GLOBALIZACIÓN: DEFINICIONES. IDEOLOGÍA Y REALIDADES

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Federico García Morales

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Una parte importante de todos los artículos y obras más largas sobre la globalización se agota en un esfuerzo que trata de dar con una caracterización apropiada, generalmente al servicio del resto del discurso. Los referentes empíricos que se aniden en el concepto, en cada caso , determinan orientaciones y consecuencias diferentes. A menudo la definición ideológica y cosificada de Globalización llega a ser la premisa primera que afectará a toda la cadena de derivados, configurando proposiciones todavía más fuertemente ideologizantes y abstractas . E irrumpe un discurso alienado, mistificante, que da la espalda a la realidad histórica, en donde, de partida, la globalización carece de sujetos, por ejemplo, las grandes corporaciones.

En muchos casos el concepto de "Globalización" parte afirmándose como una realidad novísima que habría venido a imponerse a toda otra realidad, realizando sobre éstas una operación omnívora. A partir de su trabajo digestivo sólo queda "la Globalización". La economía, las sociedades, los sistemas políticos, la cultura sólo podrán proseguir en adelante como campos sometidos. En este planteamiento se hace notar la influencia de corrientes como el posmodernismo, con su anhelo de "presentidad" y su doctrina epistemológica de "borrón y cuenta nueva". Una vez establecida la "Globalización", ésta ya no necesita justificarse: es sí la justificación de todo lo que llegue a ocurrir.

Pero avanzando en el trabajo de la inteligibilidad de un concepto muy amplio y complejo que no termina de revelar sus ambigüedades, y poniendo de trastienda el hecho de que sobre todo se trata como su nombre lo indica, una construcción de relaciones globales que convocan a diversos lineamientos de la acción social, al punto que en la elaboración del concepto hay algo de politético --de construcción de muchos significados que alternan su presencia en la descripción del objeto -- mientras el uso cada vez más abarcante del término lo llega a ubicar en el nivel de los paradigmas kuhnianos.

En este campo, pronto las definiciones se ven como insuficientes, y ceden el paso a caracterizaciones en donde se distingue aquellos que muy habermasianamente, si es que no metafísicamente, insisten en realzar la entrada en operaciones de las novísimas redes comunicativas , y otro sector, que se preocupa por destacar el valor determinantes de las redes productivas, financieras y de consumo, de modo que la "globalización" quede señalada históricamente como un momento del desarrollo capitalista. En esta última tendencia, la "globalización" viene a ser una temática de "la economía mundial", al punto que las crisis económicas mundiales, pueden ser descritas como "crisis de la globalización".

Unidos al primer sector están quienes aceptan como efecto inmediato una globalización que genera una gigantesca transformación política, que suprime al marco nacional y estatal de las economías, mientras en el segundo sector quedan los que miran con más calma la relación entre la clase empresarial y los estados.nacionales.

Se puede apreciar que el primer grupo de definiciones, tiende a ocultar la operación del capital, los cursos de acumulación y de concentración; en su lugar coloca la operación abstracta del mercado redistribuidor de oportunidades, sustentado en supuestos que ponen al trabajo como instrumento de producción al lado de la omnipotencia tecnológica sin claros centros de control. Este grupo ha llegado a construir una cantidad de proposiciones que realimentan su autoridad en la difusión "pop" de sus presunciones, generalmente apuntaladas por la media corporativa. Una manera ya clásica también de entrar a construir versiones mistificantes ha consistido en abordar la globalización en el plan de la generalización de "modos de vida" y "homogenización del consumo".


Por ejemplo, la revista de amplia difusión National Geographic, publica en la edición de agosto de este año, un amplio reportaje a lo que denomina "la cultura global", en donde diagnostica que "la cultura global se está homogenizando" detrás de la producción cultural norteamericana. Al caso una fotografía en donde, según la carta del editor, "los hombres de Shangai pasean orgullosamente una imagen de Michael Jordan".. Y se cita el slogan de moda: "la globalización es una realidad, no una elección". Sería también "lo nuevo" que está tan vinculado al aparato tecnológico controlado por los hegemones de Occidente, y que debe ser aceptado. Como consecuencia, los redactores llaman a la resignación respecto al desaparecimiento en los años próximos, de un gran número de culturas y de lenguas. Más o menos como otros explotadores de la naturaleza nos llaman a resignarnos a la extinción de las especies. En un gráfico que trata de explicar esta globalidad en marcha, nos hacen un inventario en donde los datos se aglomeran en torno a items tales como: las telecomunicaciones, Internet incluído, la urbanización y el crecimiento del comercio, de los viajeros, los chicles y las zapatillas Nike. Nada más. Con lo que terminamos con la versión Geographic del globalismo "pop".

