ECOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN

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Vicente Romano

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ECOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN

Como vínculo entre un ser humano y otro, o entre persona y máquina, la comunicación tiene una dimensión ecológica y ética. La creciente disbiosis comunicativa entre comunicación personal y técnica tiene consecuencias para unos seres dialógicos como los humanos. La soledad y la pérdida de relación son los efectos más evidentes. Como afirma, entre otros, D. Klenk, se desequilibra la homeóstasis espiritual interna. El resultado es la “pérdida de presencia", la creciente colonización del biotiempo por los monólogos permanentes de la técnica, que deja a los seres humanos sin la presencia del otro.[1]

La ecología de la comunicación es una rama científica relativamente nueva. En el ámbito español, el autor de este trabajo utilizó ya este concepto en relación con los medios de comunicación en 1989 y cuatro años más aplicado a la comunicación en general.[2]

En el mundo anglófono están los libros de Barrington Nevitt, el discípulo de M. McLuhan, The Ecology of Communication, el de David L. Altheide An Ecology of Communication. Cultural Formats of Control, y el volumen colectivo del International Institute of Communications Cultural Ecology, The changing dynamics of communications.  El primero pone el acento en los aspectos técnicos. El segundo se ocupa del poder y del control social. Entiende la ecología de la comunicación como estructura, organización y accesibilidad de diversos foros, medios y canales de información. Se ocupa de la relación entre tecnología de la información y formatos de comunicación y actividades. Es bastante confuso y apenas tiene que ver con la ecología, a pesar del título. El tercero es un trabajo colectivo del Instituto Internacional de la Comunicación que analiza las repercusiones socioculturales de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en diversas partes del mundo.

Aquí se sigue la línea emprendida por la profesora B. Mettler von Meibom y sus discípulos y colaboradores, agrupados en torno al Instituto de Ecología de la Información y la Comunicación, fundado en 1989, en Duisburg, Alemania. El autor de este trabajo se siente más identificado con las preocupaciones científicas de este grupo. Su formación académica en Alemania se inscribe también en la tradición reflexiva de Europa.

Sea como fuere, lo cierto es que, además de la revista, aún minoritaria, editada por este Instituto, el grupo de investigadores que giran en torno al mismo está produciendo toda una serie de trabajos y monografías que contribuyen a entender mejor el panorama actual de la comunicación y sus tendencias para el futuro.

Para Thomas Muntschick, "ecología de la comunicación" es un término técnico para una nueva crítica de la economía política de la comunicación. Según este investigador, la tecnificación y comercialización de la comunicación han llevado a la industrialización, con el objetivo de convertir al individuo en receptor ideal.[3]

Los medios aparecen como instrumento sistemático para la disolución de la comunicación personal. La colonización tecnológica y cultural del Tercer Mundo se corresponde con la colonización de la vida cotidiana en el Primero, acelerada mediante el cambio en la estructura perceptiva, provocado por las estructuras productivas de las sociedades altamente desarrolladas.

La ciencia de la comunicación no sólo se remite aquí a las relaciones y estructuras, a las situaciones cara a cara, así como a sus medios técnicos, sino que también considera la diferencia entre los objetos como objetos materiales y como símbolos, integrando así la relación espacio-comunicación. Como ciencia histórica concreta, incluye el estudio crítico de los medios. Igual que la ecología se remite a lugares en los que la historia de la naturaleza se relaciona con los seres humanos, el estudio concreto, histórico y tecnológico de los medios se remite a lugares en donde la historia de los medios técnicos de entendimiento y la historia directa del intercambio humano pueden investigarse en conexión con la historia de la naturaleza.

El valor de uso político de la ecología de la comunicación reside en liberarla del yugo de simple medio de producción útil, de su aspecto tecnificable y valorable, para transformarla en comunicación que produce y conserva relaciones de experiencias. Semejante comunicación sería la premisa para el proceso amplio de formación de opinión pública, premisa para la apropiación plena de la historia.

