ADOLESCENCIA Y DROGADICCIÓN III

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INDICE
 
Introducción
La Droga
        Definición
        Precisiones necesarias
        Haciendo un poco de historia
        Clasificación
                Alucinógenos 
                Cocaína y Crack
                Estimulantes
                Marihuana
                Narcóticos 
Drogadicción
        Causas
        Perfil de identidad 
                Introducción 
                Factores que influyen en el desarrollo de una drogadicción 
                Factores constitucionales
                Relaciones objetales tempranas 
                Depresión Materna
                Desarrollo del Self
                Relación con la figura paterna 
                Invasión de los límites del otro
                Importancia del cuerpo y negación del mismo en el adicto 
                Negación de la finitud  
                Constelación y personalidad preadicta   
        
Adolescencia y drogadicción     
        
La búsqueda de riesgos  
        
La presión social       
        
La amistad      
        
Algunas conclusiones    
Prevención              
        
Tipos de Prevención     
        
Modelos de Prevención   
                
Modelo Etico-Jurídico   
                
Modelo Médico-Sanitario 
                
Modelo Psico-Social     
                
Modelo Socio-Cultural   
                
Modelo Etico-Social     
        
¿Legalizar o no legalizar?      
        
Características de la legislación argentina     
        
Ejemplos de Proyectos de Prevención     
                Programación global de la prevención y la asistencia en las tóxicodependencias  
                Proyecto curricular     
        
Prevención en otros países      
Trabajo de Campo                
Conclusión              
Bibliografía            
Anexo I - Tipos de Drogas       
Anexo II - Factores Básicos     
Anexo III - Encuesta a Alumnos  
Anexo IV - Encuesta a Directivos        

 

Adolescencia y drogadicción
Entonces, ¿que se modifica en el psiquismo del joven que llega a la adolescencia?
1) Los impulsos instintivos.- La pubertad, con el desarrollo de la capacidad reproductiva y orgásmica, trae aparejada una eclosión de la sexualidad que muchas veces toma “por sorpresa” al adolescente aun no habituado a satisfacer sus deseos sexuales.
Esta irrupción incipiente de la sexualidad genital se pone de manifiesto tanto en sensaciones físicas, -sus preocupaciones románticas, su masturbación, sus escrúpulos morales y sus obsesiones sexuales- como en las costumbres grupales o la vestimenta, tendiente a seducir al sexo opuesto.
Ahora bien, en la mayoría de las concepciones psicológicas tradicionales, se ha tendido a centrar el proceso de transformación adolescente en el desarrollo de su sexualidad. Sin duda este es un aspecto fundamental, pero por cierto que no el único. A las otras transformaciones nos referimos a continuación.
2) El YO, o sea el agente encargado del gobierno y distribución de los impulsos. Todo el sistema defensivo, los mecanismos que utiliza el YO para protegerse, están sometidos a una mayor presión y el YO tiene que modificarse para afrontarla. Pero los cambios del YO, no se reducen a sus funciones en relación con los impulsos instintivos; también se consolida, en el comienzo de la adolescencia, la transición del pensamiento concreto a otro de mayor nivel de abstracción, simbólico.
Meltzer menciona, como se suele creer y realmente así parece ser, en muchos casos, que el adolescente esta fundamentalmente interesado en la sexualidad, pero en realidad él esta preocupado por el conocimiento y el comprender.
3) Surgen nuevos objetos de amor.- Se produce una desidealización de las figuras parentales que priva al joven de la protección omnipotente que le significaban sus padres cuando él era pequeño.
Asimismo, existen fuertes contradicciones entre la tendencia del joven a alejarse de sus objetos infantiles de amor, asimilando previamente en su personalidad características de sus figuras parentales, y el hecho de que estas identificaciones se vuelvan más y más prescindibles.
Hay oscilaciones erráticas del humor, vaivenes emocionales en el transcurso de los cuales se suelen restablecer antiguas formas de relación objetal. Inconscientemente se reaniman fantasías de fusión con los objetos, merced a las cuales el joven intenta fortalecerse y protegerse de la sensación de fragilidad que le produce la perdida de la imagen de sus padres vistos como todopoderosos en sus primeros años.
Esto se pone de manifiesto en la búsqueda de ídolos y líderes que satisfagan estas necesidades primitivas de idealización, al tiempo que le permitan tomar distancia de sus antiguos amores familiares.
También aparecen las llamadas vivencias del vacío. El adolescente atraviesa necesariamente por momentos en los que se siente vacío y teme esa sensación desagradable que se reitera sin que el  pueda gobernar su aparición.
A veces la sensación de vacío se liga a alguna razón conocida: la perdida de algún amigo/a, o un novio/a, la muerte de algún ser querido, un fracaso escolar.  La vivencia de vacío consiste en una experiencia dolorosa y perturbadora que los jóvenes a veces llaman “depresión”. No es tristeza, mas bien es hastío, desinterés, sensación de futilidad ante la vida, así como pérdida de la normal capacidad para enfrentar la sociedad y sobreponerse a ella.
Las vivencias de vacío, tal como los sentimientos de vergüenza, inferioridad y los procesos de idealización y desidealización son resultado de fenómenos de desequilibrio narcisista, perturbaciones en los sectores de la personalidad que regulan el estado del si-mismo (self) y la valoración que el individuo hace de si mismo, su autoestima.
Ahora bien, desde la timidez vergonzante hasta la desfachatez y los aires grandiosos de superioridad, desde la introversión inhibida hasta la arrogancia, podemos adscribir sin dificultad estas características  de los fenómenos de desequilibrio narcisista a un joven que esta atravesando una adolescencia normal, siempre y cuando no constituyan pautas rígidas y estereotipadas de funcionamiento y en tanto se alternen con momentos de alegría, entusiasmo e ilusiones esperanzadas.
La adolescencia es la etapa más suceptible para desarrollar una drogadicción, pues es el período de resolución del proceso simbiótico.
Es cuando se produce la separación-individuación, la separación del grupo familiar, el duelo por la exogamia y el enfrentamiento con el mundo externo.
Si el adolescente tiene un YO débil, producto de todos los factores expuestos anteriormente, entonces va a necesitar una fuerza extra para poder cumplir con este desafío, y si tanto la familia como la sociedad le muestran que las drogas son el combustible adecuado para afrontar las exigencias de la vida, él podrá poner en marcha la “experiencia tóxica".
Una de las patologías más suceptibles de ser vulnerable, es la de los trastornos de la personalidad, en especial en los casos de personalidad fronteriza, porque son seres deficitarios en su personificación.
En síntesis, si nos colocamos ante las realidades que debe enfrentar el adolescente de nuestra época, y si le sumamos la estresante tarea de asimilar los cambios propios de su crecimiento, tanto corporales como psicosociales, se hace aún más claro comprender por qué los adolescentes son una población de alto riesgo.
 
