HIPÓLITO BOUCHARD

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Martín G. Cairo

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Hipólito Bouchard nació el 15 de enero de 1780 en Bormes, Francia. Se incorpora a la marina y participa en la campaña de Napoleón en Egipto. Llega a Buenos Aires a los 26 años mientras se produce la 2da. invasión inglesa, colabora en la Reconquista bajo las órdenes de Liniers.

 

En San Lorenzo:

San Martín eleva una propuesta en la que expone: "Hallándose vacante una de las Tenencias de la 1ra. Compañía y siendo precisa proveerla en persona de conducta, valor y aplicación, propongo a V. E., usando de la facultad que me tiene concedida, a Don Hipólito Bouchard, Alférez más antiguo del mismo Escuadrón, que ha servido en la Marina del Estado, desde el 15 de septiembre de 1810, hasta el 7 de diciembre de 1811, que por disposición del Superior Gobierno se desarmaron los buques"-.

Aceptada la proposición de San Martín, el 4 de junio de 1812 se le expide el despacho de Teniente de Granaderos a Caballo, de la 13 Compañía del 1er. Escuadrón, “atendiendo a los méritos y servicios de Don Hipólito Bouchard".

El 28 de enero de 1813 parte San Martín con los granaderos y entre ellos va el teniente Bouchard cabalgando con su compañía, dispuesto a probar su sable con los españoles. Llegan a San Lorenzo. El combate es inminente y la orden terminante: "No disparar un solo tiro. Confiar únicamente en las lanzas y en los sables"... "Espero, dice San Martín desenvainando su sable corvo, que tanto los señores oficiales como los granaderos se portarán con una conducta tal cual merece la opinión del regimiento" y, al toque de: “A degüello" con que se quedan roncos los clarines, y al grito de: “Viva la Patria", se realiza la carga furiosamente... Se libra el combate y reza el parte de la victoria firmado por San Martín a la sombra del histórico pino de San Lorenzo. “…una bandera que pongo en manos de V.E. que, el valiente oficial Don Hipólito Bouchard, arrancó con la vida al abanderado español…".

En el mismo mes de febrero de 1813 la Soberana Asamblea General Constituyente, que realizó la revolución jurídica en el Río de la Plata al establecer la igualdad en la familia y en la sociedad, le concedió a Bouchard el título de ciudadano.

Cuatro meses después de San Lorenzo, "atendiendo a los méritos y servicios del teniente Don Hipólito Bouchard", se le propone para capitán de la 1° Compañía del 3er. Escuadrón, que no se había provisto desde su creación; y el 18 de junio de 1813 se le extiende el despacho correspondiente.

 

El Crucero de “La Argentina” 1817-1918

El 9 de julio de 1817, al cumplirse el primer aniversario de la proclamación de nuestra independencia, la fragata La Argentina, con copias del acta de esa proclamación abandonó el río de la Plata para dirigirse por el Atlántico en demanda del Indico.

La nave encontró viento propicio y buen tiempo pero, el día 19 de julio, un incendio estalló a bordo y toda la tripulación tuvo que trabajar afanosamente para extinguir el voraz elemento.

En el Océano Indico la expedición tomó rumbo N.E. en medio de temporales, hasta alcanzar la isla de Madagascar, anclando en Tamatave el 4 de septiembre.

A nuestro barco le tocó hacer concretar  en las aguas los ideales liberales de nuestra Revolución, que tuvieron su manifestación legal en la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813, para que en todos los océanos el nombre de Argentina fuera sinónimo de cadenas rotas: “levantándose contra la esclavitud, que hacía del hombre una cosa, un ser sujeto a ser propiedad del otro, consagró la liberación de los negros que apresen los corsarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata”.

Fueron liberados los esclavos de cuatro barcos franceses e ingleses que se hallaban en dicha isla. Partiendo hacia las Filipinas el 16  de septiembre.

