LA PSICOLOGÍA CAPITALISTA DE ALFRED ADLER

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Antonio Palomo-Lamarca

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Unos de los puntos centrales dentro de la filosofía adleriana es su enfoque centrado en el complejo de inferioridad. Para Adler, es este sentido de inferioridad lo que decide y diversifica la vida mental del ser humano. Por otro lado, Freud había depositado su energía en probar que el hombre estaba biológicamente determinado por sus impulsos sexuales y que estos después de todo, son los que diversifican la vida del ser humano. Con eso, se da una contraposición esencial entre la psicología de Adler y aquella de Freud; sin embargo, en ambos es el concepto de impulso (Trieb) tanto lo que los diferencia como lo que los asemeja. Einstein ya comentó de pasada una vez que ambos sistemas son valiosos, y que al fin y al cabo los dos sistemas desean probar lo mismo. Adler, que no apreció el comentario, intentó convencerle de que era su sistema el mejor y que Freud estaba desfasadamente fuera del campo de la psicología. Evidentemente a Einstein esto le trajo sin cuidado. Adler llamaba a su sistema "Psicología Individual," el cual, está centrado en el individuo como entidad social. Este interés de Adler en el hombre como ser social, como ente que se mueve dentro de una sociedad y que esta influencia a aquel de una forma u otra, ha dado lugar dentro del campo sociológico a lo que se conoce con el nombre de Psicología Social, y esto a su vez encasillado dentro del campo adleriano ha dado lugar a enfoques dentro de otra área denominada Psicología Dinámica. Si miramos con atención la forma en que Adler desarrolló su teoría de la personalidad, así como su sistema en general, hemos de llegar a la conclusión de que el mayor peso le fue dado cuando entró en contacto con Estados Unidos; de hecho, es a medida de su visita y estancia en New York cuando la psicología adleriana comienza a crecer tanto interna como externamente. En definitiva, Adler fue grotescamente influenciado por la sociedad estadounidense hasta el punto de girar su enfoque desde un ámbito marxista a uno inculcadamente capitalista. ¿Cómo fue posible esto? Esta pregunta, de doble filo, es lo que trato de responder a lo largo de este artículo.

El Marxismo, como teoría socio-política, está caracterizado primariamente por su enfoque social. Muy al contrario de lo que se piensa, que es una "teoría de la materia" o de lo material, el Marxismo es una teoría social. El punto de partida es la sociedad, pero el punto de llegada es bien distinto con respecto a otras teorías socio-políticas. En esto, baste citar las diferencias contextuales entre el marxismo, el marxismo-leninismo, el trotskismo, y el socialismo: todos llevan la misma cantinela pero con ritmo distinto. El enfoque adleriano estuvo impregnado por tres factores en este orden: ideas marxistas, ideas trotskistas y, finalmente, ideas capitalistas. Con ello tenemos a tres "Adlers", uno de la juventud y recién salido de la Facultad de Medicina y con experiencia de médico social, es decir, atendiendo primariamente a parias (y no a ricos como Freud), un segundo Adler que entra en el círculo freudiano, se enamora de una señorita de ideas comunistas, y un tercer Adler, separado tanto de las ideas freudianas como de la señorita, y que establece contacto académico con Estados Unidos. Lo dos primeros "Adlers" son los que están interesados en el Marxismo social, mientras que el tercero, el Adler de la madurez, es un Adler centrado en la sociedad capitalista e influenciado por ella.

Con esto en mente, no se quiere expresar el hecho de que existan tres fundamentales psicologías adlerianas, sino todo lo contrario. La psicología adleriana fue siempre una y la misma y el hilo conductor se mantuvo siempre limpio de toda sutura. Esta unidad de la psicología adleriana se precede ya por la visión que Adler mismo tuvo sobre el concepto de la personalidad. La personalidad, al igual que la neurosis-como modificación psicopatológica de aquella-es globalizada por Adler como un "algo" unitario, es decir, una unidad. El hilo conductor que llevó esta corriente eléctrica fue el concepto de inferioridad. Con ello la psicología de Adler permanece dentro de la categoría de lo dinámico, ya que concibe al hombre como un ente anclado en una sociedad, la cual a su vez (dinámicamente) influencia a aquel. Este vals está acompasado por la música marxiana. Es el primer Adler el que se autodefine como socialista profundo y seguidor de Karl Marx. Empero, es necesario añadir que las teorías económico-políticas de éste nunca atrajeron profundamente a Adler. A esta altura he de puntualizar mi disgusto innato al dividir la vida de una persona en distintas etapas, con lo cual, se habla de un "primer," un "segundo," y así sucesivamente, filósofo o escritor. Nunca aprendí a ver aquel "primer" Wittgenstein, ni tampoco aquel "último" Wittgenstein -pues ambos siempre me parecieron la misma persona, y como tal, siempre respondieron al concepto de unidad del que ya Adler habla-. En consecuencia, no es mi propósito el dar a entender de que existen "tres" distintos Adlers, sino que la misma unidad personalística que caracterizó al único Adler, estuvo, no dividida, sino elongada de una forma dinámica. Huelga decir que todos pensamos de un modo hoy, y mañana cambiamos nuestro pensamiento. Lo que hoy era claro, mañana es oscuro; lo que ayer pensamos como factible, hoy lo creemos iluso. Esto forma parte de la vida del hombre, y esto es lo que la filosofía Budista usa para fundamentar las bases empíricas de su Epistemología. Esto no divide a la persona, sino que muy por el contrario la realiza como tal, es decir, como unidad sintiente dentro de una sociedad. No existe por tanto división en la persona, sino elongación. La elongación de la personalidad mantiene en su esencia lo que ya Adler definía bajo su concepto de movimiento. Este concepto, que ya arranca desde Aristóteles, posee el patrón de lo dinámico, o sea, de aquello que se mueve, pero que moviéndose lo hace hacia una meta definida. De modo que, la teoría de Adler de la personalidad es netamente teleológica. Todo movimiento de la personalidad se hace con una meta fija, con un talante propio y con unas expectativas. La personalidad, al moverse hacia una meta, puede evolucionar o involucionar, según el caso. Se puede comenzar siendo un santo para involucionar en un canalla sin más y viceversa. La evolución de la personalidad es involución en muchos casos, como por ejemplo en las neurosis profundas y psicopatías. Lo que para unos puede ser evolvente, para otros supone in-volvente. Nunca llueve al gusto de todos. Sin embargo, la línea que divide lo relativo de lo aceptado comienza a clarearse cuando la esfera del Mal principia a dañar a uno mismo, y lo más importante, a aquellos que nos rodean. Que la esquizofrenia sea o no sea un trastorno de la personalidad, un tipo de personalidad, o un trastorno mental, o bien una enfermedad mental, todo esta vana verborrea nos dice poco, más bien nada. Lo que verdaderamente importa es si el individuo representa un daño para sí mismo, o para aquellos que le rodean. El hecho de que una persona hable con una pared mientras espera el autobús puede ser relevante para aquellos que ignoran lo que ocurre dentro de su mente, pero para aquellos que estudian este hecho lo que auténticamente debe de importar es si la persona que está en estas circunstancias desea aplastarse la cabeza contra la pared, o peor aún, si tiene el impulso de querer aplastar la cabeza de aquellos que con él están esperando el autobús. Sólo aquí la Psiquiatría debe de tener palabra, no como Psiquiatría Social, sino como tarea humanitaria. La Psiquiatría ha de estar al servicio de la persona, al servicio del individuo, de aquí que Adler llamara a su tarea con el nombre de Psicología del Individuo. Esta tarea es una tarea comunitaria, social, y nunca busca intereses propios, sino el bienestar de la comunidad.