Como nueva rama científica, la ecología de la comunicación establece un vínculo entre comunicología y ecología humana. Se ocupa, por un lado, de los efectos de la técnica en la comunicación humana, y, por otro, de la repercusión de la comunicación tecnificada en la naturaleza humana, en la sociedad y en el entorno físico.[4] Como decía B. Nevitt, un discípulo de M. McLuhan en 1982: Hasta ahora los estudiosos de la comunicación sólo han reaccionado a los cambios que el medioambiente ha producido en las mentes, cuerpos y sociedades. Hoy se ha establecido una ecología global de la comunicación en la que el ritmo está alcanzando la velocidad de la luz. Por eso hay que aprender a prever, no sólo los efectos materiales, sino también los espirituales y sociales de las  extensiones tecnológicas.[5]

K. Marx decía que el ser humano no se plantea problemas que no pueda solucionar. Por eso, el planteamiento de un problema es la premisa para su solución. Criticar los efectos negativos no significa ser un apocalíptico, en el sentido despectivo que se suele aplicar este término de U. Eco. No debería interpretarse como mero pesimismo, sino más bien como el primer paso hacia una estrategia constructiva para aumentar la calidad de vida de los seres humanos.

En su sentido originario de oikos, casa, hogar, lugar de refugio, seguridad, bienestar, etc. la ecología de la comunicación pretende averiguar hasta qué punto pueden crearse con la comunicación comunidades en donde el mundo aparezca como un medio propio en donde el ser humano se sienta a gusto. Así es como se concreta el puente entre teoría de la comunicación y ecología humana.

La pertinencia de tomar en consideración la dimensión ecológica de la comunicación la planteó por primera ve Claus Eurich en 1980, como reacción a la comunicación tecnificada. Ante el predominio de los medios tecnológicos, de lo que desde hace ya varios decenios se vienen denominando NTIC, Eurich y, poco después, la profesora B. Mettler v. Meibom, se plantean la cuestión de la "conservación o recreación de un  mundo comunicacional intacto, adecuado a la naturaleza humana, esto es, de espacios individuales de acción y experiencia, de redes interpersonales de contacto y, por ende, de comunicación." Su condición básica es la capacidad de interacción con una visión  de conjunto y  descentralidad. Cuando la comunicación se ve limitada, cuando la obstaculizan barreras sociales, ideológicas, políticas y arquitectónicas, hay que restablecer las condiciones para una comunicación exitosa".[6]

 Se plantea, pues, la exigencia de que los seres humanos tomen conciencia y asuman su responsabilidad ante su entorno comunicacional. En este contexto resulta relevante la educación de los niños y jóvenes para una coexistencia comunicativa y un trato razonable con los medios.

Para B. Mettler von Meibom, el objetivo de la ecología de la comunicación estriba en "tematizar y analizar las retificaciones que se dan más allá de las subdivisiones de las disciplinas científicas o de los sectores sociales".

De modo análogo a como ha ocurrido con el dominio de la naturaleza, gracias a los adelantos de la técnica y de la industrialización durante los últimos 150 años, dominio que se ha traducido en un experimento fallido, también se puede observar ya una experiencia semejante en la esfera de la comunicación. Cierto, la comunicación debe optimizarse técnicamente. Pero el dominio de los procesos comunicativos mediante la racionalidad técnico-económica podría tener también consecuencias no deseadas.

Ante los efectos nocivos de algunas intervenciones tecnológicas en la biosfera, surge el temor de si la tecnificación actual puede tener repercusiones análogas en el ámbito de la comunicación. De si, y hasta qué punto, la ola actual de desarrollo tecnológico y de apropiación de técnicas de información y comunicación y de medios masivos,  tan elogiada por Toffler, no puede conllevar también efectos no deseados ni previstos.[7]

Por otro lado, hay que tener en cuenta las cuestiones de poder y de dominio, puesto que el desarrollo y apropiación tecnológicos están sometidos en gran medida a intereses económicos. De ahí que la ecología de la comunicación se conciba como tesis teórica e investigadora que trata, por un lado, de la repercusión de la técnica en la índole de la comunicación humana (relación tecnología - comunica­ción), y, por otro, de los efectos de la comunicación tecnificada en la naturaleza humana (relación comunicación tecnificada-ser humano), en la sociedad (relación comunicación tecnificada–sociedad, cultura-civilización), y en la naturaleza extrahumana (relación comunicación tecnificada-naturaleza extrahumana).

