FILOSOFÍA ANALÍTICA - EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE SUS PRINCIPALES CORRIENTES Y CONCEPTOS CENTRALES

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Prof. Dr. José Rodríguez de Rivera
Dpto. Ciencias Empresariales. Universidad de Alcalá
 

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En este "nudo" se resumen las ideas centrales y las fases de la evolución de la corriente más conocida de la filosofía moderna de la ciencia que se caracterizó por haber centrado su trabajo no en el examen de conceptos o "ideas", ligadas a la dificilmente accesible esfera interna del "sujeto", sino en el "lenguaje"(à"giro lingüístico) que es el "medium" que hace más probable que la comunicación (dentro de la comunidad científica) produzca "comprensión" (Verstehen).

Ese fue el gran avance, pero también el gran freno a su posterior desarrollo. El "lenguaje" (como muestra Wittgenstein en sus Investigaciones Filosóficas) no existe en una esfera platónica de entidades abstractas sino sólo es condición ("medium") para la comunicación en un contexto que Wittgenstein denominó "juego de lenguaje" (con interacción, con vínculos a formas de vida etc.).

Pero para poder comprender la nueva Epistemología de la Complejidad construida sobre la premisa de que lo central en el análisis tienen que ser esos "juegos de comunicación", es esencial tomar en consideración los evidentes avances que la Filosofía Analítica realizó sobre el lenguaje y sus nexos al pensar y a la construcción de los saberes científicos.

 

Introducción

La denominación "Filosofía Analítica" abarca toda una serie de planteamientos filosóficos como los del Círculo de Viena, el Empirismo Lógico, el Racionalismo Crítico de Popper, el Racionalismo Lógico (en dependencia de la Escuela de Varsovia), la obra de Wittgenstein (en sus dos fases: I y II), la Filosofía del Lenguaje Ordinario anglosajona, el mismo Constructivismo de la Escuela de Erlangen, etc. Rasgos comunes a todos estos enfoques son la atención al análisis del lenguaje y a las estructuras formales lógicas, el acento sobre la necesidad de una referencia empírica, etc.

La "Filosofía Analítica" es la corriente filosófica que junto con la Fenomenología probablemente ha supuesto la mayor renovación del pensamiento occidental durante el siglo XX. Común a ambos enfoques es su intento por superar el alejamiento de la realidad a que habían llevado los desarrollos especulativos de la filosofía "moderna", sobre todo en el idealismo alemán, en un proceso muy similar al de la decadencia del período final de la Escolástica. Pero, ese impulso que intenta llevar al campo de la reflexión filosófica los factores que han producido el "progreso" logrado en ciencia y tecnología, por ejemplo, un nuevo modo de pensar según métodos más rigurosos, que permitan controlar que no se producen extrapolaciones "teóricas" ilícitas, se inserta a su vez en un "contexto de crisis del pensamiento" (Muguerza 1990:92) de una sociedad caracterizada como burguesa o capitalista. La misma Viena de Wittgenstein es la de Musil, con su radical cuestionamiento de la capacidad de comunicación del ser humano, o la de Schönberg que realiza un similar cuestionamiento en el campo de la música. Es en este sentido, como ya los miembros del Círculo de Viena podían pues intentar relacionar su trabajo con el de las Críticas de Kant. Había que examinar las presuntas bases de todo saber, y de todo "hablar".

Para comprender mejor el alcance de este cambio de enfoque hay que recordar que el avance de la ciencia moderna (primero la física, luego la química, la biología, la sociología, la psicología, etc.) opera en el ámbito del conocimiento una disociación y diferenciación en ciencias parciales que se desarrolla paralelamente a la diferenciación del sistema global social en distintos subsistemas como los de la política, economía, derecho, ciencia, religión etc. Este rasgo característico de la "modernidad" tuvo como consecuencia que la Filosofía terminara de perder su anterior función de orientar globalmente la vida humana, como "sabiduría de vivir", donde la dimensión del discurso racional, la "teoría", estaba constitutivamente ligada a la "praxis" y se convirtiera en pura "teoría" especulativa sin relación intrínseca a la praxis. El divorcio entre Política y Ética es uno de los síntomas de esta evolución "moderna" del pensamiento occidental.

En su reacción ante esta situación, Husserl formulaba su programa como una vuelta a las mismas cosas (Zurück zu den Sachen selbst!). Para él, uno de los puntos más críticos del pensamiento moderno era el de no haber tratado los verdaderos problemas con que se enfrenta la sociedad moderna. Para los pensadores del Círculo de Viena, la filosofía moderna también se había alejado de la realidad, pero en esta posición la realidad era para ellos, no la de la vida humana a orientar primariamente, sino la del mundo transformado tecnológicamente por el avance de la ciencia.

