BOBBIO Y EL ESPÍRITU CRÍTICO

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Laura Baca Olamendi
Doctora en Historia de las Instituciones y de las Doctrinas Políticas por la Universidad de Turín, Italia.
Profesora - Investigadora de la UAM-Xochimilco /México. Investigadora Nacional.
Campus Xochimilco/México

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I. Analizar el espíritu crítico en los tiempos actuales nos permite hacer una revisión del concepto que nos ilustra su importancia en la construcción de una sociedad democrática. De este modo resulta útil desentrañar sus diferentes dimensiones, los usos que se le han dado a este concepto, los límites que encarna y las diferentes simbologías. Es necesario reconocer que aún existen muchas cosas por resolver en el tintero del fin de siglo. Una quizá minúscula sea tratar de responder al siguiente interrogativo:
¿continua o no a ser vigente el pronunciarse a favor del espíritu crítico por parte de los intelectuales o es solo una mención de carácter filosófico que no puede ser aplicado a la realidad actual?
Antes de tratar de resolver este interrogativo consideramos importante referirnos a las diferentes definiciones que encarna este concepto. Si consideramos su acepción intermedia espíritu crítico significa realizar análisis, emitir opiniones y establecer juicios sobre una determinada idea o concepto. Es necesario aclarar que no debe ser utilizado en su acepción extrema que se relaciona con el ataque, la reprobación y el reproche, pero tampoco es conveniente que se le utilice como sinónimo de aprobación en sentido adulatorio. En esta perspectiva, el espíritu crítico significa el arte de juzgar la verdad de las cosas y puede representar un conjunto de opiniones. En realidad con este nombre se indica en general cualquier actitud en relación con la crítica. En realidad es un método que permite descubrir y superar los errores y las insuficiencias y constituye una de las principales fuerzas del progreso.
Podemos decir que una de las raíces históricas del espíritu crítico las encontramos en el período de la Ilustración, que es el período de la fe en la razón contra la resurrección de viejos y nuevos mitos. La confianza en el progreso de la humanidad pasaba necesariamente por el progreso civil. Uno de los exponentes más importantes de este concepto es Immanuel Kant representante del criticismo. Para este autor era indispensable la crítica del conocimiento o la facultad de conocer por parte de los individuos. Kant considera la realidad desde un punto de vista crítico, que significa que no es deseable o posible conocer el mundo sin una previa crítica o un previo examen de los fundamentos del conocimiento. De esta forma nos propone iluminar las raíces de la existencia humana exigiendo el respeto que concede sólo la razón. También es importante recordar las afirmaciones de Spinoza que promovía la libertad de investigación para evitar la exasperación de los contrastes y la rigidez, para evitar romper la comunicación entre los términos.
Ciertamente en algunas doctrinas políticas y sociales el espíritu crítico ha sido considerado como un elemento peligroso para el orden y la estabilidad. Hemos podido comprobar como en algunas experiencias históricas de corte totalitario, el espíritu crítico es considerado como sinónimo de disenso extremo y se obstaculiza su libre ejercicio. En la democracia en cambio el espíritu crítico encuentra una atmósfera de libre investigación y se considera a la duda como un elemento propulsor de la sociedad. En este sentido promueve el renovamiento de la cultura en la democracia a través del principio del consenso y del disenso.
En la época contemporánea se ha continuado a discutir acerca de la relación entre los intelectuales y del espíritu crítico. Para Norberto Bobbio la función de estos sujetos es precisamente aquella de ejercitarlo, lo que significa que los intelectuales deben siempre estar relacionados con el sentido de la crítica y con la imparcialidad. Cabe resaltar que esta actitud no debe ser confundida con la neutralidad ya que según nuestro autor se puede ser imparcial sin ser necesariamente neutrales. Asimismo espíritu crítico significa medida y moderación y por lo tanto tiene mayor significación porque es ejercitado por una categoría especifica representada por los intelectuales que hacen del espíritu crítico el instrumento más útil para la defensa de las libertades civiles. Es por así decirlo la necesidad de que tengan conciencia del uso de la inteligencia. Por este motivo es que se
les ha identificado como los «personajes de la razón», los cuales deben llevar a cabo un control crítico y un saber desinteresado respecto a quien no piensa del mismo modo. Para nuestro autor "aclarar los términos de una cuestión es a veces más difícil que aquella de proclamar a los cuatro vientos la propia opinión".
Cabe resaltar el peligro que existe cuando los intelectuales trabajan sin contacto con la realidad encerrados en su propio caparazón atemorizados por la función de la crítica. Es por ello que existe una relación unívoca entre los hombres de cultura y la crítica, que cuando no se ejerce pierden estos sujetos una de su principal razón de ser; la crítica en cambio permite la iniciativa creadora. Para Norberto Bobbio esto significa que después de haber conducido una investigación precisa y metódica es necesario por parte de los intelectuales asumir una determinada posición alejada de una mentalidad especulativa. Del mismo modo conviene agregar que el espíritu crítico al contraponerse con el dogma, la especulación y el prejuicio, ayudan a clarificar los conceptos y las ideas de la cultura, la cual de esta forma está continuamente en revisión. De este modo el espíritu crítico se
desarrolla a través de un pensamiento abierto y no cerrado y es aquí donde los intelectuales tienen una precisa responsabilidad, al ser considerados como los propiciadores de la pluralidad en la búsqueda de la verdad independientemente de los intereses creados por determinados grupos o corrientes. Es justamente por esta razón que se contrapone al dogmatismo en donde la cultura al ser rígida e inmutable se convierte más en artículos de fe que en verdades para discutir.
Es por esto, que el espíritu crítico se expresa a través del diálogo y utiliza la razón para tratar de discernir acerca de los argumentos que favorecen o contradicen una determinado hecho, posición o juicio. En realidad la tarea de los intelectuales, según nuestro autor, debe ser aquella de "sembrar dudas y no de recoger certezas" y en consecuencia resulta necesario ponderar y controlar todos los argumentos antes de pronunciarse, tratando de evitar de poner los problemas en términos de opciones radicales, en posición de aut-aut y en este sentido el intelectual puede ser considerado como un persuasor de las ideas más que un absoluto defensor de las verdades constituidas. Al estar el espíritu crítico en contra del adoctrinamiento se confirma el derecho del hombre de cultura de "no aceptar los términos de la lucha como son colocados, es necesario que puedan ser discutidos, someterlos a la crítica de la razón". El espíritu crítico evita los criterios absolutos e ilumina las posiciones en contraste, poniendo a discusión las pretensiones de una y otra parte. En efecto la solución crítica es por su naturaleza continuamente sujeta a nuevos controles, es una solución que no excluye el coloquio, sino que provoca la discusión y se alimenta de ella. Para Bobbio es necesario evitar el espíritu de compromiso a costa de la coherencia intelectual.

