lista infinita de muertos en los espectáculos deportivos -y especialmente en el fútbol-. Y segundo, conseguir una disminución de la violencia en las gradas.

    Este trabajo ha pretendido hacer una revisión, si no de todos los trabajos, si de aquellos que se han considerado de más trascendencia. Se han revisado los conceptos de masa, diferencialmente frente a otros conceptos. Se ha revisado también su origen. Se han pasado revista a todos los factores que están influyendo en el comportamiento de las masas. Se ha descrito los diversos comportamientos de la masa, sus consecuencias y finalmente se ha optado por aportar soluciones en algunos de los problemas planteados, a través de la revisión de los sistemas de evacuación y algunos de los experimentos mas relevantes.


Notas

Estos datos fueron obtenidos en http://www.geocities.com/SoHo/2091/fv50.htm

Aunque según unas investigaciones recientes, los estadounidenses sabían perfectamente que Japón iba a atacarles y dejaron que lo hicieran para servirles como excusa.

 

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