ENFERMEDAD SOMÁTICA Y VIOLENCIA TRANSGENERACIONAL

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Edgardo Korovsky

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 Un aspecto puntual dentro del vasto campo de la violencia y sus consecuencias psicofísicas o, como prefiero denominarlas, psicosomáticas, es el de la violencia cuya concientización resulta renegada y/o reprimida y cuyos efectos se manifiestan en la segunda, tercera o aún cuarta generación, a través de manifestaciones ya sea psíquicas o somáticas.

Mientras distintos autores(1, 2, 5, 8) se han referido a las repercusiones psíquicas, como es el caso de algunas psicosis, deseo aquí poner el acento en las manifestaciones somáticas.

 

Consecuencias de la violencia

 Este planteo se apoya en dos conceptualizaciones teóricas que aquí confluyen.

Una es la idea de que las manifestaciones somáticas de enfermedad, entiendo por tales, en un sentido amplio, tanto las enfermedades orgánicas como funcionales y los llamadas concomitantes somáticos del afecto tienen un sentido, que es inconciente para quien las padece, y que pueden ser comprendidas psicoanalíticamente a la manera de un lenguaje. Cuando hablamos de sentido de la enfermedad queremos expresamente diferenciarlo del concepto de etiología. Es decir, nos referimos al "significado" inconciente de toda enfermedad, y no a la psicogénesis.

 La otra es la conceptualización del telescopage de las generaciones, entendiendo por ello, y siguiendo sobre todo ideas desarrolladas por Haydée Faimberg, René Käes y otros autores(2, 5) como un fenómeno propio del campo psicoanalítico en que se revelan la condensación de una historia que pertenece a por lo menos dos generaciones anteriores y que se manifiesta sobre todo en la tercera y a veces (como en la maldición bíblica) en la cuarta, a través de una identificación.

 Los trabajos acerca de este tema se han referido habitualmente a relacionar dicho proceso con la psicosis. Mi propósito aquí podría ser resumido en estos términos: Cuando una situación de violencia resulta en situación traumática que no ha sido adecuadamente abreaccionada y se mantiene como secreto familiar, siendo repudiado o renegado, puede aparecer en la tercera generación en la forma de expresión psicológica, como por ejemplo una psicosis clínica más o menos estructurada o (y esto es lo que quiero recalcar) de manifestaciones corporales que en su significación inconciente expresa el conflicto renegado. Esto no implica equiparar psicosis a enfermedad somática.

 Situaciones de violencia social han podido generar en sus participantes, tanto víctimas como victimarios, conflictos que pueden manifestarse en las distintas áreas, tanto psíquica, somática o social.

 Conflictos con la identidad, generados a través de la represión o de la renegación en padres y abuelos, pueden reaparecer bajo la forma de manifestaciones somáticas, que representan transacciones entre la necesidad de mantener oculto el secreto familiar y la necesidad de expresión que tiene todo lo reprimido o renegado. Freud(3) decía: "El que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delatan con la punta de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los poros". Podríamos agregar que lo que no se dice con la palabra o los gestos, se expresa mediante los órganos.

También decía Freud que se repite para no recordar (y ese repetir es ya una manera de recordar)(4), a lo que Racker(10) agregaba que se repiten defensas para no recordar lo traumático.

 Han transcurrido cincuenta años desde la terminación de la segunda guerra mundial. Esto implica que ya ha aparecido la tercera generación, tanto de los descendientes de los supervivientes y víctimas, como de los victimarios. Existen cantidad de trabajos psicoanalíticos referidos al análisis de personas sobrevivientes de la guerra y de experiencias de violencia, donde se ha puesto de manifiesto el llamado "sindrome del sobreviviente" un tipo diferenciable de neurosis traumática, que ha sido definido de la siguiente manera: "Se denomina sindrome del sobreviviente a un gran número de síntomas, incluyendo depresión, insomnio, ansiedad, pesadillas, enfermedades psicosomáticas, etc., que se creen originados en sentimientos de culpa, por ser quienes los experimentan

