EL PENSAMIENTO TEÓRICO Y CRÍTICO EN TIEMPOS DE COMPLEJIDAD E INCERTIDUMBRE EN LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN (*)

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Migdalia PINEDA DE ALCÁZAR
Doctorado en Ciencias Humanas, Centro Audiovisual,
Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.
  

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PINEDA DE ALCAZAR, Migdalia.
El pensamiento teórico y crítico en tiempos de complejidad e incertidumbre en las ciencias de la comunicación
UPL
, dic. 2007, vol.12, no.39, p.133-142. ISSN 1315-5216.
© 2009  Universidad del Zulia 

 

RESUMEN 

Este artículo analiza el pensamiento científico positivo en la modernidad para abordar cómo los modos de conocer a través de las certidumbres científicas, ayudaron a conformar un pensamiento pragmático y objetivista. Posteriormente, aborda la post-modernidad como una época que inaugura unos modos de conocer mediante las incertidumbres, la subjetividad y las significaciones sociales, amparada en un nuevo paradigma tecnológico basado en el discurso de las redes, las comunicaciones y el pensamiento complejo. A partir de allí insiste en la necesidad de volver al pensamiento teórico, a la reflexión crítica, en el campo de las ciencias de la comunicación, para revisar sus bases, revertirlas y rescatar el lugar del sujeto y las relaciones del lenguaje en la producción científica en este campo.

 

The Theoretical and Critical Thought in Times of Complexity and Uncertainty in the Communication Sciences 

ABSTRACT 

This article analyzes positive scientific thought in modernity in order to study how ways of knowing through scientific certainties helped to make up pragmatic and objective thought. Later, it approaches post-modernity as an age that inaugurated some ways of knowing by means of uncertainties, subjectivity and social meanings, included within a new technological paradigm based on the discourse of networks, communications and complex thought. Starting from this point, it insists on the need to return to theoretical thought and critical reflection in the communication sciences, in order to review their bases, go back to them and rescue the place of the subject and the relations of language in scientific production in this field.

 

INTRODUCCIÓN 

El trabajo que se presenta a continuación pretende, a partir de la revisión bibliográfica de autores como Antón Boix, Dussel, Galindo, Lyotard, Márquez-Fernández, Martín Barbero, Otero, Pérez Estévez, Pineda, Saintout, Torrico y Vassallo de Lopes, entre otros, reflexionar sobre la necesidad de rescatar el pensamiento teórico y crítico en estos tiempos de incertidumbre y rápidos cambios. Para ello analiza, en primer lugar, cómo los paradigmas de conocimiento de la modernidad ayudaron a configurar y consolidar un modo de conocer sustentado en la objetividad, el cálculo y la verificación empírica que se impuso como universal. 

Asimismo, la investigación cualitativa que sustenta esta investigación teórica, aborda el paradigma de la posmodernidad como una alternativa que mediante el pensamiento complejo plantea otros modos de conocer, sentir y pensar para hacer de la ciencia una forma más histórica, cultural y socialmente hablando, de abordar la realidad mediante las significaciones sociales. En este punto, se estudia también el papel de los medios masivos en las sociedades actuales y se reivindica a los enfoques cualitativos como válidos también para afrontar las múltiples interrogantes que los cambios científicos, tecnológicos y sociales están presentando a las ciencias sociales. 

Finalmente este trabajo asoma un conjunto de reflexiones sobre las acciones a emprender para abordar los problemas de la comunicación en la contemporaneidad y se detiene a analizar sobre la necesidad de rescatar el pensamiento teórico, la reflexión epistemológica en las ciencias de la comunicación para poder proponer nuevos paradigmas, conceptos y categorías que puedan dar cuenta de lo que está ocurriendo hoy en las comunicaciones mundiales.

 

1. LA MODERNIDAD Y SUS MODOS DE CONOCER: EL PENSAMIENTO PRAGMÁTICO 

La modernidad como una configuración histórica de poder surge fundamentalmente en la Europa Occidental, desde el siglo XII cuando aparecen los pequeños comerciantes como precedentes de la burguesía, y desde allí se construye como proceso hegemónico mundial, que especialmente en el Siglo XVI, con el Descubrimiento de América irradia un pensamiento eurocéntrico que se impone en el mundo occidental, y que en el Siglo XVIII se fortalece con el proceso de la Ilustración, como modelo cultural universal basado en la razón humana1, por encima de otros modos de conocer, de sentir, de pensar. 

