COMUNICOLOGÍA Y COMUNICACIÓN INTERPERSONAL

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Doctora en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona

Diplomada en Técnicas de Investigación en Sociedad, Cultura y Comunicación por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).

Licenciada en Periodismo y Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Universidad Autónoma de la Ciudad de México 

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Rizo García, M. (2008)
Comunicología y Comunicación Interpersonal. Reflexiones Sobre un Objeto Olvidado en el Campo Académico de la Comunicación.
Texto publicado en la Revista Comunicologí@: indicios y conjeturas
Publicación Electrónica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, Segunda Época, Número 9, Primavera 2008.


RESUMEN
Este trabajo presenta reflexiones que apuntan hacia un estado de la cuestión de lo producido sobre la comunicación interpersonal en el campo de la comunicación. Se parte de la necesidad de la sistematización bibliográfica de los estudios en comunicación interpersonal, que dará lugar a un mapa sobre lo producido en torno a este tema. El artículo se ubica en los trabajos del Grupo hacia una Comunicología (GUCOM), que ha trabajado una sistematización de la bibliografía básica de la comunicación en español (primera etapa), una re-construcción histórica del pensamiento en comunicación (segunda etapa) y una propuesta de construcción epistemológica de una Comunicología o Ciencia de la Comunicación general (tercera etapa). En un primer momento se presentan algunas generalidades en torno a la comunicación interpersonal. Posteriormente se hace énfasis en las formas de concepción de la interacción y la comunicación interpersonal desde dos de las fuentes científicas históricas de la comunicología que más han tomado en cuenta este objeto (Psicología Social y Sociología Fenomenológica). Por último, se apuntan algunas ideas y resultados de sistematizaciones previas para la construcción de un estado de la cuestión en torno a la comunicación interpersonal como objeto de estudio en el campo académico de la comunicación.

I. INTRODUCCIÓN. INVESTIGAR LA COMUNICACIÓN VS. INVESTIGAR LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN
Tradicionalmente, la investigación en el campo de la comunicación se ha centrado, casi exclusivamente, en el estudio de los medios de difusión de masas. Investigar la comunicación casi equivale a decir investigar la comunicación mediática. ¿Qué sucede entonces con otros objetos de estudio? ¿Por qué la gran diversidad de fenómenos comunicativos que caracterizan a las sociedades actuales se reduce a la comunicación mediática? ¿No es la comunicación interpersonal un objeto legítimo de estudio para los comunicólogos?     
La propuesta del Grupo hacia una Comunicología Posible (GUCOM, México)  establece que son cuatro las grandes dimensiones u objetos de estudio en torno a los cuales se ha organizado el pensamiento sobre la comunicación: la expresión, la difusión, la interacción y la estructuración. Una revisión general del panorama de la investigación en el mundo iberoamericano pone de manifiesto que la difusión –los medios- ha sido el gran objeto de estudio, en detrimento de los demás. De este modo, los análisis relacionados con la expresión, la dimensión formal de los mensajes, han sido más propios del campo de la lingüística y la semiótica; los estudios sobre interacción o comunicación interpersonal se han dejado a manos de la psicología social, y la estructuración, que aporta visiones más macro-sociales, es abordada sobre todo por la sociología. ¿Al campo de la comunicación le queda sólo el estudio de los medios, de la difusión? ¿Es posible la investigación de la comunicación interpersonal desde una óptica comunicológica?
La falta de definición de los objetos de estudio propios de las ciencias de la comunicación ya se ha puesto en evidencia en varias ocasiones, y desde hace varias décadas. Según John Peters (1986: 528), “la comunicación ha llegado a ser definida no conceptual sino administrativamente. Cada departamento, escuela o universidad recrea el área según su propia imagen. La teoría fracasa como principio de definición, como fracasa también el intento de determinar la comunicación como un objeto distinto”. Esta idea se inserta en el debate acerca de la autonomía y entidad disciplinaria de la comunicación, mismo que tiene su origen en los años sesenta, en autores como Wilbur Schramm, entre otros. Según Schramm  “la comunicación no es una disciplina académica, en el sentido en que se designa a la física o a la economía, sino más bien una disciplina de encrucijada en la que son muchos los que pasan, pero pocos los que se quedan”.  
Una de las causas de la pobreza intelectual del campo es el problema de la ubicuidad de la comunicación. La dificultad para llegar a una definición consensuada de “comunicación” ha llevado al extremo de pensar que todo puede ser comunicación, y si todo es comunicación, resulta imposible estudiarla de un modo sistemático. Por lo tanto, por un lado adolecemos del reduccionismo de ver a la comunicación como sinónimo de comunicación mediática (medios de difusión masiva), y por el otro, nos encontramos con un concepto polisémico que da lugar a una dispersión que obstaculiza una concepción y reflexión rigurosas.
El propósito de este artículo no es presentar una revisión histórica del campo académico de la comunicación, sino más bien ofrecer una visión general de la presencia de la comunicación interpersonal como objeto de estudio de la comunicación, con énfasis en la producción iberoamericana y, especialmente, mexicana. Como ya se ha dicho anteriormente, el gran objeto de estudio de la comunicación han sido los medios, pero ello no significa que no haya aportes de interés en torno a la comunicación interpersonal o interacción. En un primer momento se presenta la definición general de comunicación interpersonal; posteriormente se presenta el tratamiento de la comunicación interpersonal desde la psicología social y la sociología fenomenológica, dos corrientes que, creemos, pueden ayudar a complejizar el tratamiento que desde el campo de la comunicación realizamos sobre la comunicación interpersonal; por último, se expone el panorama de la investigación en comunicación interpersonal en el ámbito iberoamericano.

II. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR COMUNICACIÓN INTERPERSONAL?
El término “comunicación” proviene de la voz latina communicare, que significa intercambiar, compartir, poner en común. El prefijo (-com) es especialmente importante, ya que significa juntamente, en unión, en compañía de, con, juntos, mutuamente. Esta acepción se relaciona, sin duda, con la interacción, que por su origen etimológico, se refiere al intercambio de hechos, actividades y movimientos. La comunicación humana necesariamente se da en situaciones de interacción, pero no a la inversa, ya que no toda interacción da como resultado acciones de puesta en común, de entendimiento.
Si se observa con detenimiento el significado de la comunicación, se aprecia cómo ésta puede considerarse sinónima de lo que en el campo de la comunicación denominamos comunicación interpersonal. Por tanto, en sentido estricto, la comunicación se aleja de lo que el campo asocia con la comunicación mediática, el objeto privilegiado de estudio. De ahí que sea útil recordar la distinción entre transmisión o difusión, por un lado, y comunicación, por el otro: “una cosa es cuando alguien tiene la intención de transmitir información, otra cuando busca que esa información sea compartida, puesta en común, y otra cuando sucede, cuando la información se pone en común por ese movimiento. Todo esto supone comunicación sin interacción, es decir, difusión, transmisión de información. Pero si además hay un mutuo reconocimiento de la puesta en común, entonces aparece la interacción, por las acciones que se toman para transmitir la información de que la información está en común” (Galindo, 2004). Esta definición acentúa la concepción originaria de la comunicación como puesta en común, como proceso de entendimiento entre seres humanos.
La comunicación interpersonal se define como el encuentro cara a cara entre dos personas que sostienen una relación de interdependencia a través de un intercambio de mensajes que proceden de señales tanto verbales como no verbales. Así, la comunicación, como fundamento de la interacción social, es el principio básico de las relaciones sociales. Todo ello pone de manifiesto que la comunicación, antes que nada, es un proceso social articulado en torno al fenómeno de compartir, de poner en común y de vincular.
En el proceso de comunicación interpersonal los sujetos proyectan sus subjetividades y modelos del mundo, interactúan desde sus lugares de construcción de sentido. En términos muy generales, la interacción es “el intercambio y la negociación del sentido entre dos o más participantes situados en contextos sociales” (O’Sullivan, et. al., 1997: 196). Los mismos autores consideran que “en la interacción social, el acento está puesto en la comunicación y la reciprocidad entre quienes promulgan, utilizan y construyen los códigos y las reglas” (O’Sullivan, et. al., 1997: 196). Ambas definiciones ponen de manifiesto que sólo hay interacción social si hay una reciprocidad observable por parte de otros.
Como se puede observar, se suele asociar el concepto de interacción al de comunicación interpersonal, a las relaciones de comunicación en situación de co-presencia en el espacio y en el tiempo. La comunicación interpersonal comprende interacciones en las que los individuos ejercen influencia recíproca sobre sus respectivos comportamientos, siempre en una situación de presencia física simultánea. En la relación de interacción, cada interlocutor intenta adaptarse al comportamiento y expectativas del otro, puesto que como se verá, la interacción implica el establecimiento de reglas, normas y dinámicas compartidas.