La elongación de la personalidad, con su uso dinámico de las facultades de la persona, nos dice que dentro del marco "evolutivo" del individuo, este percibe su vida como "dividida" en diferentes etapas. Esta "división," que no es sino una falsa alarma y una trampa más de los alardes de la razón, se traduce como distintos rasgos evolutivos dentro del que los sufre. Nada más lejos de la realidad. La persona es la misma. La división es solamente una apariencia, una desviación de nuestra mente, de nuestro juicio. La persona nunca está dividida, sino que se mueve indefinidamente dentro de un marco unitario. Nada es más falso que cuando se habla de una "división" de la personalidad-como en el archiconocido caso de la esquizofrenia. El esquizofrénico no está dividido, sino incomunicado. Incomunicado consigo mismo y con el resto de la realidad circundante. El psicólogo que ve esto desde-afuera lo percibe como split, es decir, como división. Sin embargo, el que sufre, el que se para enfrente de esa pared a hablarle, no está "dividido," sino incomunicado. Se trata de una incomunicación consigo mismo, y con el resto de la sociedad. La esquizofrenia, posee por tanto, una doble incomunicación. Por esto, no deben verse tres distintos Adlers, del mismo modo que no existen tres distintos Wittgensteins. Son una misma persona elongada por la fuerza vectorial de la dinámica de la personalidad, y con ello introduzco el hecho de que la personalidad humana es la sustancia más tangible y elástica que existe. La personalidad es una sustancia tremendamente maleable. Esta maleabilidad la hace, por tanto, ser una potencia. En este sentido, el hombre es siempre un-llegar-a-ser, un ente que se des-arrolla a lo largo de su existencia. Este hecho de "llegar a ser," fue ya mencionado por Aristóteles en su filosofía física, pero Adler lo incorpora de modo patente y central en su psicología dinámica de la personalidad. Más tarde, es Heidegger quien usa el concepto para explicar su Dasein, o sea, el-ser-ahí -el hombre como ente dentro de un marco temporal y social. La anticipación de este concepto (Dasein) se da en Alfred Adler, quien habla ya del hombre como un ser social, dentro de un marco cultural que le influencia (Marx), pero que al mismo tiempo tiene el poder de cambiar el curso de la historia. El hombre tiene, por ello, el poder de actuar y modificar su propia personalidad; es un actor y un modificador al mismo tiempo. No hay que olvidar algo tremendamente importante dentro de ámbito de la personalidad humana: el hombre es el único animal capaz de fingir sus propios sentimientos. Esta capacidad dramática le hace por tanto ser un actor. El Teatro, con su versión moderna en el Cine, son expresiones fundamentales de la capacidad simuladora del ser humano. Un perro, por ejemplo, jamás podrá simular reacciones, ni sentimientos tampoco; cuando ladra, ladra, y cuando mete la cola, mete la cola. El hombre, muy por el contrario, es capaz de reír cuando siente tristeza, llorar cuando está alegre, mostrar sentimientos que en realidad no siente, y poner aquellos en palabras que en verdad no reconoce. La capacidad dramática del ser humano es la clave para llegar a comprender qué es la neurosis, y con ella la enfermedad mental. Con esto, no quiero decir que el neurótico sea un "dramático," ni que toda enfermedad mental sea una especie de "puesta en escena." Mi intención es resaltar del hecho de que el ser humano es un animal maleable, dúctil, y que dentro de su maleabilidad se desarrolla su capacidad dramática, es decir, su modo de actuar. Este modo de actuar, y no otra cosa, es lo que lo hace ser un animal racional. Se ha mal-comprendido y mal-interpretado que los griegos pensaran que el hombre era un animal racional porque no ya solamente pensaba, sino porque también hablaba, con eso, se daba una estrecha interrelación entre habla y razón. Sin embargo, esto es bien distante de la realidad. Los Sofistas sabían perfectamente cómo modificar argumentos y hacerlos visibles, y sabía hacer esto porque conocían a la perfección el hecho de la maleabilidad de la personalidad humana. Aristóteles, que era un buen pajarraco, supo de esto, y notó en su sencillez la relación importante que existía entre razón y actuación. Cuando vio esto, se dio cuenta de que el hablar era sólo un instrumento más dentro del complejo zoos politikon, del animal social. Consecuentemente, escribió su Tratado sobre la Retórica, y más importante aún, su Tratado sobre la Poética. Retórica y poética son las esencias de la razón humana, es decir, la facultad del habla, y la facultar de fingir, de actuar. Aristóteles sabía esto.

