LAS CIENCIAS SOCIALES HOY

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Rosa María Olvera Gómez

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El debate sobre la cientificidad de las ciencias sociales no es nuevo, de hecho pareciera que se aviva. Sin embargo, considero que principalmente es una discusión que tiene un trasfondo económico. Es decir, la controversia sobre si las ciencias sociales son verdaderamente “Ciencias”, tiene que ver con su reconocimiento como parte esencial del conocimiento, pero también con el hecho de que sin este reconocimiento es poco probable que se le destine algún porcentaje del presupuesto destinado a la educación. 

Entonces, estaríamos encontrando quizá dos niveles de discusión. Uno epistemológico y otro solamente pragmático, que de preferencia debería estar sustentado por el reconocimiento mencionado. Por ello la importancia sobre la cientificidad de las ciencias sociales. De hecho, considero que si esta discusión que tiene como fin construir la justificación que permita defender la posición de nuestro campo en la misma universidad, entonces tiene sentido. Sumergirnos en el debate puede resultar abrumador. Debemos considerar que en realidad el conocimiento mismo se compone de convenciones, de tal manera que quedarnos en el aspecto abstracto y teórico puede ser interesante tanto como confuso e inútil. 

Humildemente, no esperaría ser reconocida rimbombantemente como una “cientista” (palabra de reciente creación) sino sólo como una mujer pensante que es capaz de entender las situaciones, los fenómenos, los cambios, etc., que me sean encomendados o bien que me atañen. 

No obstante, por la vigencia de este debate me permití hacer una pequeña revisión del estado de las ciencias sociales hoy. Asimismo, la discusión sobre la ‘multidisciplinariedad’ o la ‘interdisciplinariedad’, personalmente considero que está de más. De sobra hay evidencia de que no vivimos en un mundo fragmentado, aunque teóricamente se pretenda que así es, de tal modo que la multidisciplinariedad es inherente a cualquier estudio o investigación; sin embargo también retomé esta discusión en su aspecto teórico. 

 

1. LAS CIENCIAS SOCIALES HOY

Abordaré en principio el estado de las ciencias sociales, para ello es útil revisar el texto de Wallestein. Este autor narra la historia de las ciencias sociales. Señala con claridad sus orígenes y sus transformaciones. 

Después de leer Abrir las ciencias sociales, debemos reconocer que los científicos sociales han aceptado una carrera por analogar las ciencias sociales a las naturales. Admirando siempre su método, incluyendo la pretendida objetividad que caracteriza a las ciencias naturales. Sin embargo, esta relación no siempre ha sido así. Karl Polanyi muestra, como a finales del siglo XVIII las ciencias sociales llegaron a merecer, aún más que las naturales, el epíteto de ‘ciencia’; dicho autor muestra que durante el siglo XIX, algunas ciencias naturales, como la biología, tomaron prestados conceptos de las ciencias sociales. Así, en lugar de tener un Darwin inspirador de las ciencias sociales, el siglo XIX tenía un Darwin inspirado por Malthus y Smith 1.  

Sin embargo, desde finales del siglo XIX las ciencias sociales dejaron de ser su musa inspiradora. Esto, en parte, debido a los avances de las ciencias naturales 2 y en parte, debido al nuevo status de las matemáticas en el mundo académico, político y social 3.  Es decir, históricamente las ciencias sociales han sido menospreciadas por los detentores de las llamadas ‘ciencias duras’; éstos alegan diversos factores, que comienzan desde el mismo objeto de estudio, hasta el método utilizado en las investigaciones de carácter social. Ahora, no solamente las ciencias naturales han dudado de la cientificidad de las ciencias sociales. Éstas, también han creado a sus propios críticos.  

Un ejemplo al respecto puede ser esclarecedor. Roger Caillois desde la década de los 20 escribió una docena de libros que en su momento fueron considerados “valiosas aportaciones a las ciencias sociales”. Se trataba de un durkheimano que iba más allá de Durkheim; del inspirador de Georges Bataille... Sin embargo, tan destacado exponente de la sociología, en 1939 escribió que sus propios libros, sus libros sobre ciencias sociales, no eran más que “juveniles y arrogantes quimeras” 4. 

A finales del siglo XIX surgieron un par de  científicos sociales que son pilares de la sociología: Weber y Durkheim. Sus aportaciones se ubican propiamente en el siglo XX. Es éste, el más importante para las ciencias sociales, quizá porque la sociedad parece estar cambiando rápidamente; acontecimientos, tales como guerras, autoritarismos, el auge del capitalismo, nacionalismos, formación de identidades, entre otros que tuvieron lugar en el siglo XX  necesitaban respuestas, explicaciones que sólo los científicos sociales podía dar. Así, hacia las primeras décadas del siglo XX surge la necesidad de que las disciplinas agrupadas como ciencias sociales empezaran a ser reconocidas como ciencias 5. La primera disciplina en obtener el status científico fue la historia.  Durante la segunda mitad del siglo, los sociólogos, encabezados por Durkheim, reclamaron que la sociología fuera no sólo reconocida como ciencia, sino como la más importante del área social. Para entonces la importancia de Weber era eminente.  