III. APORTACIONES PSICO-SOCIALES Y SOCIO-FENOMENOLÓGICAS PARA LA COMPRENSIÓN DE LA COMUNICACIÓN Y LA INTERACCIÓN
Siguiendo la propuesta del GUCOM, son tres las fuentes científicas históricas de la comunicología que más han aportado a la definición de la interacción y la comunicación interpersonal: la psicología social, la sociología fenomenológica y la cibernética; de esta última, destacan sobre todo los aportes del enfoque sistémico de la comunicación ejemplificado, sobre todo, en los trabajos de la Escuela de Palo Alto. En este artículo se toman en cuenta únicamente las dos primeras fuentes, porque son las que ofrecen más elementos para comprender a la comunicación interpersonal como sinónimo de diálogo, entendimiento, relación y vínculo entre sujetos.

III.1. LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
A pesar del enorme espectro de significados que abarca el concepto de comunicación, es indiscutible su base socio-psicológica. En este sentido, la comunicación es concebida como un fenómeno a la vez individual y social. Por un lado, el individuo ocupa un lugar central en el proceso de comunicación, elemento que ha sido sobre todo estudiado por los psicólogos cognitivos. Por el otro, la comunicación tiene una esencia fundamentalmente social, y el centro de la reflexión sobre la comunicación no es tanto el individuo sino la relación misma.
En términos generales, la Psicología Social considera tres niveles de análisis en los que se pueden ubicar los fenómenos de interacción: la comunicación personal, en el plano de la intersubjetividad; la comunicación interpersonal, que focaliza su atención en las relaciones entre participantes de una misma interacción; y la comunicación de masas, que tiene como eje central a los medios de difusión de información y que, por este motivo, no parece tan adecuada para explorar la interacción.
La Psicología Social se centra sobre todo en dos fenómenos, la interacción y la influencia social. La primera se erige como el objeto básico de la disciplina, y se define como la conducta o comportamiento de un conjunto de individuos en los que la acción de cada uno está condicionada por la acción de otros. Es, por tanto, un proceso en el que una pluralidad de acciones se relaciona recíprocamente. En lo que concierne a la interacción, la Psicología Social estudia procesos interpersonales, personas en relación con otras personas, formando parte de grupos, y no personas aisladas. El vínculo entre la interacción y la influencia social se explica a partir del carácter situacional del comportamiento: cada interacción, considerada en su contexto y en toda su variedad y extensión, equivale a una situación de influencia específica.
En la interacción, los individuos son situados unos en relación con otros. En este nivel interesa la interacción y las consecuencias que se derivan de ella, y se basa, sobre todo, en relaciones inmediatas. Como ya se ha dicho, gran parte de las investigaciones en Psicología Social se sitúan en este nivel de la interacción, y de este interés provienen asuntos como la atracción interpersonal, la cohesión, el liderazgo, la percepción social, la dinámica de grupos, las presiones situacionales, la comunicación, etc. En todos estos temas se ignora o se deja en un segundo plano lo referente a las posiciones sociales y a la ideología.
La Psicología Social concibe la comunicación como un término incluyente, que abarca todo contacto o interacción entre sujetos. Toda conducta humana, según este enfoque, se basa en la comunicación, por lo que es imposible la socialización del hombre sin comunicación. En autores como Mucchielli (1998), la comunicación es interacción; y también lo es en autores pertenecientes a los enfoques constructivistas, tales como Tomás Ibáñez (1988), entre otros.
La afectividad, la comunidad, la cognición, la persuasión y las relaciones sociales, entre otros, son algunos de los conceptos psicosociales relacionados con la comunicación interpersonal. La persuasión es el tema más abordado en el campo de la comunicación, y se ha estudiado mucho en el ámbito de la publicidad. También son abundantes los trabajos que abordan asuntos relacionados con la cognición y la percepción; en muchos casos también se trata de trabajos relacionados con los medios y la publicidad, lo cual se evidencia, por ejemplo, en los estudios de disonancia cognoscitiva aplicados al medio publicitario. Los otros temas –la comunidad y las relaciones sociales- pertenecen a un pasado más lejano, cuando la comunicación todavía no era campo académico institucionalizado. De hecho, tanto comunidad como relaciones sociales constituyen objetos de interés que ya la Escuela de Chicago y el Interaccionismo Simbólico abordaron como sustanciales. En la actualidad, sin embargo, son muy residuales los trabajos en comunicación que abordan este tipo de temáticas, que oficialmente son consideradas más cercanas a la sociología y a la psicología social que a las ciencias de la comunicación.
Algunas preguntas de base psicosocial que pueden aportar a la reflexión teórica y empírica sobre la comunicación interpersonal, son las siguientes: ¿Qué papel juega la comunicación en las relaciones sociales? ¿Cómo usan la comunicación los grupos sociales, a fin de mantenerse como tales? ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción de comunidad, asociación y sentido de pertenencia? ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción y mantenimiento de sistemas simbólicos compartidos? ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción y mantenimiento de identidades sociales? ¿Qué papel juega la comunicación en la construcción de la afectividad entre sujetos? ¿Qué papel juega la comunicación en la percepción social? ¿Qué relación existe entre comunicación y cognición social? ¿Cómo se usa la comunicación con fines de persuasión e influencia social?

