VOLUNTARIADO Y ACCIÓN SOCIAL COMUNITARIA

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María Paloma Guardiola Albert
Diplomada en Trabajo Social
Alberto J. Diéguez
Licenciado en Servicio Social y Doctor en Psicología Social

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Este trabajo se realizó en el año 1999, como una introducción al tema y como producto de una revisión bibliográfica, para un proyecto de investigación, aprobado por la UNMDP, (Argentina), del Grupo “Promoción y Desarrollo de Comunidades”. Fue publicado en el libro de DIEGUEZ, A.J. (2000) “La INTERVENCIÓN COMUNITARIA. Experiencias y reflexiones”, Espacio Editorial, Buenos Aires, Argentina, y en la Revista Trabajo Social Hoy, No. 30, del Colegio Oficial de Diplomados en Trabajo Social y AASS., de Madrid, en el año 2000.

 

1.- INTRODUCCIÓN.

            El voluntariado y los voluntarios suelen estar asociados a la palabra solidaridad, gratuidad, unión, apoyo, fraternidad, ayuda, identificación,... Pero actualmente es un concepto que está tomando una dimensión más amplia.

            Gonzalo Berzosa remarca que, el voluntariado está comprometido con el desarrollo humano y social, requiere que el voluntariado actúe en equipo y de forma organizada. El voluntariado es un nuevo estilo de actuación en la comunidad y es un campo privilegiado para impulsar la participación de los ciudadanos, para fomentar valores, alternativas, cosmovisiones, dinámicas positivas transformadoras: fomentar valores de disponibilidad, de sentir con el otro, con el que sufre, con el compañero”.[1]

            No obstante se puede observar analizando las diferentes actuaciones que realizan los voluntarios, que en algunos casos solo plantean su actuación como algo concreto focalizado a acciones con una finalidad de intervención individual.

            Por otra parte también encontramos voluntarios que desarrollan una actividad desde una asociación, trabajan en equipo y transfieren más tarde sus experiencias y conocimientos a nivel barrial o comunitario.

            Por un lado se impulsa a que las personas ayuden a mejorar la sociedad y por otro a aportar a la sociedad unos valores y una idea de sociedad basados en la gratuidad, en el apoyo y la cercanía al otro, frente al ideal de individualismo y materialismo que rige la época actual.

            Para comprender mejor este tema, vamos a hacerlo a través de la narración del cuento “Un hombre, una caña, un río” que  dará la oportunidad de ilustrar lo que es la acción voluntaria.

UN HOMBRE, UNA CAÑA, UN RÍO,... (de la asistencia a la promoción; de la promoción, al cambio de estructuras).[2]

            Carta del 21 de enero:

            “Hoy he encontrado, junto al muelle, a un hombre que pasa hambre...”

            Carta del 8 de febrero:

            “¿Recuerdas a aquel hombre del que te hablé? Raquel y yo hemos decidido acercarnos al muelle una vez al día y darle algo de pescado que comer”.

            Carta del 15 de febrero:

            “... Continuamos visitándoles (...) con la comida diaria. Tememos, al mismo tiempo, que llegue el día en que no podamos acercarnos hasta allí y el hombre del muelle se quede sin su pez. Él nos lo agradeció. Sus mejillas empiezan a recuperar color. Le vemos algo más fuerte. Alguna noche le hemos invitado a casa a cenar con la familia. Es bastante tímido (...)”.

            Carta del 10 de marzo:

            “Raquel y yo hemos decidido comprarle una caña de pescar. Le pensamos regalar un manual, comprensivo y a todo detalle, sobre aparejos y técnicas de pesca. Raquel era una aficionada hace algunos años y se ha comprometido a pasar unos días a la semana para enseñar al hombre del muelle a pescar. Dicen que el río está lleno de peces. Nosotros creemos que en poco tiempo sabrá autoabastecerse de pescado. Podrá conseguir comida por su cuenta y quizá algún dinerillo con la venta de la pesca sobrante” 

Carta del 23 de marzo:

            “Surgen los problemas. Al hombre del muelle de nada le ha servido aprender a pescar para prescindir de nosotros. Necesita una licencia y no sé qué otros papeles para poder coger peces del río. Los permisos cuestan un buen dinero y no tiene con qué pagar. Hemos sabido que la explotación del río es exclusiva del municipio y no se puede pescar allí sin los dichosos papeles en regla”.

Carta del 25 de marzo:

            “Más problemas: la policía local pilló al hombre del muelle pescando sin licencia y ahora se encuentra retenido. La fianza (o la multa, que no me he enterado muy bien de qué va la cosa) no es muy barata qué se diga. Vamos a intentar costeársela. La gente del pueblo va diciendo de él que ha intentado aprovecharse de la comunidad, que es un ladrón y que le está bien merecido (...)”.

Carta del 29 de abril:

            “Otra complicación, y esta parece grave. ¿Te conté que el hombre del muelle salió de prisión y se hizo con los permisos de pesca necesarios? Pues de nada le sirven: la fábrica de plásticos del pueblo, río arriba, ha contaminado las aguas y todos los peces del río se han muerto. No queda ni uno y la visión resulta desoladora. Dicen que no volverá a haber pesca hasta dentro de diez años o así. La industria pagará una multa astronómica (de sobra se lo podrá permitir), adquirirá no se que filtros para residuos y seguirá produciendo (...)”.

Carta del 30 de abril:

            “(...) El hombre del muelle vuelve a pasar hambre”.

 

            Este cuento nos ayuda a reflexionar sobre las diferentes situaciones que viven las personas. Querer ayudar es mucho más complejo que el mero hecho da dar comida, sino que hay que plantearse que consecuencias puede tener una determinada acción, y analizar en que contexto se va a realizar esta.

            El eje de la acción voluntaria se centra en que la persona ayudada sea, el verdadero protagonista y que sea él el que decida cómo lo va a realizar, sin fomentar el paternalismo.

            A continuación analizaremos diferentes modelos de solidaridad desde los que podemos enmarcar al voluntario, y que identifican la acción social a realizar por este. De ellos el modelo de solidaridad como encuentro es el que parece ser el más acertado. Analizaremos seguidamente la evolución de la acción voluntaria en la sociedad española, luego el concepto de voluntariado, sus principales características así como las motivaciones que suelen tener los voluntarios para decidirse por esta opción.

 

2.- SOLIDARIDAD. MODELOS DE SOLIDARIDAD.

