PREBISCH Y SU PENSAMIENTO SOBRE EL DESARROLLO

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Dr. OSCAR JULIAN BARDECI

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                 Lo conocí al Dr. Raúl Prebisch cuando era estudiante de economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Captó mi atención a través del primer artículo de su autoría que leí, ignorando los perfiles de su personalidad. Él era entonces profesor de Dinámica Económica y sus planteamientos ejercieron sobre mí tal magnetismo intelectual, que comencé a concurrir a sus clases, que por cierto eran magistrales. Poco tiempo después, Don Raúl se vió obligado a dejar la cátedra y nuestra patria común por causas políticas. Viajó a México, donde tuvo un período rico en experiencias, confrontando sus observaciones con las de colegas mexicanos. Su próximo destino fue la CEPAL y algunos años después, por idénticas causas, yo también salí de mi país y el destino quiso que me incorporara a CEPAL sólo por unos pocos meses, en carácter de consultor. ¡Transcurrieron 25 años! Quiero por ahora dejar aquí mi vinculación con el hombre y el maestro para hacer, aunque sea a brochazos gruesos, una síntesis de su aporte teórico y práctico a la CEPAL, tal como lo percibo.

                 Prebisch entra en la arena latinoamericana como Consultor, con la encomienda resultante de la Resolución del II Período de Sesiones de la Comisión Económica para América Latina, en la cual se dispone como una de las tareas primordiales de la Secretaría, la preparación de estudios básicos sobre la situación económica de América Latina. En su breve experiencia y mientras prepara el trabajo para la Comisión - de  la cual todavía no es Director Principal - pudo comprobar que cualquier estudio de problemas específicos de la economía latinoamericana, así como el análisis de los cambios ocurridos, deben vencer un importante escollo: el desconocimiento de la estructura económica de los distintos países, de las tendencias generales de su desarrollo económico y, por lo tanto, de los términos en que se presentan los problemas que enfrentan. Comprueba que el desarrollo ofrece dificultades muy peculiares, cuya comprensión no está clara, y que para abordarlos se requiere cierta dilucidación previa. De ahí que los estudios relativos a los diferentes países, los haga preceder con un esbozo teórico, en el cual define determinadas cuestiones cuyo examen en profundidad, constituiría en los años por venir su aporte más valioso al pensamiento latinoamericano. Ese conjunto de enfoques, dio lugar a un cuerpo de teorías que sirvieron para entender, interpretar y delinear soluciones para los problemas de la región. Lo que pretendía Prebisch, y que comenzó a desarrollar con fuerza en el ámbito de la CEPAL era:

                Primero: Que los fenómenos del subdesarrollo latinoamericano se estudiaran con mentalidad latinoamericana.

                Segundo: Que el instrumental de análisis fuera adecuado y compatible con las condiciones reales de los países y de la región, lo cual suponía no aceptar, sin previo análisis crítico, doctrinas generales desarrolladas para interpretar situaciones económicas y sociales de una realidad diferente a la nuestra.

                 Si bien escritores y literatos latinoamericanos sobresalientes habían realizado lúcidas disecciones de la sociedad latinoamericana, en las cuales se rozaban ciertos aspectos económicos, fue la CEPAL, bajo la inspiración de Prebisch, la que por primera vez emprende la delicada tarea de interpretar nuestra realidad económica. En uno de sus trabajos Celso Furtado dice, en sentido figurado, que Prebisch inventó “América Latina”.

                 Pone entonces, toda su  potencialidad al servicio de ese propósito; es decir, construir una teoría interpretativa de América Latina y de su inserción en el concierto mundial. Pero esta determinación tan firme de construir una teoría no lo define como un teórico puro. Él concibe la teoría como un instrumento que sirve para realizar una acción práctica. Y esta dinámica es la que se aplicó en la CEPAL desde los primeros tiempos.