De cualquier manera, al finalizar la Segunda Guerra Mundial encontramos a  todas las disciplinas de las ciencias sociales reconocidas institucionalmente.  

Después de 1945 la relación entre las distintas disciplinas de las ciencias sociales adquiere una dinámica sin precedentes. Quizá porque la sociedad tuvo cambios vertiginosos, que históricamente no tienen comparación. En la medida en que el mundo cambia, las ciencias sociales enfrentan la necesidad de modificarse y de aumentar sus debates en número y en contenido. Por ejemplo en la década de los setenta, el debate se centró entre universalismo y particularismo. 

Wallestein nos recuerda la opinión de A. de Koyre  sobre la imposibilidad de que aquel conocimiento que se sustente en un imaginario sea ciencia. Siguiendo el silogismo de Koyre, si aceptamos que la mayoría de las categorías de análisis, los tipos ideales, los modelos de las ciencias sociales son de hecho imaginarios, entonces éstas no son ciencias. No obstante, vale reflexionar sobre la certidumbre del conocimiento natural. Si seguimos a Alexander, nos dirá que tan imaginarias son las herramientas de análisis de las ciencias sociales como las naturales. La característica apriorística que se atribuye con exclusividad a las ciencias sociales, a decir de Alexander, también se presenta en las ciencias naturales, luego, eso tendría que minar el argumento de Koyre o al menos permitirnos dudar acerca de la cientificidad de las ciencias naturales tanto como se duda de la de las ciencias sociales. 

De lo anterior podemos derivar dos conclusiones sobre el estado actual de las ciencias sociales: 1) las ciencias sociales son reconocidas como disciplinas institucionales; su utilidad social no está en duda aunque, en ocasiones, su capacidad de predicción y explicativa quede corta. 2) Las ciencias sociales son ‘ciencias’, pues si recurren a juicios apriorísticos, qué ciencia no lo hace. Son ciencias en tanto utilizan una argumentación racional, lógica, con técnicas modernas, y recurren a los métodos propios de la ciencia.

 

2. LA MULTIDISCIPLINARIEDAD DE LAS CIENCIAS SOCIALES 

Uno de los temas nodales del texto de Wallestein es la apertura de las ciencias sociales. Nos habla de la necesidad de aceptar el reto de analizar la realidad desde diferentes perspectivas. Para llevar a cabo esto es necesario un enfoque multidisciplinario.  

Sólo una vez que las ciencias sociales son divididas en diversas disciplinas podemos hablar en términos de enfoques multidisciplinarios. Lo primero que debemos recordar es que las ciencias no siempre han estado divididas, es decir, que no siempre ha existido una especialización por áreas de estudio de las diferentes teorías o sistemas de conocimiento. Así, por ejemplo entre la mayor parte de los pueblos ha existido lo que Louis Dumont llama una sistema de conocimiento holista, es decir, que no divide a la realidad en secciones, sino que la piensa como un todo relacionada estrechamente. Recordemos que en el pasado remoto había pensadores, filósofos, no especialistas en ciencias sociales o ciencia política. Así, Hugo de San Victor escribía lo mismo libros de mecánica que de teología o historia 6. También Jenofonte escribía libros de moral y de economía, sin cambiar el tono de un libro a otro. Aristóteles pensaba en la economía como una rama más de la filosofía y la moral... 

Pero ¿en qué momento se dividieron las ciencias sociales en disciplinas, cuándo se empieza a considerar que la realidad está fragmentada y debe ser estudiada por separado? Wallestein nos deja ver que a finales del siglo XVIII y principios del XIX el conocimiento comienza a especializarse, en otras palabras, comienza a dividirse. Así, hay autores que hablan de un ‘individualismo metodológico’. Es decir, el conocimiento se divide en compartimentos que, en casos extremos, se consideran aislados del resto de la realidad. De esto ha hablado extensamente Louis Dumont 7. 

La interdisciplinariedad es posible en la medida que las distintas disciplinas de las ciencias sociales comparten en el fondo el mismo objeto de estudio: el hombre y su sociedad, todas las relaciones que se pueden desprender, las del hombre con otros, con la naturaleza y con las instituciones que surgen a partir de su vivir en sociedad. El mismo Louis Dumont, en un ensayo memorable, ha mostrado como, a partir del ‘principio comparativo’, las ciencias sociales encontraron un ‘suelo común’ en su objeto de estudio; todas estas ciencias tienen por objeto de estudio, aunque desde diversas perspectivas, al hombre y a la sociedad. Las nociones de evolución y conciencia social tuvieron un papel destacado en la creación de este suelo 8. 