La búsqueda de riesgos
En la adolescencia, las emociones y riesgos son buscados porque consolidan el sentimiento del sí-mismo.  Un joven lo explicaba mejor: “solo se tiene la máxima seguridad de estar vivo, y bien vivo, cuando un escalofrío te recorre la espalda” .
Lichtenberg, un autor que ha estudiado profundamente la búsqueda de emociones y riesgos, dice que por ello, es parte de este “desafío regulatorio” para los padres ver como sus hijos se exponen a emociones ante las cuales el sí-mismo del chico se refuerza, y el riesgo es controlado. Un antecedente y prototipo infantil de ello es la sensación de ser arrojado al aire y caer en los brazos fuertes y seguros del padre.
El adolescente busca emoción y riesgo en un intento de expandir y consolidar su sí-mismo, mientras mantiene estas experiencias bajo su control, con cierto grado de autorregulación. Quiere ser él mismo quien elija cual riesgo asumirá y cual no. Quiere él decidir cuales serán sus modelos, cuales sus rivales en estos desafíos.
El también deseará elegir en que “brazos” confiar para que lo sostengan; un líder político, su entrenador deportivo, una novia o un novio, o el amigo más influyente de su grupo, que ahora ha conocido el “excitante” mundo que le provee la marihuana.
Toda esta actividad del adolescente transita el terreno de la normalidad, y mas allá del éxito o fracaso de los intentos, usualmente es beneficiosa para su desarrollo. El joven aprende de los demás y de si mismo. Pero, he aquí una de las injurias que nuestro tiempo produce en la juventud, esa demanda de emociones y riesgos puede hallar la oferta de la droga, provista muchas veces por el grupo,  al que el adolescente necesita como marco de referencia.
Es cierto que las distorsiones sensoperceptivas que producen las drogas adictivas suelen provocar una perturbación del sentido del sí-mismo mas que esa consolidación que el joven busca. Pero no es menos cierto que merced a las drogas se viven emociones hipertensas y las modificaciones del esquema corporal crean la ilusión de una expansión del self. Por otra parte, el solo hecho de consumir algo prohibido entraña un desafío personal que, para colmo, a veces es compartido por otros amigos o ídolos especialmente valorados por el adolescente.
El proceso de transformación adolescente es naturalmente más complejo que esta apretada síntesis, pero a nuestros fines lo importante es que en todas las características mencionadas podemos encontrar motivos internos de peso, para acercarse a la droga. No es menos cierto también que de igual modo hallamos en los jóvenes fuertes razones para combatirla, sustentadas en poderosos ideales y valores éticos.
En términos generales podemos decir que la perturbación del equilibrio ya mencionada acarrea sentimientos tanto placenteros como displacenteros. Los placenteros van desde la sana alegría y frescura juvenil hasta estados de franca exaltación del YO. Los sentimientos displacenteros oscilan entre la inferioridad, la vergüenza y culpa ya nombradas, hasta estados de tristeza, de esa vasta, difusa y a veces profunda melancolía adolescente tan bien descrita por muchos poetas.
Ahora bien, con frecuencia los adolescentes perciben que muchas sustancias psicoactivas permiten un alivio transitorio a esos estados disforicos y también una huida temporaria de otras circunstancias vitales externas desagradables, de orden familiar o social.
La droga constituye, en este sentido, el intento de restablecer el equilibrio perturbado por estos procesos de reacomodacion psíquica. Aquellos jóvenes que por factores constitucionales o ambientales presentan un umbral bajo, la tolerancia a la frustración y poca capacidad de soportar el sufrimiento y esperar su recuperación espontanea, padecen más intensamente la desarmonía emocional de su edad y caen con mas facilidad en esta seudosolución química.
 