Si la Literatura, en general, es una manifestación patente de la facultad simuladora del hombre, y si la Retórica, con ello la Política, son manifestaciones igualmente de la capacidad del habla; entonces, hay que concluir que la razón humana, no es una esencia, sino un accidente, es decir, el hombre no es un animal pensante, sino sintiente. La razón como accidente es sólo un instrumento, una pieza más dentro de un todo. La verdadera esencia hay que encontrarla en esa capacidad simuladora, capacidad que es dependiente de los sentimientos humanos. El hombre es un ser que siente, que piensa por accidente, y que cuando piensa, en muchos casos, no piensa correctamente-no usa el instrumento con audacia. Kant se encargó de demostrar esto durante toda su vida. Antes que comenzar a pensar, el hombre comenzó a sentir, y con ello, comenzó a actuar, a fingir. Si miramos atentamente a esto, veremos que se comienza a dar una contradicción entre aquello que se siente y aquello que se piensa. Esta es la base de la neurosis. Todos somos simuladores, pero el neurótico es una persona que ha llegado a hacer consciente su capacidad simuladora. Al hacer esto ve, nota, siente que hay contradicciones que son difícil de saltar. Entre otras cosas, nace la ansiedad.

Adler percibió que el hombre como ser social ha de intentar colaborar con sus semejantes, y dejar de fingir para llegar a lograr aquello que más le place. Este tema lo descubrió cuando sirvió como médico en el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Allí vio como los soldados eran capaz de fingir enfermedades con tal de no ir a la guerra. No era una acto de cobardía, sino de desconsideración por parte de ellos, ya que en su lugar otros iban a ser enviados. Aquí, Adler se dio cuenta de que la clave del asunto estaba en la cooperación, y no en cualquier tipo de cooperación, sino en lo él denominaría Gemeinshaftsgefühl, es decir, cooperación, interés en lo social. En esta palabra alemana va implícito el uso de lo sentimental, o sea, del sentimiento como unificador entre seres humanos. También va implícito el hecho de lo comunal, de lo social, de lo que pertenece a todos como un todo dentro de otro todo llamado Universo. Con esto la filosofía adleriana da un paso desde lo socialista hacia lo cosmopolita, desde el hombre como ser social hacia el hombre como ser universal. La sociedad no es por tanto sólo la sociedad inscrita en mis alrededores, en mi ciudad, o en mi nación, sino una sociedad que circunscribe todo el mundo, todo el universo; es el planeta Tierra la sociedad más grande. Lo curioso es que a Adler le pasó lo mismo que a Unamuno, quien comenzó siendo socialista para luego apoyar la insurrección del General Franco. Todos sabemos que luego se arrepintió, pero el apoyo lo dio. Todos sabemos que murió poco después con ese mal sabor de boca. Adler era socialista, había sido socialista desde su temprana juventud. Saltó la Primera Guerra Mundial y la apoyó, pero luego se arrepintió; luego vio que no hay guerra justa, y que todo derramamiento de sangre es cruel. Tuvo el poder y la suerte de arrepentirse porque era humano, porque poseía-al igual que todos nosotros-el extraño poder de ser maleable, y de poder vivir con la infinita carga sísifica de la contradicción. Esto es un lujo que solamente los humanos tienen, de ahí que seamos la única especie que llegamos a tropezar dos y tres veces con la misma piedra.

Una de las aplicaciones de la Psicología del Individuo es su fundamentación educacional. Uno de los pilares básicos que diseña Adler es la educación del individuo, comenzando por su niñez, pasando por su adolescencia, y terminando en su madurez. La vejez cuenta poco en Adler; de hecho, no existe una psicología del envejecimiento en su sistema. Es precisamente en este tema de la educación del individuo donde el Adler socialista llega a entremezclarse con el Adler capitalista-este último supinamente influenciado por la sociedad y academia norteamericanas. He de precisar que Adler no viaja a Estados Unidos hasta la década de 1920, y que es después de esta fecha cuando comienzan a cuajar las ideas capitalistas dentro de su sistema psicológico; ideas, por supuesto, cuya principal aplicación va a estar direccionada hacia la educación y crianza del niño. En 1911 Adler y Freud rompen su relación profesional y de amistad personal, una relación que se había forjado en 1902. La personalidad médica de Adler fue sin duda, mantenida y alimentada gracias a su contacto con el círculo freudiano y con Freud personalmente. Desde luego, los psicólogos adlerianos quieren pintar un distinto cuadro a este respecto, pero la verdad es que tras la separación con Freud, Adler trata desesperadamente de encumbrarse hacia el éxito con tal de hacerle sombra a su maestro. El primer paso que tuvo fue intentar llegar a ser profesor en la Universidad de Viena, y para ello presentó como prueba de investigación su recién publicado libro El Carácter Neurótico. Su solicitud fue revocada. Tras esto llega la Primera Guerra Mundial y su servicio como médico de filas. Posteriormente Adler comienza a entablar contacto con la política, ahora más aún que antes. Este Adler, es un Adler lleno de una ambición personal por ser importante y por llenar de furia y hacer sombra a Freud. Desde ahora se dedica a colaborar en proyectos políticos, y todos estos apuntados hacia problemas educativos. Da instrucciones y seminarios acerca de cómo educar y cómo tratar con lo que él llamaba Schwererziehbare kinder, el "niño problema." Dibuja una imagen de la infancia basada en sus experiencias personales de la niñez, y en sus resentimientos hacia Freud. Cuando uno lee a Adler, uno recibe la impresión que su análisis del niño es extremadamente cruel y desacertado, de hecho, llega a dar la impresión de que es un "enemigo" de la infancia. Para Adler el niño es un ser inferior que trata de superar su inferioridad adoptando formas bizarras de comportamiento y de rechazo hacia su derredor. No hay escapatoria en esto. Todos los niños son defectuosos, y para corregirlos uno ha de nutrirse de la Psicología del Individuo que él ofrece. No pudo con Freud, tampoco pudo lograr el puesto de profesor en la universidad, pero ahora tiene un fin más intimidatorio: analizar al ser humano desde la niñez, y controlarlo mediante la educación pública; la herramienta: su propio y personal complejo de inferioridad, y el resentimiento contra el sistema social de la época, lo cual tapaba su profundo rencor hacia Freud. El resentimiento en Adler es tan profundo que este llega a analizar la personalidad del individuo poniendo al criminal y al neurótico, así como al niño mimado a la misma y exacta altura. En una palabra, es dificilísimo distinguir cuando un asesino indiscriminado es diferente de un hombre que se queja de ansiedad y temblores nocturnos, o peor aún, de un niño mimado que patalea en la tienda porque su madre no le ha comprado un libro de colores. Es mi opinión que tal análisis es poco profesional y, por otro lado, repleto de ira hacia la niñez y la sociedad circundante. Es de sobra conocido que Adler fue un niño tímido, enfermizo y lleno de resquemor hacia su hermano mayor, cuyo nombre coincidentemente era Sigmund. Esto dejó huella en la persona de Adler, quien construyó su propio sistema partiendo de su personal complejo de inferioridad, y de sus resentimientos sociales. Esto no quiere decir que todo su sistema sea erróneo, o un cuento de bobos. Todo lo contrario, Adler es un atento investigador y un inteligente psicólogo, pero esto no ha de negar el hecho de lo otro. Del mismo modo que las experiencias personales con la cocaína tuvo un gran influjo en el modo en que Freud diseñara su Psicoanálisis, de la misma forma la infancia y las experiencias de inferioridad que tuvo Adler influyeron en el desarrollo de su Psicología. Ambos hombres era inteligentes, emprendedores y bastante ambiciosos, con objetivos distintos y con métodos opuestos; igualmente, sus personalidades eran gigantescamente discordes.