Si consideramos el tema desde el enfoque de la Epistemología de la Complejidad, utilizando para ello su categoría central, la de la "observación" (observación directa de fenómenos, observación de la observación - o de segundo grado, etc.), podemos describir el planteamiento de la Fenomenología como seguimiento de un método (el "camino") que se centra en la observación de segundo grado, no de los procesos de observación directa, sino en los procesos de la "conciencia" del observador. Y eso conlleva el riesgo de no poder trascender nunca de forma total el ámbito de la subjetividad, y los problemas del "solipsismo", de la "privaticidad" de la experiencia, de la "incomunicación", etc.

Utilizando la misma categoría "observación", podemos describir la respuesta de la Filosofía Analítica a las dificultades de la filosofía de la conciencia, como un desplazamiento del foco de observación: desde la conciencia al lenguaje. Donde ese lenguaje es comprendido como medium común a todos, a un lenguaje, por así decirlo, programado por unas reglas que garanticen la "publicidad" de lo que se formule en él. Este es, en lo esencial, el núcleo de lo que se ha denominado "giro lingüístico" de la filosofía del siglo XX.

 

El concepto de Filosofía Analítica

Si conservamos el sentido del término original griego "filosofía" (de philein y de sophia = amor a la sabiduría) en cierto modo, los nuevos planteamientos ni siquiera podrían calificarse propiamente de "filosofía", el término "Teoría de la Ciencia" se acerca más a lo que se intentó en ese movimiento filosófico, y aún más exacto me parecería la formulación "teoría lingüística del conocimiento científico", donde el predicado "lingüística" debería precisarse en el sentido de suponer una voluntad por trabajar a nivel científico, con la ayuda de los métodos de la ciencia -dejando de lado, por su obsolescencia- los de la filosofía tradicional; es decir, pretendiendo construir esta nueva filosofía como teoría científica, una "Ciencia de la Ciencia" o "Meta-Ciencia".

En cambio, el trabajo de Husserl, como él mismo lo interpretó en su obra de madurez "La Crisis de las Ciencias", y como sintomáticamente se manifiesta en su recuperación del contacto con el mundo de la vida (Lebenswelt), sí puede ser considerado como un nuevo modo de "filosofía" en el que se busca una fundamentación racional del vivir humano.

Aunque ambas direcciones plantean la necesidad de un nuevo enfoque dentro de marcos de referencia distintos, sin embargo, poseen sin embargo una referencia común: la obra de F. Brentano (1838-1917). Éste había tratado el tema del conocimiento introduciendo el concepto de la "intencionalidad" de los actos psíquicos. Husserl, en dependencia directa de Brentano, transformó esta idea pasándola de un contexto de observación psicológica al de un análisis lógico. El influjo de Brentano sobre la Filosofía Analítica se ejerció de modo indirecto, primero a través de su discípulo A. Meinong (1853-1920) sobre Bertrand Russell (1872-1970) y G. E. Moore (1873-1958). Por otro lado, otro discípulo de Brentano, K. Twardowski (1866-1938), fundaba la "Escuela de Varsovia" con una tendencia denominada más tarde Racionalismo Lógico. La obra de Husserl "Investigaciones Lógicas" (1900-1901) coincidía temporalmente con los comienzos de esa Escuela de Varsovia que luego logró reconocimiento internacional en la obra de J. Luckasiewicz (1878-1956).

El interés por la dimensión lógico-formal (común a la lógica y a la matemática) es otro factor clave en la formación del planteamiento de la Filosofía Analítica. Los estudios de G. Frege (1948-1925), y el desarrollo de la moderna teoría matemática de conjuntos gracias a G. Cantor (1845-1918) marcan focos de interés especulativo que han seguido influyendo luego en todos los autores de esta tendencia.

El círculo de relaciones de Lady Welby polarizó como un vivero el desarrollo de las nuevas ideas que reorientaron el trabajo filosófico desde el concepto puro al lenguaje. En una hospitalidad intelectual que heredaba el estilo de los salones de la Enciclopedia que tanto hicieron por la conversación entre pensadores del XVIII, Lady Welby agrupó a una serie de pensadores que discutieron las relaciones entre pensamiento y signos verbales (significs), centro no sólo de su interés sino también de sus distintos trabajos científicos que influyeron directa o indirectamente no sólo sobre la Escuela Holandesa (de filosofía de la matemática: Brouwer y otros), o sobre Ch.S.Peirce, con el que sosturvo un largo contacto epistolar, y el Pragmatismo norteamericano, sino sobre otros jóvenes pensadores como B. Russell, o sobre toda una serie de trabajos en la moderna semántica (Richards/Ogden The meaning of the meaning).

