LA FILOSOFÍA POLÍTICA EN EL PENSAMIENTO DE HANNAH ARENDT    página 2

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Trabajo realizado por Francisco ÁVILA Fuenmayor, Profesor Titular de la UNERMB.
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LOS CONCEPTOS DE PODER, VIOLENCIA Y DOMINIO

    En el pensamiento de Hannah Arendt, interesa destacar la separación que hace de los conceptos de poder y violencia Ella se ha destacado en sus escritos por enfrentarse a la tradición filosófica, en lo que se refiere a la esencia de la política. La distinción permanente de dichos conceptos constituye una nota resaltante en su pensamiento; Esquirol quien estudia la posición de Arendt en relación al poder y la violencia, sostiene que “el reto de la política siempre es el poder, nunca la violencia” 6 .

     Arendt destaca que la violencia es algo particularmente humano: La historia está llena de acciones violentas con distintos matices y modalidades; sólo el hombre es violento y sólo la acción del hombre sobre el hombre puede ser calificada propiamente de violenta, ya que la acción sobre la especie animal puede definirse como cruel. En efecto,  en relación a la violencia, podemos decir que la profunda crisis ecológica que vive el planeta hoy, tiene su origen en la violencia contra la naturaleza, particularmente, en la utilización desmedida de tecnologías. Las consecuencias provenientes del uso indiscriminado  de
agentes químicos en la agricultura; la escasez de fuentes de agua, producto de la tala indiscriminada de los bosques y pulmones vegetales, constituyen ejemplos de dicha violencia.  

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      6      Cfr. Esquirol, Josep. En Torno a Hannah Arendt. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1994. P. 39. En lo sucesivo citaremos con las siglas ETHA

 

    El homicidio es también violencia, puesto que se trata de anular al otro. En los antípodas de la violencia, encontramos la paz, el amor, el respeto y también el discurso, puesto que la violencia es el extremo opuesto del discurso. Eric Weil, manifiesta convencido “la violencia es siempre interrupción del discurso; el discurso es siempre interrupción de la violencia” 7. Arendt insiste en que ante el temor de que la violencia se apodere del mundo, debemos estar vigilantes ante las múltiples formas en que la violencia se disfraza de discurso y denunciar a toda persona que la ejerza mediante encubrimientos discursivos o retóricos.

     La historia política de los hombres está llena de violencia y en muchos casos  ésta ha sido, el eje central de los cambios y de las revoluciones. Es que gran parte del pensamiento político ha estado impregnado de la filosofía hegeliana y marxista, que han hecho de la violencia como necesaria para lograr el cambio histórico y el progreso. 

     Vale la pena preguntarnos si ¿La violencia ha sido la clave de todo cambio radical, en la vida política de los hombres?. Podemos ver que para la filosofía hegeliana y también marxista, la violencia es relevante  tanto en el progreso como en el cambio histórico. A pesar de que dicha idea hegeliana, de la justificación histórica de la violencia, la hacen suya autores de la talla de Sorel, Pareto y Sartre, Arendt se opone rotundamente e intenta mostrar que la violencia es más el arma de las reformas que de la revolución.

    Pero paralelamente al tema de violencia también se estudia el de la no violencia. Al respecto, nuestra autora pone en duda la eficacia de la violencia a lo largo de la historia.

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       7 Cfr. Weil, Eric. Logique de la Philosophie.  Vrin. París,1967

 

Conviene que formulemos en este momento dos interrogantes ¿Es oportuna y eficaz la no violencia ante las exigencias de la realidad histórica? ¿Puede definirse la no violencia como cobardía o evasión?. Al respecto, Esquirol en En torno a Hannah Arendt, nos dice: “El Sermón de la Montaña, que constituye una gran expresión del planteamiento histórico de la no violencia, ¿ha sido estéril respecto a la historia o la ha marcado sustancialmente? ¿fecundidad o esterilidad?“ 8.

     Más adelante, Esquirol reflexiona cuando nos dice “(...) quizás la ingenuidad se encuentre, paradójicamente, en creer que la eficacia histórica sólo depende de la estrategia, la fuerza, los instrumentos,....y que el profeta y el testimonio de la no violencia son sólo curiosas pinturas que a lo sumo, adornan el paisaje” 9. Está probado que la fuerza y la violencia tienen eficacia histórica, pero Arendt defiende el postulado que la no violencia ya implica frente a la violencia histórica, un juicio crítico. 

