PROCESOS CULTURALES Y TRANSFORMACIONES SOCIO-POLITICAS EN AMERICA "LATINA" EN TIEMPOS DE GLOBALIZACION

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Daniel Mato

Universidad Central de Venezuela

Publicado en:

Daniel Mato, Maritza Montero y Emanuele Amodio, coords.

América Latina en Tiempos de Globalización. Procesos Culturales y Transformaciones Sociopolíticas
Caracas: UNESCO- Asociación Latinoamericana de Sociología - Universidad Central de Venezuela. págs: 11-47  

 

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Resulta sencillo constatar que hablar de "la globalización" y/o del "proceso de globalización" es relativamente común en nuestros días. Suele hablarse de "la globalización" como si se tratara de un fenómeno con vida propia al cual se le pudiera imputar la causalidad de otros fenómenos. De manera menos animista, pero en mi opinión también inapropiada, suele hablarse del "proceso de globalización" como si se tratara de un proceso diferenciado y diferenciable. Estas maneras tan generalizadas de imaginar y representar algunos aspectos característicos del presente histórico si bien insatisfactorias son muy significativas. Ellas son indicativas de la existencia más o menos generalizada de lo que podríamos llamar una "conciencia de globalización".

Vivimos una época signada por dicha conciencia de globalización y por el creciente desarrollo de relaciones internacionales y transnacionales cada vez más planetariamente abarcadoras que tienden a interconectar a los pueblos del mundo, sus instituciones y sus culturas. Estos "tiempos de globalización" presentan nuevos problemas y oportunidades a las sociedades de la región los cuales las desafían a hacerse económica, política, social y culturalmente más participativas o arriesgar un futuro de creciente conflictividad social y deterioro económico capaz de comprometer incluso su sobrevivencia como unidades sociales nacionales.

Este estudio ofrece una caracterización general de los presentes tiempos de globalización y examina algunas relaciones significativas entre tendencias globales y procesos culturales y transformaciones sociopolíticas en la región.

 

Conciencia de globalización y tiempos de globalización

La existencia más o menos generalizada de una "conciencia de globalización" es un rasgo de estos tiempos. Conviene apuntar, sin embargo, que la afirmación de que ella se encuentra "más o menos generalizada" no debe interpretarse como equivalente de que el manejo de información sobre las características de "la globalización" se encuentra distribuído homogeneamente a lo largo y ancho del planeta, o entre los diversos grupos y actores sociales. Por el contrario, existen grandes diferencias en el acceso a este tipo de información, y de ellas se derivan importantes diferencias en las posibilidades de éxito de decisiones políticas, económicas, y sociales. De aquí precisamente la necesidad de promover no sólo el estudio de este tema sino también el acceso a los resultados de estos estudios por parte de aquellos actores sociales con menores oportunidades de acceder a ellos.

Como sostenía más arriba, "la globalización" no es un un fenómeno con vida propia al cual resultaría pertinente asumir como causal de otros fenómenos. Tampoco es un proceso diferenciado. Pienso que, una manera más adecuada de representar "la globalización" es como una tendencia histórica --resultante de diversos procesos sociales-- de alcance planetariamente omnicomprensivo hacia la interconexión entre los pueblos del mundo y sus instituciones; de modo que los habitantes del planeta en su totalidad tienden a compartir un espacio unificado, más continuo que discreto, en virtud de múltiples y complejas interrelaciones, y ello no sólo desde el punto de vista económico, sino también social, político y cultural. Como se sabe la palabra tendencia no indica un estado sino un movimiento en una cierta dirección, hacia un cierto estado; el cual por definición resulta ser hipotético.

La tendencia a l aglobalizacíon resulta de procesos sociales que entre otros resultados tienden a producir globalización. Es decir a interconectar organizaciones sociales geográficamente distantes entre sí y/o a intensificar interconexiones pre-existentes. En este sentido, estos procesos resultan ser globalizadores o globalizantes. Por eso, me parece más adecuado utilizar la expresión procesos globalizantes o procesos de globalización (que promueven la globalización) en plural, que "proceso de globalización" en singular, como se hace en la mayoría de los estudios sobre el tema, y como yo mismo he venido haciéndolo en escritos anteriores a este (1).

Puede argumentarse que la tendencia a la globalización no es un fenómeno reciente, sino uno de muy antigua data. Sería arbitrario --e irrelevante a efectos del presente estudio-- fijar el origen de esta tendecia en algún momento particular de la historia humana. Más allá de cualquier discusión sobre hitos históricos, resulta fácil aceptar que mucho antes de la difusión de las innovaciones tecnológicas comunicacionales que hace un cuarto de siglo llevó a Marshall MacLuhan a hablar de una "aldea global" diversos episodios de la historia humana podrían hoy interpretarse como importantes momentos anteriores de esta tendencia. Los más obvios y renombrados son seguramente la invasión y ocupación europea de la masa continental luego denominada "América", las Cruzadas, y el Imperio Romano. Pero si dejamos de lado el sesgo eurocentrista implícito en la anterior enumeración cabría añadir a la lista las grandes migraciones y la constitución de imperios y federaciones diversas desde la más remota antiguedad en varios continentes. En cualquier caso, parece interesante apuntar que quizás las actividades humanas que más impulsaron esta tendencia han sido las exploraciones, las guerras, las migraciones, el comercio, y el desarrollo de las comunicaciones. Y entre estas últimas sería necesario incluir los desarrollos tecnológicos que han hecho posibles no sólo los movimientos de bienes y personas, sino también de símbolos, imágenes e ideas, como por ejemplo lenguajes, caminos, correo, navegación, imprenta, y otros notablemente anteriores a la era electrónica y que hoy parecen olvidarse al hablar del tema sin perspectiva histórica.

