LA MUJER EN LA LITERATURA LATINOAMERICANA

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Luis Melgar Brizuela. (Resumen de la Ponencia presentada en el Centro de Estudios Brasileños el 7 de diciembre de 1996).

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El tema es demasiado abarcador y bien complejo sus múltiples aspectos, por lo cual me resulta útil trazar como cauce de disertación la concurrencia de tres líneas de lectura

La problemática de género, de las relaciones hombre mujer en el contexto histórico, reflejadas en la literatura latinoamericana;

La obra de las más grandes escritoras;

El genero poesía.

En un recorrido panorámico por los nombres femeninos relevantes en las letras latinoamericanas encontramos que la mayoría corresponde a poetas que no a narradoras. La relativa abundancia de mujeres novelistas (la chilena Isabel Allende, la mexicana Laura Esquivel, la salvadoreña-nicaragüense Claribel Alegría, la nicaragüense Yoconda Batir) parece ser un hecho de la segunda mitad de este siglo, sobre todo de los ochentas para acá.

Podemos considerar cuatro periodos o cortes macrohistóricos en la literatura femenina y en la temática feminista:

El inmediato anterior a la conquista o prehispánico;

El momento de Sor Juana;

Un primer modernismo

Un segundo modernismo (el actual).

Mucho podría hablarse sobre la presencia o ausencia de la mujer en las literaturas indígenas prehispánicas, tema más bien virgen para la investigación. Bástenos aquí señalar, como botón de muestra, a la poeta princesa mexicana Macuixóchitl, "5-Flor", hija del gran tlatoani Tlacaélel, consejero máximo de siete emperadores aztecas, verdadero poder tras el trono. Ella es la única figura femenina en el coro de 15 poetas aztecas redescubiertos por Miguel León Portilla (1), y ejemplifica el status que las hijas de la nobleza indígena podían alcanzar en la estética oficial, ya que su poesía se ajusta canónicamente a la tradición nahua,

No es pues casual que uno de los principales poetas nahuas actuales, Natalio Hernández (2), reivindique a Macuixóchitl como símbolo de la madre tierra, por un lado, y de la poesía más ancestralmente femenina, por otro lado En su último libro de versos, Papalocuicatl (1996), Natalio dedica a Macuilxóchitl una serie de 52 breves poemas (numero altamente simbólico para mayas y nahuas), que son variaciones bellísimas sobre el amor y la pareja, conservando el sentido cosmogónico de estas milenarias culturas

Propongo que Macuilxóchitl es a Sor Juana lo que Nezahualcóyotl es a Rubén Darío, no en la herencia temática o estilística sino en el nivel cumbre de su poesía y en el paso de lo autóctono a lo mestizo, atravesando, eso si, el mito de la Malinche,

Aunque intelectual, literaria y hasta teológicamente, Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695) derrotó a los hombres de la época, estos simplemente no la dejaron ser. Por mujer, no tuvo derecho a la universidad. En virtud de su poesía sin parangón y su amplia erudición humanística, pudo haber sido poderosa en las cortes, pero su vocación poética y su libertad interior la llevaron a buscar en el convento una realización intelectual que no habría encontrado nunca en palacio. Sin embargo, el espacio de realización que le fue dado en el convento resultó, a la postre, también limitado el riesgo que sus planteamientos entrañaban para la credibilidad de la jerarquía religiosa masculina, se le llego prohibir que escribiera, salvo por encargo, so pena de caer pecado.

La castración de Juana Inés fue doble: como mujer y como escritora. Esa frustración es por ella sublimada en parte de su obra, sutilmente, sobre todo en su poema maestro, el único escrito en entera libertad, según confiesa ella misma, "El sueño" o "Primer Sueño", joya máxima de la poesía barroca latinoamericana. Entre las múltiples lecturas que se han hecho y se hagan de este poema lírico-epico espiritual bien cabe, creo yo, una de connotación de género en cuanto al sentido de derrota o cuasi claudicación ante la imposibilidad de acceder al conocimiento. Esa fue la negación principal que le hicieron los hombres del siglo barroco hispano-mexicano o novohispano : que no conociera para que no pudiera. Así, "Primero sueño" vendría a significar, implícita y metafóricamente, la derrota del primer feminismo intelectual del subcontinente.

