MERCADO LABORAL Y SOCIEDAD CIVIL

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Álvaro Ortega Santos

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Resumen

Paradógicamente, mientras el mercado laboral es refractario a nueva mano de obra, la sociedad civil vive a través del voluntariado un momento de auge. El aumento de la productividad con la automatización de la tercera revolución industrial, ha generado la denominada cultura del ocio; la cual potencia una redistribución del tiempo dedicado al trabajo y al asueto. Y ante la necesidad de encontrar redes sociales y nuevos espacios de redefinición, tanto el parado como el trabajador, que carece de aquellos en el puesto de trabajo dentro de una sociedad basada en el éxito, encuentra sugerente el tercer sector. Éste se contrapone a la intervención del sector público (lógica política) y a la actuación del lucrativo sector privado (leyes del mercado), mediante las actividades de agentes privados que ofrecen altruistamente servicios de interés general alternativa o complementariamente a su prestación por parte de la administración dentro del limitado estado de bienestar.

 

MERCADO LABORAL Y SOCIEDAD CIVIL

 

Contextualización

A partir de 1975 el mercado de trabajo se ha visto sometido a numerosos cambios que han afectado al crecimiento de la masa de desocupados de manera progresiva y, al parecer, imparable. Así, estudios de la OIT han llegado a cifrar en mil millones el número de personas sin trabajo en el mundo. Las relaciones y condiciones laborales han sufrido variaciones con el paso de los tiempos, pero siempre ha mantenido una constante invariablemente; los amos tenían necesidad de esclavos, los colonos de indígenas, los empresarios de obreros…; y es que la productividad era tan baja, que todos los hombres y mujeres debían "ganarse el pan con el sudor de su frente", a fin de que, mediante la apropiación del excedente de su trabajo, unos pudieran disfrutar de un mejor nivel de vida.

Ahora, sin embargo, el aumento brutal de la productividad (como consecuencia de la revolución tecnológica), y la permanencia de una estructura de relaciones sociales, en las que primaba la dominación, han generado una tremenda factura social: mucha de la gente que antes era "útil", ahora ha dejado de serlo.

Y paralelo a este proceso, las organizaciones de voluntariado están experimentando en los últimos años un crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo, adquiriendo cada vez una más amplia repercusión social.

Muchas y diversas son las teorías que explican ambos hechos, y según algunos teóricos sociales, estarían relacionados con la llamada "cultura del ocio"; la cual potencia una diferente redistribución del tiempo dedicado al trabajo y al asueto. Ya que la nueva era tecnológica que tenemos ante nosotros, consecuencia de la tercera revolución industrial, facilitará e incluso forzará -siempre según esos teóricos- una redistribución del tiempo dedicado al trabajo y a otra serie de tareas.

 

La sociedad civil vista desde la sociología

El modo de vida que está surgiendo en nuestros días se caracteriza -entre otras cosas- por un fuerte crecimiento y la cada vez más amplia repercusión social de las organizaciones de voluntariado y los nuevos movimientos sociales. Claus Offe lo explica a través de la teoría del Nuevo Paradigma: Considera que estos movimientos se encuentran en una categoría intermedia entre lo público y lo privado; son el resultado de los efectos colaterales de actuaciones privadas o político institucionales, pero no se puede pedir cuentas por medios legales o institucionales. Además, recurren a formas de acción perfectamente legitimadas y reconocidas, tales como el uso de la libertad cultural o de culto. En cuanto a los objetivos, considera que no pretenden la aceptación de sus valores por la comunidad, sino que simplemente pretenden permisividad en el disfrute de sus libertades y derechos.

El contenido de estos movimientos serían el interés por un territorio, un espacio de actividad, la herencia y la identidad cultural, las condiciones físicas de vida y la supervivencia de la humanidad. Todo esto tendría una raíz común en valores de autonomía e identidad en oposición al control centralizado. Por otra parte, en cuanto a los modos de actuar percibe dos pautas: una interna, en donde existe una informalidad y espontaneidad. Y una segunda pauta externa: una política de protesta basada en exigencias formuladas en términos predominantemente negativos.