Ahora bien, si asumimos que la tendencia a la globalización es tan antigua, entonces posiblemente no tenga mayor sentido referirse a ella como característica del presente histórico a menos que concluyéramos que estos tiempos se hallan particularmente marcados por ella. Como argumentaré más abajo y lo ilustran varios estudios en este volumen y una creciente bibliografía especializada, tal parece ser efectivamente el caso. Por eso parece pertinente utilizar la expresión "tiempos de globalización" para referirnos al presente histórico.

La expresión "tiempos de globalización" parece adecuada en primer lugar porque se hace eco del creciente desarrollo de la conciencia de globalización. Y en segundo lugar, porque parece plausible asumir que esta conciencia de globalización (a la cual obviamente no puedo ser ajeno en tanto marca de mi tiempo histórico) se corresponde con el creciente desarrollo y complejidad de interrelaciones planetariamente abarcadoras. En efecto, por primera vez, en el presente momento histórico estas interrelaciones podrían tener alcance casi-planetario. Y ello gracias no sólo al desarrollo de un sistema de producción e intercambio de bienes de alcance planetario y a la creciente difusión de la aplicación de ciertas tecnologías comunicacionales, sino también al (casi)fin de los imperios coloniales y los límites que imponían al sostenimiento de relaciones más allá de sus fronteras excepto a través de las respectivas metrópolis, al desarrollo creciente de organizaciones internacionales y transnacionales de diversos tipos, y también al fin de la asi llamada "guerra fría" y la división del planeta asociada a ella. Pero, cuidado con las simplificaciones. Porque ocurre que el sistema de producción e intercambio de bienes es controlado por un número bastante limitado de actores sociales; aún existen y tienen significativa importancia los estados, promotores y a la vez obstaculizadores de las tendencias a la globalización, promotores de formas de organización abarcadoramente pannacionales pero a su vez organizadas como "bloques" comerciales y políticos; aún existen relaciones abiertamente coloniales, y otras semi- o neocoloniales; y las tecnologías comunicacionales en cuestión no son de libre acceso ni todas ellas multidireccionales. En fin, que es plausible asumir que aún podríamos vivir otros tiempos que resultaran ser más "de globalización" que los actuales.

 

Sobre algunas categorías básicas y la perspectiva de este estudio

Antes de entrar de lleno en la discusión sobre los procesos de globalización es menester hacer referencia al sentido de algunas de las categorías analíticas y a la perspectiva general de este estudio y en buena medida de otros contenidos en este mismo volumen.

En primer lugar, es necesario definir el significado de los adjetivos "transnacional" e "internacional" y sus aplicaciones. Llamo relaciones transnacionales a las que sostienen dos o más actores sociales a través de las fronteras de los así llamados estados nacionales. Reservo el uso del término relaciones internacionales para designar las que mantienen entre sí o con agencias intergubernamentales los órganos formalmente representativos de dos o más estados. Esta distinción es sencillamente operativa y se apega al uso más extendido del adjetivo "internacional"; pero conviene apuntar que este uso es cuestionable debido a que existen naciones sin estado, como por ejemplo los pueblos o naciones indígenas (2).

Utilizo los adjetivos "local", "nacional", "internacional", "transnacional", y "global" para designar el alcance de las prácticas que normalmente desarrollan ciertos actores o agentes sociales. Así hablo de "actores globales", "actores locales", etc. En la práctica, los límites entre una y otras clases de actores frecuentemente no son claros. Pero, como veremos, si son convenientemente contextualizadas, las aplicaciones de estos adjetivos resultan útiles en el análisis. Conviene dejar aclarado de una vez que ninguno de estos adjetivos implica algún tipo de juicio ético o político acerca de esos actores.

También parece conveniente explicitar el sentido que en estas páginas atribuyo a la expresión "construcción de identidades y diferencias", utilizada también en el título del evento en que se originó el presente volumen, y a la expresión "procesos culturales" (más breve y a la vez más abarcadora), utilizada también en el título del presente volumen. Utilizo estas dos expresiones para enfatizar la idea de que las representaciones colectivas son productos de procesos sociales de construcción simbólica. Destacar esta característica es muy importante porque si se comprende que las representaciones colectivas son productos de procesos sociales resulta sencillo entender que ellas sean materia de conflictos y negociaciones entre diversos actores sociales que promueven sus propias representaciones. Esta conflictividad y dinamicidad resultan esperables si se reconoce que los espacios sociales donde estas representaciones se elaboran no son homogeneos, ni tampoco libres de diferencias de concepciones e intereses. Sin embargo, es necesario destacar estos atributos para contrarrestar la tendencia relativamente establecida en alguna bibliografía especializada a representar las identidades y diferencias como atributos más o menos consustanciales y relativamente ahistóricos de ciertros grupos humanos. Por otra parte, parece necesario aclarar que afirmar que se trata de procesos de construcción social no equivale a sostener que se trata de invenciones arbitrarias y deliberadas, sino a intentar enfatizar el caracter dinámico --históricamente cambiante-- de dichas representaciones así como que tales cambios resultan de relaciones entre actores sociales.