La Presión Social
Decíamos que el joven se halla en una búsqueda de nuevos objetos extrafamiliares para experimentar, y lucha contra su propia dependencia infantil de las figuras parentales. En consecuencia, pasa a depender en mayor grado de su grupo social y se torna mas influenciable en sus opiniones, costumbres y hábitos por la presión que ejercen los medios modernos de comunicación, que muchas veces presentan el consumo de drogas como privilegio exclusivo, placentero y excitante.
De un modo más directo aun, la necesidad de nuevas figuras de identificación alienta la incorporación de patrones de conducta pertenecientes a otros jóvenes o adultos mas o menos cercanos, que gocen de estima, prestigio y reputación. Esto puede brindar al adolescente que sufre por su debilidad relativa, una sensación de madurez y pertenencia grupal en la medida que consume drogas. Le facilita también el afrontar situaciones de honda angustia social. Cree sentirse mas fuerte, mas aun si, como ocurre especialmente merced al uso del algunos alucinógenos, se siente cohesionado con sus pares y con sus ídolos.
Otra perspectiva interesante de la situación grupal de los adolescentes surge de aplicar las ideas de Meltzer sobre la visión de la sociedad que tienen los adolescentes.
Este autor observó que los adolescentes distinguen básicamente tres comunidades:
1) la de los niños, débiles, dependientes y sometidos al arbitrio de los adultos;
2) la de los adultos, los que ostentan el poder, el conocimiento y el pleno derecho a la sexualidad y
3) la propia, la de los adolescentes, que se sienten relegados pero poseedores de la fuerza, la justicia y la esperanza.
Enfocando el consumo de drogas desde esta perspectiva podemos observar como muchos adolescentes, vacilantes por naturaleza en cuanto a su ubicación grupal, pueden utilizar el consumo de drogas en su intento por diferenciarse tanto del grupo desvalorizado de los niños como del de los adultos, al que de esa manera combaten también en sus preceptos.
También es necesario considerar la influencia que tiene la imagen que brindan los padres y la presión que ejerce el grupo social a través del uso de drogas “legales”. El consumo de alcohol y tabaco es parte integral y  crucial de la secuencia adictiva. Su uso precede, prácticamente siempre, al de las drogas ilegales, independientemente de la edad en que se inicie el consumo estas últimas. Es muy raro  el comienzo directo con drogas ilícitas.
Las primeras sustancias que los jóvenes suelen experimentar son alcohol y tabaco (cerveza, vino y cigarrillos). Mas adelante pasan a las bebidas blancas y/o a la marihuana. También es muy raro que se utilicen otras drogas ilegales como la cocaína o los opiáceos sin pasar previamente por la marihuana.
Se desprende de esto la influencia toxicomanígena perniciosa que pueden ejercer al respecto sobre el niño el consumo abusivo de alcohol, cigarrillos o tranquilizantes por parte de los padres, modelos tempranos de identificación.
A veces la falla del medio familiar radica en su insuficiencia para proveer seguridad y calma al niño que por cualquier suceso cotidiano esta angustiado, con temor o ansiedad por motivos internos o externos. El abrazo tierno, que permite una suerte de fusión del niño con su madre o padre serenos, es en ocasiones imposible por la magnitud de la angustia o irritación que sufren los propios padres.
Naturalmente, la acción patógena no se ejerce  en episodios únicos o aislados sino por efecto de una sucesión acumulativa de pequeños traumas. Esto determina un déficit estructural de la personalidad, en aquellos aspectos que al desarrollarse proveen al individuo de la capacidad de autoapaciguarse, de tolerar y atenuar su angustia, de evitar su difusión.
Mas adelante estos individuos buscarán en las sustancias psicoativas un elemento compensatorio que les permita eludir la invasión de angustia que ellos no pueden evitar con sus propios recursos.
Ahora bien, no podemos abandonar el tema de la presión social sin referirnos al contagio, al papel que cumplen adictos y traficantes en la difusión del consumo de drogas.
Existe una vasta mitología popular acerca de vendedores siniestros y viciosos que corrompen a jóvenes ingenuos a través del engaño o la seducción. Sin embargo, esto es usualmente falso. En términos generales, los traficantes de drogas comercian con clientes conocidos y habituales, y prefieren no arriesgarse a vender su mercancía a desconocidos por mas jóvenes e inocentes que parezcan.
Como lo señala el informe norteamericano sobre la Estrategia para el Control de las Drogas, quienes no se han iniciado en el consumo rara vez aceptan una sustancia desconocida de una persona extraña,
Mas aun, es muy infrecuente que un adolescente haga un esfuerzo individual para buscar drogas por primera vez. En realidad no es necesario, porque las experiencias iniciales con drogas surgen del ofrecimiento de otros consumidores con los que se tiene un vinculo personal.
 
