SOBRE LA PSICOLOGÍA DEL COLEGIAL

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enlace de origen  Freud S.
Sobre la psicología del colegial, en Obras Completas, Tomo III, Madrid, Biblioteca Nueva, 1968.

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En esta nota de 1914, Freud propone que los vínculos que hemos establecido con los docentes durante la educación escolar, reeditan los vínculos con nuestro padre, convirtiéndose los maestros en los sustitutos de este.

 

Para celebrar los 50 años de su colegio, Freud es invitado a escribir este artículo donde rememora sus tiempos escolares. En la primera parte del mismo, enumera una serie de hechos, vivencias y observaciones que luego, en la última, intentará explicar desde el psicoanálisis.

Entre los hechos e impresiones enumera las siguientes:

a) En aquel entonces, los maestros, aún cuando eran jóvenes, nos parecían muy grandes y adultos, pero hoy, luego de mucho tiempo esa impresión no es tal: ¿es posible que estos hombres, que otrora representaron para nosotros a los adultos, sólo fuesen tan poco más viejos que nosotros?

b) En aquel entonces considerábamos casi más importante la personalidad de nuestros profesores que aquello que nos enseñaban. Formábamos o deformábamos nuestras caracteres personales tomándolos a ellos como modelo de identificación.

c) Nuestra relación con los maestros estuvo siempre marcada por la ambivalencia: los amábamos entrañablemente pero también sentíamos animosidad contra ellos, actitudes antagónicas designadas por el psicoanálisis como 'ambivalentes'.

El psicoanálisis nos enseña que todas nuestras relaciones amorosas con las personas se basan en modelos primitivos de relación con el padre, la madre, los hermanos, etc. Pero de todas estas imágenes, ninguna tiene tanta importancia para el adolescente u hombre mayor que la del padre. La relación original con éste fue de ambivalencia: lo amaba y admiraba, pero también era identificado como un todopoderoso pertubador de la propia vida instintiva.

Sin embargo a partir de la segunda infancia, cuando el niño ingresa en la escuela, compara esta figura paterna con otros modelos nuevos y descubre que el padre no es tan todopoderoso, lo que facilita que el niño abandone este primer personaje ideal. Ve que no es tan sabio, aprende a criticarle y, cuando encuentra a los maestros, se convierten estos en los sustitutos de aquella imago abandonada. Por ello los maestros nos parecían tan adultos y grandes, por ello teníamos con ellos una relación fuertemente ambivalente, y por ello nuestra relación estaba tan teñida de afecto que nos interesaba más su personalidad que lo que enseñaban. Los compañeros de colegio vinieron a sustituír, correlativamente, la imagen primitiva del hermano.

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