OPINIÓN PÚBLICA Y LEGITIMACIÓN

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Sobre el uso de la opinión pública como fuente de legitimidad. Sus posibilidades de institucionalización "contra-hegemónica"

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Guillermo Francisco del Valle
Licenciado en Comunicación Social (UBA)
Licenciado en Psicología (UBA)

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Primera Parte. Opinión Pública.

 Introducción.

Origen de la Opinión Pública. Teorización Liberal.

La lucha de la burguesía contra el feudalismo.

Teorías liberales de la opinión pública y el mercado.

Opinión Pública y Sociedad Civil.

Representación y Representatividad.

Iluminismo. Ciencia y Opinión Pública.

Crítica y Comunicación.

Ciencia y Opinión Pública.

Desarrollo de la Opinión Pública. Particularismo y Conflicto.

Del Hombre al propietario. Universalismo y particularismo.

   

Una introducción histórica para una conceptualización actual.

Los gobiernos de las actuales democracias occidentales se legitiman , en su mayoría, en tanto surgidos de la voluntad popular, expresada ésta a través del sufragio universal.

En estas sociedades se invoca como principio la igualdad jurídica de todas las personas. Es esta la que determina que en principio todos los ciudadanos tengan los mismos derechos frente al estado; siendo en teoría la totalidad de los cargos políticos accesibles a los mismos sin exclusiones.

La pertenencia al aparato gubernamental del estado capitalista se fundamenta por criterios de representatividad. Este es el principio de legitimidad que proclamaron las revoluciones burguesas en su lucha contra la autoridad -de legitimación dinástica- del régimen feudal. La igualdad, garantizada por la obligatoriedad de la ley sin distinciones, tuvo por función impedir el privilegio de casta.

Lo político y lo social constituirán, en el capitalismo, ámbitos escindidos y diferenciados.

Lo político remitiendo a la figura del Estado y del ciudadano, ámbito considerado del "interés universal".

Lo social, remitiendo a la figura del productor, de la sociedad civil y del interés particular. Esto se conforma así por la forma en que se organiza la producción en el sistema capitalista.

Si bajo el feudalismo la producción tenía un mercado cautivo, en el capitalismo los productores son independientes, colocando sus productos libremente en el mercado, siendo el carácter de la explotación fundamentalmente económico mas que político.

En cuanto a las acciones de gobierno, unas pocas se legitiman mediante el apoyo de la población a un programa expresado previamente.

No sólo porque la lucha electoral no se basa exclusivamente en exposiciones programáticas y factores racionales.

El mero transcurso del tiempo en la dinámica actual, hace surgir cuestiones y problemas imprevisibles al momento del acto electoral. De aquí que, mas allá del deseo de los propios representantes, deban implementarse decisiones inconsultas.

Según Goran Therborn, "La representatividad no se da como una vinculación de los políticos con un mandato específico, sino que más bien radica en las dotes personales del político, y en su presumible entrega al bien público.

Bajo estos esquemas, el voto actuaría como una "investidura de confianza" que se le da a un representante, para el cumplimiento de una acción de gobierno que se supone en pro del bien común.

 

ORIGEN DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Teorización Liberal. La lucha de la burguesia contra el feudalismo.

La opinión pública se desarrolló en un período de la historia en que el tráfico de las mercancías y el trabajo se emancipan del corporativismo y de las trabas que imponían el estado feudal.

En Europa, el ascenso de la burguesía exigió del Estado su separación del dominio quasi hereditario del linaje aristocrático, asentándose para ello en la "opinión pública".

Lo privado-individual se erigía entonces contra los privilegios (de linaje nobiliario o de la corporación gremial) que restringían las actividades de las personas. Esto último será parte central del concepto ideal del individuo burgués.

Con las grandes codificaciones del derecho burgués, se desarrolla entonces un sistema de normas que garantizan una esfera privada -de libre intercambio mercantil entre las personas- independiente de las imposiciones estatales como así también del viejo estamentalismo feudal.

 

Teorías Liberales de la opinión pública y el mercado.

Según la idea que de su propia forma de organización social tenía la burguesía, el sistema de libre concurrencia podía regurlarse a si mismo con la condición de que no se entrometiera ninguna instancia "extraeconómica" (política) en el tráfico cambiario.

Dicha autorregulación "respondería" al bienestar de todos; siendo justa ya que se se basaría en la libre competencia de los libres rendimientos individuales.

La organización de la sociedad -según los ideólogos de estas teorías- debía de estar determinada únicamente por las leyes del libre mercado. No sólo se la presenta a ésta como una esfera libre de dominación, sino también "exenta de poder", ya que la capacidad económica de un poseedor particular de mercancías no podía influir sobre los mecanismos económicos o sociales, como la conformación de precios.

