ISLAM HISPÁNICO: HISTORIA Y TEORÍA DE AL-ANDALUS

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Uzman Hamza Rios

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El sentido común más extendido afirma que la civilización musulmana surgida en España fue el fruto de una invasión foránea que implantó aquí sus raíces orientales, llegando a dominar durante ocho siglos y luego subsistiendo a la defensiva hasta 1609.

Sin embargo, para el historiador Rios Camacho eso es sólo una apariencia. Para él, como para otros investigadores poco estudiados, la cultura andalusí tiene en su esencia arraigos propios y orígenes autóctonos, genuinamente hispanos. De ahí que las luchas de la "invasión", de la "reconquista" y de la posterior "expulsión morisca" tuviera más que ver con una guerra civil entre "hermanos", que con una guerra de exclusión entre "extraños" inasimilables.

 

“Ser español consiste en no ser musulmán”

Américo Castro

            La cita no es mero capricho sino que quiere convidar al atento lector a adentrarse en la intrahistoria de su propio pueblo y a asumir las contradicciones históricas a que nos llevó el cerrar los ojos a más de ocho siglos de nuestro pasado.

Al-Andalus no fue el sueño que hoy se vende, sino la presencia en la historia de Europa de la cultura superior creada por uno de sus pueblas autóctonos, el único que fue capaz de romper todos los vínculos con el orden jurídica de la cristiandad y con el trinitarismo.

Necesitaremos un diferente método histórica para explicar el Islam his­pánico debido a los múltiples prejuicios que este periodo conlleva. De este modo, el pensamiento teórico podrá hilar el proceso, ahondando en algo más que en sus hechos.

Antes del desarrollo, dos apuntes obligatorios. Primero: la entrada (¿invasión?) del Islam (711-714) en la Península fue hecha y mantenida en ocho siglos por hombres no-árabes: "con un ejército de berberiscos (etnia de posible origen indoeuropeo pero sobre todo no oriental) en el que había muy pocos árabes", nos dice Al-Waqidi cronista e lbn Hazm y sus genealogías de familias árabes ratifican. Sánchez-Albornoz concluye:

"Ningún historiador digno de tal nombre ignora que el número de orienta­les que pusieron pié en España fue muy reducido." Segundo: si el mensaje musulmán no llegó al Norte europeo no fue por la pírrica derrota sobre las huestes islámicas en Poitiers sino por la rebelión bereber en África (739) y el comienzo de las guerras internas (a causa del movimiento jaraichita de tendencia excesivamente revolucionaria y poco constante políticamente, típico del Islam occidental, en contraste con el excesivo intelectualismo oriental) en Al-Andalus europeo y africano.

 

El "milagro" musulmán Andalusí

Dentro del conjunto de la civilización musulmana, Al-Andalus fue obra de los pueblos que habitaban el suelo peninsular y no invasión alóctona. Los ibéricos del principios del s.VIII que decidieron romper con Roma no eran más que un aglomerado de tipos celtiberos y germánicos, no diferentes ni cultural ni racialmente de los demás europeos más o menos cristianizados, sino en pequeñas particularidades debidas más a su mayor o menor grado de civilización que o otro cosa. La norma jurídica del Islam Universal, que no una idiosincrasia par­ticular de las gentes de Toledo, o en general de "España" como se quiere hoy hacer creer, que es la que obligó a judíos y cristianos a atenerse a sus propias leyes, fue la que permitió que en menos de dos generaciones aquel grupo humano se transformara en agente civilizador no sólo del otro grupo de pueblos europeos que continuó su modo de vivir dominado por el orden sacerdotal romano o por el feudal (principio de las aristocracias germánicas), sino también de esa amplia zona del Norte de África que por el Sur llega hasta la actual zona de Nigeria, Senegal, Ghana y Malí y por el Este claramente hasta Tunicia.