III.2. LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL DESDE LA SOCIOLOGÍA FENOMENOLÓGICA
Para la Sociología Fenomenológica, el individuo es un actor social que reproduce su contexto social a partir de sus interacciones cotidianas. La reflexión se centra en las relaciones intersubjetivas, y se otorga un rol relevante a los elementos de negociación y de comunicación en la construcción social de los referentes de sentido que posibilitan el diálogo, negociación y/o conflicto en cualquier encuentro o situación de interacción humana.
La reflexión sobre la Interacción desde la Sociología Fenomenológica implica hablar de la relación entre el yo y el otro. Esta relación dialéctica no se inscribe en la reflexión de corte antropológico de construcción de las identidades y las alteridades, sino que más bien se toma como punto de partida para la construcción social de la realidad. En concreto, se sitúa en el debate en torno a la intersubjetividad como principio básico del mundo social. Como afirma Schütz, “al vivir en el mundo, vivimos con otros y para otros, y orientamos nuestras vidas hacia ellos. Al vivenciarlos como otros, como contemporáneos y congéneres, como predecesores y sucesores, al unirnos con ellos en la actividad y el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su influencia, al hacer todas estas cosas, comprendemos la conducta de los otros y suponemos que ellos comprenden la nuestra” (Schütz, 1974: 39).
La interacción –y la comunicación interpersonal como su materia prima- instituye la realidad social, le da forma, le otorga sentidos compartidos a nivel de los objetos (dimensión referencial); a nivel de las relaciones entre los hablantes (dimensión interreferencial); y a nivel de la construcción del propio sujeto en tanto individuo social (dimensión autorreferencial) (Vizer, 1982) . Estos tres niveles se ponen de manifiesto en cualquier situación comunicativa, ya que siempre se habla de algo, se establecen relaciones entre quienes están hablando, y la personalidad de éstos tiene fuertes implicaciones en la relación de interacción dada.
El mundo de la cotidianidad es sólo posible si existe un universo simbólico de sentidos compartidos, construidos socialmente, y que permiten la interacción entre subjetividades diferentes. Ramón Xirau sintetiza esta idea: “Cuando percibo a ‘otro’ lo percibo como un ser encarnado, como un ser que vive en su cuerpo, es decir, como un ser semejante al mío, que actúa de manera semejante a como actúo y que piensa de manera semejante a la manera en que pienso” (Xirau, 2002: 436-437). El mismo autor afirma que “el mundo de los hombres está así hecho de seres en comunicación que se perciben unos a otros como semejantes porque comparan al otro con ellos mismos” (Xirau, 2002: 437).
Por tanto, para la Sociología Fenomenológica la subjetividad está presente en cualquier acto de comunicación, y sin interacción no existen los sujetos, dado que la construcción de sentidos compartidos sobre la realidad social requiere, inevitablemente, de la interacción.
Los comentarios anteriores dan lugar a una serie de temáticas que, con base socio-fenomenológica, pueden contribuir a ampliar el espectro de objetos de estudio en el ámbito de la comunicación interpersonal. Entre otras, señalaríamos las siguientes: 1) La construcción de consensos en situaciones de la vida cotidiana; 2) Los elementos que facilitan el diálogo y la negociación en situaciones comunicativas interpersonales; 3) Los elementos que obstaculizan el diálogo y la negociación de significados en situaciones comunicativas interpersonales; 4) La puesta en escena de los repertorios de conocimiento disponibles  (y su objetivación) en situaciones interpersonales; 6) La importancia de la comunicación en la construcción de subjetividades individuales y colectivas.