En estas relaciones se dan dos perspectivas: a) la macroscópica, y b) la microscópica.

a)   La perspectiva macroscópica estudia cómo incide la técnica en la comunicación como un todo. Así, por ejemplo, puede afirmarse que la natural vinculación espacio-temporal de la comunicación humana se disuelve con algunos sistemas tecnológi­cos (el teléfono suprime el lugar y el contestador automático el tiempo)

b)   La perspectiva microscópica analiza los efectos de la técnica en los elementos de un proceso específico de comunicación. Se trata, pues, de la relación entre la técnica y los elementos estructurales tiempo, espacio, actores (emisor-receptor, productor-consumidor), medio, mensaje; así como la relación entre la técnica y los elementos funcionales de los procesos que transmiten señales, informaciones, establecen relaciones y crean comunidad.     

En segundo lugar, la ecología de la comunicación, en cuanto bioecología, ecología humana, sí, en cuanto tesis humanista, trata de las consecuencias que se derivan de las intervenciones tecnológicas de la comunicación (de las tecnologías de la comunicación) para los seres humanos, la naturaleza extrahumana, la sociedad, la cultura y la comunicación.

También aquí se puede distinguir entre perspectiva macro y microscópica. A nivel macro, la relación comunicación tecnificada-ser humano plantea cuestiones como la influencia de la comunicación tecnificada en el conjunto de los seres humanos, si amplía o restringe la libertad, si favorece o perjudica su salud, su competencia cognitiva, social, comunicativa, si reduce o prolonga la infancia, si sobrecarga, alivia o instruye los sentidos, si limita o fomenta la sensorialidad, etc.

A nivel microscópico estudia la relación entre comunicación tecnificada y los procesos físicos, psíquicos, sociales y espirituales del ser humano. Se plantean aquí cuestiones como la de qué procesos desencadena o no el uso de un sistema tecnológico y qué consecuencias implica.[8]

De todas estas consideraciones se deriva el concepto de comunicación ecológica, esto es, formas duraderas de comunicación compatibles con el ser humano, la sociedad, la cultura y el medio natural.

Desde el punto de vista técnico, la comunicación ecológica no sólo transmite señales e informaciones, sino que también establece necesariamente relaciones y crea comunidad e incluso medio propio. Comprende el aspecto sígnico, informativo, relacional y medioambiental de la comunicación humana. Representa así la suprema cultura comunicativa. La comunicación ecológica puede y debe figurar como idea rectora de toda actuación comunicativa.

La comunicación ecológica implica atención y sinceridad recíprocas, confianza, y surge del respeto igualitario hacia el interlocutor. Corre paralela con la renuncia al uso de la violencia lingüística, ya sea en la expresión, la entonación, la velocidad, etc. Subordina los intereses propios de los interlocutores a los de su comunicación conjunta. Quien sólo piensa en sí mismo es irremediablemente ineducado, por muy erudito que sea. La fundamentación de  una comunidad, la adaptación de los comunicadores a la comunidad, presupone la adaptación de  unos a otros.

Desde una perspectiva ecológica, T. Donath distingue entre

a) comunicación natural,

b) comunicación tecnificada, y

c) comunicación técnica 

 

PARADIGMA ECOLÓGICO DE LA COMUNICACIÓN

El autor de este trabajo terminaba su estudio El tiempo y el espacio en la comunicación, publicado en 1998, con las palabras siguientes:

"Finalmente, en virtud de la globalización y del "paradigma holográfico", como dicen otros, el vaciado del tiempo y del espacio crea la idea de que los seres humanos viven en un solo mundo, de que forman parte de una sola comunidad, de que el "nosotros" es más importante que el "yo". La consecuencia de esta línea de pensamiento es la re-evaluación de la naturaleza, la conciencia ecológica. Este tipo de pensamiento sostiene: a), que los seres humanos no son superiores a los demás elementos de la naturaleza; b), que tienen una responsabilidad especial para asegurar la propia supervivencia y la de las otras especies; c), que existe y debiera existir una larga relación histórica entre seres humanos y naturaleza; y d), que el desarrollo de esta relación sólo pueden juzgarlo las generaciones futuras."