 

Primera fase: Moore y Russell

La primera fase de la tendencia analítica se caracteriza por el uso metódido del análisis lógico de las formulaciones verbales (en Russell y en Moore - hacia 1900). Esto suponía apartarse de la habitual forma de trabajo directo sobre conceptos (sin reparar en que es imposible un debate conceptual sin el Medium "lenguaje"), y considerar que sólo sería posible depurar ideas y conceptos si se empezaba por precisar la forma en que se los formulaba verbalmente, es decir, si se realizaba un cambio total en el enfoque habitual, o un "Giro lingüístico" - según la formulación de Rorty. Ahora bien, y ahí se manifiesta el influjo de la investigación sobre lógica formal y matemática entonces en auténtico "boom", para Russell y Moore un trabajo de prevención de errores en el pensamiento debía también superar las vaguedad del lenguaje cotidiano. Vistos los avances a que el uso del lenguaje formalizado de la matemática había llevado en la física moderna, les parecía que también el pensamiento filosófico debía pasar desde el lenguaje cotidiano a un lenguaje formalizado. Fue decisivo el influjo directo del matemático Peano con quien Russell tuvo contacto directo en el Congreso Internacional de filosofía de 1900 en Paris.

Sobre todo son los ensayos  de Russell, "La filosofia del atomismo lógico" y la "Defensa del sentido común" de Moore las exposiciones que probablemente caracterizan mejor la primera etapa del pensamiento analítico.

Para Moore, el análisis del lenguaje tiene como fin el identificar el "significado" de todas las expresiones verbales, es decir, el trabajo analítico se centraba en la dimensión semántica. En cambio, Russell buscaba la clave en la observación constructiva de la dimensión sintaxis del lenguaje, esto es, en la estructura interna del lenguaje que debía reflejar la estructura del mundo.

El programa de reconstrucción lógico-sintáctica de la realidad, según Russell, o el programa de reducción semántica de Moore, tenían que operar - para definir esos mismos lenguajes - desde el lenguaje ordinario en el que hay que diferenciar:

la parte que corresponde a una visión compartida acrítica de la realidad en la comunidad cultural que utiliza el inglés, el alemán o el español; y una serie de términos y referencias entre ellos elaborados y re-definidos (a veces en clara distancia al uso cotidiano) en las distintas ciencias; o un repertorio de términos cargados de sentido filosófico (philosopher's jargon).

La tarea del análisis del lenguaje, según este primer programa de la Filosofía Analítica, consiste en clarificar esos distintos lenguajes y sus relaciones tanto en sus aspectos formales (sintaxis-lógica) como en sus contenidos o referencias a lo real (semántica).

B. Russell y A.N. Whithehead (1861-1947) escribieron así sus "Principia Mathematica" (1910-1913) como un intento de fundamentación filosófico-logica de la matemática, que Russell consideraba como aportación a la refutación de Kant. El problema de esa fundamentación se había agudizado desde que Cantor había demostrado la inexistencia un mayor número cardinal lo que llevó a la constatación de la paradoja de la clase que es y no es miembro de sí misma.

En la referencia semántica (a los contenidos o referentes), la obra plantea la cuestión de la clarificación conceptual observando el problema, no en una observación libre de pre-juicios teóricos, sino pre-suponiendo una serie de ideas que no cuestiona:

Tomar el marco conceptual del "Atomismo Lógico" como única base metateórica fiable. Según esta perspectiva, lo mismo que en el mundo físico se investiga la naturaleza descomponiendo los cuerpos en sus últimos elementos (atomo: lo no divisible), en cada ciencia habrá también que llegar a encontrar los últimos elementos conceptuales, formulados en enunciados elementales (aquí se emplea una analogía o metáfora: la del mundo físico presuntamente compuesto por agregados de átomos) que serán los fundamentos sobre los que se puede construir toda la representación de un dominio de la realidad.

A este presupuesto hay que añadir un principio metodológico que orienta (como un foco luminoso que centra la atención en un dominio muy reducido) el trabajo analítico: la adaptación del llamado principio de Ockham de no multiplicar los entes más allá de lo estrictamente necesario (Ockham's razor). Según Russel, en la medida de lo posible deberá sustituirse toda referencia a entidades desconocidas por construcciones a base de entidades conocidas. Para él, gran parte de los problemas filosóficos sólo eran ejemplos de una "mala gramática". Aunque sin tematizar y discutir su empleo, Russell trabaja sobre la diferencia entre contenidos (los objetos relacionados en la lógica) y operaciones (las de inferencia, comprobación, refutación etc.). Y su metodología analítica implica una serie de principios o reglas para esas operaciones lógicas.

Asimismo se acepta el "Sensualismo", es decir, la orientación y enfoque - con claras raices históricas en los empiristas clásicos ingleses - en que se considera que la experiencia de lo real es la que se apoya exclusivamente en datos sensibles (-->Fenomenalismo).