[3]

ESPECTÁCULO

CAMPAÑAS

COOPERACIÓN

ENCUENTRO

METODOLOGÍA

Ocasional/ Festivales

Ocasional/ Información

Ocasional/Per- manente

Organización

Permanente/

Presencia

CAUCE

Medios de Comunicación/

ONG´S

Medios de Comunicación/ ONG´S

ONG´S/ Volun-  tariado

ONG´S/Volunta-riado

VISIÓN DEL CONFLICTO

Desgracia

Lacra

Desajuste del sistema

Desequilibrio radical N/S

GRADO DE IMPLICACIÓN

No hay seguimiento/ Solidaridad con lo desconocido

Seguimiento económico/ No hay proceso

Seguimiento de proyectos

Proceso de acompaña-miento personalizado

MODELO DE VOLUNTARIADO

Colaboradores en los espectáculos

En situaciones límite

Puesta en marcha de proyectos

Forma de hacer y de ser alterna-tiva de socieda

HORIZONTE

Mantener el desorden

Paliar efectos de las catástrofes

Ayuda promo-cional desde la organización de ONG

Promoción y transformación social desde los destinatarios

EFECTO EN LOS AGENTES

Consumir solidaridad

Desculpabiliza-  ción

Toma de con-ciencia    experiencia

Contribución a configurar un proyecto de vida

EFECTOS PARA LOS DESTINATARIOS

Objetos de consumo, seres con rostros descontextuali- zados

Alivio temporal

Dependencia para realizar los proyectos

Protagonistas de su proceso de liberación

PALABRA CLAVE

Mercado

Ayuda

Desarrollo

Transformación

 

            La solidaridad no es algo tan simple, como el ayudar al vecino que lo necesita, sino que hoy día este concepto se ha ido complejizando. Actualmente aparece la solidaridad como una moda, sin cuestionarse la ideología o el proyecto político-social que lo sustenta

            Aranguren (1997) distingue diferentes modelos de solidaridad, de los cuales es necesario analizar lo característico de cada uno de ellos para así poder enmarcar la acción voluntaria.

            Siguiendo a este autor el mismo distingue cuatro modelos: la solidaridad como espectáculo, la solidaridad como campaña, la solidaridad como cooperación y la solidaridad como encuentro.

2.1. La solidaridad como espectáculo.

            A principios de los años 80 algunos cantantes y grupos musicales famosos compusieron y lanzaron al mercado canciones cuyo beneficio iban a parar a "causas" de tipo solidario ("We are the world, we are the children" constituye el canto paradigmatico de aquellos años)”[4]

            Luego siguieron los festivales de solidaridad, en los cuales ésta se

que la moda postmoderna se impone como imperativo categórico y se torna actualmente en consumo de solidaridad, cuyos beneficios no radican tanto en el valor de la solidaridad en sí mismo, sino en el valor de cambio que supone para el individuo consumidor (prestigio, status social, etc.)”[5]

            Pero se hace necesario distinguir que existen también festivales que nuclean a cantautores y grupos musicales, que salen de estos circuitos económicos, para realizar un genuino aporte solidario.            Estos festivales aportan su dosis de reacciones emocionales, posibilitan a los asistentes contar con un sentimiento de brindar apoyo y utilidad, pero sin modificar sustancialmente las representaciones sociales que se tienen.

            Comparado este modelo de solidaridad con otros, se observa en este, la persona adquiere un compromiso mínimo, pues priva el comportamiento de consumidor..

            En este modelo se procura asegurar el consumo solidario, por medio de la audiencia o asistencia al evento, asegurando este consumo solidario, a partir de la exaltación de las desgracias. Se sobredimensiona una catástrofe natural o se publican determinados conflictos, por sobre otros.

            Es el Mercado quien maneja este modelo. Al igual que hace unos

Años se puso de moda, ser ecológico, hoy se pone de moda ser solidario, con el peligro de basear de contenido, lo que la palabra solidaridad, puede implicar.

2.2. Solidaridad como campaña.

            Vinculada con el modelo anterior, la solidaridad como campaña

se diferencia para nosotros en que ésta hace uso de una variedad de medios de comunicación y que se extiende un mayor lapso de tiempo.             Tanto el modelo del espectáculo, como el de la solidaridad como campaña, acuden a medios masivos de comunicación como la televisión en donde se publicita una situación que puede ser de máxima urgencia o no. Esta se encuentra difundida y publicitada masivamente, pero sin existir un análisis de la situación y de las causas que lo generan. El modelo del espectáculo es efímero, mientras que el de la campaña tiende a permanecer más tiempo.

            La única diferencia en el caso de la campaña estriba en que se pone en acción dicha solidaridad cuando hay una situación de máxima urgencia y está se encuentra difundida y publicitada masivamente por los medios de comunicación. Así como no existe un análisis de las causas y de la situación en sí, no existe un seguimiento de la evolución de la situación ni de las aportaciones realizadas.

            "Son los medía los que fijan las causas prioritarias, los que estimulan y orientan la generosidad, los que despiertan la sensibilidad del público. Nos presentan las tragedias de los demás en forma de píldoras de rápido efecto (el efecto de la inmediata conmoción sentimental); para ello es imprescindible no cansar al televidente con los mismos problemas eternamente[6]

2.3. Solidaridad como cooperación.

            “La cooperación para el desarrollo es el nuevo nombre de la solidaridad”  Este eslogans ampliamente difundido a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial y de los planes de desarrollo y de ampliación de la frontera verde, llevó a desarrollar vastos programas de cooperación entre los Estados. Si bien hay que reconocer la eficacia de muchos de ellos, otros por su carácter asistencial, por su programación verticalista o por haber sido diseñados en otros contextos, con patrones culturales occidentales, no alcanzaron resultados exitosos.

            Múltiples problemas se generan de la implementación de este tipo de acciones, que van desde los técnicos y burocráticos, como el monitoreo del mismo, la supervisión y control del empleo de las subvenciones, hasta otros que se encuentran vinculados con la falta de participación local en la planificación e implementación de los mismos.

            La participación social que constituye una reivindicación declarada por las propias entidades cooperantes; al momento de hacerse efectivo choca con serias resistencias por parte de algunas ONGs y de las agencias de cooperación.

            Estas resistencias se expresan en la negativa  a utilizar métodos participativos, debido principalmente a la prevalencia de la falta de confianza existente hacia esos mismos colectivos o por tradiciones conservadoras.

            En la experiencia personal de la autora se ha podido comprobar que algunos proyectos diseñados para América Latina, se han realizado sobre la base de elaboraciones que no han contemplado la participación local, así como tampoco han contemplado a la población. Cuando esto ocurre, una vez que la organización se retira, los proyectos no tienen continuidad, por cuanto la población no los siente como propios.

            Actualmente y con la declinación del estado de bienestar, viene tomando una mayor importancia, el papel que tienen las organizaciones de la sociedad civil y la contribución de la sociedad. en la resolución de los problemas sociales.