Esto significa que se está regresando, como dice L. Boff, a la patria de nacimiento, a la gran comunidad planetaria, a la naturaleza. Esta línea de pensamiento distingue dos lógicas principales: la de lo económico, por un lado, y la de lo vivo y lo social, por otro. Boff, por su parte, destaca, entre otras, las características siguientes de este paradigma nuevo, del paradigma ecológico:

1)       Totalidad/diversidad: tanto la naturaleza como la sociedad humana son totalidades orgánicas y dinámicas  constituidas por diversidades interrelacionadas.

2)       Interdependencia/religación/autonomía: todos los seres vivos están inter-ligados, aunque cada uno goza de cierta autonomía.

3)       Relación/campos de fuerza: todos los seres viven dentro de una trama de relaciones, de ahí la importancia de éstas.

4)       Destino común/personal: la interrelación entre todos los seres hace que todos tengan un destino común. El destino personal de cada uno se imbrica en un futuro común.

5)       Bien común cósmico/bien común particular: el bien común no es exclusivamente humano, sino de toda la comunidad planetaria.

6)       Actitud holístico-ecológica/negación del antropocentrismo: la actitud abierta, no excluyente, propicia una cosmovisión radicalmente ecológica, que ayuda a superar el antropocentrismo y fomenta la solidaridad, la complementariedad y la creación.[9]

Este paradigma implica una forma de comunicación dialógica (Freire) que supere el paradigma clásico con su dualismo entre lo material y lo espiritual, la naturaleza y la cultura.

Existen, pues, razones suficientes para aplicar y desarrollar un modelo ecológico de la cultura y de la comunicación como un proceso, es decir, como una relación dinámica entre las tecnologías que regulan y diseñan el mercado y los efectos que tienen en la sociedad. No reconocer esta dinámica conduce a crear problemas, no sólo sociopolíticos y comerciales sino también medioambientales y culturales.

El modelo de ecología cultural representa una manera sabia de comprender, y tal vez rectificar, la locura mundial actual, afirma Danielle Cliche. La ecología cultural, continúa, es un modo analítico con el que se pueden entender , estimar y reconfigurar signos, sistemas de símbolos, pautas de propiedad, control para crear un futuro más sostenible, justo y humano.[10]

El paradigma ecológico plantea dos dimensiones, una material y otra simbólica. La primera comprende las ciencias medioambientales y la segunda es lo que se denomina ecología cultural. Robert E. Babe ha desarrollado un modelo de ecología cultural que se resume a continuación.[11]

La crisis ecológica actual es tanto cultural como biológica. Hoy día predomina una ideología de la muerte, tan destructora del planeta como de la humanidad. Los elementos distintivos de esta ideología son:

1.       La doctrina de que la realidad es una mera construcción social. Las simulaciones (realidades virtuales) sustituyen cada vez más a lo real.

2.       La velocidad creciente a la que se comercializan las formas simbólicas. Una parte considerable de la informatización de la sociedad es que cada vez se le da más importancia al dinero como sistema simbólico y que los otros sistemas simbólicos se ponen al servicio del dinero, lo cual afecta a la salud medioambiental y a la comunidad humana.

3.       La globalización de la comunicación, que tiene implicaciones negativas para la democracia, la diversidad cultural, la relación trabajo-capital, la ética, etc.

4.       La naturaleza se percibe como algo duro e improductivo, por lo que debe ser sometida por la voluntad humana y la tecnología.

5.       La concepción del tiempo en términos de eficiencia y velocidad.

En este marco de crisis ecológica, la ecología de la comunicación persigue los objetivos siguientes:

1)   Garantizar un equilibrio ecológico  de los medios, esto es, adaptar las tecnologías de la información a las condiciones y posibilidades de la comunicación primaria, la del contacto elemental humano o directa.