      Podemos pues, suministrar múltiples ejemplos de la utilización de la violencia en el mundo en sus diversas manifestaciones, en contra de los hombres y en contra de la naturaleza. Basta decir en este sentido, que el incremento exagerado de la temperatura media del planeta, derivada del aumento del dióxido de carbono y otros gases en la atmósfera, es una consecuencia de la capacidad destructiva del hombre, de la violencia desatada contra los ecosistemas que afectan y alteran el mundo en su conjunto..     A los efectos del estudio de la no violencia, cuestión que es una permanente aspiración en el pensamiento político de Arendt, nuestra autora reflexiona en el sentido que existe algo “político”, es decir, relativo a la pluralidad de los hombres y “no violento” capaz de acabar con la violencia. En esta línea de pensamiento, se opone rotundamente a la consideración de que sólo la fuerza y la violencia han sido históricamente eficaces y como veremos más adelante, su concepción del poder tiene muy poco en común con esta interpretación.    

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     8      Ibid., pp. 40-41

     9      Ibid.,  p. 41.

 

     Volviendo al concepto de violencia, nuestra autora, en La Condición Humana, hace alusión a las dos actividades necesarias que en las comunidades humanas se consideraron políticas para constituir lo que Aristóteles llamó bios políticos, es decir, la acción (praxis) y el discurso (lexis), de los cuales surge la esfera de los asuntos humanos. En efecto, Arendt nos dice que “(...) El pensamiento era secundario al discurso, pero discurso y acción se consideraban coexistentes e iguales (...) lo que originalmente significó no sólo que la mayor parte de la acción política, hasta donde permanece al margen de la violencia, es realizada con palabras  (....). Sólo la pura violencia es muda, razón por la que nunca puede ser grande (....)” 10. Insistiremos  nuevamente en el tema de la violencia, cuando nos refiramos al sometimiento de los esclavos, sirvientes y mujeres, a llevar la pesada carga o “fardo” que significa la labor.           

     Veamos ahora, lo relativo al poder. Arendt coincide con Hobbes, sólo en la forma del concepto de poder, pero en cuanto al contenido del mismo, existe una profunda diferencia entre ambos. En el Leviatán, Hobbes nos dice que “durante el tiempo que los hombres viven sin un poder, que les obligue a todos al respeto, mantienen la condición que se llama guerra; una guerra de todo hombre contra todo hombre” 11. Para nuestra autora, la guerra es una forma de violencia que se  produce al margen de la política y del poder, propiamente dichos. Pero en cuanto a la esencia del poder difiere diametralmente de la posición hobessiana. 

      Aclaremos más lo expresado en el párrafo anterior. En el sentido habitual, el término poder hace alusión a la capacidad de algo o de alguien para producir determinados resultados. Pero cuando hablamos de poder social o político, nos referimos a la posibilidad del hombre de actuar en lo público, y frecuentemente dicha posibilidad de acción pública se refiere al poder del hombre sobre el hombre, es decir, poder como dominación, coacción, determinación.  

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     10      Cfr. Arendt, Hannah. La Condición Humana. Trad., cast. De Ramón Gil Novales. Piados. Barcelona, 1993. pp. 39-40. En lo sucesivo citaremos con las siglas LCH.

     11      Cfr. Hobbes, Thomas Leviatán. Trad., cast. De A. Escohotado. Editora Nacional. Madrid,  1983. p. 223.  

 

   Arendt, no se ubica en esta dimensión; al referirse al poder, lo único que sostiene es que el poder es una relación entre los hombres. En la práctica han de constatarse diversas manifestaciones del poder, como la violencia, la persuasión, la amenaza, la recompensa, entre otras. No obstante, con frecuencia la idea de poder se identifica con la idea de coacción. Al efecto Max Weber, manifiesta que el poder político tiene el monopolio de la violencia que equivale a afirmar que la violencia es su medio específico y exclusivo.