En opinión de Offe los nuevos movimientos sociales tienen mucho que ver con la frustración ante los fracasos y los efectos negativos del proceso de modernización llevado adelante, unas veces en colaboración y otras oponiéndose entre sí, por los movimientos liberales y socialdemócrata. Son herederos del proyecto de una modernidad que pretendía construir un nuevo régimen basado en la ciudadanía, frustrados con su realización pero ilusionados aún con sus posibilidades.

Por otra parte, se ha cuestionado el ámbito de la estructura social en el que actúan los movimientos sociales, afirmado que su función principal es la de generar cultura. Y se ha reflexionado sobre su inclinación a la marginalidad, sobre su carencia de querencia privada y su débil planteamiento ideológico que en muchas ocasiones les hace depender de otras instituciones como la Iglesia o los Partidos políticos.

También hay teóricos que defienden la idea de que los movimientos sociales surgen a menudo en respuesta a la expansión de las oportunidades políticas a las que puede disponer un grupo social para desencadenar una acción colectiva; o lo que es lo mismo, como resultado de la vulnerabilidad política creciente de los sectores con los que se enfrentan o del sistema como un todo.

Igualmente es de interés el planteamiento de García Roca. Para él, suele entenderse por "participación" la actividad social que se desarrolla en organizaciones no encuadradas ni en el sector público ni en el sector mercantil de las sociedades, en la medida en que no se rige ni por el beneficio ni por la autoridad, sino por el "voluntarismo".

Este tipo de actividad se ha venido a configurar como un tercer sector construido a partir de la existencia de bienes sociales tales como la ayuda, la comunicación, la compañía, la asistencia, la paz, el servicio a la persona,... . Bienes que se originan de la relación intersubjetiva de las personas humanas, a las que afectan de modo inmediato, y no pueden producirse de manera impersonal ni a través de los mecanismos anónimos del Estado o el Mercado, sino que sólo pueden producirse solidaria y voluntariamente.

De ahí que resulte más sugerente concebir el voluntariado en la sociedad actual en clave de relación, transcendiendo la idea de sector desde el reconocimiento de la interdependencia existente entre los ámbitos estatal, mercantil y vital y la pluralidad de actores sociales en estos ámbitos. Para García Roca el voluntariado no es un territorio más junto a los dos territorios tradicionales (público y privado); más bien posee una existencia relacional que se extiende de manera transversal por los distintos territorios y sectores. El voluntariado sería, por tanto, una relación en el interior de cada uno de ellos.

La participación voluntaria no se reduce al compromiso en organizaciones sociales, aunque ésta pueda ser su máximo exponente. Participar es también ser protagonista de la vida política y económica, pero desde otro marco de referencia.

Inglehart teorizará sobre este tema a partir de las encuestas de valores realizadas en las sociedades industriales avanzadas. Según él, estamos asistiendo a un proceso de cambio cultural profundo, representado por la progresiva extensión entre la población de los valores postmaterialistas (paz, igualdad…) y la perdida de peso de los valores materialistas (seguridad, crecimiento económico). La extensión de los valores postmaterialistas vendría ligada a la centralidad de reivindicaciones en el ámbito del medio ambiente, feminismo, etc. así como por el protagonismo de nuevos movimientos sociales en relación con éstos ámbitos.

Otra visión la daría la llamada teoría del riesgo. Las ciencias sociales han visto en los últimos años como el riesgo es una característica deficitaria de las sociedades industriales avanzadas en los finales del s.XX y que constituye el lado sombrío de la modernidad. Una de las consecuencias más relevantes derivadas de la configuración de las sociedades avanzadas como risiko Gesellschaft * es la relevancia que adquiere la elección entre posibilidades de futuro abiertas, no premeditadas.

El concepto de riesgo en la modernidad se identifica con los cálculos estadísticos, este tipo de riesgo es propio de un mundo donde sigue habiendo muchas cosas "dadas", es decir, predeterminadas, incluidas en la naturaleza exterior y las formas de vida social coordinadas por la tradición. A medida que la tradición queda disuelta, aparecen nuevas formas de calculabilidad. Beck, por otra parte, considera que no hay expertos en riesgo, es la incalculabilidad la que niega legitimidad a los expertos para diseñar nuestro futuro, reclamando por el contrario nuestra participación: ya que la elección de un programa de investigación es una apuesta cuyo resultado no puede ser comprobado.