La modernidad va encontrando en la sociedad industrial capitalista avanzada su máxima expresión y su plataforma de expansión, gracias al alto desarrollo científico y tecnológico alcanzado por la segunda revolución industrial, a finales del siglo XIX2

En lo que a la ciencia se refiere, la modernidad gracias a los avances científicos tecnológicos, a los procesos de automatización, al desarrollo de las máquinas y a los avances de las ciencias físicas y exactas, logra establecer el modelo de conocimiento basado en la objetividad y en la neutralidad científica como modo único de conocer para despejar al hombre y a la ciencia de las cuestiones religiosas, de las creencias, las supersticiones, los mitos y los sentimientos. Al desaparecer la idolatría a las fuerzas naturales y a los dioses paganos, la sociedad industrial burguesa con su proceso de modernización inaugura una nueva forma de idolatría a la máquina y al conocimiento exacto. 

Ese modo de pensamiento objetivo, regido por leyes racionales y certidumbres científicas basadas en la idea del progreso de la técnica y la ciencia, hace que aparezca un miedo a pensar desde el sujeto a partir de las subjetividades, el sentido y las emociones, y un entusiasmo por lo mecánico, por el cálculo3, por la razón ilustrada que se apropia del pensamiento del hombre occidental, dando origen a una nueva epistemología donde la ciencia emerge como la única fuente de verdad y conocimiento. 

En la práctica, el objetivismo en las ciencias sociales, establece como paradigma de producción de conocimiento el esquema de relación unidireccional de Sujeto /Objeto mediante el cual tiene lugar una separación tajante del sujeto/sujeto en los procesos de producción de saberes. 

El predominio de los enfoques empiristas, racionales hace que en las ciencias sociales se establezca un discurso científico que pretende explicar los fenómenos sociales desde posturas que separan al sujeto que conoce o produce conocimiento de los sujetos u objetos conocidos. En este modo de conocer tiene lugar una objetivación de los objetos de conocimiento, que se convierten en números, en algo mensurable y la ciencia se convierte en un fin en si mismo con una orientación pragmática4

La ilustración como forma de primacía de la razón centrada en el sujeto cognoscente plantea una esperanza sustentada en el progreso de la técnica, en el dominio de la naturaleza por el hombre y en la erradicación de todo pensamiento metafísico, el uso de la razón y la conciencia son pues la garantía de que el hombre moderno puede construir un mundo nuevo con un futuro mejor, donde él se convierte en un sujeto autónomo, independiente y liberado5

Pero, el desarrollo de la modernidad con su avanzado crecimiento económico, científico y tecnológico, lejos de liberar al hombre de los miedos y temores lo ha sometido a nuevos incertidumbres e inseguridades, y la fuerza liberadora de la ilustración devino en la racionalidad instrumental dominante del capitalismo burgués que condujo a una objetivación de la vida, de la ciencia, de la comunicación y a una separación del hombre frente a la naturaleza. 

En lo que a la comunicación se refiere, la modernidad también ha significado a un extrañamiento de la esencia de la relación humana y social del intercambio comunicativo por su empeño en mitificar los instrumentos técnicos de comunicación y, especialmente, los medios masivos, como productos centrales y estratégicos de la producción industrial de la cultura, por encima de las relaciones simbólicas y de las mediaciones de significación entre los hablantes. Para la modernidad, la industria cultural y fundamentalmente los medios se convierten en instancia centrales para la reproducción social de la sociedad industrial y a partir de allí, ellos ocupan una posición estratégica tanto en lo material como en lo simbólico en la cultura occidental capitalista. De modo que dichos medios, así como con la aparición de la burguesía se separa la vida pública de la privada, desplazan el lugar de la comunicación oral, la interacción entre personas, reservada ahora a la vida privada y cotidiana, y llenan los espacios de la vida pública ayudando a construir representaciones sociales coherentes6 con el modelo de sociedad industrial avanzada, es decir, se institucionalizaron como los lugares desde los cuales hablar y hacerse público7. Y como máquinas para hablar, los medios contribuyen en la modernidad a consolidar lo que la Escuela de Francfort8 ha denominado, la racionalidad tecnológica: unas tecnologías que imponen sus modos de informarse y comunicarse en el mundo moderno, que imponen su razón, que cuantitativamente tienen un crecimiento exponencial muy avanzado pero que contradictoriamente cada vez comunican menos a los humanos. 