Es a partir de estas presuposiciones como debe realizarse la reconstrucción lógica de todos los objetos de la ciencia considerada. Esta reconstrucción se efectúa precisando los términos del lenguaje en que se formulan los enunciados de la ciencia. Para lograr esa precisión terminológica, Russell - de acuerdo a su enfoque sobre la dimensión sintáctica - recurre a los términos de la teoría de conjuntos. Como regla básica se establece la de evitar el uso de los términos teóricos (lenguaje observacional-teórico).

En cambio, Moore prefiere trabajar en el lenguaje cotidiano, en que emplea toda mente sana (la que sigue el common sense). Esta divergencia en el enfoque es decisiva. Mientras que el nivel de análisis iniciado por Russell sólo permite trabajar con abstracciones, Moore puede realizar su metaobservación de la observación científica teniendo en cuenta, siquiera sea de modo implicito, que el mismo lenguaje es al fin y al cabo una construcción "social", no algo construido en un cielo de ideas platónicas. Pero además, este modo de observar le permite co-observar dentro del ámbito de problemas observados la dimensión moral que la visión abstractizante y matematizante de Russell eliminaba del campo de observación.

En esta primera fase de la Filosofía Analitica, la reflexión sobre el saber científico no llega a cuestionar la validez ni de la lógica, ni del lenguaje cotidiano como formas en que se realiza el conocimiento científico o moral. Presuponiendo tal validez, la meta-observación en que se realiza la crítica filosófica la ciencia, sólo tenía que atender al rigor lógico (profundo) de las formulaciones científicas. Sólo a partir del "Tractatus" (1921) de Wittgenstein se exigirá examinar también críticamente no sólo el lenguaje, sino también todo tipo de lógica subyacente a las formulaciones en que se configuran los enunciados de la ciencia.

La bifurcación de la Filosofía Analítica: Empirismo Lógico y Filosofía del Lenguaje cotidiano.

Los dos enfoques complementarios, el de Russell con su interés por construir un lenguaje ideal más conforme a las estructuras lógicas, y el de Moore, considerando que el lenguaje ordinario es ya suficiente par el análisis de cualquier lenguaje científico, dieron origen (aunque unos 10 años después) a una bifurcación en el desarrollo de la Filosofía Analítica.

El Empirismo Lógico continuó en la línea de trabajo iniciado por Russell en los años que van desde, aproximadamente, 1920 a 1950. Por su parte, la Filosofía del lenguaje común (Ordinary Language Philosophy) se desarrolla entre 1930 y 1960.

En ambas corrientes influyó decisivamente Wittgenstein, en la línea lógica más bien con el Tractatus, en la del examen del lenguaje común, con sus Investigaciones Filosóficas. Pero hay que advertir que Wittgenstein no encaja realmente en ninguna de ambas direcciones.

Ludwig von Wittgenstein (1889-1951), alumno de Moore y Russell llega a la primera gran síntesis de las nuevas ideas en su "Tractatus logico-philosophicus" (1921) en que desarrolla hasta sus últimas consecuencias las tesis del Empirismo Lógico, pero mostrando también que dicho sendero, consecuentemente seguido, sólo lleva a la negación de todo saber que no pueda ser reducido a los enunciados elementales (lo que Carnap denominaría "proposiciones protocolo"), es decir, a la constatación wittgensteniana: "De lo que no se puede hablar, hay que callarse".

El trabajo del examen (metaobservación de la observación científica) filosófico tiene, en este contexto, varias funciones de entre las que destacamos dos: la de facilitar la construcción de lenguajes más precisos; y la de ejercer una especie de terapia filosófica:

a) Posibilitar la construcción de un lenguaje científico configurado como lenguaje formalizado. Esto deja fuera del campo observado el problema de la construcción previa de los conceptos y categorías de la teoría "material" (con contenidos concretos, no sólo con las reglas sintácticas que estructuran la teoría "formal"), y que debería ser el marco (framework) desde el que "observar" científicamente el campo de fenómenos, cuya relevancia viene dada por encajar o no en los conceptos de esa teoría previa (siquiera sea formulada como conjunto de hipótesis o preguntas sobre la realidad). Sin preguntas ni tienen sentido las "respuestas".

El trabajo sobre los lenguajes formalizados llegó entonces, por así decirlo, a independizarse y establecerse como algo autónomo, relegando pues el inicial objetivo de observar la construcción de las ciencias reales a un segundo término. Se renuncia pues a hablar de la realidad del mundo (De lo que no se puede hablar - porque nuestro metalenguaje sólo nos permite hablar del lenguaje, no de sus referencias a lo real, hay que callar ....). Se pierde pues la SEMÁNTICA y sólo queda SINTAXIS lógica: en forma de sofisticados cálculos lógicos.

b) La segunda función es la del llamado análisis terapéutico. Al parecer fue B.A. Farrell (1946) el divulgador del término, pero la idea es de Wittgenstein. Lazerowitz  señala la importancia de esta función dado que los filósofos han utilizado muchas veces lo que él denomina "jerga ontológica", al presentar sus puntos de vista personales como si se tratara de teorías sore la realidad.