Luego, entre los siglos XVIII y la mayor parte del XIX, la voz femenina parece minimizarse hasta el límite del silencio, un largo silencio de negaciones radicales. La misma figura de Sor Juana se eclipsa entonces. Y es sólo en el siglo veinte que el sorjuanismo mexicano y latinoamericano, reivindica a la genial monja, cuyo "Hombres necios" se ha señalado una y otra vez como el primer manifiesto feminista de nuestra historia.

A finales del siglo XIX van, más bien tímida y escasamente, surgiendo algunas voces femeninas en el abigarrado panorama de las literaturas criollas, románticas y modernista. Algunas de ellas alcanzan niveles de premio Nóbel o de figuras mundiales, pero en general su voz de mujeres no irrumpe, no desafía casi nada, es como un murmullo apenas o como una implícita búsqueda de expresión propia del género...

En esas escritoras cumbres hay, claro está, una componente de género y un estro particular de poeta que amerita caracterizaciones individuales, para lo cual no tengo espacio. Pero, a riesgo de simplificar más de lo bien visto, diría que Gabriela Mistral (Chile, 1889-1957), Alfonsina Storni (Argentina, 1892-1938), Claudia Lars (El Salvador, 1899-1974) y Cecilia Meirelles ( Brasil, 1901-1964), son cuatro cumbres principales de un primer modernismo femenino en la literatura latinoamericana, durante el amplio lapso del Modernismo y del Post-Modernismo (1888-1920 ó 1930, según cada región). La más famosa fue Mistral, de quien me parece modélica la serie de poemas "Locas mujeres", de ironía y dolor conjuntados en la catarsis de la esterilidad, de la íntima soledad y del misticismo como camino de superación, o el altruismo. Caso más dramático es el de Alfonsina, que se suicidó a los 45 años, de lirismo violento, desembolsado. La versión extrema del romanticismo y de la protesta implícita, con un hondo afán de entrega como mujer, es la Storni.

Las poetas más serenas, las que traslucen paz interior y sentido gozoso de la vida, son Claudia y Cecilia. Creo que Claudia, cuyos símbolos predilectos son la rosa y el ángel, es quien resuma mayor plenitud, mejor realización como poeta, como mujer, como madre : " Poeta soy ...y vengo, por Dios misma escogida, / a soltar en el viento mi canto de belleza, / a vivir con más alto sentido de nobleza." Cecilia, alta representante del modernismo poético brasileño, parigual de Drumond de Andrade y de Vinicius de Moraes, muestra un lirismo profundo, una espiritualidad que la ubica entre Gabriela y Claudia, a veces dolida a veces gozosa, con despuntes simbolistas muy propios Tonos suyos muy femeninos, quizás tácitamente feministas, son los del Romancero de inconfidencias, donde encuentro estos sugestivos versos : " ¡Ay, palabras, ay palabras, /qué extraña pujanza la vuestra; / erais un soplo en la brisa... / ....sois un hombre que se ahorca!"

La pontífice (la que hace puente) del cruce históricoliterario de un primero a un segundo modernismo feminista, es Rosario Castellanos, (México, 1925-1974), poeta y narradora, además de académica, diplomática, y revolucionaria. Ella sí enarbola con conciencia el feminismo en su escritura, fundiéndolo con el indigenismo, con el sentido de la madre tierra. "Meditación en el umbral" es, a mi ver, un mojón de la poesía feminista latinoamericana, un "de ahora en adelanté': "Debe haber otro modo que no se llame Safo / ni Messalina ni Maria Egipciaca / ni Magdalena ni Clemencia Isaura./ Otro modo de ser humano y libre. / Otro modo de ser'.

En la línea de Rosario o más allá , desplazándose cada vez más libre y firmemente en el propio sentido del ser mujer, alternando erotismo (Estación de fiebre, de Ana Isatarú o "Reglas del juego para los hombres que quieran amar a mujeres mujeres" de Gioconda Belli con historicismo (Fuga de Canto Grande, de Claribel Alegría) con esoterismo (La casa de los espíritus, de Isabel Allende) o con realismo mágico (Como agua para chocolate, de Laura Esquivel), las mujeres están cada vez más escribiéndose a si mismas, en etapas nunca antes vividas de búsqueda de ese otro modo de ser.