La modernidad como máxima expresión de la sociedad capitalista burguesa, del libre intercambio, del libre pensamiento y de la libertad de actuar, aunque comienza a ser cuestionada a finales del Siglo XVIII y principios del siglo XIX, por los idealistas alemanes como Hegel, Nietzsche9, toca fondo en la segunda mitad del Siglo XX, cuando se produce un desencanto sobre hacia dónde nos conduce el desarrollo económico y material, sobre los modos de felicidad que esta sociedad permite y sobre las posibilidades de que la ciencia y la tecnología nos conduzcan hacia una hecatombe global en lugar de hacia una sociedad de la justicia y la paz. 

Con ese desencantamiento se comienza a poner en entredicho la idea del progreso como un transcurrir lineal y homogéneo de la historia10, aparecen las inseguridades frente a los grandes relatos de las disciplinas científicas y con ello, la crisis de los paradigmas de las denominadas ciencias sociales, las cuales en su afán de ajustarse a los lineamientos de las ciencias exactas habían jerarquizado los enfoques cuantitativos, economicistas y pragmáticos, dejando de lado enfoques más cualitativos, contextuales, culturales y humanos de los fenómenos sociales11.

 

2. LA POSMODERNIDAD Y SUS MODOS DE SENTIR Y PENSAR: EL PENSAMIENTO COMPLEJO 

En el contexto de las dudas y los cuestionamientos a la modernidad aparece un movimiento epistémico, el posmodernismo, en la segunda mitad del Siglo XX, que partiendo del pensamiento de Nietzche, de Heidegger, de Derrida, entre otros, pone en entredicho los conceptos de historia como tiempo lineal y de espacio como territorio, ya que considera que, en la contemporaneidad, el sujeto se revela contra su historia y busca realización a través del lenguaje y las relaciones sociales12; la subjetividad del hombre se intenta recuperar a través de una razón dialógica e intercultural y la significaciones sociales se asumen como prácticas de sentido significantes. 

El posmodernismo se erige, pues, como un movimiento de deconstrucción, en términos de Derrida13, de una racionalidad que está en crisis por haberse sustentado en una razón científica y técnica para dominar el mundo del hombre y desubjetivizarlo en su mundo de vida. 

En consecuencia, el posmodernismo pretende recuperar, por un lado, el sentido de la palabra, del lenguaje y, por el otro, la dimensión ética y ontológica del progreso material y económico14

De modo que con la deconstrucción se busca invertir el sentido, o producir un desplazamiento del conocimiento exacto, técnico y científico hacia los problemas de la intersubjetividad del sujeto (conocimiento y comunicación), de las significaciones sociales, partiendo de la base de que es en el Lenguaje, en el referente lingüístico, donde la complejidad humana se hace presente con su desorden y su caos; y que es más enriquecedor para el hombre vivir en un contexto de las incertidumbres dialógicas, con sus diversidades y diferencias, que en un contexto de las certidumbres del discurso científico con sus verdades inamovibles. 

El posmodernismo cobra mayor fuerza en la década de los 80 del siglo XX, cuando comienza a proponer nuevas teorías en el campo de la física, la astronáutica, la historia, la pintura, la literatura y la medicina para interpretar los profundos cambios sociales, culturales, políticos, tecnológicos y científicos de la época contemporánea15. Y para los inicios del siglo XXI, se convierte en una revolución cultural, filosófica, de contexto y de carácter histórico, en la cual la humanidad perfila otras maneras de entenderse a si misma, en medio de fuertes luchas de regiones, provincias y pueblos por la autodeterminación y la autonomía cultural y política16; así como en medio de fuertes cambios científicos y tecnológicos que hacen surgir una sensibilidad social y cultural más hedonista, y un nuevo paradigma tecnológico sustentado en la imbricación de los medios de masas y las tecnologías digitales y virtuales, todo ello en el marco de un contexto globalizado que convive con unas particularidades localizadas que cada vez luchan por ser reconocidas17