      Al referirnos al poder, podemos decir que una de las cosas que debilita y luego aniquila a las comunidades políticas, es la pérdida del poder. Éste, a diferencia de los objetos producidos por el artificio humano, cuestión que trataremos más ampliamente en la siguiente sección, no puede almacenarse ni llevarse al mercado de cambio, para hacer frente a emergencias sino que sólo existe en su realidad.  En La Condición Humana, Arendt, hace hincapié en el poder, cuando nos dice que “El poder sólo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades” 12. 

     En relación al concepto de poder, podemos decir, es lo que mantiene la existencia de la esfera pública, que es el espacio de aparición de los hombres que se agrupan mediante el discurso y la acción, es decir, es el espacio de aparición de los hombres que hablan y actúan. Nuestra autora establece diferencia entre poder y fuerza, al decir que “ (...) el poder es siempre un poder potencial y no una intercambiable, mensurable y confiable entidad como la fuerza. Mientras que ésta es la cualidad natural de un individuo visto en aislamiento, como función corporal, como veremos detalladamente más adelante, el poder surge entre los hombres cuando actúan juntos y desaparece en el momento en que se dispersan. (...)” 13.       

     Conviene que expresemos, que Arendt se aparta de la tradición del pensamiento político que hace aparecer al poder y la violencia como un  binomio  inseparable, hasta el  punto de considerar que la violencia es una de las manifestaciones del poder. La apología que hace nuestra autora del poder, proviene de la interpretación que ella hace como consenso, concierto, coordinación, precisamente lo que Proudhon, consideraba como opuesto al poder. En Efecto, Proudhon identificaba poder con fuerza, y así como él, teóricos defensores y detractores del poder han caído en la indistinción, que confunden y entienden como sinónimos, poder, autoridad y dominación.

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     12      LCH.  p. 223.

     13      Ibidem.

 

    En favor de Arendt, podemos decir que ha desarrollado ampliamente el sentido de la distinción. Esquirol en En Torno a Hannah Arendt, resalta tal atributo de nuestra autora, cuando nos dice:  

 

“ (...) Las palabras poseen el tesoro, a veces escondido, de muchas  diferencias  y  matizaciones; conservan  en  sus  registros  las  pistas  para  la  distinción y por ende, para  la  comprensión. (...) hay  usos   de  palabras  que tienden a promover la sinonimia y a borrar las  distinciones, de tal manera que, al fin, no se comprende ninguno de los fenómenos que originariamente expresaban. Con “poder, violencia, autoridad, fuerza,...” ha ocurrido  algo algo así. Una vez más, la misión de Arendt es aquí bien clara: distinguir para comprender, y pensar  para  distinguir” 14 .

      

     Arendt, en Crisis de la República insiste en que “Poder, potencia, fuerza, autoridad y violencia no serían más que palabras que indican los medios por los que el hombre domina al hombre; se utilizan como sinónimos porque poseen la misma función” 15. Conviene entonces que aquí resaltemos, lo que nuestra autora dice, en relación a los términos mencionados y que tradicionalmente se han utilizado como sinónimos. “Es, creo, una muy triste reflexión sobre el actual estado de la ciencia política, recordar que nuestra terminología no distingue entre palabras clave tales como “poder”, “potencia”, “fuerza”, “autoridad” y, finalmente,   “violencia” – todas  las  cuales  se  refieren  a  fenómenos distintos y diferentes, que difícilmente existirían si éstos no existieran-. (...) Emplearlas como sinónimos no sólo indica una cierta sordera a los significados lingüísticos (...) sino que también ha tenido como consecuencia un tipo de ceguera ante las realidades a las que corresponden. (...)” 16.

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                   14     Esquirol, J. Op. cit., p. 45.     

      15     Cfr.  Arendt, Hannah. Crisis  de  la  República. Trad., cast. De Guillermo Solana.  Edit. Taurus, Madrid.1973. p. 146. En lo sucesivo citaremos con las siglas CR.

                   16     CR. pp. 145-146..

 

     En el texto anterior, nuevamente aparece el término “fuerza”, pero ahora  nuestra autora se refiere en estos términos “La Fuerza (con mayúscula) que utilizamos en el habla cotidiana como sinónimo de violencia, especialmente si la violencia sirve como medio de coacción, debería quedar reservada en su lenguaje terminológico, a las “fuerzas de la Naturaleza” o a la “fuerza de las circunstancias”  (la force des choses), esto es, para indicar la energía liberada por movimientos físicos o sociales” 17.