Es importante tener en cuenta que la aseveración de que las representaciones sociales son objeto de conflictos y negociaciones sociales vale tanto para pequeñas como para grandes unidades sociales. Tanto para una comunidad local, como para una sociedad nacional; tanto para un pequeño grupo de base, como para un movimiento social de alcance nacional; y por supuesto vale también para la expresión "América Latina", razón por la cual desde hace ya varios años he adoptado la norma de entrecomillar el segundo término de este nombre ("Latina") (3). Lo que varía es la complejidad y características específicas de los procesos en cuestión y, desde luego, la diversidad de actores sociales que entran en juego. Pero hay algo más, y muy importante. Esto es que es precisamente a través de la construcción social de identidades y diferencias que se forman y transforman esos actores sociales. La definición de un "nosotros" es la condición mínima de existencia de los actores sociales colectivos. A ésto sigue, o simultáneamente con ésto se puede dar la definición de atributos de pertenencia y de metas y objetivos, y el desarrollo de formas de organización. Lo importante del caso es que estos actores sociales son justamente quienes impulsan, contienden y negocian no sólo en torno a representaciones colectivas (en lo cual se redefinen a sí mismos continuamente y/o se gestan nuevos actores), sino también en relación a cambios sociales, políticos y económicos, incluyendo el control de las instituciones del estado.

Y aquí me adelanto a apuntar que esta es una de las formas más significativas a través de las cuales el desarrollo de conflictos y transfomaciones en la región se relaciona con diversos procesos sociales de globalización. Porque estos conflictos y transformaciones no tienen lugar en "unidades" sociales aisladas sino relacionadas entre sí inter y transnacionalmente. Y porque en los presentes tiempos de globalización estas "unidades" están cada vez más interrelacionadas. Así, diversos procesos culturales que inciden en la formación y transformación de actores sociales y en la definición de sus metas sociales y políticas se encuentran en relación con --o forman parte de-- procesos sociales globalizantes. Volveré sobre esta idea más adelante.

Finalmente, es necesario explicitar y a la vez hacer una prevención en cuanto a la perspectiva adoptada en este estudio y en general en el volumen. Aunque el título de este volumen, como los títulos y contenidos de los artículos que este contiene --incluyendo el presente-- resaltan de manera explícita la importancia de la así llamada dimensión cultural, esto no debe llevarnos a pensar que la dimensión cultural sea más importante o significativa que la política o económica. Es necesario ser muy claros al respecto y no replicar el error que cometen quienes pretenden que la dimensión económica o la política serían primordiales o particularmente importantes. No olvidemos que estas dimensiones no existen como tales en la realidad. Ellas son solamente una manera de mirar la realidad. Lo social, lo económico, lo cultural, lo político, son sólo perspectivas o dimensiones analíticas de una realidad que es muy compleja y que no está constituída como un agregado de dimensiones aisladas.

Digamos entonces que en este volumen estamos privilegiando una cierta manera de mirar a los cambios que ocurren en la totalidad compleja. Una manera de mirar que pone de relieve el papel de lo cultural.

A la vez, también debe resaltarse que esta perspectiva no es arbitraria. La cultural es una dimensión significativa. En los casos de algunos procesos sociales es más y en otros menos significativa que otras dimensiones de la realidad destacadas por otras perspectivas analíticas, pero siempre resulta significativa. Sin embargo, tanto en el ámbito de la investigación social como en los debates públicos, esta perspectiva por lo general es tomada en cuenta con menor frecuencia, o tratada como si fuera menos importante que la económica y la política, o como si resultara determinada por estas otras. Parece no advertirse que si bien es cierto que algunas representaciones simbólicas cada vez más frecuentemente toman la forma de "bienes" culturales que circulan como "mercancias", también es cierto que la organización de la "vida económica" de cualquier sociedad y la vigencia de las "instituciones democráticas" y "de mercado" son fenómenos culturales, y sólo son posibles porque existe un cierto sistema de representaciones simbólicas colectivas que los hacen posibles. Lamentablemente, estos aspectos culturales de la vida social, política, y económica de las sociedades contemporáneas han sido poco estudiados hasta ahora.

Sin embargo, la adopción de esta perspectiva en la presente discusión no se justifica tan sólo para compensar ese relativo descuido en el estudio y debate de lo cultural. La adopción de esta perspectiva también tiene sentido porque ella pone de relieve aspectos del presente y claves para la construccion del futuro en cuyo desenvolvimiento el común de los ciudadanos y un sinnúmero de actores sociales colectivos tienen más capacidad de incidir que el que parecen tener en los aspectos normalmente destacados por la mirada ecónomica. Es por esto justamente que la discusión que se da a través de todo este volumen no sólo puede resultar de interés para la formulación de políticas por parte de los gobiernos y sus agencias, sino también para el diseño de políticas, programas y estrategias por parte de una diversidad de actores sociales.

 

Hacia una conceptualización de la tendencia a la globalización

Para avanzar en la elaboración de una conceptualización más apropiada de la tendencia a la globalización resulta necesario cuestionar algunas características frecuentemente atribuidas a "la globalización" tanto en debates públicos como en la bibliografía especializada. Hay cinco características o grupos de ellas frecuentemente atribuidas a "la globalización" que resultan cuestionables y sobre las cuales comentaré en las próximas páginas.