El análisis hasta semántico de esta visión de la globalización, nos permite advertir su rigidez, su permanente retroalimentación de presuposiciones victorianas que actúan como determinismos fatales, la centralidad americana de la propuesta e ideas fijas sobre la autonomía superestructural de la globalización y su sentido de evangelio y de destino para sociedades que parecieran estar esperando el Armaggedon con el final del siglo. Pero los consumidores homogéneos no se ven todavía: el mundo continúa atado a un desarrollo desigual. Es cierto, entre algunos pequeños grupos hay "homogeneidad" en la cultura de la riqueza, flotando en un mar heterogéneo de pobrezas y marginalidades. Y con esto "la Economía del consumo", viene a ser algo asi como una pobre economía. Y asi también la Globalización que esta pobre Economía trata de describir, viene a ser una pobre globalización. Y el fenómeno merece más respeto.


El caso es que la visión "pop" ha tenido un éxito obvio, y con ella inevitablementa ha venido a coincidir la opinión de gobiernos y de organismos internacionales, que adecúan su acción al servicio de la globalización del capital. Ellos, en medio de la crisis actual, se encargan de introducir algunas modulaciones a este concepto ideológico y triunfante. Recientemente, en un Infome sobre Desarrollo Humano, de las Naciones Unidas, se dice lo siguiente:

"...La globalización ha beneficiado a algunos y ha marginado a los más... Como la fuerza dominante en la última década del siglo XX, la globalización ha dado forma a una nueva era en la interacción entre naciones, economías y pueblos.

"Pero también ha fragmentado los procesos productivos, los mercados de trabajo, las entidades políticas y las sociedades". El estudio agrega que "las ventajas y la competencia de los mercados globales sólo podrán asegurarse si la globalización cobra "un rostro humano". "Tanto tiempo como la globalización sea dominada por los aspectos económicos y por la expansión de los mercados, estará limitando el desarrollo humano...necesitaremos una nueva aproximación de los gobiernos, una que preserve las ventajas ofrecidas por los mercados globales y la competencia, pero que permita al mismo tiempo que los recursos humanos,comunitarios y ambientales aseguren que la globalización trabaja para los pueblos y no para las ganancias".

Estos generosos párrafos, nos ponen ante una de esas modalidades hipócritas del pensamiento "pop/oficial", donde se dice algo que no se quiere decir: que la globalización tiene que ver con la economía, con el capital y con sus exigencias de ganancias, y que con esta orientación viene a formar parte de un sistema que beneficia a muy pocos "y margina a los más" (por no decir: los explota). Pero la declaración de las Naciones Unidas en este respecto es también mendaz, porque pareciera inducir a creer que la globalización puede ser --por la acción de los gobiernos-- algo que llegue a tener "rostro humano", en la medida en que no se preocupe de la economía o de los mercados... De los gobiernos, bajo la globalización, se puede esperar precisamente todo lo contrario: al menos en el tercer mundo se les ve compitiendo para dar las mayores facilidades a la entrada del capitalismo esquilmador, siempre a costas de sus "marginados", que habría que traducir como pobres, trabajadores y explotados.


En otro documento, publicado por el SELA, "Cambio y continuidad en el proceso de globalización internacional. Escenarios de fin de siglo", pasa revista a diversas doctrinas que han tenido su momento en la construcción de las definiciones "pop", un marco del que el SELA tampoco se sale. Dicen:

"Como fenómeno de mercado, la globalización tiene su impulso básico en el progreso técnico (sic) y, particularmente, en la capacidad de éste para reducir el costo de mover bienes, servicios, dinero, personas e información (Ojo: volvemos a la globalización como fenómeno de comunicación y transportes). (...) en la etapa actual, el proceso de "globalización" se caracteriza, además, por un notable incremento en la capacidad de las firmas para fragmentar geográficamente los procesos productivos, lo que ha tenido como contrapartida un crecimiento sostenido del comercio y la inversión internacionales." Y dan algunas cifras:

Si la producción en el 83 era de 100,en el 94 había crecido a 131. Pero si el comercio total el 83 era de 100, diez años más tarde era de 237; mientras la inversion directa que en el 83 era de 100, para el 94 era de 468. Es por esto, que el informe no deja de reparar en el peso que sobre la globalización y su dinámica pudiera tener el sector financiero y la relación de éste con "las supervivencias nacionales": los estados nacionales y sus políticas: : discriminaciones y regulaciones, políticas sociales, de derechos humanos, de protección ambiental, que impidan "la integración profunda". Sobre estos verbos al informe de SELA le cuesta trabajo ocultar que en el fondo del movimiento globalizador aúlla el tigre de la dominación imperial. La globalización en el caso de los países latinoamericanos es un intrincado proceso de entrada de capitales extranjeros y de su salida multiplicada: la recolonización de sus economías. Y volvemos a aprender, con dolor, y a un precio que todavía no podemos calcular, que el capital no llega acá por razones evangélicas ni generosas.


Es por todo esto que es conveniente replantear a la globalización sobre términos reales que son provistos por la evolución que ha tenido la economía mundial a lo largo del siglo y que ha culminado en esta situación señalada por una fuerte expansión del capital internacional. Esta es la visión que preside la reflexión de la segunda corriente, la que se resiste a aceptar los supuestos del globalizacionismo "pop".

Pablo González Casanova, dice, por ejemplo:

..."Tenemos que pensar que la globalización es un proceso de dominación y apropiación del mundo. La dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, se ejerce en términos político.militares, financiero.tecnológicos y socio-culturales. La apropiación de los recursos naturales, la apropiación de las riquezas y la apropiación del excedente producido se realizan-- desde la segunda mitad del siglo XX__ de una manera especial, en que el desarrollo tecnológico y científico más avanzado se combina con formas muy antiguas, incluso de origen animal, de depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como fenómenos de privatización, desnacionalización, desregulación, con transferencias, subsidios, exenciones, concesiones, y su revés, hecho de privaciones, marginaciones, exclusiones,depauperaciones que facilitan procesos macrosociales de explotación de trabajadores y artesanos, hombres y mujeres, niños y niñas. La globalización se entiende de una manera superficial, es decir, engañosa, si no se le vincula a los procesos de dominación y de apropiación".

Esta corriente no niega importancia a la globalización, sólo que agrega: se trata de la globalización del capital. Una inflación fundamentalmente financiera, un alto crecimiento de la movilidad del capital en niveles de integración algo similares a otras inflaciones globalizantes, que va acompañada de un paquete de estrategias que conducen a la búsqueda de más altas tasas de ganancias y a una acumulación concentradora. Por otra parte, hay que agregar, una "acumulación angustiada" por los muchos efectos depresivos que la rodean. La globalización no se ve tampoco en esta perspectiva como un proceso homogenizador e internacionalizante, tanto como un proceso vinculado al establecimiento de la hegemonía norteamericana. El aspecto, por ejemplo de las estrategias de la Nueva economía, que ha ido generando una fuerte baja de los ingresos de los trabajadores a nivel mundial, han sido destacados hace algunos años por Brecher y Costello, en el libro Global Village or Global Pillage Boston, 1994.

Recientemente, el trabajo definitorio sobre la "Globalización" se ha reforzado por los trabajos de Paul Krugman : Pop Internationalism MIT Press, 1996 y el de Paul Hirst & Thompson, Globalization in Question, Polity Press, London 1996. En general, en la izquierda los análisis han variado desde los énfasis puestos en la consideración del estado actual de la economía y el mercado mundial a las consideraciones de la globalización en sus aspectos ideológicos e históricos.


Un libro que aporta mucho al nuevo trabajo definitorio es el de John Saxe-Fernández, publicado por la UNAM/Janes, México, en 1999, titulado: Globalización:crítica a un paradigma. En los artículos allí reunidos, se destaca una visión de la globalización como"una dimensión del proceso multisecular del capitalismo desde sus orígenes mercantiles en algunas ciudades de Europa en los siglos XIV y XV. " Y se le ve vinculado a un amplio conjunto de factores económicos y sociales., que se lleva, como es muy visible, actualmente dentro del marco de las economías capitalistas. O más precisamente, el marco de dominación imperialista. Es pues, un fenómeno histórico. No ahistórico como pretenden sus apologistas, que embriagan la globalización y la inflan en paradigma de esta época. Y las definiciones que no la vinculan con el desarrollo capitalista vienen a ser sólo una mistificación y pueden ser entonces analizadas--como señala Saxe-Fernández, "solamente en el marco de la sociología del conocimiento" o sea, la globalización como ideología.