2.4. La solidaridad como encuentro.

            La solidaridad como encuentro significa el compromiso de reconocer y  encontrarse con la injusticia y el sufrimiento humano y no quedarse indiferente ante él. A partir de esa experiencia se trata de que la solidaridad se incorpore a otros ámbitos de la vida.

            Es decir, se trata de superar la visión en la que todo lo que hacemos está en compartimentos estancos que no tienen relación alguna entre sí. Se trata de ser capaces partiendo de la experiencia del voluntariado, de llevar actitudes y valores surgidos de la acción voluntaria a otros ámbitos de la vida y de integrarlos a su vez al proyecto personal.

            Se trata de potenciar los procesos de promoción y crecimiento de las personas y colectivos con los que se realiza la acción solidaria. (..) Los proyectos no son fines en sí mismos sino medios de crecimiento y desarrollo humano de aquellos con los que intentamos caminar. Los proyectos forman parte de un proceso global de promoción humana, de dinamización comunitaria en el territorio, de autogestión de los propios problemas y soluciones, de ayuda mutua y de invención de nuevas formas de profundización en la democracia de base. Ese proceso responde al dinamismo del movimiento social que henderán los propios colectivos excluidos, ya sea en el Tercer Mundo, ya en nuestro Cuarto Mundo; desde esta perspectiva, la solidaridad como encuentro hace de los destinatarios de sus acción los auténticos protagonistas y sujetos de su proceso de lucha por lo que es justo, por la resolución de sus problemas, por la consecución de su autonomía personal y colectiva.”[7]

            Desde este último modelo de solidaridad es dentro del cual se enmarca y pretende  analizarse el tipo de voluntariado que se entiende que hoy es posible realizar.

            Se trata de un voluntariado que da y que recibe, que deja perder parte de su seguridad para dejarse transformar por la visión de la vida que tiene la persona que es ayudada. Se trata de realizar un acompañamiento mutuo e ir aprendiendo y dando uno al otro. Este tipo de solidaridad posibilita que personas de diferentes estratos sociales se puedan relacionar rompiendo los grupos concéntricos y cerrados en que a veces están sumidos nuestras sociedades. Sacando a la luz lo invisible de manera pública y visible.

 

3.- MARCO SOCIAL DE LA ACCIÓN VOLUNTARIA[8]

            La acción del voluntariado es acción social y tendrá diferentes características dependiendo del tipo de sociedad en que se realice y de los agentes intervinientes en dicha acción.             La crisis del Estado de Bienestar, la falta de representatividad de las instituciones políticas, la falta de integración entre los grupos sociales, la crisis económica, el incremento del paro, la desprotección de amplios sectores de la población debida a que la cobertura y protección social no alcanza a todos, la creación de nuevas formas de marginación, la incorporación de los más jóvenes y las mujeres a estos sectores de marginación, una cierta desestructuración del tejido social y de los mecanismos de solidaridad son algunos de los problemas de la sociedad actual.

            En este contexto, la acción social ha de estar dirigida a modificar estas condiciones, promoviendo la participación de las personas y los grupos de la comunidad en la resolución de sus propios problemas y estimulando la cooperación y solidaridad.

            La acción voluntaria, es entendida como una acción social en la comunidad, dirigida a la detección y denuncia de los problemas de esa sociedad y a la búsqueda de soluciones, que se realiza por los propios agentes de la comunidad.

            Hoy cuanto más necesarios se hacen los mecanismos de solidaridad, más paradójico resulta comprobar que el Estado no puede responder adecuadamente a las acuciantes demandas sociales. Antes el Estado Providencia proporcionaba los recursos destinados a tal fin. Hoy desentendido de esta función, ha traspasado esta a la sociedad.             Pero también es paradójico ver que si bien se han ido obteniendo cotas de conciencia y libertad individual, se ha ido perdiendo al mismo tiempo la conciencia de solidaridad.

            Esto replantea el modo de alcanzar en esta situación formas de acción solidarias consecuentes con los objetivos que nos planteamos en la acción social:

·      buscar la promoción de personas y grupos,

·      ser elemento integrador,

·      hacer crecer, humanizar y liberar,

·      potenciar al máximo la capacidad de las personas para que participen en su propia promoción y desarrollo integral.

            El efecto más importante de todo ello es que en este momento, la acción social debe plantearse como una acción en la comunidad que interviene en los problemas específicos desde y en el propio medio en que se producen. Esta es una acción que va más allá de los propios problemas; por lo que cada vez están más en primer plano los aspectos intangibles de la intervención social.

            Ese debería ser a nuestro entender, el marco de actuación que posibilite afrontar eficazmente la prevención, promoción, acogida y reinserción social, como elementos imprescindibles de desarrollo de la acción social.

            Las carencias existentes y la limitación de recursos aumentan la importancia de las acciones voluntarias en cualquiera de las múltiples formas en que se manifiesta. También suponen una acción de integración social en torno a valores: solidaridad, participación, justicia social, democracia, cooperación, generosidad, tolerancia, capaces de dinamizar la vida social y la realización personal.

            La acción social realizada por voluntarios corre el peligro que en épocas de recesión económica se sustituya a los profesionales por voluntarios aprovechándose de la situación de precariedad laboral.

            La acción social que tendría que realizar el voluntario podría estar orientada en una doble vertiente, por un lado de apoyo emocional y “presencia” al lado de la persona que ha realizado la demanda, y por otro lado de “puente” llevando esa situación vivida a los diferentes ambientes donde normalmente ese voluntario se desenvuelve para que sea conocida y experimentada.

 

4.- EVOLUCIÓN DEL VOLUNTARIADO EN ESPAÑA.

            En España el perfil del voluntariado es heterogéneo. Aunque sea nombrado en singular nos encontramos con que no podemos hablar de “voluntariado sino de voluntarios”. Prima la diversidad, la variedad, lo plural,... Por ejemplo  no encontramos una uniformidad a nivel del perfil del voluntario, en cuanto a edades, sexo u ocupaciones, pues son voluntarios tanto jóvenes como adultos, mujeres como hombres, jubilados o prejubilados como trabajadores en actividad.

            Así tampoco son uniformes las motivaciones que responden a diversas inquietudes de las personas, lo cual le da mayor riqueza. Un análisis de la evolución histórica del voluntariado en nuestro país, debe además de los cortes históricos, tener presente esta heterogeneidad y variedad del voluntariado.

            Según S. Mora Rosado[9] durante la época franquista la participación del voluntariado estuvo superditada al aparato político y estatal y la única acción desarrollada fuera de ese ámbito, estuvo regenteado por la Iglesia.