En primer lugar "la globalización" es frecuentemente representada como si sólo se tratara de un fenómeno relativo a los medios de comunicación masiva o a la marcha de los negocios. Sin duda esta tendencia resulta de procesos que involucran aspectos de esos tipos, pero también otros aspectos que podemos calificar de sociales y políticos. Pero, en cualquier caso, los aspectos culturales y económicos involucrados en dichos procesos resultan más amplios que los relativos a los medios de comunicación de masas y la marcha de los negocios.

En segundo lugar, se suele representar a "la globalización" como si sólo consistiera en un entrecruzamiento de flujos relativamente autónomos, pasando por alto que estos flujos --de bienes y mensajes, como suele denominárselos-- son generados por actores sociales específicos, tales como empresas (transnacionales y no), gobiernos y agencias gubernamentales, partidos políticos, agencias internacionales y multilaterales, fundaciones privadas, organizaciones no-gubernamentales, sindicatos, y organizaciones de base y movimientos sociales de diverso tipo.

En tercer lugar, y en conexión con la idea de flujos anónimos, se suele representar a "la globalización" como si ocurriera afuera de cualquier espacio social específico, como si se tratara de un fenómeno "desterritorializado"--como frecuentemente se lo califica. Así, se pasa por alto que los procesos de globalización además de desarrollarse en espacios que quizás podrían denominarse "desterritorializados" (hasta donde es la Internet un fenómeno sin referencias territoriales? acaso no hay agentes sociales territorialmente basados que controlan el acceso a y utilización de ella?) tienen lugar adentro de cada espacio social específico y en las relaciones entre actores basados en ellos. De esta manera se omite que nuestras acciones cotidianas, así como las de las organizaciones económicas, políticas, y sociales en que nos desempeñamos, juegan un papel en los procesos sociales de los cuales resulta la tendencia a la globalización. Así, se ignora también que los procesos de globalización se definen en última instancia en multitud de conexiones de tipo local-global y local-local las cuales son producto y lugar de desarrollo de "complejos de intermediación transnacional" (4).

En cuarto lugar, y también en conexión con la idea de flujos, suele representarse a "la globalización" como si no hubiera en ella diferencias y relaciones de poder, ignorando así que si bien todos tomamos parte en ella, algunos actores son más poderosos que otros, particularmente algunos estados y corporaciones.

Finalmente, en quinto lugar, suele representarse a "la globalización" como productora de homogeneización y particularmente de homogenización cultural. Se ignora así no sólo que "la globalización" no es un agente, sino además que esta tendencia resulta de múltiples procesos sociales, los cuales, como demuestran los estudios de casos, tienden a promover diferentes resultados. Algunos de ellos promueven homogeneizacion, otros diferenciación, y los que en cierto modo pueden considerarse como más influyentes --el desarrollo del capitalismo y la difusión del estado "moderno" como modo de organización político social para toda la humanidad-- promueven combinadamente homogeneización y diferenciación (5).

En resumen, sostengo que la tendencia a la globalización es el resultado de variados procesos sociales a través de los cuales el planeta se va convirtiendo crecientemente en un espacio interconectado por múltiples relaciones internacionales y transnacionales entre una amplia variedad de agentes sociales; que estas relaciones son multidimensionales (en el sentido de que no son exclusivamente económicas, o exclusivamente políticas, sino que envuelven a la vez varias o todas las dimensiones analíticas en las que estamos acostumbrados a organizar nuestros análisis); que estas relaciones las sostienen actores sociales específicos (no son flujos anónimos detrás de los cuáles no habría nadie, y en relación a los cuáles, por tanto, tampoco habría ninguna posibilidad de acción); que existen diferencias significativas de poder entre estos actores; y que esos procesos involucran tendencias tanto a la homogeneización como a la diferenciación social, cultural, política y económica. Se trata de una tendencia de muy antigua data, la cual adquiere particular importancia en el presente momento histórico debido tanto al alcance más abarcadoramente planetario que actualmente la caracteriza como al desarrollo de una conciencia de globalización.

 

Procesos culturales y transformaciones sociopolíticas en América "Latina" en tiempos de globalización

Limitaciones de extensión impiden ilustrar detalladamente las caracteristícas de la tendencia a la globalización y su momento actual que acabo de presentar. Los artículos incluídos en este volumen ilustran sobre diversos aspectos de la multidimensionalidad de algunos de los procesos que la promueven, así como sobre los papeles de distintos actores sociales y la existencia de relaciones de poder entre ellos, y sobre consecuencias culturales y socio-políticas. Adicionalmente, es posible hacer referencia a documentos y estudios de casos que ejemplifican sobre esos mismos y otros procesos de maneras convergentes. Por ello, dedicaré la próximas páginas a examinar específicamente sólo algunos aspectos de la caracterización propuesta y cómo ciertos procesos globalizantes inciden en el desarrollo de algunos conflictos y transformaciones sociopolíticas en América "Latina". Al hacerlo, sólo comentaré muy sumariamente ejemplos de casos, pero brindaré múltiples referencias a otros estudios en este libro y a otras publicaciones en las cuales se presentan ejemplos ilustrativos de estos procesos y --más específicamente-- de sus relaciones con procesos culturales y transformaciones sociopolíticas en la región.