II. En el panorama cultural en estos momentos existen algunas tendencias a colocar los problemas siguiendo más la pasión que no la razón crítica poniendo los términos de la discusión en alternativas irreconciliables. En muchas ocasiones se malentiende el deber de participar a la lucha política al servicio de uno o de otro y se obstaculiza la capacidad de discutir los términos de la cuestión. Es necesario que los intelectuales ejerciten el espíritu crítico para romper los monopolios de la verdad. Al reconocer a sus interlocutores con la misma paridad y dignidad puedan establecer el diálogo y el método de la persuasión para aclara sus diferencias. Recordemos que los intelectuales son como dice Bobbio "la expresión en la cual viven y si la sociedad es atrasada o retrógrada, estos personajes no pueden no resentirlo, más evoluciona la sociedad y más se seculariza la cultura, más los intelectuales van fortaleciendo espacios autónomos en donde es posible la discusión y el ejercicio del espíritu crítico"(). En realidad para Norberto Bobbio la participación de los hombres de cultura en la sociedad no debe ser tal que obstaculice o haga difíciles las condiciones de la cultura. En primer lugar es inadmisible que acepte por razones o intereses políticos afirmaciones o actitudes cerradas que el debe rechazar como intelectual. En consecuencia no debe poner los términos de una cuestión en relación con verdades absolutas que son esencialmente irresolubles. Y este es el procedimiento propio del dogmatismo que transforma el saber humano en saber profético. Sin embargo la cultura no respira sino en una atmósfera de libre expresión.  

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