Este tipo de terapia analítica debe recomendarse a los representantes de la Teoría Microeconómica de la Empresa, cuando intentan construir una "Teoría Matemática de la Organización" (Albach), o cuando llenan más y más volúmenes de fórmulas matemáticas sobre la "organización industrial". Su línea de trabajo ha llevado también esa forma de observación a una autonomización de lo "formal" en que finalmente resulta imposible hablar de la realidad - y como buenos lógicos, también guardan silencio sobre la realidad empresarial de la que no pueden hablar.

Una de las trampas del lenguaje consiste en inducir procesos mentales de concatenación entre sus términos, que finalmente, y esto se acentúa con la "formalización", producen casi automáticamente conclusiones (teóricas - en el peor sentido del término) que a su vez son punto de partida de nuevos itinerarios "lógicos".... cada vez más alejados de la realidad.

El paralelo histórico (y quien no conoce la historia corre gran riesgo de repetir sus errores) más similar a estas evoluciones es el de la Baja Escolástica al final del Medioevo, o el de la decadencia de la Escolástica del Barroco cuando sus representantes querían refutar con silogismos latinos las observaciones de Galileo. El instrumento de la sofisticada Lógica de esas Escolásticas, a la que dedicaron cientos de volúmenes, sólo podía ya hablar de sí mismo, no de la realidad.

El Círculo de Viena, cuya voz más representativa es la de R. Carnap (1891-1970), y cuyo spiritus rector fue indudablemente M. Schlick (1882-1936) se orientó totalmente según esta línea de trabajo sobre los "lenguajes formalizados". La entrada en Viena de Hitler y la instauración de la dictadura nacionalsocialista (con efectos letales similares en el ámbito alemán a los que tuvo la dictadura militar de Franco en España) suponen la muerte (violenta) de toda esta escuela europea. Muchos de sus miembros tuvieron que emigrar al ámbito anglosajón (como los intelectuales españoles tras la guerra del 1936-39 tuvieron que huir a México, Venezuela, Colombia, Argentina y otros países latinoamericanos).

El Racionalismo Crítico liderado por Popper (1902-1994) supuso aquí un cambio de tendencia en cuanto que optó por una visión contraria a la de Carnap. En su enfoque mucho menos ambicioso, en lugar del criterio de verificación se establece el criterio de falsabilidad.

Pero la crítica de Popper no impidió que en el Círculo de Viena se siguiera interpretando de modo sensualista-positivista el criterio de lo que tiene sentido (tomado del primer Wittgenstein - Tractatus 4.063):

Para afirmar que una proposición 'p' es verdadera hay que haber determinado previamente las circunstancias en que decimos que 'p' es verdad.

Este modo de interpretación del criterio de sentido, compartido por los representantes del Círculo de Viena, es lo que ha dado lugar al malentendido de que también todo el resto de las escuelas de la Filosofía Analítica defiende una concepcion estrechamente empirista del conocimiento.

Sólo el influjo de W.V.O. Quine (1908- ) consiguió poner en tela de jucio muchas de las presuposiciones admitidas acríticamente en la primera época de la Filosofía Analítica.

En primer lugar, Quine cuestiona la distinción analítico/sintético y la diferencia exclusivista entre lenguaje de observación y lenguaje teórico. Pero no quedó clarificada la dificultad implicada al perder aquella presunta pauta de referencia (absoluta) para valorar todo conocimiento científico que se había creído poder alcanzar con la mera elaboración de un lenguaje teórico exacto (en lo posible formalizado en términos de lógica simbólica) en que describir-representar el mundo objetivo. Es decir, al perder la fe en que el mero análisis "lógico" de un sistema de conocimiento es el método más adecuado para examinar la validez de tales saberes, no queda ya ninguna otra pauta superior desde la que valorar el conocimiento científico: si no hay un sistema de descripción lingüística con la "garantía de calidad" que suponía el estar estructurado según un lenguaje teórico formalizado, ¿cómo podremos garantizar la objetividad de nuestrsa representaciones (sistemas de enunciados) del mundo real?

Como escapatoria a estas aporías, bajo el indudable influjo de la mentalidad anglosajona (tras la emigración en los años treinta), surgieron tendencias conductivistas para reinterpretar todo el sentido del lenguaje en que hay que formular la ciencia. Ch. Morris reinterpretó en ese marco behaviorista la semiótica de Ch.S. Peirce y elaboró su teoría de los signos enlazando semiótica con pragmática. Esta reinterpretación dejaba fuera del campo observado la dimensión "comunicación interpersonal" (que será el punto en que tanto Apel y Habermas, como Luhmann iniciaran la reconsideración que ha dado lugar la Epistemología de la Complejidad).