     Nuestra autora en La Condición Humana, trata en varios capítulos el tema de la violencia y su desarrollo desde la antigüedad  hasta la época moderna. En la siguiente sección volveremos sobre el tema de la violencia pero por ahora, creemos conveniente mencionar al respecto, algunas ideas de Arendt, que vale la pena resaltar.  En efecto, nos dice que “Ser político, vivir en una polis, significaba que todo se decía por medio de palabras y de persuasión, y no con la fuerza y la violencia. Para el modo de pensar griego, obligar a las personas por medio de la violencia, mandar en vez  de persuadir  eran

formas prepolíticas para tratar con la gente cuya existencia estaba al margen  de la polis, del hogar y de la vida familiar, con ese tipo de gente en que el cabeza de familia gobernaba con poderes despóticos e indisputados, (....)” 18. Aquí conviene decir que todo aquél que estaba fuera de la polis, esclavos y bárbaros, estaban desprovistos de una forma de vida en que sólo el discurso tenía sentido y donde la principal preocupación de los ciudadanos, era hablar entre ellos.   

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      17             Ibid., p. 147.

      18             LCH. p. 40.

 

    Toda la obra de Arendt está marcada por la necesidad de lograr una comprensión de la especificidad de la política, en la cual la punta del iceberg en su pensamiento es la idea de la libertad que está inmersa en el propio concepto de la polis. En efecto, nuestra autora nos dice: 

“El rasgo distintivo de la esfera doméstica era que en dicha esfera los hombre vivían juntos llevados por sus  necesidades y exigencias. Esa fuerza que los unía era la propia vida  (,,,) que  para  su  mantenimiento individual y supervivencia de la especie, necesita la compañía de los demás. (...) Así, pues, la comunidad natural de la familia nació de  la  necesidad (...)” 19. “La esfera de la polis, por el contrario, era la de la libertad y existía  una  relación  entre  estas  dos  esferas, ya  que resultaba lógico que el dominio de las necesidades vitales en la familia  fuera  la condición para la libertad de la polis. (...)” 20.

“Lo que dieron por  sentado  todos  los  filósofos  griegos, fuera cual fuera su  oposición a la vida de la polis, es que la libertad se localiza exclusivamente en la esfera política, que la necesidad es de manera fundamental un fenómeno prepolítico,  característico  de  la  organización doméstica privada, y que la fuerza y la violencia se justifican en esta esfera porque  son  los  únicos  medios  para  dominar  la necesidad  –por ejemplo, gobernando  a  los  esclavos-  y  llegar a ser libre”  21.   

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     19      Ibid., p. 43

     20      Ibidem.

     21      Ibid., pp. 43-44.

 

 Y al referirse nuevamente a la violencia para liberarse de la necesidad, señala:

“(...) la violencia es el acto prepolítico de  liberarse  de  la necesidad para la libertad del mundo. Dicha libertad es la condición esencial de lo que los  griegos  llamaban  felicidad, eudaimonia, que era un estado objetivo que dependía sobre todo de la riqueza y  de la  salud. Ser  pobre  o estar enfermo significaba verse sometido a la necesidad física, y ser esclavo llevaba consigo  además  el  sometimiento a la violencia del hombre” 22. 

     El tema de la libertad del ser humano siempre está presente en el pensamiento de nuestra autora. Lo aborda en distintas obras, lo interpreta desde una diversidad de ángulos. En efecto, en De la Historia a la Acción, nos dice: (...) en las ciencias políticas cuya vocación es (...) la comprensión de los datos políticos, (...) el concepto de comienzo y origen proviene del mero hecho de que la acción política, como cualquier otro tipo de acción, es siempre esencialmente el comienzo de algo nuevo: como tal es, en términos de ciencia política, la verdadera esencia de la libertad humana” 23. Para Arendt, los hombres se diferencian entre sí mediante la acción y el discurso, más que la cualidad de ser distintos.