 

Ser voluntario

La riqueza, variedad y multiformidad que representan la acción voluntaria son, al mismo tiempo, razón suficiente para entender la dificultad de definir el voluntariado. De entre todas las definiciones posibles se podría destacar la siguiente de Luciano Tavazza, como introducción al concepto de voluntariado:

El voluntariado es aquél, que además de sus propios deberes profesionales y de estatus, de modo continuo, desinteresado y responsable dedica parte de su tiempo a actividades no en favor de si mismo ni de los asociados (a diferencia del asociacionismo), sino en favor de los demás o de intereses sociales colectivos, según un proyecto que no se agota en la intervención misma (a diferencia de la beneficencia), sino que tiende a erradicar o modificar las causas de la necesidad o marginación social.

Existen puntos en común entre el conjunto de definiciones que se han realizado sobre voluntariado; son ellos los que de una forma breve y sintética dan las características fundamentales del voluntario: "Desinterés, responsabilidad, sin remuneración económica, acción realizada en beneficio de la comunidad que obedece a un programa de acción, voluntad de servir, actividad solidaria y social, su trabajo no es su ocupación laboral habitual, es una decisión responsable que proviene de un proceso de sensibilización y concienciación, respeta plenamente al individuo a quienes dirige su actividad y puede trabajar de forma aislada, aunque por lo general actúa en grupo".

La lectura de la actual Ley del voluntariado es esclarecedora:

Art. 3. Concepto de voluntariado.

1º A los efectos de la presente Ley, se entiende por voluntariado el conjunto de actividades de interés general, desarrolladas por personas físicas, siempre que las mismas no se realicen en virtud de una relación laboral, funcionarial, mercantil o cualquier otra retribuida y reúna los siguientes requisitos: a) Que tengan carácter altruista y solidario. b) Que su realización sea libre, sin que tengan su causa en una obligación personal o deber jurídico. c) Que se lleven a cabo sin contraprestación económica, sin perjuicio del derecho al reembolso de los gastos que el desempeño de la actividad voluntaria ocasione. d) Que se desarrollen a través de organizaciones privadas o públicas y con arreglo a programas o proyectos concretos.

2º Quedan excluidas las actuaciones voluntarias aisladas, esporádicas o prestadas al margen de organizaciones públicas o privadas sin ánimo de lucro, ejecutadas por razones familiares, de amistad o buena vecindad.

3º La actividad de voluntariado no podrá en ningún caso sustituir al trabajo retribuido.

Art. 4º Actividades de interés general. Se entiende por actividades de interés general, a efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, las asistenciales, de servicios sociales, cívicas, educativas, culturales, científicas, deportivas, sanitarias, de cooperación al desarrollo, de defensa del medio ambiente, de defensa de la economía o de la investigación, de desarrollo de la vida asociativa, de promoción del voluntariado, o cualesquiera otras de naturaleza análoga.

Como anécdota ilustrativa de este altruismo de los voluntarios -que en no pocas ocasiones es puesto en duda- queda el enorme número de críticas que generó la aparición hace varios años de un anteproyecto del Ministerio de Asuntos Sociales, mediante el cual se pretendía favorecer/incentivar el voluntariado ofreciendo a sus miembros una serie de prebendas. Eran varios los incentivos previstos, pero en concreto destacaba entre el resto, el que los jóvenes voluntarios tuvieran cierta prioridad para conseguir viviendas de protección oficial. De hecho, el Ministerio se vio obligado a retirar el proyecto ante el rechazo social que obtuvo. Es indudable, que los que se dedican al voluntariado no esperan recibir ese tipo de recompensas materiales, de lo contrario se dedicarían a otras actividades mucho más rentables.