El 7 de diciembre avanza nuestra fragata por el estrecho de Macasar cuando fueron observadas cinco “praos” que se dirigían en demanda de nuestro barco, a las 12 del día una de las “praos” abordó decididamente a la fragata enarbolando bandera negra en señal de duelo a muerte. Al cabo de una hora y media de intenso fuego, el que impidió al navío malayo abordar la fragata, ciego de ira, el capitán de la nave al no poder cumplir su cometido se infirió dos puñaladas y se arrojó al agua. Todos los prisioneros fueron colocados en el barco pirata que fue hundido por los disparos de la batería.

Después del combate se dirigió nuestro barco por el resto del estrecho de Macasar, hasta salir al mar de Célebes, el cual atravesó con rumbo N.E. tocando la isla de Joló. Allí llegaron en busca de víveres. El 2 de enero de 1818 fondearon en uno de los puertos de la isla donde solo permanecieron cinco días. Desde Joló Bouchard se dirigió en búsqueda de la isla de Luzón, en demanda de Manila, con el objeto de bloquearla y capturar barcos, ya que el archipiélago pertenecía a España.

El 31 de enero de 1818 nuestra fragata comenzó a cruzar las aguas de la bahía de Manila y las adyacentes. En sólo dos meses pudo tomar dieciséis barcos de distinto tipo merced a rápidas operaciones de cañoneo y abordaje, en muchas de las cuales se distinguió, el joven Espora. En el puerto se encontraba dos navíos españoles, el San Fernando y el Rosel, además de una corbeta de guerra que se preparaban para levantar el bloqueo.

Dice Bouchard: “me limito a mantener la vigilancia mas exacta que puede tomar cualquier hombre, por no ser sorprendido de noche, por los tres buques, yo prometo a V.E. que si uno de los tres hubiese tenido el atrevimiento de salir, hubiese probado el enojo argentino, aunque me había quedado poca gente después de un viaje tan penoso, habíamos todos determinado, de perecer primero, que sucumbir en manos de los Españoles”.

El 30 de marzo La Argentina abandonó las aguas de Manila y se dirigió en dirección del llamado Canal de los Galones.

A seis leguas del Puerto de Santa Cruz, donde se encontraba anclado nuestro barco, estaban depositadas varias goletas pequeñas. Bouchard hizo armar un bote, que al mando de Luis Greissac y en sólo tres horas de operaciones nocturnas dio cumplimiento a la orden de capturar uno de los barcos.

El 18 de agosto de 1818 La Argentina arribó a la isla de Hawai que estaba gobernada, a la llegada de Bouchard, por el rey Kameha-meha. Donde se encontraba la corbeta argentina Chacabuco anclada, que había zarpado de Buenos Aires el 24 de mayo de 1817 y a poco de comenzar el viaje la tripulación se sublevó y se dedicó a la piratería. Bouchard le narró al rey Kameha-meha el episodio y pidió la devolución de la nave y su tripulación. El explicó que había pagado por ella seiscientos quintales de madera de sándalo. El capitán de La Argentina reintegró el importe y La Chacabuco fue reincorporada a la flota nacional.

Dice José M. Piriz: “Celebramos un tratado de unión para la paz, la guerra y el comercio, quedando obligado el Rey con esto a remitir a disposición de nuestro supremo gobierno todos los buques que arribasen por aquellas costas, como La Chacabuco, y a darnos hombres y auxilios, cuantos se le pidiesen a nuestro socorro, reconociendo desde entonces nuestra independencia”.

Los contratantes se hicieron recíprocos obsequios; Bouchard le entregó al Rey un uniforme militar, charreteras, sombrero, una rica espada y un diploma con el grado de teniente coronel de nuestros ejércitos. Kameha-meha le facilitó a Bouchard un centenar de marinos hawaianos.

 

El 21 de octubre de 1818 tuvo lugar la iniciación  del viaje de La Argentina y La Chacabuco en demanda de las costas de la Alta California. Al amanecer del 23 los dos buques argentinos comenzaron a bombardear el fuerte de Monterrey. El 24 Bouchard y 200 hombres desembarcaron y establecieron una cabeza de playa.

Con gran decisión Tomás Espora rechazó el ataque de cerca de 400 milicianos a caballo que trataron de cerrarle el camino de la fortaleza y, sin solución de continuidad, cayó contra el fuerte, donde halló débil resistencia, ya que después de disparar sus armas, los defensores del presidio lo abandonaron con celeridad para no caer prisioneros.