Pero antes, y para evitar equívocos, debo señalar que si bien esta no es la oportunidad para examinar cómo los procesos culturales y transformaciones sociopolíticas locales, nacionales, y/o regionales, inciden a su vez en el desarrollo de procesos de alcance más global, es necesario al menos enfatizar que tal tipo de relaciones también existen y tienen importancia. Es decir que los procesos de globalización no son fenómenos externos a la región y que influyen en ella, sino procesos en los cuales actores sociales regionales toman parte y que afectan al globo; y esto aún más allá de diferencias de poder y asimetrías diversas.

Veamos entonces un poco más en detalle algunos aspectos de la multidimensionalidad y complejidad de las interrelaciones características de estos tiempos de globalización y cómo se relacionan con procesos en la región.

Comenzaremos por hacer referencia a algunos fenómenos que de una manera convencional aparecen a primera vista como comunicacionales. Podemos diferenciar al menos tres tipos de fenómenos de este tipo y relacionarlos con la problemática que nos ocupa. El primer tipo sería el correspondiente a los así llamados "medios de comunicación masiva", categoría que el uso corriente y relaciones cruzadas de propiedad frecuentemente tienden a sobreponer con la de industrias culturales y de productos de entretenimiento masivo. Es importante notar que bajo este/os rótulos se suele incluir la actividad de una amplia variedad de empresas como productoras de cine, televisión, y video; editoras de diarios, revistas y libros; productoras de música, espectáculos, deportes, y otras formas entretenimiento; y operadoras de plantas de transmisión y satélites comunicacionales.

Si bien en estas áreas de actividad existen empresas de importancia y alcance transnacional basadas en muy diversos países (incluso en algunos de América Latina) la supremacía mundial de las empresas basadas en los Estados Unidos y su impacto económico, cultural y político es tal que este tema se ha convertido en objeto importante de disputas y regulaciones por parte de diversos tipos de entidades gubernamentales y no gubernamentales, no sólo de los así llamados países del tercer mundo, sino también de Europa Occidental y Canadá. Entre otras consecuencias importantes para nuestra discusión relacionadas con la preeminencia mundial de los medios basados, y mensajes originados, en Estados Unidos suele argumentarse que estos promueven mundialmente el uso del inglés como lengua global y patrones de consumo, representaciones, y valores propios de esa sociedad y que todo esto --en combinación con otros procesos sociales en marcha y aún más allá de las reelaboraciones de audiencias y consumidores-- afecta la construcción de las identidades nacionales de otros países.

(Cfr.: Barbero 1987, 1995, Comor 1994, Foster 1991, García Canclini 1994a-b, 1995, Mato en prensa-a, Mody y Borrego 1991, Negrine y Papathanassopoulos 1991, Sinclair 1990, Starowicz 1993, Wildman y Siwek 1993).

Creo importante apuntar además que entre las representaciones y valores que promueven esos medios y mensajes se cuentan modelos de interpretación y solución de conflictos, e instituciones sociales y políticas relacionadas con representaciones raciales. Al respecto parece plausible argumentar que los medios de comunicación masiva y las industrias culturales y del entretenimiento de los Estados Unidos tienden a racializar el mundo. Es decir, a representarlo y promover su organización en razas diferenciadas y a atribuir a los miembros de estos constructos raciales determinadas características y comportamientos. Este aspecto de la influencia mundial de algunos paradigmas propios de la sociedad estadounidense a través de los medios es muy importante porque se combina con las prácticas políticas y culturales internas, internacionales y transnacionales de sus agencias estatales y/o de diversos actores sociales (Cfr.: Domínguez en-prensa, Mato en-prensa-a-c-d, Webster 1992, Yúdice 1992). Ambos fenómenos tienden a incidir en la formación de actores sociales y programas de acción en América "Latina" (Mato en-prensa-a-c-d).

Otro fenómeno que se presenta en principio como comunicacional es el de la extensión y utilización de redes de procesamiento y distribución electrónica de datos. Al respecto, hay que destacar en primer lugar que la existencia y operación de estas redes se relacionan con la de empresas organizadoras y prestadoras de servicios y propietarias de satélites comunicacionales para las cuales esto es un negocio, más allá de que por ahora algunos usos de las mismas resultan gratuitos para algunos usuarios académicos. Por otra parte, es necesario destacar que estas redes no sólo facilitan el intercambio de información académica que es probablemente su aplicación más conocida, sino que también hacen posible la organización de actividades militares, políticas (como por ejemplo campañas por la defensa de los derechos humanos, ambiente, etc), y económicas (como la coordinación de procesos productivos a través del globo, y la toma de decisiones y ejecución a alta velocidad de operaciones financieras diversas). En todas estas aplicaciones de las redes ocurre que éstas no simplemente conectan agentes locales y globales a través del planeta. Sino que, dadas la distribución y modos de operación de estas redes y las diferencias de capacidad operativa entre los usuarios conectados por las mismas, estas redes aseguran ventajas para usuarios en ciertas localizaciones geográficas y desventajas para los localizados en otras; ello debido a las diferencias tecnológicas que las instituciones de pertenencia aseguran. Así estas redes más allá de facilitar la comunicación en general, también facilitan la creciente influencia de los paradigmas e ideologías y/o la realización de sus negocios a usuarios en ciertas localizaciones y/o vinculados a ciertas organizaciones y empresas. Estos efectos que son crecientemente observables en la región (Cfr.: Fadul y Staubhaar 1991, García Canclini 1995, Jones 1994, Lins Ribeiro 1995, Mato en prensa-a).