Jacques Revel 9 nos narra que a principios del siglo XX, tuvo lugar un acalorado debate acerca de las ciencias sociales. El debate se efectuó entre dos proyectos ‘integradores’ de las disciplinas sociales, curiosamente ambos franceses. Por un lado, aquel que establecía a la historia como el eje unificador de las ciencias sociales. Y en respuesta el proyecto, encabezado por Durkheim que proponía que la sociología debía ser la disciplina que organizara la interdisciplinariedad. Lo importante es que ninguno de estos proyectos renunciaba a la interdisciplinariedad.  

No es de extrañar que este debate se diera en Francia, justo el lugar en donde, a decir de Raymond Aron, surgió la sociología 10. Francia es la cuna de Montesquieu, quien a su modo aplicaba la multisciplinariedad para explicar los comportamientos sociales 11. También es la patria de Tocqueville, quien tampoco ignoraba que para comprender a una sociedad debía recurrir a diversas disciplinas 12.  

El debate sobre la interdisciplinariedad de las ciencias sociales continuo y después de 1945, según Wallenstein, podemos decir que inicia la discusión sobre las fronteras de las disciplinas de las ciencias sociales. Es decir, se tiene que encarar el problema de dividir una realidad que nunca se presenta fragmentada. Esto debido a la gran especialización que se da entre las disciplinas sociales. De aquí se retoma el debate en torno a la multidisicplinariedad, pero a la vez surge un nuevo debate: se cuestiona que sea posible la división de las ciencias. Así, algunos autores han puesto en tela de juicio que la política sea solamente política, que la mediología sea sólo el estudio de los medios y las imágenes, que la sociología sea sólo el estudio de las sociedades 13.  

En conclusión, a pesar de la crítica radical - que afirma las fronteras en las ciencias sociales son artificios sin sentido -, podemos seguir hablando de unas ciencias sociales que se dividen en diversas disciplinas, pese a lo borroso de sus fronteras. Por ello, aún cabe de plantear la cuestión de la multidisciplinariedad de las ciencias sociales. 

Además, podemos decir que resulta conveniente adoptar enfoques multidisciplinarios para el estudio de los problemas sociales, pues si bien, seguimos aceptando que cada disciplina puede distinguirse del resto de las disciplinas, también admitimos que los nuevos problemas a los que se enfrenta la sociedad sólo pueden comprendidos desde enfoques multiparadigmáticos. Así, al oír a un ecologista hablar de la cuestión del medio ambiente, no podemos ignorar que su discurso tiene raíces políticas y sociales, al mismo tiempo que recurre a la biología y a la bioética para hacer sus planteamientos. ¿Cómo analizar un discurso que recurre a tantas disciplinas, sino es recurriendo a la multidisciplinariedad? 

 

3. LAS CIENCIAS SOCIALES:  MULTIPARADIGMÁTICAS  

Ahora vayamos a una cuestión que va de la mano con la multidisciplinariedad pero que no debe ser confundida con aquélla: la concepción multiparadigmática.  

En primer lugar recordemos que una disciplina no es un paradigma; las disciplinas están construidas sobre paradigmas. Una disciplina puede basarse en diversos paradigmas, y un paradigma puede estar en diversas disciplinas. 

Ritzer retoma el concepto de paradigma de Kuhn, a saber, la unidad más general de consenso dentro de una ciencia, que diferencia a una comunidad científica de otra. Normalmente, un paradigma puede estar en varias teorías. No obstante, todo paradigma es, inevitablemente, parcial. No es usual que un investigador observe otros paradigmas que no sea en el que se encuentra inmersa su investigación. Esta cuestión, puede suponerse comprensible, si consideramos que un paradigma es una forma de asimilar y de interpretar la realidad y puede  ser incluso una forma de vida. 

Ritzer no sólo pretende hacer notar la naturaleza multiparadigmática de la sociología, idea que ha recibido apoyo empírico, sino que intenta defender la conveniencia de una integración paradigmática en el área sociológica. 

 

4. CONCLUSIONES 

La discusión sobre si las Ciencias sociales son efectivamente ciencias, para algunos ha sido superada y que sean aceptadas como tales es un gran mérito. Sin embargo, persisten las voces que lejos de alegrarse con el calificativo científico, señalan que justo en el momento de imponer un método a las distintas disciplinas de las ciencias sociales han demeritado las investigaciones sociales; ya que se tiene a enmarcar un fragmento de la realidad. Y el hecho de quedar atrapados en un paradigma determinado, como bien señalaba Ritzer, puede ser el mayor obstáculo para comprender la realidad. 