En virtud de que la sociedad contemporánea está consolidando un paradigma tecnológico distinto18 y de que gran parte de los cambios ocurridos se han debido a los avances de la ciencia y la tecnologías, los enfoques posmodernos señalan la necesidad de repensar “lo técnico”19, para avanzar en una deconstrucción de la tecnología, que ahora adquiere un lugar central no en las relaciones de producción sino en las de reproducción simbólica. Las tecnologías de la información y la comunicación como tecnologías blandas, tecnologías del alma, según Sfez20 o tecnologías de la imagen, plantean grandes interrogantes sobre la función de la “máquinas” en las sociedades contemporáneas. Unas máquinas que hacen posibles intercambios simbólicos con otros en un tiempo y un espacio no lineal, no geográfico, sino virtual, reticular, global, que han revertido los lenguajes, las palabras y los roles de los sujetos dialogantes, y que han introducido elementos de mayor desorden, caos e incertidumbres que las máquinas exactas de la sociedad industrial. 

En suma, las tecnologías digitales han supuesto cambios fundamentales en las formas de escritura lineal y analítica de la palabra impresa, con sus modalidades del hipertexto, el multimedia, la virtualidad y la redes, y con ello están contribuyendo a la conformación de un nuevo tipo de pensamiento, denominado por Piscitelli, el pensamiento sintético21, no tan racional, más intuitivo, abierto y lleno de posibilidades. Lo cual ha conducido a este autor a plantear la necesidad de comenzar a pensar en una epistemología de la red Internet y de las interfases que permiten las tecnologías de la información y la comunicación, en las mediaciones que hacen posible entre los sujetos hablantes. 

Es evidente que algunas de las explicaciones que estas tecnologías están requiriendo no podrán ser ofrecidas a través de los enfoques de las disciplinas científicas tradicionales, cuyos conceptos, categorías y base epistemológica no podrían dar cuenta de la complejidad del mundo posmoderno y los intercambios significativos que a través de dichas tecnologías establecen los hombre entre sí e incluso con las máquinas, como modo de superar la linealidad del pensamiento y de las formas de conocimiento de la modernidad22

El pensamiento complejo y la transdiciplinaridad que lo acompaña23 emerge, pues, como el modo de acercamiento a la realidad actual para entender los cambios, la pérdida de los centros y de los discursos institucionalizados como verdaderos y en su lugar aparece la inestabilidad de los discursos, la relatividad de las teorías, la inseguridad de lo sabido, y la diversidad y la diferencia comienzan a pugnar por llegar a ser valores culturales reconocidos.

 

3. ¿QUÉ HACER PARA ABORDAR LA COMUNICACIÓN  EN LA CONTEMPORANEIDAD? 

Todas las incertidumbres, dudas y retos que la sociedad contemporánea le plantea al conocimiento científico no tiene repuestas únicas y acabadas y están obligando a un replanteo epistemológico en el seno de las diversas disciplinas científicas y muy especialmente en las de las ciencias sociales. 

Es evidente, que con este cambio de época, la comunicación parece ocupar un lugar transversal en todos los órdenes de la vida social y con ello los problemas del sentido, de las significaciones, del intercambio simbólico. 

En consecuencia, el estudio de los procesos de comunicación, de sus bases teóricas, tiene que rescatarse para ayudar a conformar otras explicaciones, conceptos y categorías que den cuenta de los profundos cambios que están ocurriendo en la actualidad. Se trata de volver al pensamiento teórico, a la reflexión epistemológica que haga posible la construcción de una episteme de conocimiento de lo social y lo histórico diferente a la de la modernidad y su racionalidad instrumental. 

Volver a la teoría no significa para nada retornar a un modo de conocimiento contemplativo, alejado de lo real, de lo histórico, del contexto y de lo cotidiano, sino a un modo de conocimiento que se confronte de forma permanente con los hechos, con la vida misma y que asume que el hombre con su potencialidad de pensar, conocer y dialogar es el sujeto protagónico del proceso de conocimiento por encima de los métodos y técnicas institucionalizadas. Un modo de conocimiento que revalorice los enfoques holísticos, integradores y cualitativos, que proponga opciones metodológicas más flexibles y adaptables a los cambios del mundo real vivido, para llegar a nuevas combinatorias y entrecruces de disciplinas que nos ayude a consolidar un pensamiento más heterodoxo que el de la modernidad. 