                 Su preocupación fue determinar a través de qué modalidades se producía la propagación del progreso técnico que acompañó a la revolución industrial. Observó que su punto de origen fue Gran Bretaña y que con distintos grados de intensidad esa propagación de la técnica se esparció por Europa, adquirió extraordinario impulso en Estados Unidos y, finalmente, llegó a Japón. Fueron esos grandes centros industriales del mundo quienes recibieron los beneficios del avance técnico. En torno a ellos  se fue creando una periferia vasta y heterogénea, que obtenía una parte muy escasa del mejoramiento de la productividad que ese avance producía.

                 En forma clara y simple se tienen caracterizados, de este modo, dos conglomerados de países, pero lo importante es determinar cuáles son sus tipos de relaciones.

                 Un primer hecho: entre estas dos partes -centro y periferia- se conforma un tipo de relaciones de producción, que responde a una definida división internacional del trabajo que da por resultado que a una parte del sistema corresponda la producción industrial, y a la otra, la producción de alimentos y de materias primas.

                 En segundo término, la periferia se vincula, en mayor o menor grado, con el centro, en función de su aptitud para satisfacer los requerimientos de provisión de alimentos o materias primas que necesita el centro para su proceso productivo. Como resultado de esta vinculación, los países que están dotados de más y mejores recursos sacan mayores beneficios de los efectos de una mayor propagación de la tecnología, que los registrados allí donde es necesaria para producir alimentos o materias primas a bajo costo. Esta selectividad en la penetración "controlada" de tecnología, explica en parte importante las diferencias en los estadios de desarrollo de unos países respecto de otros, y de unas regiones respecto de otras. Esto generó la heterogeneidad estructural. Si la producción de un país de la periferia reviste mayor interés para las necesidades de una país central, contará éste con una mayor tecnología para dichos sectores de interés, pero esa propagación sólo acarreará un mejoramiento para una parte limitada de su población.

                 Una vez determinado el principio ordenador en el funcionamiento del sistema global centro-periferia, puede comprenderse la modalidad restringida que asume el desarrollo en la periferia y el papel que, periferia adentro, cumplen algunos de sus componentes en el desarrollo económico. Establecida la existencia de este principio ordenador desde el centro, cobran relevancia todos los sectores y componentes de la economía periférica: relaciones de comercio exterior, la forma en que penetra el desarrollo, las actividades económicas que dinamiza, la población que se beneficia del desarrollo, las actividades hacia las que se canaliza la inversión extranjera, las formas de capital, los patrones de consumo y la demanda, etc.

                  Todos estos elementos fueron conformando un nuevo y original tipo de diagnóstico, que iba poniendo en claro el por qué de la existencia de centros dinámicos y de una periferia dependiente y de lento crecimiento.

                  El funcionamiento del sistema tenía como objetivo primordial que los centros satisficieran de la forma más económica posible sus propias necesidades de consumo. La elevación de las condiciones de vida de la periferia y la equidad en la distribución de los beneficios derivados de la propagación del progreso técnico, no formaban parte; indudablemente, de  los desvelos de los centros, aún cuando algunos países periféricos pudieron aprovechar ese desarrollo.

                 Este tipo de desarrollo hacia fuera, fija el papel que debe cumplir el país, o los países periféricos, en función de los recursos de que disponen para satisfacer al centro, y ese hecho (fortuito) le otorga la posibilidad de ocupar una función dentro del conjunto en el marco de una estructura determinada que deriva en una penetración irregular del progreso técnico, produce distorsiones en el aparato productivo interno que tienen como resultado una heterogeneidad en la productividad e ingresos de sectores económicos y regiones.

                 La anatomía de este sistema sirve de base a una funcionalidad que reviste dos características graves en términos de desarrollo: la primera, es la situación de subordinación de la periferia al centro; y la segunda, una incapacidad para retener totalmente los ingresos generados por su propio desarrollo técnico, lo que acentúa la concentración en los centros de los ingresos generados en ambas partes del sistema.