La propuesta del Paradigma integrado de Ritzer es la respuesta a que las teorías suelen ser rebasadas por la realidad. 

Ciertamente una teoría sólo podrá explicarnos una pequeña parte de la realidad, incluso, me atrevería a decir que una realidad ya pasada. Sin embargo, debemos aceptar que son los únicos instrumentos para analizar nuestra sociedad y a nosotros mismos. Por tanto, mientras mejor comprendamos dichas teorías, quizá también tengamos una mejor comprensión de nuestro entorno.  

En este momento, recuerdo cuando M. Foucault hablaba de que ningún conocimiento es inocente, es decir siempre responde a un contexto determinado y a un discurso hegemónico en un espacio y tiempo concretos. Bajo esta óptica, es preciso estudiar las teorías ya existentes, no sólo sociológicas, sino todas aquellas del campo social, pero dentro de su contexto histórico al que corresponde; entonces, quizá lleguemos a la conclusión que dichas teorías fungen como justificación de determinadas acciones, o bien responden ante un acontecimiento muy particular, y a la distancia si perdemos de vista esos detalles corremos el riesgo de descontextualizar las teorías y desvirtuar todo el sentido de las ideas originales de los teóricos. Por ejemplo, cualquiera que hable de Adam Smith suele referirse a él como el ‘economista’. Sin embargo, sólo estudiando a fondo su contexto histórico y sus obras, podemos percatarnos de que en su época y en Inglaterra los ‘economistas’, no existían como tales, que de hecho Smith nunca impartió clases de economía, sino de Filosofía Moral 14 y que sus obras están escritas con un halo evidentemente moral incluso religioso. No obstante, los teóricos que han dicho haberlo retomado, pueden haberlo sacado de contexto, y los teóricos que a su vez han retomado a los ‘intérpretes’ smithianos, si no han estudiado directamente la teoría de Smith y no la han ubicado en su espacio y tiempo específico, tienden a poner en boca del escocés ideas o categorías que poco tuvieron que ver con él. 

Personalmente, coincido con Alexander en cuanto a la importancia de los clásicos, en el aspecto creativo de las interpretaciones, es decir comprender toda lectura como una interpretación; y en denunciar el uso disfrazado de los clásicos en  investigaciones contemporáneas. 

 

Notas

1. Cfr. Karl Polanyi, La Gran Transformación, México, Juan Pablos Editor, 1975, pp. 167 y sgs.

2. Cfr. Willimam Leiss, The Domination of Nature, New York, George Braziller, 1972, Segunda Parte. Este autor muestra que desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX las ciencias naturales fueron erigidas como ‘domesticadoras de la naturaleza’, y con ello se ganaron un lugar muy parecido al que ocuparon las religiones en el pasado.

3. De esto habla René Guenon en El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, Barcelona, Paidós, 1997

4.Roger Caillois, Acercamientos a lo imaginario, México, FCE, 1989, p. 79

5. cfr. Peter Burke, Historia y Teoría Social, México, Instituto Mora, 1997, p. 52. Ahí se  muestra la correlación entre el acelerado paso de los fenómenos sociales y el desarrollo científico de las ciencias sociales.

6. Cfr. Carl Mitcham, Thinking through technology. The Path between Engineering and Philosophy, The University of Chicago Press, 1994, parte I

7. cfr. L. Dumont Homo aequalis. Genèse et épanouissement de l´idéologie économique, Francia, Gallimard, 1977, Introducción.

8.L. Dumont, Ensayos Sobre el Individualismo, Madrid, Alianza, 1987, pp.190 y sgs.

9. Cfr. Segundas jornadas Braudelianas, Instituto Mora-UAM, México, 1995 pp. 79-92

10. Raymond Aron, Dieciocho lecciones sobre la sociedad industrial, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1971, pag. 52 y  ss

11. Raymond Aron, Las etapas del pensamiento sociológico, Argentina, Fausto Ediciones, 1984, cap. I

12. Ibid, cap. IV.

13. Así Baudrillard afirma que en la actualidad ya no hay política, sino transpolítica, ni tampoco hay economía, sino transeconomía. Cfr Jean Baudrillard, La Transparencia del Mal. Ensayo Sobre los Extremos, Barcelona, Anagrama, 1991, caps. I-III y IV.

14. Cfr. J. M. Ferguson, Historia de la Economía, México, FCE, 1992, p. 59 

 

Bibliografía

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Abrir las ciencias sociales: informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, Coordinado por Immanuel Wallerstein, México: UNAM, Centro de Investigaciones, Interdisciplinarias en Humanidades ; Siglo XXI, 1996

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G. Zabludovsky, La propuesta metateórica y su validez para el estudio de la sociología en México en Alfredo Andrade  (coordina) Estudios de teoría e historia de la sociología, UAM, México, 1995a

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