2)   Adaptar las tecnologías de la información, en particular las de los medios con pantalla, a las valencias ecocomunicológicas del ser humano. Esto significa que debe impedirse la difusión de la comunicación masiva, la aplicación de nuevos medios, allí donde tengan efectos negativos sobre el entorno comunicativo. Los efectos negativos aparecen cuando el empleo de la comunicación de masas predomina sobre el contacto interhumano o incluso lo suplanta.[12]

Desde una perspectiva ecológica pueden distinguirse tres enfoques en la ecología de la comunicación:

1)   El que pone el acento en la cuestión del poder y del dominio, cuya base estriba en que el proceso de desarrollo y aplicación de las nuevas tecnologías se rige por intereses económicos (el beneficio privado).

2)   El psicológico, derivado del hecho de que la comunicación es constitutiva (necesaria) para la formación de la identidad, la interacción social y la socialización.

3)   El sistémico, que responde al carácter básico de retificación de la comunicación.[13]

B. Mettler von Meibom ve los peligros esenciales de las NTIC en el carácter sistémico de la comunicación y se pregunta si ésta puede considerarse también como un sistema vivo.

La cuestión radica en saber hasta dónde puede trazarse la analogía entre biosfera y sociosfera. ¿Es la comunicación un sistema retificado? ¿Se dan en ella órdenes homeostáticos? Y Así sucesivamente.

Si se plantean estas cuestiones no es porque respondan a una visión conservadora, tendente a impedir cambios en la comunicación. Por principio, la comunicación está sometida a cambios y no es dominable.

Pero sí se puede influir en ella y dirigirla, lo que se hace, no en última instancia, mediante las TIC.

Como se trata de tecnologías hechas por el ser humano, hay que plantearse la cuestión ética de cómo se puede influir en la comunicación y qué efectos pueden tener sobre ella.

De aquí se derivan algunas hipótesis y temores.

§      Las TIC afectan a las redes de comunicación. No se sabe cómo se imbrican e integran los efectos, qué equilibrios existentes perturban y en qué dirección se van a mover.

§      No se puede predecir la dirección que tome el cambio, pero sí que habrá uno o varios cambios. La cuestión radica en, si se ha de presumir un "efecto de vaciado", cómo podría evitarse. La analogía con el "efecto de vaciado" no deseado de un lago es bien conocida. Ahora se trata de averiguar si hay sistemas de comunicación autorreguladores que puedan peligrar con las NTIC. ¿Cómo han de juzgarse, por ejemplo, las perturbaciones ya existentes (pérdida de contactos personales, soledad, aislamiento, pérdida de solidaridad)?

§      Lo característico son los procesos de mediatización e informatización. Por mediatización se entiende el hecho de que cada vez los medios  (de masas y las TIC) se interponen más y más entre los seres humanos y la percepción del medio propio (Mitwelt). En el contexto de la comunicación, mediatizar significa sacar a alguien de la inmediatez de la comunicación a través de contactos elementales, la dicción, contradicción y signos primarios, y someterlo por tiempo indefinido a sistemas mediales heterodeterminados. Estos tienen una estructura monológica, no dialógica. Se percibe el medio propio mediatizado, y los medios se convierten en objeto de percepción. Por informatización se entiende que los contenidos de lo que se percibe pueden ser modificados o se modifican por la tecnología de la información. Se sabe también que los procesos de mediatización e informatización tienen determinadas dimensiones sociales.[14]

§      Separan la información y la comunicación de su contexto social, que es lo que le da su correspondiente significado.

§      Deslocalizan la información y la comunicación. El lugar desde el que se comunica puede ser un lugar cualquiera.

§      Privan de su temporalidad a la información y la comunicación (los datos almacenados pierden su relación temporal, son ahistóricos).

§      Disuelven los contextos culturales, sometiéndolos a una lógica de valorización industrial.