El tercer tipo de fenómeno que suele verse como comunicacional pero que es mucho más complejo es el de la extension del uso de equipos relativamente pequeños de comunicación y/o de registro y reproducción/transmisión de imágenes visuales y auditivas. Uno de los artículos en este volumen (Hirsch) comenta el uso de la radio por los guaraníes para fines de afirmación cultural. Al respecto, es necesario destacar que el uso de la radio para fines de afirmación cultural y organización social y política no se limita a este caso y que desde la década de los sesenta otros pueblos indígenas --con el apoyo de organizaciones ligadas a la iglesia y a otros agentes relacionados a redes globales-- han venido desarrollando experiencias semejantes en varios países de América Latina. Pero además, merced a relaciones semejantes, y ya sea con propósitos culturales, sociales, políticos, o combinados, diversos actores locales han venido haciendo un uso creciente del video y del cassette de audio tanto para comunicarse entre ellos mismos como para hacerlo transnacionalmente. El caso más famoso en esta materia es seguramente el uso del video por los indígenas kayapo de Brasil para resistir a diversas acciones que afectaban su territorio (v.gr. Turner 1991). Por otra parte el uso del fax para la coordinación transnacional de campañas de derechos humanos y de protección ambiental se ha convertido ya en una práctica corriente (v.gr. Annis 1992).

En diversas campañas transnacionales recientes, o actualmente en marcha, en torno a asuntos ambientales, de derechos humanos, de los pueblos indígenas en la Amazonía, el levantamiento zapatista y otros conflictos sociales en México, se ha venido haciendo uso intensivo de medios tales como el fax, el correo electrónico, y el video. Al respecto es necesario enfatizar que las campañas no las hacen los medios tecnológicos. Las llevan a cabo actores sociales que hacen uso de esos medios tecnológicos. Y tampoco hay que olvidar que diversos actores globales han jugado y juegan un importante papel tanto en facilitar el acceso de actores locales a estas tecnologías como en la organización y manejo de redes transnacionales que canalizan las aplicaciones políticas de las mismas (Louw 1993, Mato en-prensa-b). Con este señalamiento no pretendo descalificar esas campañas, sino tan sólo señalar que ellas son parte de las formas en las cuales diversos procesos culturales y transformaciones sociopolíticas regionales se relacionan con los procesos de globalización. Adicionalmente, cabe notar que en algunos casos los medios transnacionales de difusión masiva a veces han encontrado rentable dar espacio a la difusión de videos como los producidos por los kayapo, o más recientemente los rebeldes zapatistas de México, o dar cobertura noticiosa amplia a estos desarrollos. Todos estos factores contribuyen a "globalizar" cada vez más --y en medio de relaciones de poder, conflictos y negociaciones-- las vidas y prácticas de comunidades y actores convencionalmente considerados "locales".

Enfoquemos ahora en algunos fenómenos que aparecen como fundamentalmente económicos a la mirada convencional, pero manteniendónos a la vez atentos a lo que ocurre más allá de la dimensión económica y sobre todo en relación a procesos de formación de actores sociales. Podemos diferenciar entre al menos cuatro tipos de fenómenos significativos al respecto.

En primer lugar cabe señalar el papel jugado por las grandes corporaciones transnacionales. Más allá de cambios en las maneras de hacer negocios de éstas y de otros agentes económicos, las corporaciones transnacionales continúan siendo un factor de globalización de particular importancia. Esto es así, incluso más allá de, o quizás justamente gracias a, la creciente puesta en práctica de modalidades que no siempre involucran inversiones directas, como por ejemplo las siempre cambiantes formas de asociación, licencias de tecnologías y marcas, subcontratación, etc. Las actividades de estas empresas resultan relevantes para nuestro análisis de maneras más numerosas y complejas que las que ahora podemos comentar. Estas no sólo comprenden el ya conocido papel "económico" de las corporaciones en la organización transnacional de la agricultura y la extracción de minerales y producción de alimentos de consumo masivo y otros bienes manufacturados sobre cuya importancia en el mundo y en particular en America Latina existen abundantes estudios e información estadística (v. gr.: Dunning 1993, Frobel, Heinrichs y Kreye 1980, Ocampo y Steiner 1993, OECD 1992, UNCTC 1988).

Pero, adicionalmente a la dimensión económica de sus prácticas, es necesario tomar en cuenta la importancia creciente de otras dimensiones como la ambiental, cultural, política, y social. Por ejemplo, en el caso de América "Latina" no puede ignorarse la incidencia de las maquiladoras en México y Centro América no sólo en la reorganización del espacio "económico", sino también en la dinámica de las formas de organización social y familiar. También es necesario tomar en cuenta los impactos ambientales, sociales, y culturales de las actividades de las corporaciones petroleras y extractivas de otros minerales, madereras y del caucho en la Amazonía y en otras otras sub-regiones de América "Latina" los cuales en no pocos casos han actuado como catalizadores de procesos socio-políticos significativos. Frecuentemente las actividades de las corporaciones en estas regiones han generado nuevos conflictos y negociaciones entre grupos sociales en esas áreas y además también han sido involuntariamente causa de la vinculación transnacional directa de algunos de estos grupos con actores sociales basados en Estados Unidos y Europa opuestos a las actividades de esas corporaciones. Así se han presentado varios casos en la Amazonía en los cuales se han encontrado dos bloques en conflicto, por un lado las transnacionales relacionadas de diversas maneras con agencias gubernamentales y por el otro organizaciones de base indígenas y no-indígenas (según los casos) en alianzas --no exentas de conflictos de intereses-- con fundaciones y organizaciones ambientalistas e indigenistas y otras organizaciones no-gubernamentales del respectivo país y del exterior (Cfr.: Conklin y Graham en-prensa, Kane 1993, Kimerling 1994, Mato 1994c, 1995b, en-prensa-a-b-c-d, Schmink y Wood 1992, Thomson y Dudley 1989, Treece 1989, Wiggins 1993).