Llegados a espaldas del presidio, sin saber ni aproximadamente de cuántos hombres disponía Solá, arremetieron contra los muros y los escalaron; aparecieron como río desbordado, por las habitaciones y los patios del viejo fuerte, mientras sus defensores huían por la puerta del frente.

De inmediato comenzaron a extenderse por las calles del pueblo, sosteniendo aislados y breves tiroteos con algunos enemigos emboscados. Una hora duró esta operación de limpieza, y al cabo de ella todo Monterrey sólo obedecía a una autoridad, la argentina, encarnada en Hipólito Bouchard; la que durante seis días -los que se propuso el jefe- no admitió réplica.

Dice Piriz: Después de tomar el Fuerte, las tropas argentinas decidieron atacar la otra batería, que restaba, y con otras varias piezas de artillería volante escoltadas por algunos piquetes de Caballería, que guarnecían sus presidios, y nos hacían bastante resistencia, y por ello, á sangre y fuego logramos rendir todo aquel pueblo y salvar a sus prisioneros.

Bouchard recibió informes sobre la existencia del rancho “El Refugio” estancia de un español de apellido Ortega que ha hecho pasar bastantes martirios a los patriotas de México. El corsario armó un pelotón de 60 hombres que partió en busca de aquel personaje que se dio a la fuga. Los hombres de Bouchard liberaron a los prisioneros.

Tras el ataque a Monterrey, las tropas de Bouchard se dirigen a Santa Bárbara, donde había decenas de patriotas detenidos. Todos fueron liberados.

Continuando el viaje llegaron a San Juan Capistrano, Bouchard intimó la rendición al jefe español quien le contesta que: “tenía bastante pólvora y bala para darle”. A las 4 de la mañana 100 hombres al mando de Meter Corney, los que, luego de una brevísima lucha se apoderaron del pueblo. Sólo dejaron en pie la iglesia y  las propiedades de los americanos.

El 25 de enero de 1819 Bouchard bloqueó el puerto de San Blas y el 11 de marzo de 1819 atacó y bloqueó el puerto de Acapulco.

En Nicaragua, los hombres de La Argentina y La Chacabuco tomaron el Realejo, uno de los principales puertos españoles del Pacífico y se apoderaron de cuatro buques españoles.

La imagen del crucero La Argentina se transformó en un símbolo de terror para las fuerzas españolas y de lucha contra la tiranía de los patriotas americanos. La casi totalidad de los países centroamericanos, diseñan sus banderas basándose en la celeste y blanca creada por Belgrano y exhibida con orgullo a lo alto de las naves de Bouchard.

 

       

                                                                                                               Argentina                     El Salvador                 Nicaragua                     Honduras                         Guatemala

Bajando hacia el Perú, el corsario siguió hostigando las posiciones españolas sobre el Pacífico hasta llegar el 9 de julio de 1819 al puerto de Valparaíso, donde es arrestado por Thomas Cochrane acusado de piratería incautando la flota.

El coronel argentino Mariano Necochea decidió no esperar la sentencia judicial y al frente de 30 granaderos y ex tripulantes de la flota de Bouchard, se lanzaron al abordaje de La Argentina echaron a sablazos a los intrusos e izó la bandera nacional en el palo mayor.

El 9 de diciembre de 1819 la justicia chilena absolvió a Bouchard y le devolvió La Argentina y demás barcos. 

Bouchard participa de la expedición que partiera de Valparaíso el 20 de agosto de 1820, que al mando de San Martín se dirige a liberar Perú. 

Prosiguió su carrera naval al servicio del Perú y alcanzó el grado de comodoro.  

Muere el 4 de enero de 1837.

 

Fuentes:

Hipólito Bouchard marino al servicio de la independencia Argentina y Americana, autores varios, Comando de Operaciones Navales Secretaría General.

Los Mitos de la Historia Argentina 2, Felipe Pigna.

El Santo de la Espada, Ricardo Rojas.

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