                 Esta interpretación viene a dar por tierra con la pretendida universalidad de la  doctrina que sostiene que mediante el comercio internacional, el fruto del progreso técnico tiende a repartirse parejamente entre toda la colectividad, ya sea por la baja de los precios o por el alza equivalente de los ingresos. Si por colectividad se quiere decir centros industriales, esta suposición podría ser correcta; pero si pretende incluir a la periferia, es fundamentalmente errónea, pues las ingentes ventajas del desarrollo de la productividad no han llegado a la periferia en medida comparable a la que ha logrado disfrutar la población de los grandes países del centro.

                 Estas observaciones y el análisis correspondiente, conforman los rasgos más valiosos y significativos de la teoría de Prebisch, de la que se va desgranando una serie de otros conceptos que le servirán de plataforma de apoyo para la acción práctica y para las medidas de política económica que fueron apareciendo a lo largo de la vida de la CEPAL.

                 Por un lado, la conclusión de que existe una apropiación desigual de los frutos del desarrollo económico y la determinación de los mecanismos y causas por medio de las cuales se realiza, lo conduce de lleno a sus ideas sobre el deterioro de los términos del intercambio. Por el otro, la posición de inferioridad de la periferia en el plano distributivo de los frutos del progreso técnico, repercute en forma decisiva sobre el proceso de acumulación de capital imponiéndole un límite rígido al desarrollo posible. Si se asocia esto a las diferencias de productividad y a su consecuencia: el bajo ahorro, se sigue de todo ello que repercute sobre los precarios niveles de vida de las masas.

                 Todo esto constituye, a juicio de Prebisch, la justificación principal de su propuesta de transformación y revela el significado fundamental que debe tener la industrialización en los países periféricos, agregando: "No es ella un fin en sí misma, sino el único medio de que disponen éstos para ir captando una parte del fruto del progreso técnico y elevando progresivamente las condiciones de vida de las masas".

                 Si bien, como ya señalamos, estas ideas constituyen el fundamento de la formulación teórico-práctica de la primera etapa Cepalina, Prebisch hace la importante advertencia de que se trata de proposiciones planteadas con un alto grado de generalidad, por lo que es imprescindible especificarlas cuando se realicen análisis de situaciones concretas; pues si bien "existen denominadores comunes en la forma de presentarse el problema del desarrollo dentro de los diferentes países, existen también diferencias específicas que es preciso considerar para no extraviarse en injustificadas generalizaciones".

                 Sería imposible, en el marco limitado de esta exposición, entrar en los detalles teóricos que fundamentan cada una de sus proposiciones de política y por eso recurriré a una síntesis muy apretada sobre sus principales aspectos, a partir de lo que hasta aquí acabamos de señalar.

                 La distribución desigual del ingreso deriva, en buena medida, del hecho de que los precios de los productos que la periferia exporta a los centros se deterioran en relación a los productos que importa de ellos. Este deterioro significa para la periferia una pérdida de los frutos de la tecnología asimilados; así como también de una parte de los propios aumentos de productividad que pueda haber generado. El mecanismo de esta absorción centrípeta, funciona a través del comercio exterior y el papel que juegan las diferentes elasticidades-ingresos de la demanda en los centros y en la periferia para los productos industriales y para las materias primas y los productos alimenticios respectivamente. Agravan esta situación otra serie de hechos que se dan en la periferia, especialmente el alto crecimiento de la población que aumenta el excedente de la fuerza de trabajo y que es el principal factor estructural que deprime los salarios; la relativa lentitud con que evoluciona la demanda de productos primarios en los centros, y la limitada o inexistente capacidad de negociación de las organizaciones gremiales que, contrariamente a lo que ocurre en los centros, no suelen estar preparadas para defender sus ingresos.

                 Lo que Prebisch plantea como una derivación de su diagnóstico, para de alguna manera equilibrar la propagación desigual del progreso técnico y el permanente deterioro en los términos del intercambio, es la industrialización interna de la periferia, como solución ineludible para aumentar gradualmente el ingreso por habitante. Tal proposición desató en su tiempo fuertes críticas, en especial en los centros, pues se la consideraba como una sustracción inconveniente de medios de producción de las actividades primarias. ¡Una verdadera herejía contra la ortodoxia prevaleciente!