En conexión con las actividades de las corporaciones transnacionales pero no limitado a ellas debe señalarse un segundo factor "económico", el establecimeinto de zonas de libre comercio como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) y el Mercosur. Aunque aún fenómenos recientes, el establecimiento de estas zonas ya ha tenido algunas consecuencias notables en relación a nuestros temas de interés. Por ejemplo la preparación y establecimiento del TLC estimuló el establecimiento de relaciones y la coordinación de campañas transnacionales que han involucrado las prácticas de numerosas organizaciones no-gubernamentales ambientalistas y anti-libre comercio, así como de organizaciones indígenas y sindicatos de Estados Unidos, México y Canadá. Además, el movimiento zapatista ha expresado que el TLC y los ajustes económicos y en las formas de tenencia de la tierra implementados por el gobierno mexicano en la preparación para la susbscripción del tratado han sido "la gota que colmó el vaso" en la experiencia de los pueblos indígenas de Chiapas. Más allá de cualquier consideración al respecto --y de las relaciones aún más complejas entre estos dos fenómenos y la aplicación de programas de ajuste estructural-- lo cierto es que esta enunciación ha sido un factor clave para la obtención de apoyo por parte del movimiento anti-TLC de los Estados Unidos y Canadá (Autonomedia 1994, Collier 1994, Mato en-prensa-a). Por otra parte, diversas consecuencias más típicamente "culturales" del TLC y Mercosur vienen siendo tema de interés de especialistas de ambas regiones (v.gr., Achugar 1991, Achugar y Caetano 1994, García Canclini 1994b, Guevara Niebla y García Canclini 1993).

Aún desde un punto de vista restringídamente económico la tendencia a la globalización no resulta tan sólo de la organización transnacional de la producción y de los mercados resultante de la actividad de las corporaciones transnacionales y los sistemas de tecnologías y productos que estas promueven a través del planeta.

Existen otros fenómenos "económicos" que también deben tenerse en cuenta. El análisis de los procesos globalizantes desde un punto de vista económico no puede ignorar que no sólo corporaciones transnacionales sino también otros tipos de agentes económicos están jugando un papel importante en el desarrollo de productos y servicios que tienen peculiar significación en términos del establecimiento y desarrollo de conexiones de tipo local-global. Así el tercero de los fenómenos "económicos" que resulta necesario comentar es el de alguno smercados particulares. Me refiero a la prestación de servicios turísticos, la producción y comercialización de medicinas y cosméticos, alimentos orgánicos y naturales, artesanías "tradicionales" y etno-música. Estos mercados crecientemente involucran la actividad no sólo de algunas corporaciones, sino también de multitud de pequeños productores y operadores de servicios "alternativos" tanto en el "Norte" como en el "Sur", incluyendo en esto comunidades "tradicionales" indígenas y no-indígenas; ONGs ambientalistas, indigenistas y de desarrollo; organizaciones ligadas a la iglesia católica y a otras iglesias; antropólogos, ecólogos; organismos internacionales como el SELA, la OEA, la UNESCO, la FAO, y el PNUD; otros actores sociales cuyas actividades económicas son frecuentemente ignoradas (Blum 1993, Carr, Pederse y Ramaswamy 1993, Corry 1993, Gray 1990, Hernández Castillo y Nigh 1995, Mato 1995b, en-prensa-a-c, Nigh 1995, Shuman 1994).

Los vínculos con agentes globales y la dependencia económica de mercados externos vienen teniendo variados efectos en estas comunidades que no podemos analizar en esta oportunidad. Pero debemos señalar al menos que las actividades de la industria turística, del disco, y de artesanías frecuentemente también estimulan la etnitización y racialización de las comunidades involucradas. Esto en ocasiones tiene un caracter superficial pero en otras promueve su diferenciación en relación a las sociedades regionales y nacionales, a la vez establece/fortalece sus vínculos directos con el exterior. No son pocos los enclaves amazónicos en los cuales los indígenas del lugar hablan su propia lengua e inglés, pero no la lengua oficial del estado nacional en cuestión (castellano o portugués, según el caso). Este tipo de situaciones en ocasiones se vincula además con el trabajo de algunos misioneros y la exposición de estos pobladores locales a medios/mensajes globales.