Para un enfoque histórico correcto que permita en el futuro encajar el "enigma" de España en el rompecabezas que le da significado, es preciso, inevitablemente, admitir que los logros cimeros innumerables en los terre­nos del pensamiento, la jurisprudencia, ciencia coránica, la filología árabe (gramática, lexicología, oratoria, literatura), las artes arquitectónicas y las ciencias del cálculo (aritmética y álgebra) y geométricas, medicina, agricul­tura, teología escolástica (kalam), óptica, astronomía, lógica (traductores de los clásicos griegos), metafísica, alquimia, etc., son el ejemplo de una vida civilizada –paideia- que se dio en Al-Andalus, colocando a los musul­manes ibéricos en un nivel muy alto en el escalafón de los agentes civiliza­dores, manifestación de las formas y productos de la vida civilizada, de compromiso previo con Dios Uno y Único, son su Ley Revelada y con el ejemplo humano de su Mensajero el Profeta Muhammad (s.w.s.). Esto y no otra cosa fue el poder que transformó el modo de vida hispanorromano en modo de vivir andalusí, la misma fuerza dominante que impulsó el "milagro" árabe, persa, turco o mogui, y que la hizo irrumpir en la historia como primera civilización autóctona, desde la fabulosa Tarsis.

La misión profética de Muhammad (s.w.s.) tradicionalmente se define como "misericordia para la humanidad, para incrementar el buen carác­ter"; y esto es lo que constituye la base misma del modo de vivir civilizado, porque sólo hay dos modelos de transacción vital: comercio o guerra. Por eso hablar de paz en sociedades cuya religión tolera la usura es metáfora, puesto que el contrato usurario sólo se acepta por fuerza. Esto altera por completo todas las relaciones sociales produciendo al final el mal carácter de sociedades tales como la actual.

El Islam, que llegó a Hispania y se mantuvo hasta 1609, siempre se aferró a la escuela jurídica más sencilla y práctica del Islam (enseñanza de Ahl As-Sunnahwal Jamaah, siguiendo la escuela de Amal Ahl al-Madinah, de acuerdo con la tradición de Malik ibn Anas), pues nos llegó en las pri­meros tiempos directamente de la ciudad de Medina de manos de los jóve­nes intrépidos de España que, en el período de la guerra civil arriano-musulmana contra el poder romano, y que se extendió hasta la Saboya y la Liguria, viajaban a aprender su árabe y su Islam a sus mismas fuentes. Después de la restauración de la legalidad del Reino de España en la perso­na de Abderrahman el Emigrado y de la pacificación ya en tiempos de Abderrahman II se consolidó todo este saber jurídico y filológica en la recesión del Muwatta del Imán Malik, hecha por el cordobés lbn Yahia o la normaliza­ción de los signos ortográficos para la vocalización del Korán, que también se hizo aquí por el valenciano Al ­Xatibi (de Xátiva, Valencia).

Las escuelas primigenias jurídicas y religiosas his­pánicas partían de dos enfoques diferenciados: el dahir (escuela cordobesa) a sentido literal de los tex­tos coránicas y el batim, muy minoritario, entendedor de sentidos más que alegóricos del Libro. Ambas líneas se diluyeron pero dejaron su impronta.

Lo más importante de la escuela maliki -el actual Islam en España- aparte de ser la nuestra tradicional, se encuentra en el hecho de que el Muwatta del Imán Malik de una importancia notable a todo lo que se relaciona con la corrección de las transacciones económicas, tanto en lo que son formas de contratación, como de asociación, que es justo lo que nuestro tiempo necesita para encontrar un camino por donde escapar al sistema usuraria mundial.

A parte de esta escuela siempre se han admitido como correctas lo escuela de Abu Hanifa –hanifi- que se desarrolló sobre toda a partir de los centros de conocimiento y poder de Oriente, de Kufa y Bag­dag; y que es la que más ha convenido siempre a las sultanías y califatos. Suele ésta ser considerada como "fiqh" -o tradición jurídico- muy deductiva. La de Shafi se puede considerar una rama del malikismo; y, por último, la escuela de Ibn Hambal –hambalí-, que es la actual del reino Saudí. Si en un principio pudo haber controversias entre las diversas escuelas, se fue imponiendo por inercia la enseñanza mediante la adscripción a una determinada linea, persuadidos de la imposibilidad de ir más lejos, alineándose con uno u otro imán los discípulos, clausurando la posible desviación que antiguamente era conocida como categoría "modjtahid" -hombres destacados en Derecho, la puerta del "idjtihad" o esfuerzo de elaboración personal. Con Ibn Jaldún como base y acogiéndonos a la tradición hispanomusulmana, las tendencias actuales de cierto Islam a "unificar" las escuelas jurídicas, atentan contra la tradición variada y una del Fiqh.