                 Lo que ella proponía era que la industria y el progreso técnico en la  producción primaria fueran aspectos complementarios de un mismo proceso, en el cual la industria desempeña un papel dinámico no sólo al inducir el progreso técnico en las actividades primarias y en otras, sino también al crear las nuevas actitudes que derivan del desarrollo industrial.

                 Se proponía entonces una política que estimulara la industria, sin menoscabar la agricultura, obteniendo el crecimiento del ingreso y sustituyendo las importaciones de productos industriales por producción interna, ya que éste es el único medio para corregir los efectos de las disparidades entre exportaciones e importaciones, que resulta de sus diferentes elasticidades-ingresos.

                 Ciertas corrientes económicas en boga actualmente y sus portavoces en los medios de comunicación, atribuyen a la CEPAL en general, y a Prebisch en particular, el pecado de propugnar una política exagerada de protección externa, que dio origen a una industria muy ineficiente.

                 Ni Prebisch ni la CEPAL jamás sostuvieron tal cosa, y cuando se refirió al tema de la protección advirtió que no debía ser exagerada para no servir de amparo a la ineficiencia.

                 Me parece oportuno también, en esta circunstancia, traer a colación una cita de un trabajo de 1961, que tiene mucha actualidad pues implica a la industrialización y a las exportaciones en un momento como el actual cuando, y también injustamente, se le achaca a la CEPAL haber recomendado una política de desarrollo basada exclusivamente en la sustitución de importaciones.

                 En un documento de la Secretaría -pero donde creo advertir la mano de Don Raúl- titulado "Desarrollo económico, planeamiento y cooperación internacional", se habla de las fallas fundamentales de la industrialización y se dice:

                 "La excesiva orientación de la industria hacia el mercado interno es consecuencia de la política de desarrollo seguida en los países latinoamericanos y de la falta de estímulos internacionales para las exportaciones industriales. La política de desarrollo ha sido discriminatoria en cuanto a las exportaciones. En efecto, se ha subsidiado -mediante aranceles u otras restricciones- la producción industrial para el consumo interno, pero no la que podía destinarse a la exportación. Se ha desenvuelto así la producción de numerosos artículos industriales de costos muy superiores a los internacionales, cuando pudo habérselos obtenido con diferencias de costos mucho menores, a cambio de exportaciones de otros artículos industriales que podrían haberse producido más ventajosamente. Lo mismo podría decirse de nuevas líneas de exportación primaria y aún de líneas tradicionales dentro de ciertos límites relativamente estrechos". El informe continúa señalando que esto hubiera requerido que los centros tomaran medidas que facilitaran ciertas importaciones industriales provenientes de los países en desarrollo, dando a éstos mayor capacidad para importar precisamente aquellos productos donde son mayores las diferencias de costos. Se habría desarrollado así en el campo industrial una conveniente división del trabajo, muy diferente del esquema tradicional de intercambio de bienes primarios por productos industriales.

                 Esto marca una característica que Prebisch hizo muy consustancial con el accionar de la CEPAL y que consiste en la virtud anticipatoria de proponer políticas como resultado de una tarea de introspección, investigación y análisis de la realidad latinoamericana. Estaba ahí ya la simiente de lo que sería la base de negociaciones llevadas a cabo por UNCTAD - cuyo primer Secretario General fue Don Raúl - y, posteriormente, por otros organismos regionales.

                 Para terminar estos brochazos sobre el pensamiento del doctor Prebisch acerca de la industrialización, cabe señalar que los problemas vinculados con la desocupación y el desplazamiento de mano de obra, así como con las formas de ocupación más productiva que resultan de las transformaciones producidas por el desarrollo económico, les otorgó siempre un tratamiento muy especial ya que cubrieron desde el Informe Económico de 1949 hasta Transformación y Desarrollo, informe este último que se ocupa sobre todo del tema de cómo lograr una tasa de desarrollo lo suficientemente alta como para absorber la fuerza de trabajo desempleada y redundante.