únicos o casi únicos sobrevivientes de un desastre en el cual perecen otras personas, emocionalmente cercanas al enfermo, tales como padres, hijos, hermanos, parientes o amigos. El sindrome del sobreviviente es un tipo de neurosis traumática".(9)

 Los psicoanalistas estamos ya psicoanalizando a esta tercera generación. Sin embargo, no se debería limitar a los nietos de sobrevivientes del holocausto o a los nietos de los victimarios, la investigación de estos fenómenos, sino que podría llegarse a encontrar este tipo de manifestaciones, por ejemplo, como secuelas de las llamadas "guerras sucias" de los países de América Latina,

de uno y otro lado, cuando se han manejado con mecanismos de renegación. De igual manera, puede decirse que cuando las situaciones traumáticas cualesquiera no pueden abreaccionarse, procesarse, mediante alguna forma de expresión que la haga pasible de concientización, determinará modalidades psicóticas (cuando el mecanismo defensivo es primordialmente la desmentida) o somáticas en el caso de las escisiones.

 En un trabajo reciente presentado en colaboración,(6) hemos señalado cómo el análisis de un paciente con una mancha de vitiligo dio lugar a la aparición de una historia transgeneracional que el paciente creía que no lo involucraba.

  

El vehículo privilegiado

Otra corta viñeta clínica podría ayudar a ejemplificar el proceso que intento describir.

Un joven de 25 años, nieto de un superviviente de la segunda guerra mundial, presenta un cuadro de psoriasis en ambos codos. Esta afección ha sido descrita como la manera corporal de expresar el sentimiento de estar "en carne viva", y la necesidad de protegerse de nuevas heridas narcisistas mediante la constitución de una "coraza" de células paraqueratósicas, es decir, de células epidérmicas muertas (que aún conservan su núcleo, por lo que puede considerarse que `mueren jóvenes'). El abuelo de este paciente le confesó poco antes de morir cuánto padeció en los campos de concentración y cómo pudo salvarse al quedar herido y tener que permanecer mucho tiempo cubierto por cadáveres de sus jóvenes compañeros de cautiverio. Al decir de su abuelo, debió luego abrirse paso a codazos en la vida, para lograr una posición, lo que también había hecho su hijo, el padre del paciente. El abuelo nunca había querido hablar hasta entonces de esas experiencias dolorosas. El nieto padecía psoriasis desde los trece años, poco después de haber realizado la ceremonia del bar mitzváh, mediante la cual el joven judío se incorpora a la comunidad) mucho antes que su

abuelo le contara la historia y que falleciera.

El cuerpo, entre otras cosas, parece ser el vehículo privilegiado para expresar aquellas situaciones traumáticas que no pueden o no deben ser recordadas. Esto resulta habitual comprenderlo en los casos individuales, como efecto de la represión en la llamada "conversión simbolizante" generalmente atribuida a la histeria, aún cuando las personas con cualquier estructura predominante

psicopatológica, incluso la llamada "normal", pueden en ocasiones presentarla.

Sin embargo, no queda claro el mecanismo mediante el cual un secreto es mantenido oculto durante dos generaciones para aparecer por ejemplo en la tercera, mediante un síntoma corporal que lo simboliza inconcientemente. Esta última aseveración (me refiero a la simbolización de un síntoma somático orgánico) implica una postura conceptual teórica sustentada en numerosos trabajos. En esos casos, el tratamiento psicoanalítico de pacientes con manifestaciones somáticas consiste en permitir que el conflicto expresado simbólicamente en el cuerpo pueda readquirir su sentido afectivo original y facilitar su procesamiento mediante la palabra. Preciso es reconocer que existen otras opiniones también psicoanalíticas de que las enfermedades corporales no son expresiones de conflictos o nada simbolizan.

Es posible que en el complejo mecanismo intervengan distintos procesos, similares a la formación de los mitos, la defensa del narcisismo familiar, las identificaciones primarias pasivas, las prohibiciones superyoicas.

Tanto la psicosis como la manifestación somática se prestan para la ocultación del secreto. La develación del material en el delirio o la

alucinación queda desprestigiada por la misma calificación de psicosis o de locura. La manifestación somática, cuando se la considera desprovista de sentido, resulta una adecuada transacción entre la necesidad de expresión y de ocultación. Esto puede explicar, entre otras cosas, la habitual disposición a negar que una enfermedad somática pueda dar información simbólica acerca de una vivencia conflictiva inconciente.