Estas son las escuelas sunnies. Entre otras escuelas, que por proceder de la transmisión de la "casa profética" se acerca en muchos puntos a la mali­kí, la más prestigiosa, después de su congénito partidismo y de sus innu­merables ramas, es la que dio lugar a la actual de Qom, mantenedora de la enseñanza correcta del chiisma duocedimano. Pero éste es un asunto que históricamente jamás ha afectado a la tradición hispánica, que fue, desde tiempos de la monarquía omeya, malikí en cuanto a linea de jurisprudencia, ashari por escuela de pensamiento y yunaidi en cuanto a "tasawuf", conocimiento de Dios, y que podemos llamar sufismo. Bajo esta misma declaración de autoridades se abre la actual constitución marroquí y los documentos solemnes del protocolo de Rabat.

La actual escuela de pensamiento musulmán de Granada basada en el Korán y la Sunna o Norma verdadera de conducta establecida directamente por Muhammad (s.w.s.) con sus palabras y ejemplo, transmitida hasta hoy por vía de transmisión Tradicional-, ha adoptado los mismos principios tradicionales del reino de Marruecos, que podemos resumir en las siguientes fuentes de autoridad: el Muwatta del Imán Malik, la Risala del al-Qarawani, los Funda­mentos del Islam, el Al-Shifáa o recensión de hadices dichos del Profeta (s.w.s.) no incluidos en el Korán- sobre la vida de Muhammad (s.w.s.), libros ambos compuestos en Gra­nada a principios del siglo XII por el gran jurisconsul­to malikí el Qadi lyad de Ceuta, en cuanto a Ciencias del Islam.

Por la que atañe a cuestiones históricos, filológicas o sociológicas, la Muqaddimah de lbn Jal­dún es para los musulmanes europeos el libro de consulta más cierto. Prime­ro porque resume todo el conocimiento que se fue almacenando en Al-Andalus a lo largo de su historia y segundo porque está escrito en el momento crucial del auge turco en Oriente y el eclipse de las ciencias hispánicas. En él se encuentra una visión limpia de todas las complicaciones políticas concomitantes del califato otoma­no, del fenómeno del "wahabismo" (lbn Wahab proponía un puritanismo radical, a modo de "protestantismo" islámico) del Hiyaz -Medina y Meca- y del período colonial de la Umea -comunidad- islámica. A esto nos queda añadir que para la visión de los problemas asociados a la actual crisis mundial, la posición del Islam es la de la escuela de pensamiento de Norwich (Inglaterra), que actualmente es la que desde Granada ha pasado a Alemania, República Checa, Italia, EE.UU., Sudáfrica, Nigeria y Malasia. Su fundamento es la afirmación de que cualquier posibilidad de solución de las problemas mundiales pasa por la condición previa de recordar y poner en práctica por medio de la creación de mercados dentro de los cuales desaparezca la transacción de "guerra" o prácticas bancarios especulativos y usurarias, imponiendo la práctica comercial y asociativa propia musulmana, la misma propuesta que los ascendientes de Al-Andalus ponían de facto a lo largo de nuestros ocho siglos pasados pero cada vez más vivos en el presente.

El Sueño de la Religión Antigua que pervivía en Hispania fue quizás el atractivo consciente a no de aquellas gentes bereberes y celtogermánicas que desde el Norte africano nos vinieron a recordar (y no a "exportar") la Tradición del Dios Uno, el Díos Rey indivisible, tal vez el Dios de los atlantes, la transmisión hercúlea delimitada por columnas, megalitos, toros y arcos de herradura que los propios de la tierra hespérida comenzaban a recordar y a llamar Allah. Este será el tema de nuestro próxima trabajo.

Año 1996.

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