Por la "impersonalidad" de estos mecanismos, el poder económico de un individuo no podría modificar por si solo las leyes del mercado para sacar provecho sobre los otros poseedores.

Así los precios serían la resultante anónima, "ponderada" equitativamente entre los productores, regulados por las leyes de la oferta y la demanda. Productores individualmente negocian con otros, los suplantan en el mercado, se demandan... De igual forma, en el caso de la opinión pública, cada individuo aportaba su cuota en la formación de la opinión general.

Si bien unas opiniones serían más consideradas que otras, y por ello influenciarían de una manera diferente en la opinión general, ningún hombre y ni siquiera un grupo monopolizaría las discusiones, ya que no podrían prefijar el estado general de la opinión pública (*).

De modo similar, en un ambito mercantil carente de regulaciones, de la descision racional de cada hombre dependería su posicionamiento particular en el mercado, encontrándose en el "libre juego" un armónico y racional equilibrio. (**)

 

Opinión pública y sociedad civil.

La opinión pública surge históricamente así en conexión con una "sociedad civil" separada del Estado, entendido éste como "sociedad política".

Lo social se constituye como una esfera propia en la medida en que es interés del propio poder político mantenerla como tal. El librecambio conjuntamente con los "derechos y garantías individuales" surgen "garantizados" por el poder público, el propio Estado.

Paradójicamente, son las personas privadas reunidas en público, las que hacen de la preservación de la sociedad civil -como ámbito "privado" sin interferencia del poder político estatal-, un tema "público".

Las leyes "políticas" del estado, son hechas coincidir con las "económicas" del mercado: ni las unas ni las otras permiten la excepción. Trátese de "ciudadanos" o de "hombres privados", deben ser objetivas. Esto es, no manipulables de acuerdo al interés de particulares.

(*) Estaban prohibidos constitucionalmente cualquier tipo de favoritismo (excepción) en los convenios ante el estado, como así también estaba prohibido al movimiento obrero su agrupamiento sindical.

(**) Así como aquel que produjese una mercancía inutil se arrunaría, aquella opinión descabellada sería ignorada.

 

Representación y representatividad.

Esta juridicidad surge con la colaboración del principio de representación. Los representados influyen en la elaboración de la ley a través de la expresión de su voto; y recíprocamente, la ley prefigura a los mecanismos de representación.

A través del dominio de la ley, se expresa en forma ambivalente por un lado, la colaboración; y por el otro, la dominación de la representación popular.

La ley así concebida conlleva dos procesos: uno, contra la legitimidad feudal, incrementando su carácter de representatividad "universal"; a la vez que esta ley terminaría imponiéndose sobre los representados, bajo su generalización.

"Bajo el Estado burgués de derecho, se pretendería hacer de la opinión pública un órgano político con la función de asegurar institucionalmente la conexión entre la ley y los representados". Jurgen Habermas

 

ILUMINISMO. CIENCIA Y OPINION PUBLICA.

La función de una opinión pública activa sería someter "el poder" a debate.

Mediante el mismo, la voluntad de los opinantes es transformada en argumentaciones racionales. Estas serían un producto de la concurrencia pública de diversidad de argumentos particulares ("privados"), para consensuar acerca de lo que es necesario establecer para alcanzar el bien común de la ciudadanía.

Esta opinión pública no tiene la intención de ser el poder político mismo; sino que en la concurrencia de argumentos que se debaten es llevada a tener una función crítica hacia las medidas políticas que como tales atañen a los individuos "privados".

Así teorizado, la "Opinión Pública" es un espacio de libre discusión entre los hombres, donde se impondría el argumento racional de mayor consenso, en contraposición a la "opinión feudal", donde el peso de la argumentación estaba dado por la jerarquía.

"Con la extensión y el libre asentamiento de la esfera del mercado, los propietarios de mercancías ganan autonomía. El sentido positivo de "privado", se forma de ordinario, de acuerdo con la idea de la libre disposición sobre la propiedad capitalísticamente activa"***; forma de disposición de la propiedad que no era posible en las relaciones de vasallaje.

De acuerdo con dicha "racionalidad", una opinión pública nacida del mejor argumento pretende "estar en posesión de la capacidad de razón que pretende hacer una y la misma cosa de lo justo y lo verdadero. El concepto de opinión pública es coincidente con el "orden natural"*; basándose la naturalización en la apariencia de que las leyes del mercado "funcionaban" bien por si mismas sin intervención alguna.