Los fundamentos de la acción solidaria

El trabajo voluntario y la participación ciudadana en actividades sociales, educativas, culturales, etc., de interés colectivo, no es realmente un fenómeno nuevo de nuestra época ni tampoco exclusivo de las ciudades occidentales. La función social y la organización política de este tipo de actividades ha evolucionado a lo largo de la historia y difiere de una sociedad a otra. Pero si estos últimos años se observa un notable crecimiento de las actividades que cuentan con la aportación del trabajo voluntario en nuestro entorno, se podría explicar fundamentalmente a partir de una serie de razones básicas:
A) La progresiva diversificación de los canales de participación ciudadana y el mayor protagonismo de las actividades desarrolladas en el llamado "tercer sector".
Este "tercer sector" o sector privado sin ánimo de lucro se ha dinamizado intensamente a lo largo de los últimos años. Frente a la intervención del sector público, condicionada fundamentalmente por la lógica política y la actuación del sector privado con ánimo de lucro, regulado por las leyes del mercado, existe un número creciente de agentes privados que realizan actividades de interés público sin una finalidad lucrativa. En definitiva, ofrecen ciertos servicios de interés general de forma alternativa o complementaria a su prestación directa por parte de las administraciones públicas.
B) La aldea global parece experimentar un periodo de crisis; que afecta a todos los niveles de un sistema interrelacionado, siendo especialmente sensible en lo que al estado de bienestar y al mercado de trabajo se refiere.

Afrontamos una situación de recorte del gasto social, o al menos de estancamiento, por lo que se apuesta por el voluntariado como alternativa a la profesionalización.

Por otro lado, las formas tradicionales de ayuda mutua (la familia, los vecinos, los más próximos…) han perdido también fuerza (tª del nuevo paradigma de Offe), de ahí que se apueste por estas nuevas redes informales de ayuda como alternativa.

Además, el fenómeno del desempleo afecta a un porcentaje muy alto de la población activa; la masa de desocupados aumenta progresiva y, al parecer, imparablemente. A eso hay que sumar, que se ha recortado la vida laboral, retrasándose el acceso al primer empleo y anticipando el abandono del trabajo.

Y es precisamente este último punto, uno de los fundamentos de este análisis;

En primer lugar, hay que tener en cuenta que la sociedad actualmente se rige por la cultura del éxito, siendo, por tanto, necesario ocupar un Beruf para gozar de una cuota particular de prestigio y reconocimiento social. Marx iría aun más allá, ya que afirmaría, que el trabajo es una necesidad innata al hombre, a través del cual establece una relación con la naturaleza. Al fin y al cabo, se sea o no creyente, la sociedad occidental (patrón cultural exportado al mundo entero) está edificado sobre el mundo simbólico y de creencias del cristianismo, en donde se exaltaba el trabajo, condenaba la pereza e imperaba el principio paulino de "si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma". Si a eso le sumamos el castigo divino del Génesis de "con trabajo sacarás de la tierra tu alimento todo el tiempo de tu vida. (…) Con el sudor de tu frente comerás el pan.", que como espada de Damocles pendía sobre el ser humano, la necesidad de encontrar una ocupación que produzca bienes puede llegar a ser realmente imperiosa. Y aunque se pasaran por alto las viejas teorías weberianas sobre la ética protestante, es inevitable recordar la proyección social del axioma de Luthero: "Der Mensch ist zur Arbeit geboren wie der Vogel zum Fliegen" * . Die Arbeit (el trabajo) formaría, por tanto, parte de la propia naturaleza humana y sería su razón de ser.

Incluso las más diversas ideologías tenderán a afianzar este concepto, así por ejemplo, la Constitución soviética de 1936, en su artículo 12 afirmará: "el trabajo en la URRSS es, para todo ciudadano apto, un deber y un honor, según el principio: El que no trabaja no come."

Por lo tanto, todo aquel que se viera asolado por la necesidad personal y social de tener una ocupación, de sentirse simplemente útil, o de poner en práctica aquello para lo cual se ha formado, encontrará en la sociedad civil, un cauce válido para lograrlo. No es casualidad que una de las características más llamativas del voluntariado en la actualidad, sea la predominancia participativa de las mujeres; Uno de los grupos sociales, que pese a su preparación, más dificultades encuentra en su incorporación al mercado laboral.

Y no sólo parados, sino que cada vez más, se está extendiendo el voluntariado entre los jubilados, y más concretamente entre los pre-jubilados, producto genuino de la actual situación.