            El régimen de Franco, como resultaba obligado a su naturaleza, limitó y ahogó no pocas expresiones de la acción privada. En algunos casos se trataba de asegurar la indoctrinación, por lo que se concederán monopolios de ciertas actividades sociales voluntarias a la Sección Femenina y al Frente de Juventudes[10]

            No existía por ese entonces el concepto que entendemos hoy de voluntariado, sino que se aproximaban más al de  “visitadoras de la caridad”, o “animadores rurales”,...

            Durante el período de transición, que va desde la caída del franquismo hasta los primeros años del período democrático, reaparecen colectivos reivindicativos. El movimiento ciudadano, aparece ligado por ese entonces a la lucha por las libertades y una mayor democratización

            No se habla en este período del concepto de voluntariado sino que predomina el concepto de “militancia”, sea esta militancia obrera, socialista o cristiana.

            Existen asociaciones o grupos que se dedican a la asistencia, otros al activismo reinvindicativo, otros a la promoción o la acción socio-cultural.

            En los primeros años de la transición, el modelo de asociaciones ciudadanas unitarias quiere ser rápidamente sustituido por un modelo de asociacionismo más "europeo": el de asociaciones no reivindicativas, sólo para labores complementarias de las del Estado. Así, por ejemplo, desde la Constitución (y leyes posteriores) se reconoce oficialmente a las casi inexistentes asociaciones de consumidores, pero no a las de vecinos, que son las predominantes. En los años 80 las labores y servicios prestados desde el conjunto de asociaciones ciudadanas son paulatinamente sustituidos por una nueva oferta pública (municipal y autonómica). Las actividades culturales, festivas, de alfabetización y educación de adultos, de ayuda mutua en los barrios, incluso de formación sociocultural y animación juvenil, venían siendo realizadas por activistas-voluntarios de las asociaciones vecinales, culturales, juveniles, parroquiales, de mujeres, APAS, etc. Las nuevas administraciones públicas desarrollan una fuerte competitividad frente a las asociaciones citadas, con más dinero y recursos, dejándolas en buena parte vacías de contenido (en vez de haber buscado un modelo de concertación –cogestión- con las asociaciones que ya realizaban esas actividades)”.[11]

            Es a partir de la etapa democrática cuando se empieza a hablar del concepto de voluntariado, tal y como lo entendemos hoy en día. Este concepto es una evolución de las anteriores iniciativas voluntarias, que lejos de rechazarlas incorporó sus experiencias.

            Dentro del período democrático se pueden distinguir tres etapas, las que siguiendo el esquema de Rodríguez Cabrero (1996), son las siguientes: los primeros años de la democracia (1976-1980), la legitimación desde arriba (1981-1992) y el período de explosión del voluntariado (desde 1992 hasta nuestros días).

·      Los primeros años de la democracia.

            Demetrio Casado, considera que el desarrollo de las entidades voluntarias fue escaso en este período. Por un lado los líderes de movimientos reivindicativos se pasaron a la política “profesional” y por otro lado el estado de bienestar relega una actuación residual a nivel de acción social a las organizaciones voluntarias.

            Es en este período cuando las entidades vecinales disfrutan de un gran auge superando su faz reivindicativa y participando en la planificación, la gestión y las decisiones públicas.

            Es a partir de la constitución de los primeros Ayuntamientos democráticos, en 1979 y posteriormente de la creación de los Servicios Sociales en la década del 80, que este movimiento se va debilitando, por cuanto sus dirigentes fueron captados políticamente. Al respecto Rodríguez Cabrero, dice los siguiente:.

            España entra en un período de negociación orientado a definir el modelo de convivencia democrática. Como algunos creen, al ocupar los dirigentes vecinales cargos de representación institucional: más bien hay que ver en la marcha de los dirigentes vecinales el efecto producido por la pérdida de influencia del movimiento ciudadano en la toma de decisiones de las Administraciones públicas. La conciencia de la pérdida paulatina de "aparecer y ser reconocidos por parte de la Administración y los medios de comunicación como interlocutores políticos representativos", es lo que hizo a algunos dirigentes vecinales abandonar el ámbito asociativo para ocupar puesto de representación política. Abandono que no fue sólo físico sino también ideológico; se fueron a trabajar y dirigir ámbitos político-administrativos y ya no se reconocieron como parte de asociaciones y movimientos sociales para la transformación social[12]

·      La legitimación desde arriba.

            En los años 80 empieza en España el Estado de Bienestar, cuando en otros países se vislumbra la aparición de la crisis del mismo.

            El voluntariado se ve como residuo de la beneficencia, se identifica con acciones mal desarrolladas; como paternalista sin una metodología moderna.

            El voluntario era una persona que ofrecía su tiempo para realizar unas labores sociales sin cualificación especifica; por lo cual  la valoración del voluntariado por parte de la sociedad no era muy positiva.

            También la acción voluntaria que estos realizaban no era mirada con buenos ojos por parte de los sindicatos, al considerarlas tareas sustitutorias de los puestos de trabajo y que no contribuían monetariamente al sostenimiento de esas estructuras gremiales.

            La rapidez de los cambios sociales que se van produciendo, como la reestructuración del Estado de Bienestar, el desencanto político y las dificultades de un sistema público como actor único de las políticas sociales hacen necesario la aparición de nuevas formas de participación.

            Todo esto origina que se modifique el concepto de  voluntariado y se elabore uno nuevo desde otro punto de vista. Esta tarea fue realizada desde “arriba” por el Estado , conjuntamente con los dirigencias de las grandes organizaciones voluntarias.

            Pero los voluntarios (personas y grupos que realizaban la acción voluntaria) seguían haciendo las mismas tareas de siempre ajenos a estos cambios de concepto e ideología.

            En 1981, la Dirección General de Acción Social crea un grupo de trabajo sobre "Voluntariado en la Acción social".

            En estos años la reflexión intenta delimitar el campo del voluntariado y promocionar el mismo como un movimiento lo más coordinado y cohesionado posible. Se crean grupos de trabajo para reflexionar sobre los distintos aspectos del voluntariado, su relación con los profesionales asalariados, la definición de voluntario o trabajo voluntario... Se crea en este período la "Plataforma para la Promoción del Voluntariado", con el objetivo de potenciar el voluntariado y reunir a las diversas organizaciones para establecer cauces comunes de pensamiento y de acción.”[13]

            Se van sentando así las bases para que se produzca un cambio de las valoraciones del voluntario. El Estado empieza a dar más participación a los ciudadanos, en el preciso momento en el que  la crisis económica comienza a agudizarse.

            Los profesionales valorizan la acción voluntaria desde la formación que se les da. Los diferentes adjetivos de “izquierda”, “derecha”, “laico”, “religioso” se van diluyendo y se realiza una labor de intercambio y diálogo entre ellos.