                 En el pensamiento prebischiano desde muy temprano se hizo referencia a la necesidad de una acción consciente y deliberada para influir sobre las fuerzas de la economía, orientándolas hacia el logro de ciertos objetivos económicos y sociales. El juego libre e irrestricto de estas fuerzas apareja consecuencias adversas al desarrollo económico y social.

                 Pero, inmediatamente, Prebisch advierte que hay que precaverse de extraer conclusiones equivocadas de esta tesis. No se trata de sofocar esas fuerzas -que son de un enorme potencial dinámico- sino de establecer por la acción del Estado las condiciones indispensables para que ese potencial pueda ser aprovechado a favor del desarrollo económico.

                 Surgen aquí otras dos ideas cardinales: la primera, es la necesidad de una acción que corrija los defectos en la asignación de recursos que resulta de la  acción de mercados imperfectos. Y en segundo término, la atribución de un papel relevante al Estado como el instrumento político-técnico que orienta la corrección a través de políticas económicas adecuadas. Que influyan en la aceleración del crecimiento, o a mantener su ritmo si éste ya es elevado; darle la mayor regularidad posible y mejorar la distribución del ingreso.

                 La irremediable limitación de recursos impone tener que resolver en el marco de una política activa, y de la manera más eficiente posible: la distribución entre consumo e inversión; la relación entre inversiones de productividad y de bienestar; el equilibrio entre inversiones que economizan y absorben mano de obra; la distribución entre los gastos del Estado con el objeto de cumplir sus distintos fines y el monto asimilable y conveniente de los recursos internacionales.

                 En los trabajos que conforman el pensamiento de Prebisch, otra de sus importantes ideas-fuerza  (como se les dio en llamar), fue la de la integración económica cuya simiente se encuentra ya en el Estudio Económico de 1949 y que continuó afirmándose en trabajos posteriores hasta plasmar en la creación del Mercado Común Centroamericano y de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio - ALALC.

                Hay un hilo conductor en todas estas recomendaciones de política. Los países latinoamericanos están divididos en compartimentos estancos de escasa magnitud. La industrialización implica absorción de una tecnología creada para grandes mercados; es decir que la discontinuidad técnica de los equipos no se adapta a las escalas de producción de la mayoría de los países. Surge por lo tanto como posibilidad constituir un ámbito económico de amplias dimensiones, capaz de asimilar tecnologías de mayor escala. Esto fortalecería los procesos nacionales de industrialización, pues al aumentar sus escalas de producción como resultado de un mayor intercambio regional, preservaría a sus industrias de los obstáculos que deben enfrentar si actúan en un marco nacional.

                 A esta altura cabría preguntar: "¿qué validez tiene este conjunto de ideas?.

                 La respuesta es que todavía tiene vigencia, sin que eso signifique una aplicación "mecanicista" de las mismas, a una realidad que se muestra muy cambiante, donde surgen nuevos problemas, donde las características y estructuras de los países se han visto sometidas a grandes mudanzas.  Esto es más necesario que nunca en estos tiempos, cuando hay que desplegar una variedad muy amplia de nuevos temas de complejidad creciente.

                 Deben incorporarse a ese conjunto coherente de ideas para el desarrollo, al que me he referido, y que proporciona un método de análisis que caracteriza el pensamiento social latinoamericano  en el más amplio sentido de la palabra.

                 Las ideas iniciales se fueron depurando y renovando; en unos casos por imperativo de la realidad, en otros porque el mayor conocimiento descarta algunos enfoques. De este modo el conjunto de ideas está expuesto a una permanente adaptación y revisión allí donde las circunstancias así lo aconsejan. Durante los últimos 30 años, el panorama latinoamericano sufrió importantes cambios cuantitativos y cualitativos, que modificaron tanto el escenario regional como el mundial. Los cambios que la propia dinámica del desarrollo fue creando, hicieron perentorio enfocar problemas de gran importancia como la desigual distribución del ingreso, aún en los casos donde las tasas de desarrollo eran altas; el acelerado proceso de urbanización y sus efectos colaterales de pobreza en los cinturones urbanos; la redundancia de la mano de obra en medio de industrializaciones relativamente aceleradas; el acceso a los mercados financieros privados y su resultante: un nuevo tipo de endeudamiento; la incorporación de las empresas  transnacionales en la estructura productiva de los países. Además de todo esto, se produjo una gran apertura temática hacia centros de preocupación tales como los vinculados con el medio ambiente; los asentamientos humanos; la participación de la mujer en el desarrollo; la ciencia y la tecnología bajo nuevas perspectivas; la crisis energética y la crisis monetaria.