Como corolario de esta apretada panorámica podríamos proponer la hipótesis, para posteriores debates, de que el rol principal de la mujer en la literatura latinoamericana, bien que escaso en número y en premios clásicos, ha sido, en cuanto autora, en cuanto tema y en cuanto género femenino, de restauración de las heridas de la madre tierra identificada principalmente con la mujer, y del árbol de la vida en general. Su motivación recurrente ha sido de restauración y de recuperación del espacio que en algunas culturas ancestrales tuvieron o del que la misma doctrina democrática dice ofrecerles en el reino de la modernidad. Así, el papel de la mujer, en la literatura y en la cultura latinoamericanas, ha sido de paz frente al guerrerismo del varón, frente al machismo político e intrafamiliar. En la escritura femenina más reciente se pone de relieve un afán tal de identidad que parece atravesar muchos campos de la cultura contemporánea, aun en los cotos más cerrados del tercero y del cuarto mundos. La narrativa parece avenirse mejor a esta macro-tendencia, en desfavor la poesía, pero habrá que ahondar mucho más, esperar en algunos casos y desenterrar en otros, para saber hacia qué nuevas visiones del eterno femenino enrumba semejante masa crítica, y cultural.

 

Notas:

Miguel León Portillo es el principal indigenista, al menos en el área lingüística y literaria, que tenemos a nivel latinoamericano. Al referirse a Macuilxóchitl destaca en ella la tradición de los antiguos consejos de la madre, como para subrayar los "huehuetlahtolli" femeninos y su impronta en esta princesa poeta. (U. Trece poetas del mundo azteca. México. UNAM, 1967).

Natalio Hernández es actualmente el Director de "La casa de los Escritores Bilingües", que agrupa a los más destacados escritores indígenas de México. Líder de los maestros bilingües, ha publicado anos cinco libros de poesía en nahuatl-español, numerosos artículos y ponencias.


 

La mujer en la poesía latinoamericana: De musas a Feministas

SHIRLEY CAMPELL BARR
Costarricense, antropóloga, especializada en género y desarrollo Poetisa y actriz
Libros publicados: Naciendo poemario, 1989
Rotundamente Negra, poemario, 1999
Tiene publicaciones diversas en revistas y antologías

 

Hablar de Literatura femenina en América Latina, está irremediablemente ligado a las voces de mujeres como Florencia Pinar (1460), y la inclaudicable Sor Juana Inés de la Cruz (S. XVIII). Cuando se asoman a nuestros oídos estas voces, se piensa de inmediato en luchas, batallas y sobre todo en esa poesía, que no solamente se escribe sino que se revienta con fuerza en los rostros de todos. Mujeres como estas fueron quienes tan tempranamente como a mediados del milenio, rompieron el silencio, allanando un camino que 500 años más tarde, no está totalmente transitable.

Las mujeres han jugado papeles diversos dentro de la poesía. Sin embargo, no han sido precisamente ellas quienes han dejado inscritas sus voces en los documentos y antologías más antiguas. Las mujeres han sido, en éste como en casi todas las áreas del quehacer humano, discriminadas y confinadas al silencio.

La definición de la poesía por tradición ha sido femenina. Esto considerando lo dulce, lo sentimental lo romántico en torno a lo cual versaron los poemas desde su origen. Siendo la poesía un término fundamentalmente femenino, la pregunta que subyace es si podemos hablar entonces de poesía femenina.

Definamos pues a la literatura femenina, como aquella escritas por mujeres en afán de diferenciarla de pensada, concebida y escrita por hombres.

En los primeros tiempos de la poesía, las mujeres estuvieron reducidas a ser las musas de los poetas. Estos hombres, poseedores del "Don del conocimiento y la creatividad" adornaron y alegraron la vida con su poesía llena de las virtudes y los atributos de las féminas. Cuando a Sor Juana Inés de la Cruz se le confirió el titulo de la "décima musa'. denotaba nada más y nada menos que la resistencia a conferirle el título de poeta tratando insistentemente de mantener a la mujer en su posición imperturbable de musa. Como afirmara el colombiano Ramiro Lagos "... el papel objeto de las musas se había contrapuesto entonces al papel sujeto estableciendo la división entre la poesía hecha de carne femenina y aquella elevada al poema por el nervio del hombre generador de arte`.

Como musas, las mujeres inspiraron el amor, la belleza, la suavidad y demás atributos que las privaron durante cientos de años de desarrollar todo su potencial como humanas.