La
amistad
Al entrar un adolescente en el terreno de la adicción, renuncia a un tipo de mundo con determinados valores éticos y mediante su mutación entra a formar parte de otro, donde no existe tal ética y por lo tanto no puede existir la amistad, que significa un tipo de vínculo que requiere como condición indespensable el respeto al otro como un otro, complementado por una historia en común que puede tener muchas variables en cuanto a la situación y al tiempo de duración.
La vinculación por factores miméticos circunstaciales y/o parciales es la característica esencial de los vínculos entre los adictos.
En vez de identificaciones asimiladas y producto de interacciones a través del tiempo, en el mimetismo basta verse, usar algunos términos semejantes cargados de significados mágicos y ya somos amigos. Posteriormente el cemento vincular en vez de ser el amor es el miedo.
 
Algunas conclusiones
No todo el que experimenta con drogas se hace adicto.
Existen bases predisponentes individuales, familiares y sociales que condicionan la posibilidad de una adicción.
La adicción es una de las formas en que puede exteriorizarse la actividad de la parte psicótica de la personalidad.
Toda adicción constituye una vía hacia la muerte, es decir una práctica suicida a corto o a largo plazo, dependiendo de una amplia gama de variables.
Todo adicto en forma consciente procura mediante técnicas  psicopáticas no exentas de seducción histérica, conseguir "feligreses" para su grupo, a esta actividad Kalina la denomina proselitismo y a los que la realizan mutantes.
Estos viven huyendo de sus angustiantes y a veces horroríficas vivencias de vacío interior y soledad, para lo cual aprendieron en su contexto familiar y social que las drogas psicotóxicas son un instrumento para lograr este objetivo y que además le brindan una ilusión de identidad, generalmente grandiosa y hasta épica.
La droga no representa algo, sino es algo para el adicto. Estamos frente a una ecuación simbólica, es decir que están operando los niveles concretos del funcionamiento mental.
Esto significa que está en actividad la parte psicótica de la personalidad.
El adolescente al hacerse adicto adquiere una nueva identidad ya es alguien: “un adicto", y si  logra en el contexto en que vive que se agreguen otros miembros a su causa, además de sentirse menos solo, podrá llegar al ideal inducido que "ellos son el ser superior".
Kalina señala que el proselitismo se ejerce mediante tácticas psicopáticas y/o seducción histérica pero afirma también con énfasis que la motivación profunda de esta actividad humana, que está más allá del miedo al vacío y a la soledad,  es la envidia. El adicto sabe en su interior "que vendió su alma al diablo", pero necesita negarlo. "Yo dejo cuando quiero", "lo hago por placer", "mi vida es mi vida y hago lo que quiero con ella", etc..
Pero cayó en la esclavitud y esta percepción es trágica, no puede aceptarla, él que creyó burlar su castración está condenado a muerte, la máxima castración.
Pero, por su debilidad yoica no puede aceptar esta terrible verdad, y aquí surge la veta psicopática movilizada por la envidia.
La necesidad de destruir valores morales en el otro es una necesidad psicopática que no se puede ignorar, y esto se ve claramente según Kalina, cuando un adicto deja de consumir e intenta construir un nuevo proyecto de vida.
Los adictos pertenecientes a su grupo de "amigos" rápida o lentamente intentarán sabotear sus lo

gros, pues sino su esclavitud se les vuelve patética y en cambio intentan salvarse maniacamente realizando racionalizaciones como: "mal de muchos, consuelo de tontos", "somos los adictos, los demás son los caretas", etc.
Como hemos dicho anteriormente un adolescente por experimentar con drogas no se vuelve necesariamente adicto, existe una personalidad previa en la cual coexisten factores predisponentes que hacen que ciertas personas sean vulnerables al proselitismo del adicto.
Pero en un mundo en crisis como el que vivimos actualmente, estos factores predisponentes existen con una frecuencia abrumadora.
Prevención
Hay programas que dicen que hay que intentarlo, otros que dicen que lo último que hay que hacer es intentarlo, porque en la medida que lo hacemos rompemos todo contacto con la realidad y después es muy difícil restablecerlo.
La prevención estaría dada en poder modificar las condiciones, desarrollar un trabajo preventivo trabajando con todas las redes sociales
Es muy difícil clasificar los procesos adictivos por su grado de complejidad y diversidad, también por la problemática  de identificar si la adicción es un síntoma o constituye una enfermedad central.
Tomando como referencia los factores dinámicos de la personalidad, nos permitiría ordenar las diferencias entre síntoma y enfermedad encontrando una base estructural común. Problemas conductuales del paciente drogadicto (orígenes psicodinámicos), y la estructura de su psiquismo 
nos presenta una comprensión más profunda y amplia que puede ser utilizada:
 ð     para establecer el tipo de tratamiento
 ð     para conocer y evaluar el pronóstico
 ð     para ilustrar los métodos y oportunidades de los programas de prevención.
Hemos hablado de tener en cuenta los vínculos tempranos como condicionamientos de los problemas adictivos, podríamos dar una guía práctica general para la prevención y terapéutica clínica:
ð    necesidad de una correcta empatía entre padres y niño
ð    que  los padres superen sus problemas narcisísticos
ð    que los padres posibiliten al niño la experiencia de sostén, protección física y afectiva a la
posibilidad de experimentar frustraciones, límites graduales y adecuados a la fase de  desarrollo 
que permitan y estimulen formación de estructuras
ð     la adaptación, la capacidad de tolerancia a la angustia y la frustración
ð    el reconocimiento del NO-YO y la renuncia a la omnipotencia infantil.
La orientación de los padres para la prevención en este sentido también apunta a evitar los mensajes contradictorios dado que cumplen un papel fundamental en la cura y prevención de sus hijos (principalmente adolescentes).
Para cumplir con la función de prevención es necesario informase y formarse de las características clínicas, psicológicas y sociales de la drogadicción.
Las mejores posibilidades de prevención de muchos males sociales devienen de la estructuración de una sociedad sana donde el amor, los anhelos, el fervor, la lealtad no sean vanas palabras.
 