      Arendt sostiene que al usar la palabra y la acción, nos insertamos  en el mundo humano, el cual en su opinión lo define como un segundo nacimiento. En su sentido más amplio, actuar, significa comenzar, conducir, gobernar.  Es que con la creación del hombre, el principio del comienzo entró en el mundo con lo cual Arendt, interpreta que el principio de la libertad, se creó al crearse el hombre. Es decir, el concepto de libertad es inherente a la misma condición humana. Simultáneamente, la razón de existir de la política es esa misma libertad, por cuanto es por la libertad por lo que los hombres conviven organizados políticamente. En cambio, la razón de ser de la historia es el aprendizaje de reconocer la libertad en las acciones del pasado preservando y rescatando todo el sentido de éstas.

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    22    Ibid., p. 44.

 

    Parte del poder del discurso de Arendt, descansa en la teoría del poder político de Maquiavelo cuando éste manifiesta, que el propio acto de fundación, es decir, el comienzo consciente de algo nuevo requiere y justifica el uso de la violencia. Arendt, identifica la capacidad de comenzar del hombre con el comienzo mismo. Si la creación del hombre coincide con la de un comienzo en el universo, lo que conlleva a la creación de la libertad, entonces el nacimiento de los hombres individuales, siendo nuevos comienzos, reafirma el carácter original del hombre.

     Precisamos para entender el verdadero alcance de la violencia y su relación con el poder, definir en términos arendtianos, lo que entendemos por “Autoridad” (con mayúscula). En Crisis de la República,  ella nos dice que “ (...) puede ser atribuida a las personas –existe algo como autoridad personal, por ejemplo, en la relación entre padre e hijo, entre profesor y alumno- o a las entidades como, por ejemplo, al Senado romano (...). Su característica es el indiscutible reconocimiento por aquellos a quienes se les pide obedecer; no precisa ni de la coacción ni de la persuasión. (Un padre puede perder su autoridad, bien por golpear a un hijo o bien por ponerse a discutir con él, es decir, bien por comportarse con él como un tirano o bien por tratarle como a un igual) (...)” 23.   

     A pesar de que hemos estado tratando el tema de la violencia, en todo este trabajo, no la hemos definido en términos arendtianos. En Crisis de la República, ella nos dice:

 La violencia (...) se distingue por su  carácter  instrumental. Fenomenológicamente  está  próxima  a  la  potencia, dado que   los   instrumentos  de   la   violencia, como   todas  las demás  herramientas, son  concebidos   y  empleados  para multiplicar la potencia natural hasta que, en la última fase de su desarrollo, puedan sustituirla 24.

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       23     CR., p. 147.

       24      Ibid., p. 148.

 

    En el texto anterior, podemos ver que Arendt, construye el concepto de violencia, como amplificación de la potencia humana mediante instrumentos. En el concepto de autoridad, según vimos anteriormente, aparecen imbricadas las ideas de reconocimiento y subordinación, mientras que el poder lo entendemos en términos arendtianos como la acción humana concertada. Según hemos visto, nada es tan cotidiano como la combinación de violencia y poder, y “nada es menos frecuente como hallarlos en su forma pura. De aquí no se deduce que la autoridad, el poder y la violencia sean todos lo mismo” 25. Digamos más bien que en la realidad se da una combinación de dichos términos para indicar los medios que dispone el hombre para dominar al hombre. Arendt, nos dice en Crisis de la República que “políticamente hablando lo cierto es que la pérdida del poder se convierte en una tentación para reemplazar al poder por la violencia” 26.         

     Los temas clave de la reflexión arendtiana: libertad, acción y poder, descansan sobre los antípodas del totalitarismo. En efecto, el totalitarismo más que un tipo de política y de poder, es la negación de política y poder.

     La causa de la libertad es lo que ha devenido en la existencia de la política. Así ha sido desde el comienzo de la historia. Libertad, acción y poder, son los temas clave de la reflexión filosófica de Arendt frente a los antípodas del totalitarismo.  El totalitarismo, como la historia ha demostrado, más que un tipo de política y de poder, es la negación de política y poder.

     La clave de todo está en que la violencia en forma de terror elimina la comunicación entre los seres humanos, la acción común, la identidad y la personalidad de los sometidos. Aquí el terror debemos entenderlo como el dominio de la violencia cuando todo poder ha sido anulado; en otras palabras, el terror lo podemos considerar como una variante de la violencia. En Crisis de la República al referirse al terror, nos dice que “(....) El terror no es lo mismo que la violencia; es más bien, la  forma  de gobierno que llega a existir cuando la violencia, tras haber destruido todo poder, no abdica sino que, por el contrario sigue ejerciendo un completo control. (.....) Todo tipo de oposición organizada ha de desaparecer antes de que pueda desencadenarse con toda su fuerza el terror” 27 .  