IV. UN MAPA DE PRESENCIAS Y AUSENCIAS. LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL COMO OBJETO DE ESTUDIO COMUNICOLÓGICO
En el trabajo de revisión y sistematización bibliográfica del GUCOM Cien libros hacia una comunicología posible (2005) se muestra con claridad que la presencia de la comunicación interpersonal como objeto de estudio está en inferioridad absoluta con respecto a los estudios sobre medios, por un lado, y con respecto a objetos de estudio que relacionan la comunicación con otros ámbitos de la vida como la política, por el otro.  
La dimensión comunicológica de la interacción está representada en sólo once de las 140 obras reseñadas en el trabajo de sistematización bibliográfica mencionado . En este trabajo, sólo dos libros se ubicaron en la fuente Sociología Fenomenológica, y en ambos casos se trata de libros originariamente escritos en idioma distinto al español: La presentación de la persona en la vida cotidiana (1971), de Erving Goffman , y Espíritu, persona y sociedad (1968), de George H. Mead . Los dos libros gozan de una cierta legitimidad en el campo académico de la comunicación, aunque nuestra hipótesis es que no han sido trabajados de forma rigurosa y su efecto en el campo ha sido casi insignificante.
Una revisión bibliográfica posterior deja entrever que la presencia de la comunicación interpersonal sigue siendo residual en el campo académico de la comunicación. Si nos fijamos en la producción iberoamericana, podemos ver que la mayoría de trabajos sobre comunicación interpersonal provienen de campos como la psicología y la pedagogía o la educación. En el campo de la comunicación, la mayoría de trabajos que estudian la comunicación interpersonal se ubican en la línea de investigación de la comunicación organizacional, siendo este campo de estudios el único que, sin ser estrictamente mediático, goza de una gran legitimidad en el campo académico, al menos en América Latina y especialmente en México. Prueba de ello son los trabajos de académicos mexicanos como Abraham Nosnik, quien emplea el enfoque sistémico de la comunicación en las organizaciones, Carlos Fernández Collado (1997) o María Antonieta Rebeil (1988), con aportaciones básicas para la comprensión de la comunicación organizacional.  
Por una parte, entonces, tenemos algunos trabajos de construcción o reflexión teórica sobre lo interpersonal, desde la psicología social y, en mucha menor medida, desde la comunicación. Por el otro, abundan los trabajos empíricos sobre comunicación interpersonal en organizaciones y los que se centran en estudiar los procesos comunicativos relacionados con la educación. En este último terreno, destacan trabajos sobre la interacción en el aula, que aunque son menos reconocidos que los trabajos sobre el uso educativo-pedagógico de las nuevas tecnologías de información y comunicación (NTIC), tienen más que aportar al tema de la comunicación interpersonal en un sentido estricto.
La distinción entre los abordajes teóricos y los abordajes empíricos no es menor. La ausencia de reflexión teórica en el campo académico de la comunicación afecta también a los trabajos sobre comunicación interpersonal. En muchas ocasiones nos limitamos a repetir lo que ya se ha dicho sobre la comunicación interpersonal, en formato de manual introductorio, por ejemplo. En otros, las obras se centran en algún aspecto concreto de la comunicación interpersonal y aportan elementos empíricos muy específicos. De esto último, quizás sean las nuevas tecnologías de información y comunicación el tema que mayor producción bibliográfica ha generado en los últimos años, no sólo desde el campo de la comunicación sino también desde el de la pedagogía.
En un trabajo anterior (Rizo, 2006) se revisaron quince manuales de teorías de la comunicación  en español para registrar de qué forma son nombrados los distintos aportes teóricos al campo disciplinario de la teoría de la comunicación. Los resultados del análisis arrojaron un privilegio notable de las teorías que se centran en los medios de difusión, y nuevamente la interacción o comunicación interpersonal apareció relegada y, no en pocos casos, casi invisibilizada. En términos cuantitativos, y haciendo uso de la nomenclatura del Grupo hacia una Comunicología Posible (GUCOM) para nombrar las fuentes científicas históricas de la comunicología, nos encontramos con un panorama bastante previsible. Las fuentes con mayor presencia son la Sociología Funcionalista, la Semio-Lingüística y la Sociología Crítica-Cultural , con una diferencia sustantiva con respecto a las demás. Cabe destacar que en el caso de la Semio-Lingüística, se hace énfasis en aquellas teorías que permiten analizar sobre todo mensajes mediáticos. La Sociología Fenomenológica, la Psicología Social y la Cibernética aparecen diluidas en teorías o corrientes que de una u otra forma han aportado algo al campo de conocimiento de la comunicación, pero su presencia en los manuales de teoría de la comunicación seleccionados es mucho menor. La Escuela de Chicago y el Interaccionismo Simbólico, así como algunas teorías de efectos psico-sociales de los medios, son las corrientes que mayor presencia tienen en dichos manuales, y de alguna manera son los aportes más cercanos a la comunicación interpersonal. Es de destacar la casi nula presencia de los trabajos de la Escuela de Palo Alto, cuyas aportaciones sistémicas para la comprensión de la comunicación humana son sobresalientes.
El análisis anterior nos permite plantearnos reflexiones como las siguientes. En primer lugar, la presencia mayoritaria de teorías de la comunicación mediática hace que las reflexiones sobre la teoría de la comunicación interpersonal sean mínimas, casi inexistentes. Lo anterior empobrece, sin duda, el objeto de estudio propio de la comunicación, pues se reduce a los medios masivos y se dejan de lado los elementos de comunicación interpersonal, fundamento de la vida social.
Por otro lado, cabe preguntarnos a quién pertenece el objeto de estudio de la comunicación interpersonal. Parece que este tema ha sido fundamental para disciplinas como la Psicología Social, y mucho menos para la comunicación. ¿Será entonces que el campo académico de la comunicación tiene como objeto de estudio únicamente a los medios de comunicación? ¿Decir teoría de la comunicación debe equivaler necesariamente a decir teoría de la comunicación mediática? Desafortunadamente, los aportes del campo académico de la comunicación en México y en general, en Iberoamérica, han ido sobre todo dirigidos al estudio de la comunicación mediática, y aunque la comunicación interpersonal pudiera considerarse el objeto de estudio que más se acerca al concepto originario de comunicación, su estudio se ha dejado en manos de otras disciplinas.