            Lo importante es “estipular los mínimos fundamentales” para buscar y encontrar la unión.

            Aparece en consecuencia un voluntario un tanto más vaciado de contenidos políticos, atendiendo los problemas sociales desde un enfoque más “técnico”.

            Esto modifica el curso de los acontecimientos y se originan cada vez más voluntarios desideologizados, centrados en mejorar los servicios desde un nivel técnico.

            Esa apoliticidad del voluntariado trae aparejada la critica societaria, por la imposibilidad de este de considerar y encaminar su accionar, en función de los problemas de la sociedad de la cual proviene.

            No escapa a las criticas el hecho de la opción que implica el adherirse a las grandes organizaciones, en detrimento de las pequeñas y de aquellas que no se encuentran formalizadas.

·      El período de explosión.

            Desde 1992 el voluntariado crece con el antecedente surgido en los años 80. ONGs, asociaciones solidarias de voluntariado, campañas publicitarias apuntan a reclutar voluntarios, a difundir noticias, organizar maratones televisivas, mercadillos solidarios o recolectar fondos para los países del Tercer Mundo o colectivos españoles con necesidades diversas, por ejemplo los enfermos de SIDA, niños con síndrome de down, enfermos mentales, etc.

            Es en esta etapa que surgen las diferentes leyes de voluntariado de las Comunidades Autónomas, como por ejemplo la de Aragón (1992), la de Madrid (1994).  Este proceso culmina con la Ley General del Voluntariado Social, que tiene un ámbito estatal, del 16 de enero de 1996.

            Esta explosión de voluntariado y de organizaciones, no está exenta de conflictos, pugnas, hostilidades, que se originan en diferentes tradiciones, en distintos enfoques filosóficos y universos simbólicos y en la forma de encarar los problemas y las acciones.

            Marco Marchioni (1987) remarca que en los años 80 el cambio producido en el voluntariado se centra en su desplazamiento del interés hacia lo objetivo, la sociedad en que actúa, dejando de lado los aspectos subjetivos.

 

5.- CONCEPTO DE VOLUNTARIADO.

            Para delimitar mejor lo que es el voluntariado vamos a analizar aquellas definiciones y conceptos  que parecen más esclarecedoras para entender lo que es ser voluntario.

            La dimensión voluntaria como una parte del ser humano que ante la necesidad de otro se moviliza, se encuentra expresada en el concepto elaborado por Glorias Fuertes cuando expresa que: "Ser voluntario, es ser un ser humano, humano"

            "Voluntario es aquel que además de sus propios deberes profesionales y de estatus, de modo continuo, desinteresado y responsable, dedica parte de su tiempo a actividades no en favor de sí mismo sino en favor de los demás o de intereses sociales colectivos, según un proyecto que no se agota en la propia intervención, a diferencia de la beneficencia sino que tiene a erradicar o modificar las causas de la necesidad o marginación social" (L. Tavazza y Cáritas).

            De esta definición se destacaría  por un lado que es una acción diferente de la actividad laboral, que es una acción que se dedica a otros y en la parte final en que no se trata de una intervención de beneficencia sino que trata de contribuir a la transformación de las causas de marginación social que vive la persona a la que acompaña el voluntario.

            El voluntariado social acaba entendiéndose como un servicio gratuito y desinteresado que nace de la triple conquista de la ciudadanía: como un ejercicio de la autonomía individual, de la participación social y de la solidaridad para con los últimos.14]

            Es importante darse cuenta que esta concepción de voluntariado fundamenta la acción voluntaria en la puesta en práctica de la ciudadanía.

            Ser voluntario social, para García Roca, es, simplemente, la consecuencia de tomarse en serio la condición de ciudadano. Se trata en consecuencia de una ciudadanía interesada por la justicia.

            Consideramos que en esta definición se apunta a la actividad gratuita y desinteresada que realiza el voluntario en favor de otros pero como forma de participación dentro de la comunidad en la cual está inmerso. Se trata de una persona que no se conforma con la sociedad en la que vive y entiende la realidad no como algo acabado sino como algo en proceso en el que él puede aportar aunque sea un pequeño grano de arena.

 

6.- CARACTERÍSTICAS DEL VOLUNTARIADO.

            Analizando la asociación “Voluntariado de Marginación Claver”, de la que es integrante Darío Mollá ha descrito el proceso del voluntariado, al que considera como “peligroso”, riesgoso, vital por cuanto este  llega a incidir en las opciones personales de quien lo inicia.

            Dejemos hablar a este autor:

            Al principio fueron unos tiempos de dedicación voluntaria en los espacios sociales y entre los rostros de la marginación. Quisimos abrir las ventanas de nuestras habitaciones individuales, de nuestro mundo, a la realidad de afuera, la verdadera, la mayoritaria, la de la exclusión y la de lo precario.

            Creíamos que, una vez abiertas las ventanas entraría sólo aire fresco a nuestras habitaciones, a nuestras convicciones sociales y a la comodidad de nuestros estilos y modos de vida concretos. Pero lo que llega a entrarnos va a ser, más bien, un vendaval. Como sugiere Darío, un demoledor vendaval que descoloca las cosas de su sitio.

            La experiencia de la gratuidad (la experiencia subversiva de la gratuidad), la mirada presente en las barriadas y en las narraciones concretas de la marginación social, el encuentro con los derrotados pero todavía no vencidos nos devuelve un vendaval que altera nuestras controladas seguridades personales. En esto el viaje de todo voluntario se hace viaje de vuelta.

            Y descompone de tal modo nuestras seguridades que ya no todo vuelve a ser igual. La presencia interpeladora de la experiencia cotidiana de la pobreza puede plantear al voluntariado social cómo reorganizar sus opciones personales.

            Continuando la parábola de la habitación y la ventana, diríamos que nos plantea si hemos de reordenar de modo distinto nuestras casas, si reconstruirlas en otro sitio, posiblemente, no tan “céntrico”. O incluso si no construir ya casa alguna y vivir, como tantos, a la intemperie de la realidad.”[15]

            Desde este texto vamos a abordar las características del voluntariado. Si bien cada voluntario podría modificar o agregar alguna característica, serviría para darnos una idea más acabada de lo que es ser voluntario.

            Primero analizaremos las características del voluntariado entendiendo al voluntariado como sinónimo de ciudadanía, siguiendo las conceptualizaciones de García Roca. Luego analizaremos las características del voluntariado desde un punto de vista más operativo.

 

·      Las características del voluntariado como ciudadanía.

1. Descubrir nuestra diversidad: salir del círculo de nuestros amigos

y nivel social .