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                   25     Ibid., p. 149.

      26     Ibid., p. 156.
      
27     Ibid., pp. 156-157.

 

    En sus comentarios sobre Rosa Luxemburgo y sobre el tema de la revolución, se evidencia el sitial de honor que Arendt le asigna al poder político. A tales efectos, Rosa Luxemburgo no creía en una victoria en la que la gente no tuviera participación política ni voto. No creía en el mantenimiento del poder a cualquier precio; temía más a una revolución deforme que a una revolución fracasada. Esta era la mayor diferencia entre ella y los bolcheviques.

     En definitiva, Arendt se oponía a la concepción de la política como lucha por el poder, en la cual algunos hombres que rechazan la política, buscan el poder de un modo más personal. Una verdadera revolución se identificará como un fenómeno de rebelión que lleva explícita e implícitamente a la constitución y consolidación de un espacio de libertad.

     La violencia ha sido tradicionalmente tratada como variable dependiente de la política o de la economía, como un medio; es una de las manifestaciones más resaltantes del poder. Weber al referirse a la esencia del Estado moderno, que es la asociación política más importante de nuestro época, define el Estado como una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima.

     Arendt, se muestra sorprendida de la poca importancia que se le da a la violencia, para ser considerada como variable importante de estudio. En efecto, nuestra autora nos dice “Cuando el fenómeno de la violencia ha sido tratado, casi siempre se ha hecho subordinándolo a otro tema –la “política” o la economía-, del cual constituía una prolongación o un medio. Desde estos planteamientos se hace imposible  entender lo que significa la violencia en sí misma  y  lo  que, en la perspectiva social, la distingue del poder político” 28 .

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     28             Esquirol, J.  Op. cit.,   pp.  46-47

 

      Insistimos en que para Weber la política se asimila a la dominación, y el Estado como expresión política, es aquella relación de dominación que pretende sostener el monopolio de la violencia física de manera legítima. Arendt, no rechaza dicha relación entre poder y violencia sino la identificación de poder con dominación. En la obra Economía y Sociedad de Max Weber, éste define el poder como la capacidad de disponer de los medios para influir en la voluntad de otro. ”Poder realza la posibilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad” 29.

     Más adelante, Weber, cuando nos habla de dominación, dice “Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato....”  30 . Este autor utiliza una secuencia en este orden, poder-política-dominación-coacción, que ha tenido en la historia del pensamiento político un uso casi generalizado. Incluso, identifica, asociación política con asociación de dominación. En tal sentido nos dice que “Una asociación de dominación debe llamarse asociación política cuando y en la medida en que su existencia y la validez de sus ordenaciones dentro de un ámbito geográfico determinado, estén garantizados de un modo continuo por la amenaza y aplicación de la fuerza física por parte de su cuadro administrativo” 31 .

     Nuestra autora reflexiona reiteradamente sobre el papel preponderante de la violencia en el siglo XX, siempre defiende la eficacia de las acciones no violentas e insiste en el interés de distinguir para comprender. En efecto, la autora contrasta los conceptos de poder y violencia en algunos estudiosos de la materia, quienes han entendido que el poder  implica  violencia. Por  ejemplo, para  Bertrand de Jouvenel, el poder consiste en mandar y en ser obedecido, ya que la esencia del poder es el mando. En cambio, Passerin d’Entreves ha sido, en  opinión  de la  autora, el  único  de  los  estudiosos  que   

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      29         Cfr. Weber, Max. Economía y Sociedad. Fondo de cultura Económica.  México, 1964. P. 43

      30         Ibidem.

                   31         Ibidem.

 

Hace una distinción fundamental pero ligera entre poder y violencia. Para Passerin, el poder es la violencia o la fuerza conforme a la ley; es decir, cuando la violencia está respaldada o justificada por la ley; en este caso, el poder puede implicar la violencia. Como se ve aquí, Passerin identifica poder y violencia, exclusivamente en el ámbito de la ley, es decir, justifica bajo el imperio de la ley, el uso de la violencia.  