Hacia 1927 Adler publica su obra Sobre la Naturaleza Humana, un libro que se forjó dando seminarios dirigidos hacia profesores y maestros de enseñanza pública. Estos seminarios tuvieron lugar en el Volksheim, un instituto de educación. Sorprendentemente, este libro está repleto de enlaces capitalistas y de comentarios deleznables hacia la niñez. Para apoyar todos estos comentarios, y todo este análisis, Adler inventa el concepto de órgano inferior, en el cual va implícita la idea de que ciertos niños nacen con órganos inferiores, es decir que no funcionan correctamente, y que debido a ello estos desarrollan un tipo especial de psicología, la cual no llega nunca a adaptarse al mundo a no ser que un psicólogo adleriano corrija el altercado. El estudio sobre la inferioridad de los órganoss es presentado por primera vez en la sociedad psicoanalítica de Freud y publicado en 1907. Freud tuvo verdaderas palabras de encomio al oír la exposición. Lo que ocurrió es que un estudio que se armó gracias a la influencia de la sociedad psicoanalítica llega a ser usado por el mismo Adler en beneficio propio, es decir, Adler usa su propia teoría para llegar a intentar probar algo que él mismo quería cubrir a viento y marea: su resentimiento hacia la niñez. Adler, al igual que Freud, intenta encontrar las leyes que gobiernan el comportamiento humano, y para ello se basa en una teoría de los instintos que es opuesta a aquella de Freud. Si Freud se centra más en la biología y la fisiología de los impulsos, Adler hace del entorno social el principal punto de palanca en su sistema. Sin embargo, contra Freud y Adler he de decir que el comportamiento humano no posee leyes algunas, o sea, que es vectorialmente imposible, si no absurdo, el querer encontrar "leyes" que fundamenten y expliquen el origen de nuestros actos. Como ya mencioné con anterioridad, la personalidad humana es algo que siempre está en potencia, y que el acto solamente es logrado cuando el hombre ha llegado a un punto de conocimiento superior al resto de los mortales; esto ha sido examinado por distintas culturas, entre ellas y la más famosa, la Hindú, que llama a este estadio con el nombre de nirvana, lo que sería la "iluminación" para los Budistas. Hasta llegado ese instante, el hombre no es más que un barco que se mueve a la deriva, caótico y sin leyes que lo definan; hoy puede moverse para el Norte y mañana lo hace hacia el Sur, y sin embargo, antes del terminar el día ha virado hacia el Oeste. No hay modo de explicar esto, no al menos por "leyes." El único modo de aproximarse a una idea es el pensar que el hombre es hijo de sus errores, y por ende, padre de sus acciones. El hombre es también un animal accionario, un animal que vive para la acción y la re-acción. La personalidad del ser humano es transparentemente cambiante, al igual que la dirección de aquel barco que decíamos. Esta movilidad de la personalidad, esta mutabilidad es lo que denomino elongación de la personalidad. La personalidad pasa a ser, en consecuencia, una elongación de errores, de cambios, de fases a través de las cuales el ser humano se va auto-realizando a sí mismo. Por esto jamás existen distintas personalidades dentro de una misma persona, ni distintos "Adlers" o "Wittgensteins," sino que se trata de la misma mente en camino del conocimiento, luchando por llegar a actualizarse en el viaje de la vida. Adler posee en su forma genética el mismo concepto del que hablo pero enunciado distintamente. Adler habla de la unidad de la personalidad. Esto es tipificado ya a partir del estudio de las neurosis que hace, sin embargo, él intenta encontrar ese patrón de leyes que defina el comportamiento humano. Mi objeción es que tal patrón es inexistente, y que su búsqueda más que una pérdida de tiempo es una tarea absurda. La inferioridad de los órganos era el primer escalón de la escalera de las leyes del comportamiento humano. Cuando Adler ingenió tal teoría, el biologismo freudiano era patente, aunque huelga decir que si Freud influyó a Adler, la teoría de la inferioridad de los órganos, así como el concepto adleriano de impulso (Trieb) tuvo su repercusión en la psicología freudiana. En resumen, ambos se influyeron mutuamente. La forma elemental de la teoría de la inferioridad de los órganos no requiere que el niño posea un órgano deficiente desde su nacimiento, o que lo haya adquirido después. No se trata de una cojera, sordera, o ceguera-aunque esto también va implícito. Se trata más bien en cómo el niño influye en sus propios órganos haciendo de estos (o de algunos o algún de ellos) un impedimento en su relación con el mundo. Así pues, cuando lo exterior no funciona se interioriza un malestar que lo describe. Esta interiorización es lo que la medicina psicosomática describe como somatización. En definitiva, el estudio de la inferioridad de los órganos es un estudio somático, un estudio sobre la somatización de los sentimientos y pensamientos del ser humano. Y esto es lo que verdaderamente volvía loco a Freud…Lo interesante es que años más tarde, el fundador de la Medicina Psicosomática, Oswald Schwarz, dimite de la Sociedad de Psicología del Individuo, la sociedad "libre psicoanalítica" que Adler había fundado al abandonar la sociedad de Freud. En este instante el fisiólogo Rudolf Allers (que llega a ser psiquiatra) también dimite. A su lado está Viktor Frankl, quien apoya la dimisión y quién es expulsado directamente por Alfred Adler. Lo que Freud no hizo con Adler, él lo hizo con otros. Freud pidió al editor de la revista que él y Adler co-editaban, elegir una persona entre Adler y él mismo, Freud, ya que las ideas que Adler propagaba eran contrarias a la sociedad psicoanalítica y contrarias a los estatutos académicos de la revista. El editor comunicó a Adler esto, y subsecuentemente él dimitió. Sobre esto los adlerianos montaron la película de que fue Freud quién "expulsó" a Adler sin decirle absolutamente nada, pero no fue así. Adler dimitió y fue una dimisión obvia, ya que tanto Freud como Adler no tenían una relación cordial desde hacía tiempo. Es necesario decir que Freud no fue una persona agradable, y que cuando alguien le entraba de mal modo, no había modo de cambiarle-por otro lado siempre fue un hombre de extremado rencor. Cierto es que luego el nombre de Adler, al igual que el de Pierre Janet, eran considerados herejes dentro del círculo freudiano, y la sola mención de ellos molestaba y enfadaba a Freud. Adler, con todo su complejo de inferioridad y su deseo por controlar a las personas, llegó a expulsar a Frankl: nunca sirvas a aquel que ha servido, dice el refrán. Tras el éxito de la Logoterapia, y la millonada de libros que Frankl llegó a vender, los adlerianos se apresuraron a decir que Frankl era adleriano también, y que él había sido discípulo de Adler…ironías de la vida… Sobre la falta de carácter de Adler existen numerosas anécdotas, pero las biografías adlerianas tratan de taparlas, o en su defecto pintarlas un poquito. En cierta ocasión el psicólogo newyorkino Abraham Maslow (1908-1970) y Adler estaban tomando café juntos, y Maslow, de pasada y como el que no quiere la cosa, llamó a Adler "discípulo de Freud," con la sorpresa que Adler todo encolerizado sacó una carta amarillenta y medio rota de su cartera enseñando a Maslow que fue Freud quien invitó a Adler a ser miembro de su sociedad. Maslow todo sorprendido por la reacción de quien se suponía una autoridad en comportamiento humano, llegó a ver que Adler iba desde hacía décadas viajando con la carta que Freud le envió hacia principios de siglo XX invitándolo a atender a sus sesiones psicoanalíticas los Miércoles por la tarde en su casa. Adler aceptó, y también guardó la prueba del destino.