            Al ser voluntario es necesario poder abrirse a realidades sociales diferentes a la del grupo social al que pertenecemos. Se trata de salir de nuestro habitual círculo de familiares, trabajo y amigos para adentrarse en otra realidad ajena a nuestra cotidianeidad. Haciendo esto estamos cruzando fronteras y conocemos a personas que merecen que la sociedad las tenga en cuenta.

            Pedro Corduras dice que en este primer contacto

el voluntario descubre el primer impulso de su acción: la compasión, no como sentimiento de pena y conmiseración, sino viendo la realidad con los ojos del corazón. No es posible quedar indiferente ante el dolor y la rabia que produce la exclusión. Por ello, una de las primeras tareas del voluntariado social es relatar las historias, casi olvidadas, de sufrimiento y lucha, de negación de dignidad y de esperanza que encuentra en su servicio. Con ello, permite que la compasión atraviese e impregne el lenguaje utilitarista e individualista de nuestra cultura[16]

            Esta forma de trabajo origina una pérdida de seguridad ante la apertura de ver, respetar y valorar diferentes enfoques de vida, distintas culturas. Nos encontramos con una realidad que lejos de asustarnos nos va a permitir estar presente entre personas con diferentes historias de vida a la nuestra, lo que implica un cambio en nuestra propia individualidad.

2. Redefinir el bien común: para los que han sido apartados de la sociedad. La concepción de bien común difiere de la que tiene la "sociedad establecida".

            Para nosotros el voluntariado es como ya lo hemos explicado anteriormente ciudadanía responsable e inclusiva. Este concepto pretende redefinir la sociedad en su conjunto, tendiendo a la formulación de un ideal utópico en el cual el bien común es aquello que consideramos como objetivo de nuestra convivencia. Pero estos ideales son entendidos en formas diferentes por los diversos grupos que integran la sociedad.

            En general los voluntarios pertenecen a sectores de la sociedad, que tienen conciencia ciudadana y pueden ejercer sus derechos y participar en la definición del ideal de sociedad, a diferencia de los sectores de excluídos con los que trabaja, cuyo derecho a participar en la sociedad es más un deseo, una aspiración que una realidad. Ahí radica la importancia que el voluntario genere procesos de inclusión en la sociedad.

            El voluntario trata de fomentar la inclusión de las personas que acompaña en la sociedad y lo hace a través de la reapropiación de sus derechos de participación política, económica y social.

            Lo fundamental de este tipo de voluntariado es que “da protagonismo real” a las personas que atiende. Se trata de estar al lado de ellas, alentado el propio protagonismo. En la práctica esto no es fácil por lo cuanto nos induce a intentar en todo momento cuestionarnos nuestros intereses y dejar que primen los de “ellos”, con sus tiempos y sus formas de ver la realidad.

            Como marca Toni Catalá,

es impresionante constatar cómo no se soporta el que los otros salgan de la periferia asignada para ellos. Muchas pretendidas políticas sociales, lo que hacen es asear los contextos periféricos para que todo siga igual: para que siga cada uno en su sitio”.[17]

            Es importante que nos preguntemos si los beneficiarios participan en los órganos de decisión, si tienen alguna posibilidad de cambio respecto a los objetivos, metodología y evaluación marcados por nosotros, si se ha producido una contribución especifica a partir de nuestra relación con ellos,...

3. Promover el cambio social. Voluntariado significa no sólo compromiso personal con los individuos, sino también con las estructuras e instituciones.

            El voluntario desarrolla su actividad en instituciones u organizaciones que se integran en lo que denominamos hoy el Tercer Sector, llamado así para diferenciarlo de los otros sectores que son el Estado y la empresa privada.

            En este Tercer Sector se encuentran las asociaciones de voluntarios que actúan con una lógica de acción diferente de la del estado o la empresa privada, pues tienen como objetivo la solidaridad y bien común. Esto los remite a actuar como intermediarias entre el Estado y la ciudadanía, posibilitando  la participación y el protagonismo ciudadano.

            Este voluntariado se plantea la complementariedad con el Estado, ya sea formulando políticas sociales públicas, trabajando en la gestión de las mismas, actuando subsidiariamente con el mismo. Pero ésta acción no significa un apoyo acrítico. Por el contrario se habrán de proponer nuevas políticas sociales, nuevos mecanismos de análisis e intervención social, que en el momento actual se encuentra reflejadas por las redes institucionales y sociales.

 

·      Características operativas:

            Las notas características según Jesús Madrid[18]del voluntario serían las siguientes:

·      Se compromete y se integra en una organización LIBREMENTE

·      Actúa desde una ASOCIACIÓN, para así tener más fuerza y poder llegar con otros a transforma la situación.

·      Trabaja de modo ALTRUISTA, presta ayuda sin buscar compensaciones de ningún tipo (ni económica ni materiales), ya que esta actitud fundamentalmente parte de unos valores interiorizados y diferentes al del consumismo actual.

·      Su finalidad es AYUDAR a los demás desde el respeto y el reconocimiento de la diferencia del otro.

            Podríamos añadir otras notas características como el hecho que su trabajo no sea su ocupación laboral habitual; que generalmente actúa en grupo; que es una  persona especialmente sensibilizada ante las situaciones de las personas ayudadas, que busca movilizar las energías de toda la persona implicada en el proceso de ayuda.

Cuando hablamos de ‘ayuda’ en este trabajo hacemos referencia al sentido etimológico de la palabra (del latín adiutare: prestar cooperación), la que no sólo implica ayuda material, sino sostén emocional, aconsejamiento, trabajo con los elementos intangibles de la persona.

            Es importante darse cuenta cómo algunos de los aspectos importantes como la gratuidad, se ve desfigurada ante el hecho de que a dichos voluntariados se le proporcionen recompensas o incentivos, dando al voluntariado un sentido más utilitario.

            A veces se ve al voluntario, como un interesado en aumentar su curriculum profesional, especialmente en aquellas personas jóvenes o de reciente graduación. Esta es otra forma de utilitarismo que hace perder ese sentido de gratuidad. A estas personas deberíamos denominarlas “profesionales en prácticas” para diferenciarlas de los auténticos voluntarios.

 

7.- MOTIVACIONES DEL VOLUNTARIO.

            Las motivaciones van cambiando en el voluntario. No son las mismas cuando comienza el voluntario en la organización, que después de un tiempo prolongado de actuación. En este período se basa más en ideas preconcebidas o en estereotipos.

            No obstante hay una actitud de búsqueda, de contacto con la realidad y con los demás que  van cambiando las motivaciones personales.

            Las motivaciones promotoras de la actuación de los voluntarios según MPDL[19] se pueden clasificar en dos categorías fundamentales, lo que no quiere decir que estén aisladas, sino que entre sí estas categorías se pueden interrelacionar, dependiendo de las características particulares de cada voluntario.