Durante el siglo XVIII Sor Juana Inés de la Cruz encabeza el feminismo, a través de su poesía y por medio de su prosa habiendo escrito el "Primer Manifiesto feminista del Nuevo Mundo'. Esta gran mujer, pese a ser monja con votos de obediencia y humildad, enfrenta los lineamientos de toda una época destacándose como la primera mujer en el mundo hispánico en enfrentar razonadamente por medio del ensayo una defensa de la educación en las mujeres, como un medio indispensable hacia su liberación. La voz femenina de Sor Juana Inés de la Cruz es así, altamente feminista, al enfrentar y cuestionar por medio de su obra el ordenamiento social que ha ubicado a las mujeres en posición de desventaja con respecto al hombre.

Es con esta mujer y junto a otras grandes como Sor Francisca José del Castillo (Colombiana), Gertrudis Gómez de Avellaneda (Cubana) y Adela Zamudio (Boliviana) que arribamos al Siglo XX, siglo que se ha dado en llamar "El siglo del despertar de las mujeres".

A pesar de haberse alzado y otras voces como las veces femeninas de la poesía, no es sino hasta en las últimas décadas en que empezamos a ver mujeres tímidamente colocados en selecciones y antologías literarias. Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni y Gabriela Mistral, esta última, la primera premio Nóbel de literatura para América Latina, son algunos de los nombres que han cobrado, relevancia en este siglo.

Si se habla de que hubo dos vanguardias en América Latina, la de Huidobro (1920) y la de Neruda (1940), es necesario acotar que también hubo."... una vanguardia Feminista que si no se comprometió del todo con determinada estética, representó el signo más avanzado de toda la poesía femenina del mundo hispánico. Si vanguardia en definición más elemental significa avanzar con nuevo manifestó dándole la espalda a los tradicionalismos literarios en busca de la libertad del arte o la libertad de acción, consígnese como hecho muy significativo la promulgación del Primer Manifestó insurgente escrito por una mujer de letras contemporáneas de Venezuela'.

La insurgencia política del siglo XX en América Latina y particularmente los movimientos revolucionarios que se desarrollaron a través del continente, abrieron las posibilidades para que las mujeres se ubicaran en los escenarios alcanzando ciertos niveles de visibilidad. En Centroamérica, son voces como las de Claribel Alegría, Gioconda Belli, Rosalía Alarcón de Fames o Eunice Odio por mencionar algunas, quienes han representado esta insurgencia de las mujeres que luchan desde su poesía, Claudia Lars, salvadoreña, surge como una de las primeras mujeres en Centroamérica antologada internacionalmente, Esta mujer, que se define como vocera del dolor del mundo entero, con hambre y sed de justicia toma la bandera de las mujeres al decir... Mujer/solo mujer/Entiendes?/Ni pajarilla del necesario albergue/ ni alimento para deseosos animales/ni bosques de campánulas donde el cielo se olvida/ ni una hechicera con sus pequeños monstruos'

Dentro de este proceso de surgimiento, no todas las mujeres han asumido una posición de rebeldía. Hay quienes desde posiciones más conservadoras se han adherido a la estética pura sin compromisos ni ataduras.

Mucho se ha hablado de la representación del antilirismo en este tipo particular de poesía, que por supuesto, no es patrimonio de las mujeres. Se trata sin embargo, de asumir un papel de criticismo frente a la belleza de las cosas, la belleza que se encuentra en la crudeza y realidad de la vida. Implica asumir una posición que responde a las necesidades de hombres y mujeres tendiente a propiciar cambios estructurales en los procesos históricos.

La poesía erótica, por su parte, representa una parte de esta insurgencia necesaria que ha permitido a las mujeres ir conquistando espacios tradicionalmente relegados a los hombres. Por medio del erotismo, las mujeres pueden liberarse de alguna loma hacia el descubrimiento de su propio cuerpo y su más íntima sensibilidad.

Las mujeres han ido abriendo puertas y silencios para ubicarse paulatinamente en el escenario de la literatura de América Latina. Sin embargo, basta revisar las antologías que compilan alas diferentes corrientes o a los diferentes autores latinoamericanos para notar la omisión de nombres femeninos en la mayor parte de ellas. Esto tiene una justificación histórica que van más allá, en muchos casos, de la voluntad del antologador, pero que sin embargo las consecuencias a nivel ideológico son transcendentales.