Actos como estos, evidentemente nos dicen que Adler tenía problemas de valoración personal, complejo de inferioridad y un tremendo deseo de ser valorado y de controlar a aquellos que le rodean. En Viena Adler no tuvo más repercusión que Freud, y mucho menos más que Jung. Freud y Jung eran dos gigantes de la Psiquiatría, de hecho, antes que Freud fuera famoso, Jung ya era un psiquiatra de renombre internacional. Adler llegó a ser mejor reconocido internacionalmente una vez que viajó a los Estados Unidos y dio una serie de seminarios y conferencias. Austria tenía el placer de tener el mismo apellido "Adler" para cuatro personalidades: Max Adler (filósofo y escritor), Viktor Adler (médico y político socialdemócrata), Friedrich Adler (hijo de aquel y escritor, famoso por asesinar al Primer Ministro austríaco en 1916.), y finalmente Alfred Adler, médico generalista, especializado por su cuenta en Oftalmología, y luego más tarde en enfermedades nerviosas. Por lo tanto, el apellido de Adler era conocido, y antes que Alfred, había otros que estaban más en el tintero. Alfred Adler sabía esto y también tendría sus problemillas al respecto, sin embargo, nunca se ha hablado de ello. Alfred Adler era un hombre seriamente dañado por su inferioridad, o mejor dicho, por su complejo de inferioridad; seriamente dañado por su deseo de lograr más que nadie y de ser reconocido contra viento y marea. Parte de esto tiene la culpa su mala salud infantil, y su "nefasta" relación con su hermano mayor Sigmund, el preferido por su madre. Entre malos sentimientos y problemas de inferioridad el joven Adler desarrolla su psicología de la personalidad; una psicología que posee puntos positivos, pero que como todo en la vida, también conlleva cierta negatividad. La teoría de la inferioridad de los órganos es una exquisitez dentro de la Historia de la Psicología. Sin embargo, he de decir, que Adler llega a usar esta herramienta convirtiéndola en un arma contra la infancia y el niño. Por ejemplo, en su libro sobre la naturaleza humana, Adler utiliza el concepto de la inferioridad de los órganos, que él mismo había creado para explicar cómo un niño con algún tipo de deformidad llega ser tremendamente desagradable en su carácter. Utiliza expresiones como:

They look with suspicion and mistrust…They have a peculiarly sharp sense of life's hostility…their interest in the bitterness of life is much greater than in its brighter side…They demand an extraordinary amount of attention paid to them…They conveive of the necessary obligations of life more as difficulties tan as stimuli…they approachevery experience with an exaggerated cautiousness...1

Más adelante continúa con su análisis diciendo del niño mimado:

His life becomes involved in the struggle to hold the tenderrrness of others by fair means or foul. To accomplish this he dares to use every means which lies at hand; he may attempt the subjugation of his rival, a brother or sister, or occupy himself with tale-bearing against them…He is lazy, or bad, for the sole purpose of giving his parents the task of busying themselves more with him; he becomes a model child because he considers the attention of others a sort of reward.2

Referente al niño que es acariciado en demasía dice:

They have never had an opportunity to meet responsibilities. Such children have all been denied every opportunity to make those preparations which are so necessary for future life. They are not prepared to make contacts with anyone…Such children are utterly unprepared for life…they suffer defeats almost of necessity…All phenomena of this type have one thing in common: they tend to the greater or lesser isolation of the child.3