                 La complejidad de esta temática heterogénea hizo más difícil la función de anticipación que fue una virtud de los primeros años de la CEPAL. Es indudable que algunos acontecimientos mundiales, como el mencionado problema de la crisis energética, no pudieron ser previstos con anticipación, pero con el instrumental de análisis disponible y sin perder de vista los fines del desarrollo económico y social, hoy se están analizando en todas sus consecuencias.

                 Es decir, que las teorías y los distintos enfoques están deliberada y conscientemente expuestos a un permanente esfuerzo de diálogo, revisión analítica y apertura intelectual, que constituyen uno de sus principales atractivos, y que sin duda es otra herencia cuyo origen debe buscarse en los primeros años de existencia de la institución.

                 En suma, en lo que ha sido y es el ideario de CEPAL, hay elementos de cambio y de continuidad. Estos últimos tienen que ver, en primer lugar, con un afán nunca abandonado de perspectiva histórica del desarrollo latinoamericano y de búsqueda de lo que le es específico, diferenciado y auténtico.

                 En segundo lugar, que a pesar de los cambios registrados en el escenario mundial y de la aparición de ciertos elementos nuevos, como las empresas transnacionales, la ampliación de los centros y la desaparición de un "centro único dominante", América Latina está inserta indisolublemente en un sistema  de centro y periferia que sigue vigente.  

                 En tercer lugar, ante la reiterada evidencia de que el mercado no es un buen asignador de recursos para la obtención de un crecimiento equilibrado, sigue en pie la necesidad de que el Estado señale pautas y objetivos para lograr una mayor equidad en la distribución de los frutos del desarrollo. La planificación que tenga en cuenta ciertas características específicas de los países y de su estructura de poder, sigue siendo una solución idónea.

                 Un cuarto elemento se vincula con un compromiso con la autonomía y la defensa de los legítimos intereses de la economía de América Latina, sin que esto signifique ningún tipo de rechazo a una creciente integración e interdependencia mundial.

                 El último aspecto tiene que ver con un concepto ético del desarrollo económico y social que persiga como objetivo final al hombre de carne y hueso, sin exclusiones, y no un desarrollo al servicio de unos pocos.

                 Después de mis muchos años de vinculación con la CEPAL, creo que si pudo mantener su vitalidad y respeto, incluso el de quienes no están de acuerdo con su ideario, es porque aún con los errores que pudiera haber cometido, tuvo siempre un gran espíritu y una vocación de servicio, preocupada por los intereses legítimos de la región.

                 Quiero, para finalizar, señalar los rasgos de la personalidad de quien este año de 2001 se cumplen los 100 años de su nacimiento, y deseo hacerlo pues hay en la personalidad de Don Raúl características que salen fuera de lo común y merecen señalarse. Dije al principio que me quería referir al hombre y al maestro.

                 Don Raúl es un producto típico de la periferia argentina. Nace en una provincia periférica del norte: Tucumán y se educa parte en ella y parte en otra, tanto o más periférica que aquélla: Jujuy. No obstante, pudo remontar esa circunstancia de la manera que veremos. Terminados sus estudios secundarios sigue los estudios universitarios en Buenos Aires. Es decir, pasa al "centro" principal de Argentina y desde muy joven se proyecta a los primeros planos de la vida nacional. No pretendo hacer un biografía detallada, cosa que sería muy larga, pero  sí anhelo destacar algunos rasgos de esta personalidad excepcional. En la primera parte me he referido al economista teórico, pero que hace realidad aquello de que nada hay más práctico que una buena teoría. En resumidas cuentas, es teórico pero es al mismo tiempo un gran realizador