IV.1. CLAVES EN EL ÁMBITO IBEROAMERICANO
Aunque el panorama presentado en el apartado anterior es en cierto modo desalentador, no podemos obviar algunas aportaciones que nos parecen importantes en el campo académico de la comunicación con respecto al estudio de la comunicación interpersonal y temas afines. Nos referimos, por ejemplo, a autores como María Dolores Cáceres (2003) y Manuel Martín Algarra (1993), en España; a Rosalía Garza (s/f), Marta Rizo (2004, 2005, 2006) y Tania Rodríguez (1996), en México; y a Eduardo Vizer (2003), en Argentina. Los anteriores son sólo algunos ejemplos.
Por otra parte, es de destacar, por ejemplo, que en la máxima asociación de investigación en comunicación en Latinoamérica, ALAIC, no exista un grupo que se centre específicamente en la comunicación interpersonal. Ésta aparece diluida en mesas temáticas cuyos objetos son otros como lo intercultural, la educación, las organizaciones, la juventud, entre otros. Parece, entonces, que la comunicación interpersonal no es un objeto legitimado en el campo académico de la comunicación latinoamericano.
En México, recientemente se ha creado el grupo de “Comunicación intersubjetiva” de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC). Por ser un grupo nuevo, es todavía muy pronto para hacer algún análisis de la producción que se genere al interior del grupo. Sin embargo, es una excelente noticia que en la máxima asociación de investigadores de la comunicación en México se haya visto necesaria la creación de una línea de investigación que aborde temas relacionados con lo interpersonal y lo intersubjetivo.
En este texto se ha querido poner de manifiesto que la comunicación interpersonal es un objeto de estudio relegado a un segundo plano en el campo académico de la comunicación. El predominio de los estudios sobre medios, o bien de estudios más “macro” como las políticas de comunicación, han hecho casi desaparecer el interés académico por estudiar los procesos involucrados en la comunicación humana en el sentido más estricto de la palabra. Lo interpersonal, el contacto entre sujetos con cosmovisiones distintas, la consecución del entendimiento en los procesos de comunicación, nos parecen temas de vital importancia para seguir consolidando el campo de estudio de la comunicación.

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