No debemos de olvidar que en su valoración Adler habla de simples niños, no adultos, ni siquiera adolescentes, más aún, está hablando de niños que en muchos casos tienen entre cuatro y cinco años de edad. Para Adler, la personalidad del ser humano se forma entre el cuarto y el quinto año de vida, y según él sea cual sea el patrón de comportamiento de un niño a esta edad ese patrón es el que va a seguir por el resto de sus días. Tremenda absurdidez no puede ser mayor. Como ya he comentado, la personalidad del ser humano es algo que siempre está en constante movimiento, que jamás para ese movimiento y que se elonga desde un principio hacia un equilibrio que tarde o temprano ha de llegar. No existe ese modelo que Adler nos conforma mediante el cual el niño de cinco años posee, en esencia, la misma personalidad que ha de adoptar a los cuarenta. Este es el tamaño error de la psicología adleriana: suponer la unidad de la personalidad en un marco netamente anquilosado. Adler es consciente del hecho y hace sus esfuerzos por remilgar del desperfecto. Para ello idea todo tipo de estrategias, entre las cuales está, por supuesto, su concepto de modo de vida. Adler nos dice que el modo de vida de un individuo tiene repercusión sobre su comportamiento-viceversa también funciona. Pero, el pormenor casi pasa desapercibido, si no nos fijamos que este "modo de vida" ya queda fijado a los cuatro o cinco años de edad. En esto, Adler trata de no hacer ruido, sobre todo si se tiene en cuenta que él mismo habla de la personalidad humana como un llegar-a-ser, y que este llegar-a-ser posee una fuerza dinámica, o sea, que existe un movimiento en la personalidad del individuo que le hace galopar hacia un fin. Holísticamente está muy bien, de hecho estoy conforme con ese modelo; lo que desisto en aceptar es el hecho de que ese patrón de comportamiento, ese estilo de vida, y ese movimiento se establece entre los cinco primeros años de la edad del ser humano, y que son tan inmovibles que este llega a ser o un neurótico, o un criminal o psicótico en muchos casos. El único modo de salvaguardar esto es, según Adler, mediante la psicoterapia, y por puesto no cualquier psicoterapia, sino la adleriana. No puedo estar más en contra de esta ridícula imagen. El hombre no termina nunca de formase, siempre está en un continuo devenir, de ahí su maleabilidad. El hombre no se forma solamente en su niñez, sino que es una sustancia espiritual que haciéndose carne lucha por llegar a un equilibrio interno y externo-en esta lucha el hombre forma su personalidad. Esta lucha dura toda una vida. Atendiendo a otras culturas, esta lucha dura miles, millones de vidas.

La personalidad del hombre es dinámica, y dentro de este dinamismo caracterizado por un movimiento hacia un fin, se adopta la secuencia de llegar-a-ser algo en la vida. Todo esto es cierto y Adler lo enunció atentamente. Sin embargo, que este movimiento quede estacionado a los cinco años de edad me parece incongruente-y creo que Adler también lo sabía, pero de haberlo reconocido hubiera tenido que tirar por tierra todo su sistema y comenzar de nuevo, que para entonces estaba solo, fuera del marco de Freud y sin el auxilio del cientifismo freudiano. La alternativa fue encontrar el punto de encuentro entre este disfrazado movimiento de la personalidad (que no es sino un estancamiento) y el tema de las neurosis. Para ello, Adler se centró en el problema de la educación, y como punto de palanca huelga decir qué mejor para empezar que la educación de un niño. Con ello se decidió a examinar la enseñanza pública, el profesorado y los niños que estaban considerados ser "problemáticos." Se llegó incluso a crear clínicas sociales y educativas a las que se traía estos "niños problema" con el fin de ser "curados." Aparentemente, Adler tenía un deseo imperioso por controlar, ¿y qué mejor modo de controlar existe si no mediante la educación? Es la educación, por ende, el punto de unión entre el movimiento de la personalidad y las neurosis. Adler concibe la educación del niño como un punto fundamental en el desarrollo intelectual y de la personalidad del mismo. Más aún, la salud mental del niño depende del modo en que él sea educado. Con esto, Adler viene a dar al tema de la responsabilidad. Toda neurosis pasa a ser una falta de responsabilidad por parte del individuo-al igual que todo acto criminal también. El niño ha de aprender a ser responsable, y para ello Adler tiene la clave. Adopta la posición de querer educar a los maestros, a los padres y que estos sepan como educar a sus hijos, y si esto no funciona han de hablar con un terapeuta adleriano, quien mediante técnicas de ánimo y fervor ayudará al paciente y a la familia a lograr el objetivo fijado. Bajo mi punto de vista el objetivo es claro: amaestrar al paciente con el látigo del terapéuta, haciéndolo aceptar lo que el terapéuta ha sido educado (ya) para eneseñar. Esto se ve muy claro cuando uno lee, por ejemplo adlerianos profundos como el doctor Rudolf Dreikurs, quien en su libro (entre otros) Fundamentos de la Psicología Adleriana no es sino un auténtico papagayo de lo que ya había enunciado con anterioridad Adler. No hay mente crítica, menos aún creatividad; de todo lo que se trata es de repetir ya lo dicho y de arrodillarse ante la estatua del maestro. Huelga decir que esto no es endémico de Adler, pues lo mismo lo podemos encontrar en los escritores freudianos, o en los nietzscheanos, husserlianos, etc…Esto es lo que llamo el efecto-papagayo. El efecto-papagayo es la imagen patente de la crisis de personalidad, de la sobrestimación que se hace, muy a menudo, de teorías y teóricos. A pocos adlerianos les gusta oír decir que Adler fue simplemente un médico generalista, que se especializó por su cuenta en enfermedades mentales. Del mismo modo, a pocos freudianos les gusta oír decir que Freud no era psiquiatra, sino neurólogo, y que llegó a la Psiquiatría por accidente y tarde. El único psiquiatra como tal fue Carl G. Jung quien hizo la especialidad en un asilo de enfermos mentales, en uno de los asilos donde luego más tarde Freud hará una visita para discutir y pedirle consejo. Esto no es dicho para desprestigiar Adler, sino para mostrar que todo héroe también posee su disfraz. La labor psiquiátrica de Adler jamás podrá tener la misma altura que tuvo aquella de Freud, menos aún la de Jung. Cierto es que Freud dedicaba sus energías a examinar las dolencias mentales de la alta sociedad, mientras que Adler, más ameno y llevadero en su carácter, se dedicó al pueblo llano y a las clases más bajas. Como persona Adler fue un buen hombre, pero también tuvo sus defectos, y en ningún momento poseyó esa imagen broncínea que los adlerianos han querido transmitir. Del hecho de que detestaba las críticas, y que jamás uno podía mencionar el nombre de Freud a su lado, que estuvo tan groseramente enfadado con Frankl que no solamente le expulsó de la sociedad de psicología del individuo, sino que además jamás volvió a dirigirle la palabra, ni tan siquiera a saludarle si le veía por los pasillos, de esto-entre otras cosas-no se habla porque ha de ser borrado de la páginas adlerianas. Freud también poseía un carácter inquebrantablemente controlador. La sociedad psicoanalítica que formó era una especie de pandilla de doctores que sólo atendían a las sesiones para adular y arrodillarse ante su maestro. A Freud le encantaba ser respetado y controlar el pensamiento de los demás igualmente. Es más que conocido el hecho de que formó un comité secreto para discutir quién y quién no había de pertenecer a sus premisas analíticas. Tanto Freud como Adler no fueron perfectos, fueron hombres como todos nosotros, con defectos y con problemas personales. Aquí abajo, ninguno somos hijos de héroes.