§      Privan de sensorialidad a la información y la comunicación. Se reducen las múltiples posibilidades sensoriales del oído, la vista, el gusto, el olfato y el tacto -en simultaneidad-, reduciéndolos a uno o dos sentidos, según la técnica aplicada. Se percibe la información y la comunicación con menos concreción sensorial, sólo con la vista o con el oído, o con ambos.

§      Estandarizan la información y la comunicación según las necesidades de la máquina. Para ser legibles por la máquina, la información y la comunicación  tienen que modificarse hasta el extremo de que las máquinas pueden ordenarlas semánticamente, de forma clara, unívoca, susceptible de una sola interpretación. Pierden así la multiplicidad de significados semánticos, constitutivos de las relaciones informativas y comunicativas de los seres humanos.

 El contra-modelo de este tipo de comunicación e información es el modelo tradicional de intercambio directo, no mediado, del ser humano con su entorno y su medio propio. En este intercambio común surgen informaciones situacionales que se comunican y elaboran en función de la situación.

Si se dejan de lado los conceptos sistémicos y se vuelve la vista a otros de la psicología profunda y de las teorías  de la socialización, puede afirmarse que el tipo de relaciones comunicativas tiene que ver esencialmente con:

§         El desarrollo de la identidad, el desenvolvimiento corporal y espiritual, y con la correspondiente imagen de uno mismo, con la capacidad de relación , es decir, el aprendizaje de la delimitación y la solidaridad.

§         Con la competencia comunicativa como capacidad de hacerse entender en la comunicación interhumana, con la resistencia a las pretensiones de poder y dominio, y con el afianzamiento de la democracia.

§         Capacidad de ser responsable para con el entorno y el medio propio.

Frente al modelo de información y comunicación tecnificada pueden plan­tearse demandas sociales como:

§         medidas para limitar la técnica;

§         desconexión de los sistemas tecnológicos de comunicación;

§         el derecho a la no asequibilidad;

§         fomento de situaciones, lugares y motivos comunicativos no mediales;

§         refuerzo de la competencia social y comunicativa (ética de actuación);

§         desarrollo y práctica ejemplar de estilos de vida  basados en la ecología de la comunicación.[15]

 

 

NOTAS

[1] Cf. Klenk, D.: o. c., p. 5.

[2] Cf. Romano, Vicente: "Ambivalencia de la comunicación. Por una ecología de los medios", en : Mensaje y Medios, Nº 11, febrero 1990, pp. 74-82. Idem: Desarrollo y progreso. Por una ecología de la comunicación,  Teide, Barcelona 1993. El investigador Juan Carlos Miguel de Bustos ha publicado también el excelente artículo "Ecología cultural", en: El bienestar en la cultura, Servicio de Ediciones de la Universidad del País Vasco. Leioa 2000, pp. 399-424.

[3] Cf. Muntschick, Thomas: l. c., pp. 26-27.

[4] Cf. Donath, Th., Mettler von Meibom, B.: o. c., p 8/9.

[5] Cf. Nevitt, Barrington: The Communication Ecology, Toronto/Vancouver, 1982.

[6] Donath, Th.: o.c.: p. 72.

[7] Cf. Toffler, Alvin: La tercera ola, Okaza y Janés, Espluges de Llobregat (Barcelona) 1984).

[8] Cf. Donath, Th.: ibídem, p. 75

[9] Cf. Boff, Leonardo: o. c., p.

[10] Cf. Cliche, D.: o. c.: p. X de la Introducción, Cliche, D. (ed.), o. c., pp. 1-23.

[11] Véase su ensayo "Understanding the Cultural Ecology model", en:

[12] Cf. Donath, T.,  y Mettler von Meibom, B.: o. c., p. 101 ss.

[13] Ibídem, p. 109

[14] Cf. Romano, Vicente: El tiempo y el espacio en la comunicación. La razón pervertida: l. c.. Así como Pross, Harry: "Die mediatisierte Zeit", en": Schriftenreihe Praktische Psychologie, vol. XX. Univ. Verlag Dr. N. Brockmeyer, Bochum 1996, pp. 70-87.

[15] Cf. Doonath, T., y Mettler von Meibom, B.: o. c., p. 114.  

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