 

El "giro pragmático"

El influjo de Ch. Morris (coeditor de la enciclopedia de la ciencia unificada) supuso un cambio de rumbo en el pensamiento analítico: desde entonces la dimensión pragmática (Filosofía del Pragmatismo americanao) será un aspecto a considerar en la metaobservación de las teorías científicas.

Al insertar en su meta-observación los aspectos ligados a la dimensión pragmática (Quine se inclinó hacia un evolucionismo holístico, y N. Goodman (1906) se orientó a un irrealismo estructuralista), la Filosofía Analítica va más allá de la bifurcación entre el Empirismo Lógico y el Fenomenalismo Lingüístico, y se abre a una nueva reflexión "filosófica" (en el sentido tradicional) a la que se denomina "pensamiento postanalítico".

La corriente del "fenomenalismo lingüístico" o "filosofia del lenguaje ordinario - La Oxford Philosophy, O.P.

A diferencia de los empiristas lógicos, que en su meta-observación de la observación científica intentan validar este tipo de conocimiento con la garantía de que el "lenguaje" en que se formulan sus enunciados sobre el mundo es un lenguaje respaldado por la lógica; los fenomenalistas lingüísticos arrancan de la concepción de Moore sobre el lenguaje cotidiano o el sentido común (una concepción que influyó decisivamente sobre todo en Wittgenstein). Esta forma de meta-observación se estructura de acuerdo a un programa que presupone que todo análisis; por formalizados que sean sus términos y formas de articulación de contenidos, al final deberá ser traducido (si es que quiere ser comprendido) al lenguaje ordinario; y es en ese lenguaje ordinario donde a fin de cuentas se verá si determinados enunciados sobre la realidad tienen o no tienen sentido. Pero junto a esta referencia a Moore, en el Fenomenalismo Lingüístico se importan también aspectos del método fenomenológico de Husserl.

De acuerdo a estas presuposiciones y marco de referencias conceptuales, en esta tendencia, la que se denominó análisis oxoniense, se fija como tarea básica del análisis filosófico el examen del lenguaje utilizado en la cotidianidad (pre-científico) para decantar ahí, en examen de su lógica interna, qué contenidos tendrán o no sentido. Este fue el campo de observación preferido en la Oxford Philosophy[1] fundada hacia 1950 por G. Ryle (1900-1976) que, en su ensayo "Dilemas", inicia el desarrollo de una "non-formal logic of ordinary language".

Debe aquí notarse, para evitar confusionismos, que aunque algunos incluyan aquí a Wittgenstein, éste insistió siempre (en la última fase de su actividad) en que la reflexión filosófica era ante todo una "acción", una "lucha" contra los embrujamientos de la mente producidos por el lenguaje (la orientación terapéutica del filosofar) y no una simple metódica de análisis (pura observación sin acción). Por ello, Wittgenstein no podía compartir el interés de la escuela de Oxford por llegar a resultados positivos examinando las reglas y funciones del lenguaje cotidiano.

Al mismo tiempo debe notarse que el pensamiento de Wittgenstein con su interés sobre los problemas del "uso" del lenguaje influyó evidentemente sobre los filósofos de Oxford. Ambos comparten además el rechazo de la pretensión del Empirismo Lógico de que sólo una formalización (en dirección a una matematización) del lenguaje podía llegar a producir representaciones fiables del núcleo de toda argumentación.

Ryle, que compartió inicialmente la orientación terapéutica wittgensteniana del trabajo filosófico limitó luego su análisis a la función representativa del lenguaje cotidiano, cuyas expresiones formulan pues "conceptos". En este examen, se advierte la diferencia entre las formas lógica y gramatical y se la explica por la tendencia en el uso del lenguaje a difuminar distinciones conceptuales mediante formulaciones gramaticales similares.

La teoría del significado de Ryle fue también al principio una mera teoria del uso de las palabras. Los enunciados no significan nada, sólo unen expresiones predicativas de los conceptos mentales. Por ello producen confusiones. El análisis deberá pues dirigirse al núcleo proposicional de los enunciados, no a su "modus" (que sin embargo sería luego lo que interesa en el Fenomenalismo lingüístico.

Ryle denominaba "dilema" a ciertos problemas filosóficos en los que no sabemos cuál es el camino a tomar ante presuntas soluciones a distintos problemas y que además parecen inconciliables entre sí. Para Ryle, las disputas entre empiristas y racionalistas, o entre idealistas y realistas, carecen de interés. Pero sí se interesa por la tensión entre los saberes del mundo de la ciencia y los del mundo cotidiano.