            Ellas son las:

            1) Motivaciones orientadas hacia la autorrealización: que  son

las motivaciones relacionadas con el desarrollo y la autoestima personal, derivadas de la realización de la tarea voluntaria en un grupo de pertenencia.

            2)Motivaciones orientadas hacia los demás o altruistas: en esta motivación predomina la sensibilidad hacia la necesidad que tienen otras personas. Esta motivación surge por el contacto directo de personas con problemas o por cuestiones ideológicas en las que se intenta cambiar las situaciones de penurias que viven muchos colectivos en nuestra sociedad actual.

            Esto origina que al acercarse al otro se tenga la capacidad de analizar el problema e identificar las causas desencadenantes.

            Se pueden señalar  cuatro tipos de motivaciones altruistas:

·      la solidaridad

·      la convicción de participar en tareas colectivas

·      las creencias religiosas, políticas y sociales

·      los programas, actividades y objetivos de la organización en la que se desea participar.

            Debe existir por lo tanto una sensibilización especial hacia los problemas sociales. Esto lo consideramos fundamental,  porque su interés va dirigido ante todo hacia las necesidades más urgentes e importantes. El voluntario compromete su actividad desde el altruismo. Su acción no se limita a realizar una simple función asistencial, sino que por el contrario, potencia las capacidades de las personas con el objeto de comprometerlos en la solución o soluciones posibles de la  situación.

            En el siguiente gráfico podemos ver cuáles son las razones para prestar servicios voluntarios en España. La razón principal es la de “ayudar a los otros” (40%) y la de seguir unos “principios e ideales de solidaridad” (23%). Estas se encontrarían incluidas  en las motivaciones que antes hemos denominado altruistas.

 

RAZONES PARA PRESTAR SERVICIOS VOLUNTARIOS

Ayudar a los otros

40%

Seguir unos principios e ideales de solidaridad

23%

Pasar el tiempo o distraerse

18%

Satisfacción personal

16%

Tema que le afecta en el ámbito personal o familiar

14%

Por vocación

14%

Para transformar y mejorar la sociedad

8%

Por necesidad de hacer cosas

5%

Por conocer gente y hacer amistades

4%

Adquirir una experiencia o mejorar el curriculum

1%

Fuente: Instituto DEP para Incavol 1996.

 

            Por último remarcamos que las motivaciones por las que se empieza a desarrollar una acción personal de voluntariado, constituyen solo un punto de partida.  Todo proceso que se desarrolla necesita de continuidad, de personas que no solamente se encuentren convencidas de su accionar, sino que cuenten con la capacitación y los elementos técnicos que le permitan actuar con eficacia.  Y esto no se logra en el corto plazo. El adiestramiento, la capacitación permanente del voluntario, el intercambio de experiencias, el contacto con la realidad, es parte de un proceso lento, que necesita su maduración.

 

8.- VOLUNTARIADO Y COMUNIDAD.

            El voluntariado promueve el desarrollo y dinamización de los grupos sociales de una comunidad, a partir de situaciones y problemas que son reconocidos por la población. Pero su acción va más allá al trabajar en tareas que contribuyen a la recuperación del tejido social y a la democratización de las estructuras sociales (A. J. Diéguez, 1998).

            El voluntario pretende movilizar a los propios interesados en la resolución de sus problemas, y para ello lo hace no en una forma individual , sino desde una organización a la que pertenece y desde una comunidad a la cual está integrado.

            Se intenta que la comunidad tome conciencia y se haga cargo de esa realidad y se involucre paulatinamente para dar la solución más apropiada junto con la gente.

            La acción voluntaria no es una algo improvisado, ni una acción meramente supletoria. Se desarrolla sobre la base de acciones planificadas que abordan tanto el problema, como las causas que lo generan.

            El voluntario apunta a corregir la situación producida por la sociedad actual, en la que unos viven en la opulencia y otros en la miseria. Procura por un lado contribuir y ayudar a que surja un mundo más justo y por otro lado a ofrecer unos valores y un estilo de ver la vida más humano.

            Intenta hacer esto no en forma solitaria, sino con otros e ir creando así una respuesta colectiva.

            Lo importante para el voluntariado es que el protagonismo lo detenten los grupos excluidos. De ahí que la función del voluntario es la de acompañar, estar al lado, fomentando que se constituyan grupos que defiendan  sus derechos, aportando una visión critica y siendo parte de esa lucha por una sociedad mejor.

            El voluntario sería como un puente entre dos mundos diferentes, dentro del mismo mundo. Pone en contacto ambas realidades a través de su presencia, pero el protagonismo estará siempre en ese grupo que llamamos “excluido”.

            Desde ahí  se va construyendo una comunidad responsable, democrática, participativa y respetuosa de lo diferente.

            Es un proceso en el que la comunidad se va organizando, va mostrando las situaciones injustas, va consiguiendo derechos desde sus propias necesidades y visiones.

            Es un proceso difícil y largo, pero que sólo tendrá futuro y podrá perdurar si las decisiones y los procesos están democratizados y cuentan con la participación de la mayoría de las personas que viven en la comunidad y no sólo de una parte de ella.

            La solidaridad se realiza en un territorio concreto. No es algo aislado. El voluntario en la comunidad deberá crear y fomentar vínculos entre los diferentes grupos integrantes de la misma y desarrollar tareas comunes para que la población pueda afrontar sus necesidades.

            En esta acción de crear vínculos entre los diferentes grupos integrantes se trata de poder abarcar al mayor número de población de la comunidad, hace posibilitar que todos puedan participar. Esto se hace posible desde un análisis claro de las necesidades y objetivos que se planteen los integrantes de la comunidad y la propia organización en la que se encuentra el voluntario y de un firme propósito de inclusión y tolerancia social.

 

APÉNDICE: LA IDENTIDAD DEL VOLUNTARIADO DECÁLOGO PARA UNA BÚSQUEDA

Tomado de Joaquín García Roca, Solidaridad y voluntariado, Ed. Sal Terrae, 1994.

            1. El voluntariado necesita descubrir la complejidad de los procesos sociales; una idea simple es una idea simplificada. Los problemas sociales tienen la forma de la tela de araña: están tejidos por multitud de factores. Saber estar en una sociedad compleja disponiendo de una buena información es una cualidad esencial del voluntariado hoy.

            2. El voluntariado sólo tiene sentido cuando no pierde de vista el horizonte de la emancipación. Es necesario darle ternura a un enfermo terminal o acoger a una persona que lucha contra su adicción, pero ello sólo merece la pena si es un paso más en la remoción de las causas de la marginalidad y del sufrimiento innecesario.