La teoría, en los términos anteriores, actuaría como el espacio de la confrontación con los saberes constituidos y como guía para la acción de la razón humana en sus formas de interacción con lo real, y a través de sus conceptualizaciones podría ayudar al cuestionamiento de los conceptos y explicaciones aceptadas, entrando en lo que Garrido Lecca24 denomina “Juegos de la teoría”, es decir, el poner en una crítica permanente y continua lo sabido, lo aceptado, lo probado, lo validado para introducir otras combinaciones, otras reglas, donde tenga cabida lo diferente, lo desigual, las contradicciones entre el saber erudito y el saber popular. Y que además, ubique el lugar desde el cual se produce el conocimiento como un lugar no “epistémico puro” sino histórico, contextualizado, como el espacio desde el cual se produce una visión de la realidad que en el entorno posmoderno no es un espacio geográfico y físico solamente sino globalizado y a la vez localizado, lo cual obliga a entrecruces de enfoques y posturas que se hacen desde territorios culturales y simbólicos diversos. 

Se trata entonces de volver al problema del sujeto en la producción de conocimiento y no de los métodos o los objetos25 y desde luego ello implica rescatar los enfoques cualitativos más vinculados con el lenguaje y la producción de sentido, que proviene de diversas racionalidades en distintas culturas26, que nos habla de un pluralismo epistemológico27 y no de una ciencia racional y lógica universal. 

Los desafíos que ese nueva realidad plantea a las ciencias de la comunicación obliga a discutir las bases de este campo de estudio para dilucidar si somos una ciencia o no, si realmente nuestros conceptos, matrices teóricas y categorías conforman un núcleo duro de verdades a demostrar, si tenemos un cuerpo consolidado, refutado y contrastado de teorías, si somos una disciplina clásica, desarrollada o madura de las ciencias sociales o por el contrario pertenecemos a la que Kuhn denomina ciencias no desarrolladas28, donde no existen consensos básicos entre los practicantes de la misma. 

Responder a algunas o a todas estas interrogantes e incluso alejarnos de ellas por considerarlas falsas preguntas en este época de incertidumbres posmoderna, requiere fundamentalmente de una reflexión teórica, epistemológica que nos permita avanzar en la construcción de un pensamiento comunicacional de futuro29

La reivindicación de la teoría no significa aquí una apología a la mera especulación teórica sino un reconocimiento de la actividad teórica como una actividad humana, producto de la reflexión de la mente del hombre como necesidad de pensamiento para la acción social e histórica y para la transformación de su entorno, independientemente de que en la actualidad las máquinas o tecnologías avanzadas puedan simular o realizar actividades de pensamiento y cognitivas parecidas a la de las personas. 

Si la comunicación se está erigiendo como un lugar estratégico de la política, el poder, lo social, la ética, se vuelve más prioritario que nunca la discusión teórica en el seno de las denominadas ciencias de la comunicación, que nos permita avanzar en la producción de un conocimiento que de cuenta de las desafíos que representan los avances en las comunicaciones digitales, virtuales y de las nanotecnologías y las transformaciones que se producen en la actualidad de los modos de conocer, comunicar e intercambiar del sujeto contemporáneo. Habría pues que comenzar a pensar en la teorización de los procesos de mediación que permiten las computadoras y las redes y en cómo ello alteraría los esquemas de emisor/receptor de los paradigmas de comunicación de la modernidad, dando lugar a diversos procesos de comunicación mediados ente emisores/receptores, entre receptores/receptores, entre receptores/máquinas y emisores/máquinas. 

La búsqueda y producción de nuevas conceptualizaciones, de nuevas matrices teóricas o mapas cognitivos en las ciencias de la comunicación, es necesariamente una actividad teórica, que implica una reflexión sobre la realidad contemporánea, sobre sus datos y sus manifestaciones contextuales cuyo producto de conocimiento no es más que una configuración teórica de la realidad realizada por un sujeto que conoce y que lo hace movido por unas dudas, interrogantes que la misma realidad le despierta y en un contexto y tiempo histórico determinados, con lo cual queda claro que no puede haber teorías definitivas, ni universales, válidas para todos los momentos y para todos los lugares, por lo que resulta indispensable la actividad teórica, de reflexión crítica permanente como modo de recrear la realidad cambiante sobre todo en este inicio de siglo. 