Tipos de Prevención
Los planes de prevención deberán tener en cuenta cuales son las influencias nocivas que proyecta la sociedad  sobre la patogenia del adicto y que influyen en la postergación de su curación.
Deben entenderse como:
1.     Prevención primaria: Todo aquello que se efectúe con respecto a la macro comunidad en su conjunto, actuando antes que la drogadicción se manifieste.
(EVITAR)
2.     Prevención secundaria: Es la que trata de limitar la enfermedad ya declarada, asistiendo terapéuticamente al adicto.
(TERAPEUTICO)
3.     Prevención terciaria: Es la que trata de recuperar al máximo el potencial de la persona.
(REHABILITACION)
También se puede clasificar a la prevención en:
1.     Prevención específica: Es la que se relaciona directamente con el fenómeno.
2.     Prevención inespecífica: Son las acciones generales no relacionadas directamente con el fenómeno.
Hay una interrelación permanente entre un tipo de prevención y otra. Como ejemplo podemos citar que en la medida que se esta trabajando sobre la reinserción social, se está haciendo también prevención primaria y secundaria.
 
Modelos de Prevención
Existen cuatro modelos tradicionales que toman en cuenta 3 elementos:
Lo hemos planteado dentro de las Causas de la Drogadicción :
SUSTANCIA (droga), MEDIO y PERSONA.
Los cuatro modelos representan el marco conceptual que toma quien trabaja en acciones de prevención. Al mismo tiempo representa una determinada ideología, una forma de pensar la realidad. Por eso es importante determinar el enfoque del modelo seleccionado.
 
I. MODELO ÉTICO-JURÍDICO
Centra el análisis en la substancia (droga). La droga es la protagonista.
Clasifica a las drogas en: a.) legales, b.) ilegales
Para este modelo la droga es activa en si misma. La persona es la víctima y también el delincuente. Que es una contradicción en este modelo. La categoría social que toma sería la del vicio. Es una categoría moral y un delito.
En cuanto al medio social, se expresa en la ley con un criterio normativo. La norma señala la barrera que separa lo ilegal de lo legal, lo prohibido de lo permitido, lo bueno de lo malo en términos absolutos.
Toxicomanías es la palabra que mejor representa esta postura, ya que el criterio que utilizan para hablar de droga es:  tóxico. Utilizado, aunque cada vez menos, en juzgados, policía, psiquiatría clásica.
Entonces aquí podemos identificar:
1. la prevención primaria estaría dada en la información de las sanciones (si la droga  te atrapa vas a la cárcel) y en la eliminación del mercado de la droga.
2.   la prevención secundaria estaría en la encarcelación (aislamiento-marginación) que sería el tratamiento para la posterior reinserción social .o sea, la prevención  terciaria.
 
II. MODELO MÉDICO-SANITARIO
Como en el modelo anterior centra el análisis en la substancia. La droga es el agente que infecta a las personas.
Clasifica las drogas en a.) inocuas y b.) peligrosas.
Haciendo una comparación con la anterior, agregaría a las ilegales, como peligrosas al tabaco y alcohol.
Al considerar a la droga como activa en si misma, comparte con el modelo anterior el concepto de droga como flagelo. El flagelo que azota la humanidad, como en épocas anteriores fueron las plagas y pestes consideradas castigos divinos por los pecados de los hombres. La persona es el huésped en donde se aloja la droga.
El medio es el entorno en donde se trata de detectar la población vulnerable ante este agente peligroso, señalándose entonces los factores de riesgo.
Estos factores de riesgo son determinados grupos económicos, demográficos, sociales etc.. Existe el peligro del contagio y se considera a la adicción como una enfermedad (la droga con su acción enferma a la persona).
Se toma el criterio de nocividad.
La prevención primaria estaría basada en la información y no en las sanciones como en el modelo anterior. Apunta más al daño que causa.
También creando programas sustitutivos. La prevención secundaria estaría dada por la internación (el tratamiento), que aísla y margina al sujeto para lograr la reinserción social (prevención terciaria).
 
III. MODELO PSICO-SOCIAL
En este modelo se traslada el protagonismo a la persona. No interesa el tipo de droga que se consume.
Este modelo centra su atención en el vínculo que tiene el individuo con la droga, para determinar si ese vínculo es de dependencia.
La adicción sería un síntoma individual. Considera también que el adicto es un enfermo, pero con la diferencia que la adicción no es una enfermedad. La enfermedad está en una situación estructurada tapada por la droga, generalmente en la familia o grupos de pertenencia.
La prevención primaria estaría en la información y formación de grupos de orientación, por ejemplo, para madres a fin de mejorar su comunicación con los hijos, para optimizar los vínculos familiares. La prevención secundaria sería la psicoterapia, que son acciones de prevención inespecíficas ligadas al campo de la salud mental.
 