Al respecto, los fisiócratas (*) declaraban que "sólo la opinión pública conoce el orden natural de las cosas y lo hace visible, para que el monarca ilustrado pueda convertirlo, en forma de norma general, en fundamento de su acción". (***)

Esto implicará luego la convergencia entre razón y dominación. Se intentará así reducir -aunque sea teóricamente- a un mínino el conflicto de intereses, dirimiéndose éstos en el "orden natural", autorregulado, en favor del "interés universal".

(*2)La escuela fisiocrática era aquella que promulgaba el "laissez faire, laissez aller", debiendo el Estado basarse en el mencionado "orden natural" y no interferir con sus leyes la plena libertad del individuo en la consecución de sus fines económicos, siendo la competencia el motor que movía a la economía en un sentido progresivo.

 

Crítica y Comunicación.

Sintetizando, la opinión, para ser pública y racional, debía ser producto de un debate abierto. De lo contrario, la opinión formada sería una opinión privada. Es decir, en la comunicación es donde se da la razón entendida como posibilidad de crítica.

Bayle (teórico francés contemporáneo de Locke) afirmaba que la crítica era un método de "por y contra". "Evidentemente Bayle considera el asunto de la crítica como un asunto estríctamente privado. La verdad se descubriría, efectivamente, en la discusión pública entre los críticos; pero el ámbito de la razón seguirá siendo, no obstante, un ámbito interno, contrapuesto al del Estado. Internamente crítica, sigue siendo la razón subalterna en el exterior. Como la conciencia de Hobbes, también la critique de Bayle es un asunto privado, sin consecuencias para el poder público".(***)

La acción crítica socava entonces al creer, al sentido común. La mera opinión no estaba ligada a una necesidad de instrucción y propiedad. Opinar no requería un método particular de raciocinio, sino la simple manifestación de aquellos hábitos a los que luego se enfrentará la opinión pública considerándolos prejuicios.

Hasta aqui hemos apreciado los lazos entre la "Opinión Pública" y su función crítica racional en un contexto de consolidación de la burguesía sobre la aristocracia y sus concepciones del mundo.

 

Ciencia y Opinión Pública.

La opinión pública arranca entonces desde los instruidos, extendiéndose hacia otros sectores sociales, que, actuando en masa, intentan hacerse escuchar. Estos, sin embargo, no eran las clases más pauperizadas, puesto que, al decir de Marx, "sometidos como están a la miseria y el trabajo, no tienen ni la obligación ni la oportunidad de preocuparse por cosas que no afectan directamente a sus condiciones materiales".

Y si la capacidad crítica era cosa de ilustrados, siendo el "conocer" mucho más que la "mera apariencia" del sentido común, la ciencia es puesta entonces fuera del ámbito de lo opinable: "Las ciencias, siempre que sean ciencias, en la medida que no se hallan jamás sobre el suelo del opinar y de los puntos de vista subjetivos, así como tampoco consiste su exposición en el arte de los giros, del interpretar y del manifestarse según convenga; sino en la manifestación inequívoca, determinada y abierta de la significación y del sentido, no caen en la categoría de lo integrable a la opinión pública".

El precedente párrafo, perteneciente a Hegel, deja translucir que, la "opinión pública" se encontraba atravesada por esciciones e intencionalidades, la cual podría no ser guiada por la universal "verdad" sino que por intereses "particulares".

 

DESARROLLO DE LA OPINIÓN PÚBLICA.

Particularismo y conflicto.

Al ir desarrollándose las sociedades burguesas, ampliando el derecho al sufragio (el que no fue siempre y desde un comienzo un derecho universal), irán apareciendo en la escena de discusión de "lo público" grupos cada vez más heterogéneos, sin las mencionadas cualificaciones de "propiedad e instrucción".

Esto le permitía al burgués una mayor "libertad" en tanto poseedor de los medios de producción sobre quienes no lo eran, con una consiguiente posibilidad "material" de autonomía en la esfera de decisiones privadas de la que otros sectores prácticamente carecían por no ser propietarios.

Esto introducirá en la discusión a grupos que no tienen interés en mantener a lo social como una esfera de decisiones privadas.

"Tan pronto como la masa de no propietarios eleva a tema de su raciocinio público a las reglas generales del tráfico mercantil, se convierte la reproducción de la vida social como tal en asunto general y ya no meramente su forma de apropiación privada"(***).

Toda suerte de decisiones y conflictos hasta aquel momento concernientes al individuo burgués "privado", aparecen así en la esfera de lo público: necesidades de grupos que nada esperaban de un mercado autorregulado y que pedirán ser cubiertas desde el Estado.