Hablar de la homosexualidad de Freud sería llevar la presente discusión por otros y muy distintos derroteros, sin embargo, he de resaltar que Freud reconoció que poseía tendencias homosexuales, y que con otras tendencias, tuvo que controlarlas muy seriamente. El caso de Adler es bien distinto. Que tanto Jones como Freud (ambos eternos amigos) fueran homosexuales, no es tan difícil de imaginar-sobre todo si se tiene en cuenta el modo en que actuaban entre sí y para con otros, así como la forma en que pensaban. Es mi creencia que Adler notó estás tendencias homosexuales en Freud, así como en Jones-biógrafo de Freud. Es mi creencia que Adler notó también que Freud tenía problemas emocionales a ese respecto que le hacían acarrear siento resentimiento hacia sí mismo y hacia los demás, que veía sus tendencias homosexuales como signo de inferioridad, de feminidad y debilidad, lo cual le llevaba a tener impulsos controladores, y los cuales le delataban como una incipiente víctima del complejo de inferioridad-complejo que Adler conocía muy bien porque él mismo lo tenía. Adler notó esto, y Freud sabiendo que sabía demasiado comenzó a sentirse inquieto. El pretexto: que Adler no era freudiano. Cierto es que sus inicios fueron freudianos, pero cierto es también que jamás llegó a identificarse totalmente con la doctrina ortodoxa freudiana-sobre todo la centrada en lo sexual. Adler se descentralizó del círculo freudiano principalmente porque la teoría de los instintos que Freud predicaba nunca terminó de convencerle; por otra parte, la gran carga política que conllevaba la filosofía social adleriana nunca jamás la tuvo Freud. Esto no quiere decir que Freud fuera apolítico, sino que su visión era particularmente conservadora, mientras que Adler había sido y seguía siendo un militante socialista. Cómo Adler siendo socialista, preocupado por el bien y el interés común, casado con una socialista radical rusa, amiga de Trostsky al mismo tiempo que admiradora de la revolución, termina adoptando una postura algo más conservadora, menos idealizante y socializada, para llegar a ser finalmente de corte capitalista, es una pregunta que no ha sido examinada con la minuciosidad que se merece. Menos aún ha sido contestada con la justicia que reclama.

Para examinar este cuestionario uno ha de diseccionar la biografía de Adler, su pensamiento y su relación personal con su esposa, Raissa Timofeivna Epstein. En 1897 la conoció en el entorno socialista de la Austria de fines de siglo. Ambos estudiantes congeniaron rápidamente dado el carácter revolucionario de ella y el talante marxista de Adler. Un punto de enlace importante para la pareja fue que Adler era un ardiente defensor de los derechos de las mujeres, exponiendo siempre su pensamiento en una forma social explicaba cómo la mujer había sido subyugada y utilizada sexualmente en la sociedad occidental. Raissa, que era una feminista militante, no pudo estar más desacuerdo con él. Sin embargo, a lo largo de los años el matrimonio se fue distanciando. Adler comenzó a vivir para sus ambiciones, y Raissa para su política. Cuando Adler visitó por primera vez Estados Unidos intentó convencer a su esposa para que esta se fuera a este país a vivir con él-Adler estaba preocupado con la subida al poder de un régimen fascista que tarde o temprano castigase a los judíos. Raissa rehusó ir con él excusándose feministamente en el hecho de que ella no tenía que depender del hombre, y que tenía asuntos bien importantes que atender en Austria. Entre vientos, mareas y acantilados, Raissa termina siendo encarcelada por asuntos de política, su vida puesta en el precipicio del peligro y sus hijos sufriendo las consecuencias. Adler lamentaba esta situación y sufría los hechos desde el otro lado de la orilla. Finalmente Raissa accede a mudarse, coge sus hijos y se marcha a New York después de haber hecho ir a Adler. Corría el año 1935, pero Adler había estado visitando el país desde mediados de los años veinte. Una vez llegados a New York, ciudad en la que su esposo Alfred Adler daba clases como lecturer en Columbia University, a parte de funcionar como docente en institutos y clínicas de los entornos, intentan hacer una vida normal. Empero, Raissa encuentra a Adler un poco cambiado, no ya exteriormente, sino respecto a su pensamiento. Con anterioridad la pareja había tenido momentos de tensión, pues el radicalismo de Raissa no terminaba de convencer a Adler, pero al llegar a New York fue patente que Adler había virado, no ya de judío a cristiano como hizo en Viena, sino también de socialista a capitalista. Este último cambio no fue tan radical como el primero, que de entrada se había convertido en Viena al Protestantismo, sino que fue más gradual y siempre entremezclando ideas con su pasado socialista. Por aquellos entonces no era muy difícil encontrar ideas comunistas en suelo norteamericano; el Comunismo, así como el Socialismo estaba perversamente perseguido, y por supuesto Adler sabía esto y supo estar a la altura de las circunstancias. Adler siempre supo darle al público estadounidense aquello que estos más deseaban y esperaban. Lo que más llamó la atención y más apoyó Adler fue el derecho a voto que las mujeres andaban pidiendo, y el movimiento feminista que se había terminado forjando. Si uno analiza detenidamente las diferencias entre los escritos que Adler desarrolla en Austria, con aquellos que más tarde desarrollará en Estados Unidos uno verá evidente un cambio de pensamiento. Adler nunca fue un capitalista radical, pero tampoco condenó al sistema en lo más mínimo. Su talante socialista siempre condenó todo egoísmo y todo sistema de educación anclado en el conservadurismo vienés. Ahora, una vez llegado y mimado por los Estados Unidos, Adler siente la necesidad, sino de hacer algunos cambios en su pensamiento, al menos sí en aminorar el ritmo de su crítica como socialdemócrata. El modo más inteligente en que se hizo esto fue a través de los discípulos en suelo norteamericano, quienes habiendo sido criados y amamantados en un sistema capitalista y enemigo de todo socialismo iban a idear un modo de cómo integrar esta visión dentro del cuerpo doctrinal adleriano. El principal exponente de esta integración fue Rudolf Dreikurs, quien comienza por declinar todo interés puramente psiquiátrico para centrarse en el papel de la educación del niño, tomando esta como la clave del desarrollo intelectual y sanitario del mismo. Si para Adler lo principal fue la educación del profesor, del maestro de escuela quien había de saber los requerimientos mínimos de la psicología adleriana para así poder distinguir el futuro delincuente del que iba a ser un chico de provecho, ahora, para Dreikurs la cosa se centra en los padres. Dreikurs pretende educar a los padres antes que al profesorado. Una distinción que posee su lado capitalista: en Estados Unidos la educación al igual que la sanidad, cuesta dinero. Sería más barato educar a los padres que a los profesores. La educación pública, a parte de ser nefasta y una broma nacional, no tiene sentido para la mayoría de la población. Los muchachos se dejan la piel trabajando para poder ir a la universidad, y una vez allí tienen préstamos bancarios que a veces duran de por vida. Un sistema socialista no posee esto. Adler sin duda conocía este problema, pero supo callarse. Si vamos a la sanidad, la cosa es peor aún. El que accede a un sistema médico es aquel que ha trabajado y conseguido un seguro que se lo garantice, es decir, no existe sanidad pública o seguridad social. El capitalismo es un sistema donde todo se privatiza, no ya la educación y la propiedad, sino la sanidad también. Todo es un negocio, incluyendo la salud y la educación universitaria. No existe diferencia entre vender relojes, y vender lecciones de Platón o de Matemáticas. Si te enfermas y no posees seguro privado, el costo que el gobierno emplea en tu caso es el mínimo, o sea, el más barato, y por tanto los recursos médicos que se han usado han sido los mínimos y peores. El que piensa que siendo pobre en Estados Unidos recibe el mismo tratamiento médico que una persona adinerada, es simplemente absurdo y se engaña a sí mismo. Un sistema socialista no tiene esto. La Europa socialista ha luchado precisamente por lograr todo lo contrario-valores que Adler apoyaba. ¿Cómo reaccionó Adler ante este sistema, y cómo superó la dicha? Estas son preguntas que siguen interesándome y que me inquietan profundamente. No hay que olvidar que el modo en que Adler llegó a Estados Unidos fue una mezcla de refugio político, con refugio intelectual. Estados Unidos se nutrió de "cerebros" importados. Adler formó parte del importación, al igual que Einstein, Carnap, y un sin-fin de ellos. Hay que añadir que Austria era tremendamente freudiana por entonces, y que Jung estaba haciendo tal impacto que el crecimiento de su sistema era inminente. La Psicología adleriana era minoritaria, y Adler tuvo que hacer algo al respecto. Estados Unidos pareció un recurso importante a probar, y así lo hizo. Pero, a veces, los tiros también salen por la culata…