IV. MODELO SOCIO-CULTURAL
Aquí el protagonista es el medio.
El origen del problema es el medio macro-social, la estructura social. Este marco social operaría sobre la persona como un estímulo de tensión y para aliviar esta tensión la persona recurriría a la droga como evasión por la realidad, sin considerar otros factores.
La adicc

ión se considera un síntoma pero la diferencia radica en que aquí se lo toma como un síntoma social como algo que nos muestra que pasa en la sociedad.
La prevención primaria estaría dada por la modificación de las condiciones sociales, por ejemplo, que no haya desocupados. Son acciones de prevención inespecíficas que están ligadas al campo político.
 
V. MODELO ETICO-SOCIAL
Los anteriores modelos dan una lectura parcial del fenómeno que nos ocupa. Se generó la necesidad de contar con un modelo más abarcativo.
Los modelos tradicionales aparecen como analíticos, analizan el fenómeno pero se queda solo con una parte de él. Se paleteó la necesidad de un modelo de síntesis que no es una sumatoria de partes (de cada parte que toman los otros modelos), sino que toma en cuenta los aspectos parciales pero los sintetiza en una nueva producción.
Así surge este modelo en el cual el trabajo se hace a partir de dos ejes:
El eje del tiempo libre considerando tiempo libre al que apunta a tener un proyecto con sentido.
El adicto aparece sin proyectos. La acción preventiva debe facilitar la aparición de proyectos personales que van a encontrar sentido en un proyecto social.
El segundo eje es la participación.
Plantea una ética que puede surgir de este proyecto común, es una ética que puede admitir las diferencias, el disenso, no es la ética del modelo ético-jurídico basada en una categoría absoluta (legal-ilegal, bueno-malo). Esto está ligado a una metodología que se diferencia de los otros modelos.
Los modelos tradicionales plantean:
Hay un
EMISOR (alguien que sabe, por lo tanto tiene el saber, al tener el saber tiene el poder) que emite un MENSAJE a un RECEPTOR (alguien que no sabe, que pasivamente recibe lo que es propiedad de otro).
La metodología del modelo ético-social es la llamada metodología circular, en donde no se habla de transmisión de información.
El receptor no está en el lugar de no saber porque llega con una serie de información sobre el tema (buena o no). Es decir que existen contenidos. Estos contenidos muchas veces están arraigados en el prejuicio o en construcciones míticas como por ejemplo:  ¿se considera droga agregar una aspirina a la bebida cola?
Se pretende que estos contenidos implícitos pasen a ser explícitos, que se los manifieste, que pueda preguntarse  si es verdad lo de la mezcla mencionada.
En la medida que esto se explicite se va construyendo el mensaje que se constituye en mensaje común y puede constituirse en un proyecto (que podemos hacer todos para prevenir) y esto apunta al compromiso que es un tema de todos.
El instrumento de prevención no necesariamente puede ser la charla o el audiovisual. Estos son medios auxiliares pero no constituyen en si mismos una acción preventiva, por ejemplo una escuela solicita  a especialistas una charla sobre prevención y una vez terminada dicen, bueno ya esta, ya terminó.
Esto solo sirve para cumplir con un objetivo inmediato pero no puede considerarse una medida de prevención.
La acción preventiva consiste en ir generando modificaciones en las actitudes, en las formas de relación, en poder tolerar las diferencias.
 
¿Legalizar o no legalizar?
Según Durkheim, en la sociedad antigua el hombre estaba determinado por sus antepasados, en la sociedad actual, el lugar de cada uno no esta prefijado de antemano (en el mejor de los casos ante cambios tan bruscos, el hombre se adapta, no se desestabilizan los valores, cuando esto no sucede el hombre cae en un estado de ANOMIA de perplejidad). Cuando los valores se pierden la vida no tiene sentido (suicidio). Esto último está exacerbado en el adicto (suicida a largo plazo), la falta de justicia de las sociedades modernas trae aparejado este sentimiento de anomia (perplejidad), con la consecuente desorganización social. Las religiones han sido desbordadas y las sectas absorben a los que andan por el mundo anómicos.
En nuestra sociedad consumista donde se premia el éxito y no el esfuerzo, el hombre pasa a ser otro bien de consumo. Su valor está determinado por el precio que obtiene por sus servicios, entonces su valor reside en el juicio externo. Así aún cuando satisface sus necesidades y en la medida en que satisface los deseos del afuera sigue sintiéndose vacío.
El adicto actualmente es considerado por nuestra sociedad como marginal (como categoría social). Cada sociedad tiene una particular visión de lo que considera dentro y fuera de ella. Tiene un marco de referencia interno conformado por todo lo que la sociedad acepta o incluye dentro de ella. Tiene una clase dirigente encargada de bajar las leyes o normas que regulan la convivencia y permiten alcanzar los ideales sociales.
Dada le ley o norma existen distanciamientos que suceden cuando la persona no puede llegar estos ideales sociales a través de la ley y cuando más se alejan de la norma más se acercan al punto de MARGINALIDAD, que se encuentra fuera del marco de referencia interno de la sociedad. Este punto de marginalidad se lo va a otorgar al adicto y a todos los que de alguna manera transgredan la norma.
La particularidad del adicto es que ese punto de marginalidad es buscado por el adicto mismo, ya que él busca evadirse y a esto se lo denomina marginalidad sumante.
A menudo nos encontramos con personas que rompen con este cuerpo social, que constituyen un emergente enfermo que trata de convertirse en el nuevo núcleo que aglutina a los demás y considera enfermo al núcleo del que salió.
Actualmente se ve al consumo como una búsqueda de inclusión en la sociedad, así que ya no hablaríamos de marginalidad sino de inclusión. Nuestra sociedad acepta sustancias como tabaco y alcohol y a las demás las margina (no se ve de la misma forma a un alcohólico que a un cocainómano). Antiguamente el adicto significaba una forma de protesta a la sociedad en la que habitaba, ahora lo hace para poder sobrevivir en la sociedad exigente, hipercompetitiva y consumista en la que está inmerso y de la que no puede salir.
 