En virtud de los fuertes desafíos que la posmodernidad presenta para las ciencias sociales, la actividad de producir o generar teorías es fundamental, y generar teoría significa que los conceptos no solo vienen de los datos sino que son sistemáticamente trabajos en relación con ellos. Por eso no se trata de partir de una teoría ya constituida para probarla o validarla sino de abordar un campo de estudio para que surja lo relevante30 y a partir de allí construir teorías. 

En consecuencia, para poder avanzar en una discusión sobre el papel estratégico que en la actualidad tienen las ciencias humanas y con ellas las de la comunicación, para comprender y dar cuenta de los cambios de sensibilidad, de pensamiento del mundo contemporáneo, resulta prioritario comenzar a abordar la realidad mediante una reconstrucción conceptual de los postulados que han sustentado las teorías dominantes a modo de poder construir otros más adecuados para comprender la incertidumbre y la complejidad que hoy nos acompaña en nuestra vida en sociedad.

 

CONCLUSIONES 

Si bien es cierto que la modernidad con su idea del progreso de la técnica y la ciencia alejó al hombre occidental del pensamiento metafísico y religioso e instauró un miedo a pensar desde las subjetividades, el sentido y las emociones, y con ello inauguró una nueva epistemología: la del conocimiento científico como única fuente de verdad; también es cierto que presentó contradicciones, las cuales fueron más evidentes en la medida que avanzaba el desarrollo científico y tecnológico. 

De manera que la modernidad toca fondo en la segunda mitad del Siglo XX, cuando se produce un desencantamiento por el progreso científico más avanzado y sus potencialidades para mejorar el mundo del hombre. Se pone en entredicho los grandes relatos de las disciplinas científicas y con ello a los paradigmas de las Ciencias Sociales. 

Surge así, en la década de los ochenta, un movimiento cultural, epistemológico y filosófico, el posmodernismo, el cual plantea la necesidad de realizar un proceso de de construcción de la racionalidad moderna en crisis, mediante el estudio del Lenguaje, las relaciones culturales y significativas que tienen lugar entre los sujetos sociales. Emerge con ello el pensamiento complejo y la transdiciplinaridad que lo acompaña como forma de acercamiento a la realidad cambiante, insegura y a la pérdida de los centros. 

Frente a esa realidad resulta más urgente que nunca volver a la teoría como forma de crítica permanente, de confrontar los conceptos constituidos, las bases de la ciencias, especialmente de la comunicación, a lo real, a la vida del sujeto, para ajustarlas a lo que está ocurriendo actualmente sobre todo a partir de las tecnologías digitales y de los modos de interacción que ellas hacen posible. 

Es prioritario también revalorizar los enfoques integradores, cualitativos y holísticos y entender que el conocimiento no se produce desde un lugar epistémico puro, que los discursos científicos como tales son producción de sentido y por ende pueden provenir de distintas racionalidades y de distintas culturales, ya que no son universales, ni ahistóricos.

 

Notas

*  Este artículo forma parte de un proyecto de investigación titulado: Sociedad de la Información, posmodernidad y cultura de masas, adscrito al Centro Audiovisual de la Facultad de Humanidades y Educación, Universidad del Zulia. 

1  PEREZ ESTEVEZ, A (2005). “Conformación y crisis de la modernidad”. Entrevista realizada por Reyber Parra y Mariano Ali. Utopía y Praxis Latinoamericana nº. 30. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales/CESA. Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela pp.122-124. 

2  DUSSEL, E (2000). “Europa, modernidad y eurocentrismo”, in: LANDER, E (Ed.,( 2000). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. FACES/ IESALC/UCV, Caracas, Venezuela. 

3  SERRES, M (1996). La Comunicación. Hermes I. Edit. Anthropos. Barcelona, España. p. 57. 

4  PINEDA, M (2000). “Los paradigmas de la comunicación: nuevos enfoques teórico-metodológicos”. Diálogos, nº 59-60. FELAFACS. Lima-Perú. pp. 265-272. 

5  GALINDO, F (2003). “La idea de la Ilustración: una exploración y comparación”. Punto Cero, nº 9. Universidad Católica Boliviana San Pablo. Cochabamba, Bolivia. pp. 53-59. 

6  LUHMANN, N (2000). La realidad de los medios de masas. Edit. Anthropos/ Universidad Iberoamericana. Barcelona, España. p.151. 

