SEMBRANDO VIOLENCIA EN LA MENTE DE LOS NIÑOS

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Carlos Sluzki

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Traducción del editorial publicado en el American Journal of Orthopsychiatry (2002),
del cual el autor, el Dr. Sluzki, reconocido maestro internacional de Terapia Familiar Sistémica, es editor.

Publicado en el nº 73 (Septiembre/ Octubre del 2002) de Perspectivas Sistémicas.

 

Una bomba, dos minas, tres rifles, cuatro soldados. "¿Cuantas granadas tendremos si teníamos dos granadas y nos traen dos más?" "Cuatro." "Y si arrojamos una, ¿cuantas nos quedan?" "Tres." "Muy bien, m’hijito!"

Durante los últimos 20 años los niños de Afganistán han estado estudiando los rudimentos de lectura, escritura y aritmética sobre la base de textos abundantemente ilustrados con bombas, soldados, ametralladoras, minas y granadas, y conteniendo entremezclado en su texto, los rudimentos del jihad y otras enseñanzas islámicas militantes (43 de las 100 páginas contienen imágenes o textos violentos)… cortesía de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los EEUU y de la Universidad de Nebraska en Omaha, contratada para desarrollar y distribuir ese material.

Introducido y distribuido subrepticiamente en Afganistán de a centenares de miles durante el último periodo de la Guerra Fría con el objeto de inocular fanatismo en los niños y prepararlos como futuros guerrilleros en contra de la ocupación Soviética, estos textos fueron la base principal de la educación primaria Afgana. La operación fue, por cierto, un éxito. Y esos niños crecieron y se volvieron jóvenes adultos, y ocuparon el gobierno de ese país casi ingobernable (aun queda en duda si es que derrotaron a las fuerzas de ocupación soviéticas o estas, simplemente, se fueron habiendo perdido todo impulso de lucha en una guerra injusta mientras que su propio sistema político se desmoronaba.), y lo transformaron en un estado Islámico fundamentalista que prohibió toda presencia, educación, o actividad profesional o pública de la mujer, relegándola a la cocina y a la procreación, que cerró todas las escuelas seculares, que prohibió toda música y otras "frivolidades’, que ejecutó a mujeres adúlteras a pedradas, que destruyó a cañonazos monumentos Budistas milenarios considerados patrimonio de la humanidad porque estaban en contra de su prohibición religiosa de reproducir figuras humanas, y que gobernó con una justicia administrada por decisiones omniscientes del clero. No es de sorprender que continuaron usando esos mismos textos como parte de la educación primaria, en contexto de escuelas clericales, las únicas autorizadas (tan solo que, de acuerdo con los mandatos islámicos en boga, fueron borroneadas las figuras de los soldados que ilustraban algunos de los cálculos aritméticos elementales). ¿Y por qué no? Encajaban perfectamente con las enseñanzas oficiales. De hecho, el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas, cuya misión es asegurar "la sobrevida, el desarrollo, y la protección de la infancia", siguió distribuyendo esos libros durante varios años. Esta agencia tiene aun 500,000 copias de esos libros que piensa destruir y usar, en su lugar, un texto que ha sido revisado de modo de contener una retórica Islámica pero imágenes mas neutras (naranjas y melones en lugar de balas y minas) para responder a las necesidades educativas de los cuatro millones y medio de niños Afganos en edad escolar.

Que ejemplo terrible de "Siembra el mal y cosecharas el mal." La mera noción de haber concebido y ejecutado un plan para preparar a los niños como carne de cañón es sorprendente en su perversidad — y no es que no haya sido llevado a cabo antes en una de sus múltiples versiones, desde la Cruzada de los Niños (la mayoría de los cuales acabaron siendo capturados por piratas Mediterráneos y vendidos como esclavos), hasta la Juventud Hitlerista (Hitler Jugend) del periodo nazi, hasta los niños-soldados actuales de la frontera entre Sudan y Uganda y de Sierra Leona. Y tampoco es sorprendente en el contexto de muchas familias opresivas y abusadoras que generan, a su vez, hijos opresores y abusadores. Pero eso no reduce la perversidad de un plan, de todo plan, que favorezca la inoculación de la violencia en la mente de los niños.

Con pocas excepciones, los profesionales en el campo de la salud mental tenemos una larga historia de militancia en términos de proteger a los niños en contra de la violencia, de maximizar sus potenciales, de apoyar a las familias para aumentar su resiliencia, y facilitar contextos que permitan el crecimiento de hijos emocionalmente sólidos y socialmente competentes; y, sobre todo, hemos presentado una voz colectiva en apoyo de los derechos humanos y de la justicia social. El diseñar explícitamente con fines políticos la desensibilizacion y adoctrinamiento de niños conlleva una traición, una que ocurre cada vez que quienes están a cargo de proteger a los individuos y a los colectivos sociales de todo daño, nos dañan de una u otra manera a la vez que mistifican su traición ("Lo hago por tu propio bien").

 

En el contexto del horror del 11 de septiembre del año pasado, a partir del cual tantos de nosotros estuvimos a la búsqueda vana de una explicación tranquilizante en la que los Buenos y los Malos estén claramente perfilados, desesperanza pero no sorprende continuar encontrando, en nuestro propio patio trasero, ejemplos de la sabiduría que desplegó el famoso filósofo norteamericano Pogo 1, cuando dijo con asombro "He descubierto al enemigo! Somos nosotros!".

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