                 Esto ya es algo poco común, pues no suele darse en una misma persona. Pero además es un constructor. La creación del Banco Central en Argentina, lo tiene entre sus principales inspiradores y, desde su creación, al comienzo de la década de los años treinta hasta 1943, es su conductor desde el puesto de Gerente General. Le imprime un gran dinamismo y lo convierte en una pieza clave en el manejo de la política económica argentina. Cuando deja el Banco Central, no crea la CEPAL, pero la "inventa". Le da sentido, objetivos claros, espíritu de cuerpo y la convierte en un organismo destacado en el vasto círculo mundial de los organismos internacionales. Gana respeto en el concierto político latinoamericano. Es sin duda un importante paso en la metamorfosis prebischeana. También en el ámbito de la región, llevó acabo en 1962 otra de sus creaciones: el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) que concreta una de sus ideas fuerza: la planificación económica y social. El ILPES formó, a través de cursos de capacitación, una pléyade de planificadores, muchos de los cuales prestan hoy servicios en cargos  importantes de países latinoamericanos. Esta actividad se complementó con la investigación y la asistencia técnica a los gobiernos de la región. Pero no es ésta la última estación de su recorrido creador. También en 1962, desde su plataforma latinoamericana, y después de un gran trabajo de jerarquía internacional, contribuye a la creación de la UNCTAD, donde es designado Secretario General. La organiza y sienta las bases de una gran conquista para los países en desarrollo. Se consigue por primera vez sentar en una mesa de negociaciones a los países del centro y de la periferia, para discutir sus problemas comunes en torno al problema que constituye su vinculación más crítica: el comercio internacional. Es decir, de morador de una provincia lejana de Argentina, se proyecta al primer plano en su propio país, pasa luego a ser -como alguien lo calificó con acierto- un prominente "ciudadano latinoamericano" y, finalmente, agregaría, un "ciudadano del mundo", pero por sobre todas las cosas, in líder, un paladín, de los países en desarrollo.  En  1976 - en lo que creo es la organización de sus amores – dio un nuevo fruto, producto de su inagotable inquietud intelectual. Me refiero a la creación de la Revista de la CEPAL. La dirigió durante los 10 últimos años de su vida. Fue su fundador y director  y no sólo ha servido como medio de expresión de muchos de los trabajos de su cuerpo técnico, sino como vehículo de difusión de sus nuevos enfoques del desarrollo que trascienden el campo económico para incursionar también en el social y político. En esos años estuvo, obstinadamente, detrás  de una integración de factores de ese fenómeno polifacético que es el desarrollo con mayúscula. Creo que es una trayectoria verdaderamente excepcional.

                Hemos visto que es un teórico, un realizador y un arquitecto de instituciones, pero para quienes hemos trabajado cerca de él, tampoco nos han pasado inadvertidas otras cualidades. Sin agradarle los problemas administrativos, fue siempre un gran administrador, eficiente  e imaginativo. Por cierto que no hubiera podido llevar a buen fin muchos de sus logros, si no hubiera estado dotado además de cualidades diplomáticas - no formales, sino sustantivas - acompañadas de sistematicidad, tenaz persistencia y gran facilidad para imaginar nuevos caminos cuando alguno de estos aparecía "bloqueado".

                 He dejado deliberadamente para el final algo que está muy enraizado en su personalidad. El apego visceral que tenía por la libertad intelectual, que es algo que inculcó en las instituciones que creó; su capacidad para motivar a quienes lo rodeaban; su interminable paciencia para dialogar, no sólo con quienes compartían sus opiniones, sino también con aquéllos que disentían. De todos sacaba una experiencia, la que después volcaba generosamente entre los que lo rodeábamos.

                Quizás valga la pena para finalizar, recordar la frase con que terminó la despedida de sus restos  el Cardenal Raúl Silva Henríquez en el hermoso jardín de la CEPAL, que tanto le gustaba caminar mientras dialogaba con alguno de sus colaboradores: No sé cuál habrá sido tu credo, pero sé que has hecho mucho por los pobres del mundo.

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