Las ideas de fraternidad y solidaridad predicadas tanto desde el cristianismo como desde los movimientos de izquierdas no harán sino contribuir a la militancia activa en el voluntariado.

G. Aznar (1994:280) expresa la situación admirablemente: "precisamente esa ausencia de referencia es lo que hace que surja una impresión de vértigo, o un sentimiento de angustia. Ciertamente, la angustia es comprensible cuando la viven parados de larga duración que, a la fuerza, han de enfrentarse con su tiempo vacío. A esta idea de vacío ha de añadirse la idea de rechazo, de exclusión, de muerte social. Igualmente la angustia se comprende en el caso de los jubilados, que trabajan con jornada completa desde los dieciséis años, y que deben vivir bruscamente una ruptura del ritmo de semejante a la de un infarto temporal."

Esta misma cultura del éxito, ampliada por el temor de ocupar un puesto en la cola del paro, incentiva igualmente a muchos jóvenes estudiantes a participar en el voluntariado, como vía para mejorar el curriculum, realizar prácticas, adquirir experiencias o simplemente crear redes de contactos. Además, hay determinadas ocupaciones -que pueden ser incluso más duras que un trabajo normal- carentes de remuneración, que no son consideradas socialmente como un trabajo auténtico, y que carecen de prestigio social e incluso personal. Niños y jóvenes trabajan en sus estudios, los jubilados en la jardinería y el cuidado de sus casas, las amas de casa en las tareas domésticas y el cuidado de los niños, … . De ahí, que estudiantes cuya ocupación es el estudio, se vean igualmente incentivados hacia el voluntariado, en un intento por reafirmarse como ente autónomo y de plena capacidad de decisión frente a unos estudios -prolongación del colegio- y una familia que le mantiene económicamente.

Este caso de huida hacia delante, en búsqueda de nuevos espacios de definición, que se da entre los estudiantes, también se puede dar (y de hecho se da) entre los trabajadores, que consciente o inconscientemente responden a la necesidad de no identificarse con el trabajo, como medida psicológica, y acuden al voluntariado. La clave -en este último caso- estaría en lo excepcional que resulta la continuidad biográfica entre el ejercicio laboral y la preparación previa.

 

Redistribución del volumen total de horas trabajadas

Para tratar otro de los puntos básicos de éste texto, es necesario aclarar antes los motivos fundamentales (entre otros) por los que puede haberse generado la actual situación de aumento de desempleados. Una de las principales causas es el muy considerable grado de mecanización alcanzado; una automatización y robotización que, cada vez más, han adoptado las empresas en los diversos sectores de la actividad laboral, lo cual ha representado una sustitución de puestos de laborales por máquinas, que realizan un trabajo de inmejorable calidad en menos tiempo que el trabajador convencional y a más bajo coste. Ya lo previó Aristóteles hace 2.300 años, al afirmar que "cuando cada maquinaria realice su función por si misma, cuando por ejemplo la lanzadera pueda tejer sola, entonces el capataz no necesitará más de los ayudantes, ni el señor de sus esclavos".

Finalmente debe citarse también como causa, la necesidad de las empresas de ser más competitivas con respecto a otros proveedores que han ido introduciendo sus productos en el mercado a muy bajo precio, viéndose obligadas a rebajar sus costes, con lo cual se ha generado una reducción de la cantidad de la mano de obra, debiendo realizar el mismo esfuerzo o más, que antes con un número menor de personas.

Y precisamente la clave se puede encontrar en su propio origen, ya que una de las posibilidades que se apuntan a nivel mundial como más efectivas para obtener un importante descenso de los niveles de paro, consiste en redistribuir el volumen total de horas trabajadas entre un número mayor de empleados; Dicho de otra manera, se trataría de trabajar en conjunto el mismo número de horas, pero realizadas por un número mayor de personas, reduciendo la jornada laboral de cada una de ellas, aunque ello supusiese una cierta pérdida del poder adquisitivo individual de los ya colocados.

Es el momento de recordar nuevamente las palabras de Andre Gorz (1994a:18-19) "Cuando el trabajo, como ocurre ahora, deje de ser la principal fuente de riqueza, el derecho a un sueldo completo ya no podrá depender de un tiempo de trabajo preestablecido".