Un sistema psicológico como el adleriano no tiene cabida ni en un millón de años dentro de un sistema capitalista, egoísta y centrado en el interés privado e individual. Adler luchó toda su vida por el bien ajeno, especialmente por la comprensión que todo individuo ha de depender, de alguna u otra forma, de otro. Esto explica el tremendo rechazo que la psicología adleriana tiene en los Estados Unidos, y el hecho de que aquellos que la predican han intentado hacer de ella una especie de descafeinado por el bienestar de la bandera capitalista. Pero este tipo de contradicciones no es tan difícil de entender si nos paramos a recapacitar el asunto. La sociedad norteamericana, al igual que toda sociedad que vive inmersa en contradicciones, es tremendamente neurótica. La represión sexual y el fanatismo religioso han hecho del ciudadano una especie de broma de la creación, cuya modernidad y tecnologías han convertido en un robot. Nadie dice palabrotas, nadie es insultante con nadie, los niños son educados en un modelo extremadamente hipócrita, el cristiano que va a la iglesia los Domingos cree en el "No matarás," pero al mismo tiempo apoya el exterminio de los moros en Oriente Medio. Sin embargo, en medio de este sistema de lucro e hipocresía, aparecen, de vez en cuando, asesinos que deciden entrar en una tienda y disparar indiscriminadamente, o niños que vuelven a la escuela y con la pistola que consiguieron el día anterior (posiblemente en su propia casa) terminan disparando contra los profesores y compañeros de clase. Esto no es invento ni oscurantismo tampoco, esto puede verse abiertamente en las noticias a nivel internacional. Pero nadie dice nada. Un sistema que ha devolucionado de esta forma, y que ha hecho del hombre una especie de simio-robótico con corbata, es un sistema que tiene poco que ofrecer, y un sistema que seguramente Adler tuvo motivos para odiar, pero que nunca (abiertamente y por el bien de su familia y su visado de refugiado político) hizo. La Psicología de Adler no es una "psicología capitalista," sino socialista, y de hecho, plantea cuestiones y ámbitos a soluciones de la vida que van diametralmente en contra del sistema que el capitalismo ha creado. Empero, la psicología adleriana ha sabido virar y tender su manta ideológica al tiempo y sociedad en los que vive. Adler tuvo ideas conservadoras en sus últimos años, pero me cuesta pensar que apoyara el sistema que acabo de describir líneas más arriba. Referente a los discípulos-nacidos y criados en suelo norteamericano-la cosa cambia, y las circunstancias también.

Adler murió el mismo año en que lo hizo el compositor francés Albert Roussel (1869-1937). Sobre la conmoción social y espiritual que acarreó el estallamiento de la Primera Guerra Mundial, el compositor dijo:

We shall have to begin to live again under a new conception of life; which is not to say that everything done before the war will be forgotten, but that everything that will be done after it will have to be different.

El resto es silencio…

 

Notas:
1. Alfred Adler, Understanding Human Nature. Fawcett Publications, New York: 1965; pg. 42..
2. Adler, Understanding Human Nature, pg. 43-44..
3. Ibidem, pg. 44.

Texto, Copyright © 2003 Antonio Palomo-Lamarca.
Todos los derechos reservados.
 

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