"La publicidad (*) de las cuestiones de gobierno, encargada ahora de mediar en esas reinvidicaciones se convertirá en campo de enfrentamiento que adquirirá los rudos rasgos de una disputa violenta. Las leyes, promulgadas bajo la "presión de la calle", difícilmente puedan entenderse ahora como normas emanadas del razonable consenso entre personas privadas que polemizan en público; esas leyes expresan más o menos abiertamente el compromiso entre intereses privados (y particulares) en competitiva pugna"(***).

En una situación de posibilidad de "habla" de muy diversos sectores sociales (extensión de los derechos políticos), con marcadas diferencias sociales entre ellos, la idea de la opinión pública como un consenso "sin monopolios", basado en la igualdad de posibilidad para hacer uso de la palabra, (su desempeño práctico) , pierde fuerza. Y con ello la panacea de la idea de la "libre competencia" como fuente de un ordenamiento justo para toda la sociedad.

(*) En su acepción originaria, aquella vinculada a la opinión y difusión de asuntos públicos.

 

Del hombre al propietario. Universalismo y particularismo.

La crítica del marxismo apunta a develar como "ideología" las definiciones que proclamaban los teóricos de la burguesía en referencia a la opinión pública. El acento estará puesto en la falta de igualdad social, al no acceder todos los individuos a la condición de "propietarios" y con ello a otras cualificaciones necesarias para ser admitido en la publicidad, como ser la instrucción.

"Igualmente, se desvanece la equiparación entre hombre y propietario, porque a causa de su enfrentamiento con la clase trabajadora, su interés en el mantenimiento de la esfera del tráfico mercantil y del trabajo social, deja de ser un interés propiamente privado para degradarse a interés particular, que sólo por medio del ejercicio del poder puede imponerse a otros".

Carlos Marx.

La concepción en que las personas privadas reunidas en público acaban coincidiendo luego de discursos y contradiscursos, no puede confundirse con lo "justo" y lo "correcto". Por lo tanto no es posible identificar a la "Opinión Pública" con la "razón".

Las mencionadas diferencias entre unos hombres y otros en relación a la posesión o no de medios de producción lleva a decir al marxismo que "por si mismo" no podría reproducirse el capitalismo como un "orden natural" con prescindencia de las funciones ideológicas y cohercitivas.

En tanto que en la reproducción de la vida social no son neutralizadas las relaciones de poder, y la sociedad civil misma se basa en dichas relaciones, no puede haber una relación "racional" de autoridad que reemplaze a las relaciones asentadas en lo político-económico.

"Como burgeous es el hombre privado en definitiva tampoco homme que, para estar en condiciones de percibir verdaderamente los intereses ciudadanos, debería salirse de su realidad burguesa, abstraerse de ella, retirarse de su organización global hacia su individualidad". Carlos Marx.

Cuando se hace referencia a la sociedad civil como esfera del interés particular, se remite no sólo a la existencia de clases contradictorias, sino también a los intereses particulares y contrapuestos de cada individuo.

En esta situación, la política, (como dominio del aparato "representativo" del Estado), resulta una mediación necesaria para la misma burguesía, para así poder expresar sus intereses como los de "una clase" , pudiendo desde allí proyectar su interés como "universal".

Al ser la sociedad burguesa una sociedad de clases, basada en la producción mercantil, no puede prescindir del "dominio". "Su tendencia natural a la desorganización la lleva a necesitar como ninguna otra de una integración por medio del poder político".(***)

Teniendo en cuenta que como en toda sociedad dividida en clases, éstas luchan, -en diversos modos y grados-, se daría una tendencia al desacople entre lo institucionalizado a través del Estado y la "correlación de fuerzas" entre los diversos sectores sociales en un momento dado.

Presente esta dinámica en las relaciones sociales, será el Parlamento quien deba cumplir la función de buscar el "acople", la permeabilidad de la ley respecto a los flujos sociales. Que se publicitaran las discusiones parlamentarias era entonces un reaseguro de la conexión entre los representantes y los electores; y a través de la opinión pública el estado de derecho "capta" los vaivenes que se producen en otras esferas.

Dentro de la "opinión pública" convergen diversos sectores que luchan por imponer sus puntos de vista particulares sobre el resto. Obtenido ello, se produciría sobre la minoría la coacción de la "representación".

Anteriormente, habíamos visto que era la "razón" quien disolvía las diferencias particulares coactivamente.

Ahora, la razón es subsidiaria de la defensa de los intereses particulares. La "Opinión Pública", terreno de disputa, actúa pretendiendo legitimarse como justa por ser mayoritaria, lo que lleva al terreno de lo "moral" la aceptación de su validez "conceptual".(Y política).

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