Los teóricos sociales han apuntado numerosas veces que el futuro de la humanidad se dirige hacia la llamada cultura del ocio, la cual potencia una diferente redistribución del tiempo dedicado al trabajo y al ocio. De hecho, la nueva era tecnológica consecuencia de la tercera revolución industrial, facilitará esa posibilidad, ya que el trabajo realizado por las máquinas permitirá poder disponer de un mayor número de horas que dedicar a la inactividad. Herbert Marcuse ya hizo en su momento una afirmación que puede considerarse profética, cuando observó que "la automatización amenaza con hacer posible la inversión de la relación entre el tiempo de ocio y de trabajo, es decir, lograr que el tiempo dedicado al trabajo se convierta en marginal, mientras que el tiempo dedicado al ocio adquiera la condición de fundamental. El resultado sería una modificación radical en la asignación de valores y una forma de vida incompatible con las culturas tradicionales. La sociedad industrial avanzada se halla en movilización constante contra esta posibilidad…." y más adelante añadía "… desde que la duración de la jornada laboral es uno de los principales factores de represión impuestos por un principio de realidad sobre uno de placer, la reducción en las horas de trabajo … debe ser el primer requisito para la libertad".

Y es dentro de esta cultura del ocio, donde la animación sociocultural, las redes asociativas, etc. cobran importancia. Así, el tercer sector crece en protagonismo, puesto que cada vez más se generan bienes y servicios fuera de la esfera institucional de las actividades económicas clásicas.

No es un sueño; Keynes hace sesenta años, consideraba ya la semana de quince horas, y a su vez el padre jesuita Von Nell-breunig, superó hace tiempo la vieja exigencia de los tres ochos, afirmando que ocho horas a la semana bastarían para dotarnos de lo necesario, la sociedad del tiempo liberado, del tiempo para amar debería ser alcanzada.

Si a eso añadimos, que las nuevas tecnologías y comunicaciones no sólo reducen la plantilla laboral, sino que incluso están posibilitando cada vez más, el que se puedan realizar las funciones ocupacionales desde el domicilio particular; eso conlleva la paulatina desaparición del entorno laboral como espacio de interacción con otros, como contexto de relaciones sociales (pese a la tendencia tras la crisis económica y laboral de los 70 por recuperar el humanismo del trabajo…). De ahí, la necesidad de lograr redes de confluencia para tener constancia de la existencia del resto e interaccionar con ellos. El movimiento asociativo se presta perfectamente para tener contacto directo con el prójimo.

En palabras de Wirth (Wirth:1938): "El hombre urbano, reducido a un estado de impotencia virtual como individuo, está condenado, para obtener sus fines, a empeñarse en lograr una unión en grupos organizados con otros individuos de intereses similares. Esto da por sentado la enorme multiplicación de organizaciones voluntarias dirigidas a una variedad tan grande objetivos como de necesidades e intereses humanos existen. Mientras que por un lado los lazos tradicionales de la asociación humana se han debilitado, la existencia urbana involucra un estado de interdependencia mucho mayor entre los hombres y una forma más complicada, frágil y volátil de interrelaciones humanas".

Estrechamente ligado al tema de este escrito, está la propuesta 16 de G. Aznar (1994:245), que propone reducir la masa de parados, estableciendo un tiempo de servicio social obligatoria en vez de un servicio militar, así se reduciría el número de desocupados y redundaría en beneficio para la comunidad; "no parece ilógico que cada cual dedique un año de su vida, altruístamente, al servicio de la colectividad pública. …. Parece justo (y muy formativo) que cada cual afirme su ciudadanía aportando su cuota correspondiente a los servicios generales, servicios de los que se beneficiará toda su vida". De todos modos, esta posibilidad, que puede sonar coherente, tiene viejas resonancias, al fin y al cabo, fue uno de los métodos usados durante el primer tercio de este siglo por determinados gobiernos -que no viene al caso mencionar- para erradicar el desempleo en sus Estados.