            3. La acción voluntaria sólo tiene calidad ética cuando es la opción libre de un sujeto en el interior de una triple aspiración: la estima de sí mismo, la solidaridad con los demás y el compromiso por una sociedad justa.

            4. El voluntariado no es una coartada para desmantelar los compromisos del Estado, sino más bien para reclamarlos. Si su presencia es, en algún momento, un pretexto para que la Administración se retire o reduzca sus esfuerzos, el voluntariado ha entrado en zona de peligro.

            5. La acción voluntaria es como una orquesta: lo importante es que suene bien; importa poco si la flauta es de madera o de metal, si es propiedad de éste o de aquél. A la orquesta debemos exigirle coordinación, coherencia y concentración de esfuerzos. El voluntario es siempre un "co-équipier". La fragmentación no conduce a nada, y en el equipo cada cual juega en su propio lugar colaborando con el resto en función de la partida.

            6. La acción voluntaria ha de tener competencia humana y calidad técnica. Con el amor no basta; si, por ignorancia o por incompetencia, hiciéramos sufrir a una persona frágil, aunque fuera con la mejor intención, sólo lograríamos aumentar su impotencia y su marginalidad.

            7. El voluntariado debe ganar espacios en las clases populares. No puede ser una institución que interese sólo a las clases medias ni a aquellos a quienes les sobra tiempo; más bien responde al ejercicio de la cuidadanía que se responsabiliza de los asuntos que afectan a todos.

            8. El voluntariado estima al profesional de la acción social y buscará siempre la complementariedad; pero, por lo mismo, no se convierte en auxiliar ni en correa de transmisión, sino que defiende el espacio de libertad que le es propio.

            9. El voluntariado necesita hoy disciplinar su acción. Las mejores iniciativas se pierden por incapacidad de someterlas a un programa, a unos objetivos, a un método, a unos plazos, a una dedicación seria, a una evaluación. La buena intención es un camino viable si hay disciplina; si no la hay, es un fracaso. El voluntario rehuye las palabras vanas y se acerca a los gestos eficaces. Es importante servirse de palabras justas y de expresiones exactas.

            10. La acción voluntaria requiere reciprocidad: no se orienta simplemente a la asistencia del otro, sino al crecimiento de ambos, aun cuando sean diferentes sus contribuciones. La estima del otro no sólo exige la acogida, sino que además espera una respuesta análoga.

 

BIBLIOGRAFÍA:

            ARANGUREN,L. “Ser solidario, más que una moda” en Suplemento Cáritas número 231. Editorial Cáritas Española. Madrid 1997.

            ARRABAL, A. “El voluntariado”. Editorial Popular. Madrid 1993.

            BERZOSA, G. Conferencia “Voluntariado, iniciativa social e iniciativa pública” en las I Jornadas de Voluntariado organizadas por el Ayuntamiento de Majadahonda. Madrid 1997.

            CORDURAS, P. “Voluntariado: discípulos y ciudadanos”. Editorial cristianismo y justicia. Barcelona 1995.

            DIÉGUEZ, A. y otros. “Promoción social comunitaria”. Editorial Espacio. Buenos Aires 1998.

            FALCÓN, E. “Dimensiones políticas del voluntariado. De la promoción al cambio de estructuras”. Editorial cristianismo y justicia. Barcelona 1997.

            GARCÍA ROCA, J. “Solidaridad y voluntariado”. Editorial Sal Terrae. Santander 1994.

            MONTAÑÉS, M. VILLASANTE,T. ALBERICH, T. “¿Asociaciones de voluntarios? Lo que se dice y lo que se quiere decir cuando hablamos de voluntariado” en la Revista Documentación Social número 104. Editorial Cáritas. Madrid 1996.

            MORA ROSADO, S. “El fenómeno del voluntariado en España: aproximación a la evolución del término (de la opacidad a la mitificación)” en la Revista Documentación Social número 104. Editorial Cáritas. Madrid 1996.

            MPDL “Cuadernos de sensibilización: Voluntariado”. Editorial MPDL. Barcelona 1997.

            RENES,V. “El voluntariado social”. Editorial CCS. Madrid 1994.

            UNAD. “Voluntariado en UNAD”. Editorial Pangea. Madrid 1997.

 

Notas

[1] BERZOSA, G. Conferencia “Voluntariado, iniciativa social e iniciativa pública” en las     I Jornadas de Voluntariado organizadas por el Ayuntamiento de Majadahonda. Madrid 1997.

[2] FALCÓN, E. “Dimensiones políticas del voluntariado. De la promoción al cambio de estructuras”. Editorial Cristianismo y justicia. Barcelona 1997. Páginas 2 y 3.

[3] El cuadro precedente fue tomado y modificado por la autora de ARANGUREN,L. “Ser solidario, más que una moda” en el Suplemento de Cáritas nº 231. Editorial Cáritas España. Madrid 1997. Página 19.

[4] ARANGUREN, L. o.c., página 19.

[5] ARANGUREN, L. o.c., página 20.

[6] ARANGUREN, L. o.c., página 20.

[7] ARANGUREN, L. o.c., página 23.

[8] BERZOSA, G. o.c.

[9] MORA ROSADO, S. “El fenómeno del voluntariado en España: aproximación a la evolución del término (de la opacidad a la mitificación)” en la Revista Documentación Social nº104. Editorial Cáritas Madrid 1996. Páginas 115- 128.

[10] MORA ROSADO, S. o.c. Página 117

[11] MONTAÑES, M., VILLASANTE, T., ALBERICH, T., “¿Asociaciones de voluntarios? Lo que se dice y lo que se quiere decir cuando hablamos de voluntariado” en la Revista Documentación Social nº 104. Editorial Cáritas. Madrid 1996. Página 16 y17.

[12] MONTAÑES, M., VILLASANTE, T., ALBERICH, T. o.c. Página 16.

[13] MORA ROSADO, S. o.c. Página 122 y 123.

[14] GARCÍA ROCA, J. “Solidaridad y voluntariado”. Editorial. Sal Terrae. Santander 1994. Página 62.

[15] FALCÓN, E. o.c. Página 8

[16] CORDURAS, P. “Voluntarido: Discípulos y ciudadanos”. Editorial Cristianismo y justicia. Barcelona 1995. Pagina 2.

[17] CORDURAS, P. o.c. Página 3.

[18] RENES, V. “El voluntariado social” Editorial CCS. Madrid 1994. Página 33.

[19] MPDL. “Cuadernos de sensibilización: Voluntariado”. Editorial MPDL. Barcelona 1997. Páginas 34 y 35.

MPDL son las siglas de una organización no gubernamental llamada Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad. 

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