El estudio de la globalización como internacionalización económica le daría una posibilidad de ser apreciada como categoría científica. Pero en ese campo deberá asentarse el análisis más en la observación de continuidades que en la admiración anonadada de una súbita ruptura.

En este plan, por ejemplo, se podrá observar que en este mundo "globalizado" los estados siguen jugando un papel y que las economías siguen siendo nacionales, sólo que con distinto grado de interconexión y aceptando contradicciones más violentas en el proceso de reproducción del capital. También se podrá observar que la globalización en nada ha excluído la presencia de las crisis recurrentes y la repetición de peculiaridades clásicas del ciclo, ni las respuestas también clásicas a situaciones de depresión. Las condiciones centro-periferia-semiperiferia, que se han manejado en el vasto escenario del desarrollo capitalista, vienen a ser parte también de las descripciones posibles de la globalización, donde "la homogeneidad" está bastante ausente. Con el agregado, quizás, de que en "el nuevo orden", los estados de la periferia juegan un papel regresivo, apoyando la profundización de las situaciones coloniales.

Saxe-Fernández ha sabido deslindar estos espacios y al aplicarse a la crítica del paradigma pop de la globalización: la globalización como mutación histórica sin precedentes, la globalización como fatalidad justificativa del nuevo orden, la funcionalidad de este globalismo con los intereses establecidos de caracter trasnacional que se afirman ya como statu quo, o mejor como presentidad que ya no admite ni desarrollos ni alternativas, ha permitido destrabar algunas dificultades en la percepción del proceso internacional.

En este trabajo se deconstruye minuciosamente a la "globalización". Se destaca, por ejemplo, el papel que en su construcción juegan otras ideas ya gastadas por el uso y la repetición oficial y "académica", como es el caso de la "decadencia del estado", al que vemos impulsando diversos sistemas de apoyo a la internacionalización del capital, o también esa visión de la corporación transnacional como una entidad superestatal, ajena a rivalidades interimperiales y carentes de centro, cuando en realidad, las transnacionales tienen su sede y conducen hacia allá la gran mayoría de sus ventas, según un modelo típicamente imperial, enlazado con conceptos de hegemonía y con una geoestrategia también imperial, centrada hasta ahora en los EEUU.

Una visión más matizada sobre el carácter de la dominación transnacional globalizante, se puede encontrar en uno de los capítulos de este libro:"Quien posee las 500 empresas líderes mencionadas por Fortune?" (p.247-287).

Esta obra agrega conceptos nuevos que permiten delimitar la débil visón del globalizacionismo pop, que más recientemente, como indicábamos más arriba, se refugia en inventarios tecnológicos, comunicativos y hasta consumistas. En este último plan, por ejemplo, se ve que abundan los dichos sobre el modo como la globalización estimula el "consumerismo homogenizador". Y esto en los mismos momentos en que al compás de la crisis se advierte la expansión del desempleo, la extensión de estrategias de sobrevivencia en continentes enteros, ataques frontales a los salarios urbi et orbi.

Otro aspecto importante de anotar, es que la globalización tiene también un aspecto ofensivo/defensivo. Es un proceso que más que unir, divide, y geoestratégicamente viene a depositarse sobre una desgarrada lucha por superar una profunda crisis que se viene arrastrando por la última década en medio de una competencia cada vez más feroz por el reparto de ganancias y de territorios. La globalización en este plan, oculta posibilidades agravadas de conflictos mayores. En este sentido no es portadora de mensajes de paz, de democracia ni de progreso. Esto se puede ver en los capítulos 2 ("Seis ideas falsas sobre la globalización", de Carlos Vilas) y 4 ("La Próxima Guerra Mundial: ciclos y tendencias del sistema mundial", de Christopher Chase-Dunn y Bruce Podohink). Pero también se puede ver alzando la vista hacia el nuevo escenario internacional.

La crítica al globalismo pop permite adentrarnos en el horizonte mucho más amplio de la economía mundial contemporánea y advertir la verdadera riqueza de sus procesos de transformación y las potencialidades que subyacen en esos procesos, que no están necesariamente sujetos "a las reglas de hierro del mercado" ni "a las condiciones del nuevo orden", sino más bien a la pluralidad de conflictos de una humanidad multiplicada que dista de ser pasiva y de estar conforme.

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