En el "Hombre de los lobos" afirma Freud: "No puedo pasar por alto que los motivos y las producciones filogenéticos requieren a su vez de un esclarecimiento que en toda una serie de casos puede procurárseles desde la infancia natural. Y para concluir, no me asombra que, conservándose idénticas condiciones, ellas hagan resucitar en los individuos por vía orgánica, lo que otrora adquirieron en la prehistoria y ha heredado como predisposición a readquirirlo" (T. XVII, pág. 89). Durante el tratamiento psicoanalítico de algunos pacientes que entre otra sintomatología presentan manifestaciones somáticas de enfermedad, puede ocurrir que, al abordar el análisis de ellas, surjan referencias a la historia familiar, poniéndose de manifiesto episodios correspondientes a generaciones (abuelos o bisabuelos) que eran ignorados por el analista y muchas veces por el paciente mismo, que pueden ser reconstruidas por éste mediante la investigación que emprende en la búsqueda de elementos (relatos de familiares, documentos) confirmatorios. Se ponen así en evidencia mitos familiares que suelen ser rectificados.

Lo significativo de todo esto resulta, además, en que la lesión cuyo análisis ha dado lugar a ese proceso, en muchos casos se modifica, pierde su cualidad invalidante para el paciente o incluso puede llegar a desaparecer.

Es importante también señalar que estos fenómenos generan habitualmente en el terapeuta un sentimiento de fascinación, permitiendo que el proceso terapéutico puede tender a derivarse en una investigación antropológica. En consecuencia, el terapeuta deberá estar atento a estas posibilidades, no para inhibir la investigación del paciente, sino para ayudarlo en el proceso de elaboración de sus descubrimientos, que implican la revivencia de neurosis traumáticas transgeneracionales.

Contrariamente a lo expresado por algunos autores en el sentido de que las manifestaciones somáticas no tienen representación psíquica, afirmamos que, precisamente, ellas son una forma críptica de representar las situaciones conflictivas o traumáticas, que no pueden ser pensadas concientemente y que en algunos casos corresponden también a conflictos transgeneracionales.

En función de ello, sugiero que se debería estar atento a las siguientes generaciones de víctimas y victimarios de violencias, especialmente del tipo de la llamada "violencia de estado" o de la "violencia extrema", también en sus manifestaciones somáticas en cuanto a su sentido o significado inconciente, para poder comprender y si es posible operar preventivamente en relación con sus consecuencias a distancia temporal.

 

Referencias

EIGUER, ALBERTO: (1992). "La identificación al objeto transgeneracional".

Psicoanálisis con niños y adolescentes. Bs. As. 1992, N§ 2.

FAIMBERG, HAYDEE: (1985). "El telescopage de generaciones: la

genealogía de ciertas identificaciones". Rev. de psicoanal. T. 42, N§ 5, setiembre-

octubre 1985.

FREUD, S.: (1905). Fragmento de análisis de un caso de histeria. A.E., T. 7,

pág. 68.

FREUD, S.: (1914). Recordar, repetir y reelaborar. A.E., T. 2, pág. 152.

KAES, R.; FAIMBERG, H.; ENRIQUEZ, M.; BARANES, J.J.: (1993) Transmission de la

vie psychique entre générations. Dunod, París.

KOROVSKY, E. y MAZZUCCO, A. (1995). "La enfermedad somática como

expresión de conflicto transgeneracional". Trabajo presentado en las IX Jornadas

Psicoanalíticas de la A.P.U.

KOROVSKY, E.: (1992). Psicosomática Psicoanalítica. Ed. Roca viva.

PENOT, BERNARD: ¿La psicosis subjetivada? Psicoanálisis con niños y

adolescentes. Bs. As. 1992, N§ 3.

Psychiatric Dictionary. (1970). Oxford U. Press.

HACKER, H. (1959). Estudios de técnica psicoanalítica.

Paidós. Bs. As. 1981.

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