Las confusiones surgen por los errores o fallos en las "categorías", como sucede cuando tratamos del mismo modo predicados como 'querer' y 'fumar' (uno relativo a un acto interno, el otro a un fenómeno externo). Un error de este tipo es el del enunciado "marzo está acostado" (mientras que decir que 'fulano está acostado' podrá ser verdad o falsedad, pero siempre tiene sentido). Para superar dichos errores categoriales hay que conocer qué relaciones lógicas existen entre las proposiciones, aunque Ryle, en contra de la exigencia de los empiristas lógicos de tener que formalizar el lenguaje - para, ante todo, amortiguar los falsos problemas filosóficos, cree que lo que hace falta son ciertas habilidades (skills) en el uso del lenguaje común, como las del arte de la argumentación. Así se podrán determinar los vínculos de implicación (implication threads) conceptual y reconstruir la "geografía lógica" de los conceptos que subyacen a nuestros discursos. Pero eso exige la "skill" de definir siempre de forma más diferenciada las "categorías".

En su obra principal "The Concept of Mind" (1949), utiliza Ryle su idea de dichas "skills" para eliminar la idea, procedente de Descartes, de que el saber es siempre "saber proposicional". Así añade al conocimiento formulable en proposiciones el saber operativo (knowing-how, diferenciado del knowing-that). Ese "knowing-how" tiene un carácter no-proposicional (similar al "conocimiento implícito" de Polanyi). Con ello es posible - en forma curiosamente emparentada con la metodica de Wittgenstein en sus Investigaciones Lógicas - llegar a una reconstrucción de todo lo que se habla sobre actividades mentales utilizando

Otros destacados representantes de esta línea, J.L. Austin y P.F. Strawson (1919-) trabajaron así, no con el instrumental de la lógica formal (en la dimensión sintáctica), sino con el de una lingüística orientada a la investigación en la dimensión "semántica".

J. L. Austin (1911-1960), profesor de filosofía moral en Oxford, persigue objetivos similares a los de Ryle. Austin parte de que el lenguaje "ordinario", que contrapone no sólo al lenguaje formalizado del Empirismo Lògico, sino al lenguaje "técnico" de los filósofos, conserva el depósito de anteriores distinciones, muy sutiles a veces, elaboradas en el decurso de los tiempos y de distintos entornos. De todas formas, Austin también advierte que el análisis de este lenguaje sólo es el necesario comienzo, pero no constituirá nunca la última palabra del filosofar[2]. El examen de las partículas para el condicional (si ... entonces) o términos como 'bueno/malo' muestran que todos estos términos pueden utilizarse en contextos muy distintos de modo también diferente. Algunas teorías sobre la realidad o la bondad se desmoronan cuando se advierte que sólo se han construido forzando el uso de ciertos términos. En general, Austin consideraba a los filósofos como tendiendo a la ultrasimplificación, a esquematizaciones o a repetir obsesivamente las mismas cosas.

Este modo de meta-observación propio del grupo de Oxford, utilizando las categorías de la diacronía y sincronía (temporalidad vs. estructura), les permitía además "ver" una de las zonas que habían permanecido como "mancha ciega" en la primera fase de la Filosofía Analítica: la dimensión "histórica", al menos en cuanto contexto para la constitución de los saberes científicos. El mismo uso del lenguaje ordinario había sido objeto de justificación-fundamentación histórica.

Aquí hay que advertir que este giro hacia el lenguaje ordinario se desarrolló con referencias muy distintas a las que tenía Wittgenstein al elaborar (Investigaciones filosóficas) su concepto de los "juegos de lenguaje", pues Wittgenstein, aunque no utilice el término, realmente considera el tema desde la perspectiva de la "comunicación", mientras que los pensadores de Oxford sólo se refieren al "lenguaje", ciertamente "medium" necesario al comunicar, pero no identificable con éste.

Con este giro hacia el lenguaje en su contexto histórico, las corrientes de la Filosofía Analítica recuperaban el ámbito observado en la anterior Filosofía Hermenéutica (Dilthey etc.).

Pero el influjo más duradero lo ha tenido la teoría de los "Speech Acts" (acciones lingüísticas) de Austin, cuyo desarrollo continuó luego Searle, que constituyó un decisivo impulso a la apertura de los estrechos horizontes de observación de la inicial Filosofía Analítica.

En contra de la visión exclusivista de la función "descriptiva" del lenguaje (los términos "significan"), donde además el único código relevante sería el de verdad/falsedad, Austin hace caer en la cuenta de la función activa (performative) del lenguaje.