Las voces femeninas dentro de la literatura de América Latina son tan importantes como las de los hombres. no solo por el silencio al que han estado sometidas, sino también porque las mujeres quieren hablar y brillar con luz propia expandiendo su visión de mundo y gritando sobre sus necesidades específicas

Las mujeres latinoamericanas ya tenemos el camino abonado, muchas están haciendo trabajo arduo y otras, las más jóvenes, vienen con una fuerza y bríos extraordinarios. Vale la pena terminar diciendo que lo más hermoso de América Latina es la herencia étnica-cultural del mestizaje, en favor del cual han contribuido de manera decisiva las comunidades negras e indígenas. En la lucha conjunta por hacer escuchar nuestras voces, se hace necesario que las mismas mujeres, empecemos por abrir espacios para que más y más pueblos, pues estas continúan siendo, las grandes ausentes en la bibliografía hispanoamericana

Así como las mujeres hemos venido reclamando y conquistando espacios, abramos los nuestros, para que estas mujeres puedan ser oídas, publicadas, antologadas y sobre todo entendidas desde su condición historica-cultural especifica.



La mujer en mis novelas
Manlio Argueta
Escritor Salvadoreño
 

 

He escrito varias novelas donde la mujer es personaje fundamental. Parto de algunas reflexiones razonables para explicar esa presencia:

El momento creativo se asienta en la rememoración y evocaciones, elementos intrínsecos de la poesía no olvido que escribo poemas desde niño y que devine novelista por algo casual- y más que resultado ideológico la figura femenina es en mis libros inspiración vital.

Me Inicie en el género de la novela cuando me di cuenta que por la poesía no me era posible tocar temas que me interesaban como escritor creativo; aunque lo intenté: un poema histórico sobre San Salvador que nunca concluí. Sentía la compulsión de cubrir lo que me parecieron espacios vacíos de las áreas sociales, antropológicas y humanísticas en general Además, mi praxis la estaba proyectando riesgosamente hacia la acción política, característica predominante del intelectual de todas nuestras épocas, cuya organicidad se mide por el activismo, tan cercano a lo inmediatista, aunque surja como necesidad íntima de apostar por los cambios en nuestro país.

La mujer cabrá en la poesía corno volcán apacible. Mientras en la novela será torrente o tormenta. De esa manera, la mujer es fuente más accesible hacia disciplinas sociales que la poesía; en ésta la mujer es interioridad, mientras en la novela es macrocosmos. Así lo he concebido por lo menos en tres de mis obras: Caperucita en la zona roja; Cuzcatlán donde la Mar del Sur; Un día en la vida o Milagro de la paz.

He sido educado por mujeres desde mi bisabuela, todas por línea materna; educación más cercana a la sensibilidad como forma de analizar la vida cotidiana. Esto lo pretendí revelar en mi novela Milagro de paz: mundo inseguro de la soledad nocturna, fuerza para superar el temor y la esperanza en una atmósfera que quizás tenga mucho de mágica, pero más de iniciación filosófica: ¿qué comeremos mañana, habrá un poco de sal para acompañar el maíz, lloverá y germinarán las siembras? ¿Estaremos vivos, cuando alumbre el próximo día? ¿Es la maternidad un sino fatal y si así fuese debemos exigir a la revolución genética compartir el embarazo?.

Por otro lado también hay una convicción que se ha ido formando poco a poco a medida que conocí nuevas ideas al recorrer el mundo o el hecho más sencillo de haber vivido tantos años en Costa Rica, donde no hay problematización en las relaciones de género masculino y femenino como se da en los otros países de Centroamérica, más educados estos en una sociedad apologética de la violencia, la inseguridad y la desconfianza.

Lo importante para Centroamérica es que la vida, no mero objeto de contemplación. Hay retraso para analizar esta verdad tan evidente, por lo cual me permito el sueño de recuperar el tiempo perdido en lo que a mi corresponde.

Termino con unas palabras de García Márquez, quien con toda la seriedad macondiana reconoce que el ente masculino ha gobernado más de diez mil años y ya es hora de darle la oportunidad a la mujer para que nos releve los próximos diez mil anos -se supone que debemos contar desde el año 200-. Esto se enlaza con una afirmación de Simone de Beuavoir: Por estar encadenada la mujer a los misteriosos procesos de la vida, ha sido incapaz para la violencia, mientras que el hombre ha tenido oficio de opresor.

"Demos el beneficio de la duda a la mujer y quizás podríamos disfrutar de paz y felicidad los próximos diez milenios".

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