Características de la legislación argentina, algunos antecedentes y la actual
Arranca en 1921 con la Ley 11309 que penaba el suministro de sustancias medicinales en calidad o cantidad distinta a la prevista (receta médica).
En 1968 la ley 17567 pena con prisión de 1 a 4 años al que traficara  ilegalmente estupefacientes.
En 1974 la ley 20771 quizás la más importante, pena con prisión de 1 a 6 años más multa, la tenencia de sustancias psicoactivas, estupefacientes, aunque la tuvieren para consumo personal. (Es criticada por contradecir el art. 19 de la Constitución).
En 1979 para salvar la controversia la Corte Suprema a través de una acordada establece que "...no es violativo de la garantía establecida por el art 19 de la Constitución la represión de la tenencia de estupefacientes aunque estuviera destinada para uso personal..." El criterio jurídico y legal ve al adicto como un vicioso y/o un delincuente.
En 1986 la Corte Suprema determina que la tenencia para consumo personal no es delito volviendo al art 19 de la Constitución como garantía.
Por último en 1989 la Ley 23737 actualmente vigente, incrimina la tenencia pero atenúa la pena  cuando por su escasa cantidad es inequívoca que está destinada a consumo personal
Así llegamos a opiniones de profesionales de distintas disciplinas que se encuentran divididas en cuanto a la LEGALIZACION / NO LEGALIZACION  de las adicciones.
Distintos autores han fundamentado sus opiniones en favor o en contra. Tomaremos para nuestro trabajo las posturas de Fernando Savater (Etica como amor propio), Eduardo Kalina (La familia del Adicto y otros temas) y Alejandro C. Molina (La drogadicción y el sistema jurídico).
Savater hace un planteamiento que lo explícita a través de 10 tesis.
La primera refiere que todas las sociedades han conocido y utilizado drogas en forma abundante, a veces ligado a rituales religiosos. Las han adorado y en muchas ocasiones han abusados de ellas. Hoy nuestra cultura como todas las demás, conoce, utiliza y busca drogas.
La segunda defiende que el derecho jurídico de habeas corpus (libertad de uso del cuerpo) hay que extenderlo a todos los actos del individuo, incluso al que lo lleve a su propia destrucción.
El tercero hace referencia a que prohibir la droga en la sociedad democrática es tan injusto como prohibir la pornografía, la heterodoxia religiosa o política. Es decir que lo que daña es la prohibición.
La cuarta dice que lo peligroso es la adulteración, la falta de información y por lo tanto no estar preparados para manejarlas.
La quinta al defender su postura dice que las drogas pueden ser tan peligrosas como el alpinismo, el automovilismo o la minería, el exceso sexual, la credulidad política  y la guerra.
La sexta se pregunta porque prohibir el placer, los drogadictos que quieren abandonar su manía deben ser ayudados por la sociedad, tal como el que desea divorciarse o cambiar de religión. Para justificar ese costo que debe soportar la sociedad hace la comparación con los accidentes de trabajo que se producen y representan costos sociales y sin embargo nadie se le ocurriría prohibir el trabajo.
La séptima dice que ninguna droga es en si misma un mal sino que puede llegar a serlo por las circunstancias de su uso. Por eso, no se la puede comparar con el crimen, la violación o el secuestro que tienen como objetivo dañar al otro. La despenalización de las drogas debe ser lo más internacional posible para ser eficaz. De hacerlo uno solo le traería aparejado dificultades.
En la octava, Savater hace una dura crítica al Estado en su falta de preocupación por el tema, diciendo que pareciera que la sociedad