Gorz (1994b:189) comparte ese punto de vista, puesto que afirma: "en una sociedad en la que el tiempo y los recursos productibles dejan de ser escasos… : las actividades convivenciales (tales como la ayuda y los cuidados a domicilio a personas minusválidas, ancianas o enfermas, madres de niños en su primera infancia…) pueden ser progresivamente desprofesionalizadas y a medida que disminuye la duración del trabajo, asumidas de manera voluntaria en el marco de redes de ayuda mutua."

 

A modo de conclusión

Si ha aumentado la productividad, si tenemos grandes posibilidades mecánicas y tecnológicas, también tendremos que reajustar nuestro tiempo de trabajo, adaptar nuestros estilos de vida, públicos y privados, a nuestro grado de desarrollo tecnológico desde un punto de vista más convivencial. No nos podemos arriesgar a tener paro para todos.

Indudablemente, la situación del mercado laboral es grave, y por complejo que pueda parecer, el incentivar el acceso a la denominada cultura del ocio (por ejemplo con la tan traída cifra de las 35 horas) siempre será mucho más simple que remodelar las estructuras del sistema vigente. Así con todo, no dejará de ser un arreglo provisional, puesto que el modelo de sociedad está viciado y a la larga será insostenible.

Pero aceptando la opción del voluntariado, éste no debe levantarse sobre el desmantelamiento de servicios públicos, ni sobre la destrucción del empleo, ni sobre la desaparición de otras formas de solidaridad, ya que su justificación no se halla en la precarización de las condiciones sociales, sino, al contrario, en la mejora de la calidad de vida. Sin olvidar, que es bueno que coexistan los mecanismos formales e informales de solidaridad.

La pugna entre los mecanismos formales e informales, entre la profesionalización y voluntarismo, ha articulado muy variadas argumentaciones; desde el lado del voluntariado se ha aludido al peligro de desnaturalización ante el control directo de las administraciones, en caso de profesionalización. Así, como que la cercanía generalmente de los voluntarios con el medio, genera una intervención más arraigada, contextualizada. Frente a la de los profesionales que tienen que desplazarse.

Argumentos a favor de la profesionalización hay muchos, de hecho existe un fuerte contingente de trabajadores dependientes de la administración en el ámbito convivencial. E igualmente existen empresas de prestación de servicios, cuyo principal cliente es la administración, y también hay profesionales trabajando dentro de la sociedad civil.

Pero este debate puede ser tarea vana ya que aunque se optara por la profesionalización, ésta se vería fuertemente limitada por problemas presupuestarios. Al fin y al cabo, según Ralf Dahrendorf (1996:32) "es inevitable, que allí donde el estado de bienestar no puede ayudar más, tendrá que aparecer voluntariamente una autoayuda (Selbsthilfe) organizada."

La solución tampoco pasa por la explotación no remunerada de la necesidad social de sentirse útil que puedan experimentar los parados, ni por abusar de la buena fe e intenciones de los trabajadores altruistas. Y pese a comprender la motivación que encierra la propuesta de crear un servicio social a la comunidad, no se pueden evitar asociaciones simplistas de ideas, ni comparaciones históricas, en donde se lograban espectaculares reducciones de las tasas de paro confinado a las mujeres en las cocinas de por vida y a los hombres en los cuarteles durante varios años, sin olvidar largos periodos de tareas comunitarias.

Los diversos paradigmas tienen de todos modos razón cuando apelan a la necesidad de recrear el ocio, pero un ocio que no sea simplemente un ocio consumista y reproductivo, y que sea construido con cierta capacidad social de acción colectiva y de expresión de identidad. Todo aquel que haya participado en una experiencia de voluntariado, no habrá dejado de experimentar la sugestiva capacidad de este fenómeno social para crear nuevas identidades; fundamentadas en unas particulares capacidades de interacción, comunicación, expresión…. Y ahí es donde entra su utilidad definida por los teóricos para aliviar la actual centralidad sociológica de la actividad del trabajo, disminuyendo así la extrema tensión del mercado de laboral.

 

Álvaro Ortega Santos :
Nacido el 7.11.75. Estudiante de Ciencias Políticas y Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación en la UPV. Secretario de EDROS, Asociación Científica de estudiantes de Sociología y Ciencias Políticas. Investigación Universidad y compromiso social (Publicado: El Correo y El Mundo). Artículos sociológicos en HIKA.


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