7  MARTIN SERRANO, M (2004). La producción social de la comunicación. 3ª edición. Alianza. Barcelona, España. p.174. 

8  ADORNO, Th & HORKHEIMER, M (1971). Dialéctica del Iluminismo. Edit. Sur. Buenos Aires, Argentina. 

9  PÉREZ-ESTÉVEZ, A (2005). Art. cit., p. 122. 

10  SAINTOUT, F (Ed) (2003). Abrir la comunicación. Tradición y movimiento en el campo académico. Ediciones de Periodismo y Comunicación. Universidad Nacional de La Plata, Argentina. p. 164. 

11  PINEDA, M (2003). “Evaluación retrospectiva de la enseñanza e investigación en comunicación. Retos y oportunidades”. Opción, nº. 42. Facultad Experimental de Ciencias. Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela. pp. 77-94. 

12  LYOTARD, J-F (2000). La condición postmoderna. Cátedra. Madrid, España. 

13  TORRICO, E (2004). Abordajes y períodos de la teoría de la comunicación. NORMA. Bogotá, Colombia. p. 64. 

14  MARQUEZ-FERNÁNDEZ, A (2003). “Reconstrucción del logofonocentrismo y des-representación del sujeto cognoscente en la cultura posmoderna”, ENL@CE. Revista Venezolana de información, tecnología y conocimiento. Facultad Experimental de Ciencias. Departamento de Computación, Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. pp. 31-45. 

15  PINEDA, M (2004). Las Ciencias de la Comunicación a la luz del Siglo XXI. EDILUZ. Maracaibo, Venezuela. p. 68. 

16  DURANTE, Esther (2005). La racionalidad posmoderna del sujeto y el orden mediático de la comunicación. Proyecto de tesis doctoral. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela. p. 45. 

17  DURANTE, E; PINEDA, M & PRIETO, I (2005). “Perspectivas y desafíos del sujeto mediático: La otredad de la comunicación en la radio contemporánea”. Revista de Ciencias Sociales nº 2. Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela, pp. 277-295. 

18  SAINTOUT, F (2003). Ob. cit., p.165 y ORUELAS, R (2004). “Las empresas transnacionales y las tecnologías de la información y la comunicación. La competencia en telecomunicaciones e Internet”, en CROVI, D (Coord.) (2004). Sociedad de la información y el conocimiento. Edic. de La Crujía. Buenos Aires, Argentina. pp. 223-252. 

19  MARTIN BARBERO, J (2004). “Razón técnica y razón política: Espacios/Tiempos no pensados”. Revista Latinoamericana de Ciencias de la Comunicación. nº 1. ALAIC. Sao Paulo, Brasil. pp.22-37. 

20  SFEZ, L (1995). Crítica de la Comunicación. Amorrortu. Buenos Aires, Argentina. p. 346. 

21  PISCITELLI, A (2002). Meta-Cultura. El eclipse de los medios masivos en la.era de Internet. Edic. de La Crujía. Buenos Aires, Argentina. p. 39. 

22  ACURERO, G (1995). Las Nuevas Fronteras del Conocimiento. Astro Data, Maracaibo, Venezuela. p. 57. 

23  PINEDA, M (2004). Ob. cit. p. 109. 

24  GARRIDO LECCA, H (2002). Lenguas y devenires en pugna. En torno a la posmodernidad. Fondo de Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima. Perú. p. 177. 

25  SAINTOUT, F (2003). Ob. cit. p.162. 

26  PÉREZ-ESTÉVEZ, A (2005). Art. cit. p.126. 

27  ANTON BOIX, I (2004). “Pluralismo epistemológico: entre el sueño objetivista y la inconmensurabilidad de paradigmas. Utopía y Praxis Latinoamericana. Año 9, Nº 24, enero-marzo, CESA, LUZ, Maracaibo, pp.51-66. 

28  OTERO, E (2005). “El estado del arte en la teoría de la comunicación: un ejercicio kuhniano”. Material inédito. Universidad Central de Chile. Santiago, Chile. 

29  VASALLO de LOPES, MI (1990). Pesquisa em comunicacao. Ediciones Loyola. Sao Paulo, Brasil. p.35. 

30  PIRELA, J; BLANCO, N & NONES, N (2004). “El modelo de la teoría fundamentada de Glaser y Strauss: Una alternativa para el abordaje cualitativo de lo social”. Omnia, nº 1, Año 10. Facultad de Humanidades y Educación. Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela. p. 59.

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