El enunciado "A conoce esto" es puramente descriptivo. En cambioel enunciado "Yo juro que cumpliré la cláusula tal ..." no sólo describe mi acción, sino la realiza. Es decir, hay que distinguir entre proferencias constativas (en que se afirma que algo es o no es el caso) y proferencias ejecutivas (performative). Para precisar esa distinción, Austin diferencia luego entre los aspectos:

·             locucionario (predicativo, descriptivo),

·             ilocucionario (según modos de predicación por parte de quien habla: amenaza, ruega etc.)

·             perlocucionario (que afecta al efecto logrado por el habla en el oyente: en quien se despiertan expectativas, al que se convence, al que se conmueve...).

No se trata ahí de que existan verbos o términos propios de estos tipos, sino de actos verbales considerados pues en sus aspectos funcionales para la comunicación.

 

Las corrientes de la nueva lingüística e investigación de las funciones cognitivas (Inteligencia Artificial, Ciencia del Conocimiento)

En esta línea puede considerarse también la obra de N. Chomsky (1928) que trabajando con el instrumental formalizado de la Gramática Transformacional de Z. Harris, y bajo la influencia del Estructuralismo Lingüístico (de carácter más bien antropológico) de L. Bloomfield, logra superar el reduccionismo de la interpretación behaviorista del lenguaje que había introducido Ch. Morris. En esta dirección se trabaja con una Lingüística reinterpretada en una concepción "mentalista" y psicológica, pero al mismo tiempo se inicia el diálogo con la nueva investigación sobre la Inteligencia Artificial (que a su vez se inserta hoy en las disciplinas de la nueva Cognition Science). La idea básica es laque que un lenguaje mental (mentalese) investigable de forma empìrica es el elemento que determina las estructuras y funciones verbales o las funciones cognitivas no verbales.

En la interpretación de J.J. Katz incluyen también esas funciones cognitivas la posibilidad de la observación filosófica.

 

Valoración de las aportaciones de la Filosofía Analítica

Como resume bien Muguerza (1990: 93), primero, los filósofos analíticos se interesaron por la dimensión gramatical-sintáctica del lenguaje (por las relaciones entre los términos o signos empleados),  por el esqueleto del lenguaje. Luego pasaron en una segunda etapa a interesarse por el sistema nervioso, que son las relaciones semánticas entre los signos y sus significados, es decir, sus referentes reales (de los que el análisis sintáctico había prescindido); y finalmente concluyeron interesándose por la dimensión pragmática, por las relaciones entre signos y sus usuarios, así como a las de éstos entre sí y con su contexto. En gran parte, este desplazamiento del foco de interés se debe al trabajo desarrollado por Wittgenstein en sus últimos años de reflexión filosófica.

El giro lingüístico, es decir, el desplazamiento del foco de observación desde la conciencia individual (la orientación desde Descartes, en Kant y en el Idealismo alemán) al lenguaje ha abierto el horizonte de la observación del conocimiento humano (la metaobservación propia de la reflexión epistemológica) como observación, primero de sus formulaciones verbales -o como dirían Maturana y Varela, al pensamiento "lenguajeado"-, y en segundo lugar, como sucede sobre todo en el segundo Wittgenstein, a la "comunicación". Eso evidentemente, dadas sus implicaciones con la sociedad, y con los saberes disponibles en la sociedad (no se puede comunicar lo que no está disponible a ese nivel), abrió también la puerta a la reflexión sobre aspectos antes ni siquiera tenidos en cuenta: en primer lugar, a las condiciones sociales del conocimiento. El interés por el "public discourse" en esa corriente filosófica es una clara señal de tal apertura.

Mientras que la mayoría de los representantes de la Filosofía Analítica se centraron exclusivamente en el "lenguaje", sin considerar que el lenguaje sólo tiene sentido en cuanto suministrando un Medium en que poder realizar la comunicación humana, y tropezaron así con un obstáculo insalvable para seguir avanzando en su reflexión fundamental sobre el conocimiento humano, Wittgenstein anticipó mucho de lo que la actual reflexión filosófica (Searle, Apel, Habermas) realiza sobre la "comunicación" - para la que el lenguaje es ciertamente el medium imprescindible para posibilitar que los interlocutores puedan hablar de lo mismo (compartir "información"), pero que además abarca procesos de interacción comunicacional  en que, de modo muy contigente (doble contingencia, como lo denomina Luhmann), se puede llegar a la "comprensión" (Verständigung) entre los comunicantes.

 

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NOTAS

[1] Fundamentalmente se trata del grupo o escuela de Oxford (sólo en un sentido muy laxo se aplica la denominación a los filósofos de Cambridge donde habían enseñado Moore y Wittgenstein (ver: Canton, 1936; Cappell 1963; von Savigny 1969). 

[2] Austin, J.L. (1956-57): A Plea for Excuses. Proceedings of the Aristotelian Society. 57: 1-30. 

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