actual es políticamente drogadependiente, pues no sabría prescindir de este chivo expiatorio. La mayoría de las drogas no matan a nadie y muchas suprimen muchísimos más dolores de los que producen. Las que matan, matan mucho más por la adulteración o las circunstancias clandestinas de su empleo (ignorancia de dosis, jeringas contaminadas, etc.)
La novena hace referencia a la incidencia entre los jóvenes, sobre todo aquellos más desfavorecidos socialmente y la razón de su extensión es el resultado de la prohibición misma. Los males juveniles no son producidos por la droga, sino son los efectos de una determinada situación social.
La décima y última menciona que se asegura que la droga es la degradación moral de la población. Hace referencia a "El haschisch, el amor y el vino pueden dar lugar a lo mejor o lo peor" todo depende del uso que hagamos de ellos. De modo que no es la abstinencia lo que debemos enseñar sino el autodominio.
Eduardo Kalina tiene una postura opuesta a Savater, diciendo que este tema ha perdido seriedad ya que su difusión como hábito recreativo y debido a los poderosos intereses económicos que los sustentan tanto en su producción como en la comercialización, han despertado el interés de los políticos que lo utilizan durante sus campañas, para hacer promesas ante un público desesperado, que necesita ayuda y orientación.
Liga íntimamente la droga con la problemática del SIDA, lo que remite a una visión catastrófica de fin de la humanidad. Por eso se acrecienta la esperanza que los gobiernos nos salven de esta maldición. Kalina hace alusión a la improvisación de los que legislan, que no toman en cuenta las relaciones existentes con la violencia, la delincuencia, respecto a la producción ilícita como a la comercialización ilícita y a las mafias operando en medio de estos polos del espectro comercial, además de los robos, los asesinatos y los asaltos. Ante este tema central surge la idea adaptativa acerca de la legalización de la droga y adoptarla como una solución final para acabar con la violencia y la delincuencia que son producto de la ilegalidad.
Kalina dice que se insinúa que una ley cambiará el significado biológico de los efectos destructivos que ocasionan en el ser humano, tanto en el área biológica como en la psicosocial. Las drogas que se pretenden legalizar: marihuana, heroína, cocaína, anfetaminas, etc. tienen efectos directos sobre la biología humana, como lo siguen teniendo las drogas socializadas, a pesar de la magia de la ley. Para Kalina la prohibición del uso de drogas psicotóxicas es necesaria y funciona en muchos países, pero para que sea realmente efectiva el conjunto de leyes restrictivas deben ser acompañadas con profundos cambios ideológicos y por lo tanto socio-politicos-económicos. Cuba, Japón y otros países han logrado éxitos.
La pandemia de la drogadicción está directamente ligada a la deshumanización creciente, a la robotización en un mundo centrado en la carrera armamentista, que constituye el negocio más grande del mundo, le siguen la droga y el petróleo.
Cuestiona el concepto de libertad, se penaliza el tráfico pero no la tenencia para uso personal. Perece increíble que la gente no se cuestione como la elección de una esclavitud-dependecia a las drogas tan denigrante a la condición humana,  pueda tener otros orígenes que el "simple albedrío" o libertad individual del hombre.
También intervienen otras motivaciones en lprocura de las drogas, que responden a un conjunto de pactos perversos que culminan en el pacto criminoso de la familia y/o sociedad. El adicto es todo lo contrario de su ser libre. Es el prototipo del sometido.
La legalización transformará en empresarios a los que hoy son traficantes. Por último conceder la legitimidad a esta moderna versión de la esclavitud, es una claudicación inaceptable, para aquellos que como Kalina, tienen una ética humanística, que significa un profundo amor por la naturaleza, por los seres vivos y todo lo que la ciencia y la tecnología aporta a la vida.
Para enfrentar al narcotráfico, además de recurrir a todo el arsenal legal se debe trabajar sobre lo que denomina la demanda. Este criterio mira hacia la prevención, es decir las condiciones históricas psicosocioeconómicas que favorecen el desarrollo de la oferta y de los oferentes. El enfoque debe ser sistémico y no unilateral, buscando un proyecto de vida, lo cual significa humanizarnos creando vínculos solidarios.
Molina habla del cambio producido en nuestro país en los últimos años en que paso de ser país de transito a país afectado. No toma al drogadicto como un individuo aislado sino como un individuo inmerso en la sociedad. Con la que convive por su propia naturaleza humana, la cual no admite conductas que no solo ponen en peligro a quienes las ejecutan sino que llegan a ofender al orden y a la moral pública.
Debe haber un ordenamiento jurídico claro para definir la situación del drogadicto y de la drogadicción en general. Considera que el círculo del consumo, tráfico y producción de las drogas prohibidas deben ser consideradas por el régimen jurídico. La ley debe ser aplicada con vigor con resultados inmediatos y mediatos. Los primeros se refieren a expulsar a los traficantes y consumidores de las calles y los barrios a los cuales están destruyendo e intentar dar tratamiento o ayuda a quienes quizá no los busquen por cuenta propia, y los segundos se refieren a que la comunidad verifique que no existe el uso inocente de las drogas. De esta manera hay una actividad pedagógica y también de prevención. Establecer claramente que es lo lícito o lo ilícito para que el hombre común sepa que es lo prohibido y lo permitido en esta materia. La ilicitud de la conducta del adicto no debe atacarse exclusivamente desde un sistema represivo que se apoye en penas privativas de la libertad, sino que además debe hacerse con medidas alternativas que incluyan tratamientos familiares e individuales y disposiciones tutelares especialmente para menores de edad que se ejecutarán  en los diversos ámbitos donde éstos desarrollen sus actividades, muy especialmente en el área de la educación.
Molina hace una crítica al sistema judicial y a la falta de recursos humanos y de servicios adecuados para atender al drogadicto.

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