     No obstante, la diferencia es sólo de grado, ya que lo más frecuente ha sido ver en la violencia la máxima manifestación del poder. Además, ha sido tradicional la identificación de poder y violencia. La dominación de unos hombres sobre otros, ya sea impuesta o deseada, lleva implícito el ejercicio de la violencia.

    Arendt de manera opuesta a los autores mencionados, se refiere al término poder, como la capacidad humana para actuar de manera concertada. Para nuestra autora, el poder nunca pertenece a un individuo sino a un grupo de individuos y continúa existiendo mientras el grupo se mantenga unido. En otras palabras, un hombre tiene poder cuando actúa en nombre de un grupo de personas; sin el consentimiento del grupo, la persona deja de tener poder. El hombre como individuo, por sí mismo, carece de poder sólo tiene potencia.

     En el párrafo anterior, se utiliza el término “potencia”, que para nuestra autora “designa inequívocamente a algo en una entidad singular, individual; es la propiedad inherente a un objeto o persona y pertenece a su carácter, que puede demostrarse a sí mismo en relación con otras cosas o con otras personas, pero es esencialmente independiente de ellos. (...)” 32 .
          El poder es una condición de posibilidad del espacio político, del espacio de aparición de los hombres: En La Condición Humana  Arendt expresa que el poder es lo que mantiene la existencia de la esfera pública, es el potencial espacio de aparición de los hombres que actúan y hablan entre sí. También Arendt hace referencia a que “el poder surge entre los hombres cuando actúan juntos y desaparece en el momento en que se dispersan” 33.

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      32              CR.  pp. 146-147.

      33              LCH.  p. 223

     

     El reto más grande que afronta la sociedad contemporánea es el de la impersonalidad, el de la falta de responsabilidad personal, el de la falta de diálogos, de preguntas y respuestas en el ámbito de lo público. En otras palabras, en ausencia de sujetos y en presencia de complejas estructuras impersonales, nada ni nadie es responsable de nada ni de nadie.

     En conclusión, para Arendt, la dominación entendida en términos de poder del hombre sobre el hombre “es una errónea interpretación de la esencia del poder político” 34. El poder no puede coexistir con la violencia y tal planteamiento lo compartimos plenamente. Donde existe poder no puede infiltrarse la violencia. El poder se sitúa por encima de la violencia; si la gran mayoría de los seres humanos ejercen su poder, es decir, su acción concertada, no existirá dominación que los envilezca. Tiranías, totalitarismos, absolutismos, son en definitiva relaciones de dominación y de violencia  que  se han instaurado porque la mayoría no ha ejercido el poder del que hubiera sido capaz.

     Vemos entonces, que nuestra autora posee también “una tradición” pero distinta a la que considera las distintas y continuas formas de dominación del hombre sobre el hombre; se trata como hemos visto, de otra manera de entender la política.

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                   34       Esquirol, J. Op. cit., p. 49.  


BIBLIOGRAFÍA

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 Arendt, Hannah. (1968). Entre el Pasado y el Futuro. Seis Ejercicios en el Pensamiento Político. Versión en inglés. Editorial Viking Press. Nueva York. Estados Unidos

 Arendt, Hannah (1988). Sobre la Revolución. Alianza editorial. Madrid, España.

 Arendt, Hannah (1973). Crisis de la República. Editorial Taurus. Madrid, España.

 Arendt, Hannah. (1981). Los Orígenes del Totalitarismo. Alianza editorial. Madrid, España.

 Arendt, Hannah. (1993). La Condición Humana. Editorial Piados.  Barcelona, España.

 Arendt, Hannah (1995). De la Historia a la Acción. Editorial Piados. Barcelona, España.

 Comesaña S, Gloria. (1995). Consideraciones críticas en torno al concepto de Labor en Hannah Arendt. Revista de Filosofía. Volumen 21, Páginas 115-142.

 Esquirol, Josep y otros (1994). En Torno a Hannah Arendt. Editorial Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, España.

 Hobbes, Thomas (1983). Leviatán. Traducción de A. Escohotado. Madrid, Editora Nacional.

 Weber, Max. (1964). Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. México.

 Weber, Max. (1991). El Político y el científico. Alianza editorial. Madrid, España.

 Weil, Eric. Logique de la Philosophie.  Vrin. París,1967  

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