 

Finalmente, nuestra mirada "económica" a los procesos de globalización no puede pasar por alto la creciente ascendencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la formulación de las políticas económicas de los países de la región, y la aplicación en prácticamente todos ellos de políticas recomendadas por este organismo. Sin embargo, es necesario dejar asentado que la aplicación de estas políticas no se ha debido meramente a "órdenes del FMI" como a veces sobresimplificadamente se ha presentado el tema. La aplicación de este tipo de programas "económicos" en los diferentes países de la región ha sido activamente promovida por sectores de las élites y burocracias económicas y políticas de estos países las cuales las han considerado convergentes con sus propios intereses. Así como, en un período anterior, debido a sus propios intereses, esas mismos u otros sectores de dichas élites y burocracias generaron los altos níveles de endeudamiento externo público y privado que finalmente condujeron a la aplicación de los programas de ajuste estructructural. En cualquier caso, es interesante tener en cuenta que las prácticas de agentes globales y nacionales (de los diferentes países) han sido lugar de encuentro y negociación entre élites profesionales transnacionales de economistas y otros expertos en asuntos públicos (Kahler 1994, Mato 1995b, Silva 1994).

El caso es que estas políticas se han caracterizado por fuertes reducciones del gasto público, privatización de activos públicos, liberalización de precios, eliminación de subsidios, restricciones a los aumentos de salarios, y liberalización arancelaria. Estos paquetes de políticas contenidos en los programas de ajuste estructural se han venido traduciendo en una brusca redistribución del ingreso y en el empobrecimiento de amplias capas de población. La aplicación de estos programas ha contribuido a ahondar los mecanismos de exclusión social preexistentes, a socavar la legitimidad de los gobiernos, y a hacer más conflictivas sus relaciones con amplios grupos de población en la región, como lo ilustran al menos tres de los artículos incluídos en este volumen (Cappello, Gónzalez, Pérez Prado). Dicha pérdida de legitimidad se ha expresado reiterademente en altos índices de abstención electoral y la conflictividad ha llegado a puntos tales que estos programas han sido el detonante de "estallidos sociales". El propio FMI ha reconocido su importancia y en conjunción con el Banco Mundial ha venido impulsando la aplicación de los así llamados "programas sociales compensatorios" y de "reducción de la pobreza". En conexión con ésto el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), por su parte, ha comenzado a promover un programa de fortalecimiento de la sociedad civil (BID 1994). Iniciativas semejantes han sido impulsadas por organizaciones gubernamentales de cooperación externa bilateral. Estos asuntos "económicos" han tenido y tienen aún importante repercusión social y política. Por un lado se ha producido la polarización ya señalada y en respuesta a esta se han venido desarrollando extensamente formas de organización de base tanto para resolver la sobrevivencia inmediata, como para resistir nuevos embates de este tipo. Por otro lado la aplicación de los programas compensatorios y de reducción de la pobreza ha tendido a estimular y financiar la creación y creciente importancia de las ONGs y organizaciones de base. Algunas de ellas han sido promovidas por los propios gobiernos y partidos políticos dominantes, otras han tenido orígenes y carácter más independiente y en ocasiones incluso conflictivo con gobiernos y partidos políticos establecidos. Ejemplos de estos tipos de casos son ilustrados en algunos artículos en este mismo volumen (Amodio, Ferradás, Hirsch), así como en otras publicaciones (v.gr.: Carroll 1992, Dresser 1991, Fisher 1993, Livernash 1992, Mato 1995-b, en-prensa-a, Ritchey-Vance 1992, Salmen y Eaves 1989).

Por otra parte, la polarización social estimulada por los programas de ajuste ha reforzado la orientación que ya venían ostentando algunos sectores de la iglesia católica de comprometerse de manera más directa en la estimulación y apoyo al proceso de organización de base y de creación de organizaciones no-gubernamentales (ONGs) intermediarias de servicio social (6). En conexión con ésto, las relaciones entre organizaciones vinculadas a la iglesia católica y ONGs y organizaciones de base con posiciones críticas del orden establecido han venido convirtiéndose no sólo en tema de conflictos al interior de la iglesia católica (tanto a niveles nacionales como a nivel global), sino también en las relaciones entre la/s iglesia/s y algunos gobiernos nacionales. Pero las iglesias católicas locales no han sido los únicos actores ligados a redes transnacionales en sumarse a esta dinámica social de creación y fortalecimiento de organizaciones de base y no gubernamentales intermediarias. Este ha sido un tipo de práctica que de muy diversas maneras y también con diferentes orientaciones han venido estimulando, apoyando y financiando diversos agentes globales tales fundaciones privadas, agencias de cooperación bilateral, organismos internacionales y organizaciones no-gubernamentales transnacionales de muy diverso tipo, algunas ligadas a iglesias protestantes basadas en el exterior. Las crecientes vinculaciones entre organizaciones de base, ONGs intermediarias y agentes globales en no escasas oportunidades han estado marcadas por relaciones de poder, de dependencia y clientelares, y a conflictos de intereses. Algunos estudios en este libro (Amodio, Ferradás, Hirsch) y en otras publicaciones ilustran sobre diferentes experiencias al respecto (Arellano-López y Petras 1994, Clark 1991, Conklin y Graham 1995, Mato 1995b, en-prensa-a-b-c, Ritchey-Vance 1992, Schuurman y Heer 1992).

El caso de los programas de ajuste estructural muestra mejor que cualquier otro cuán inadecuado resulta analizar la realidad como si estuviera constituída por compartimentos aislados, económicos, sociales, políticos etc. Estos programas mismos son consecuencia de determinadas relaciones sociales y políticas así como de sistemas de representaciones sociales en los cuales las ideas/ciertas representaciones de "progreso" y "desarrollo" juegan un papel crucial. No es sólo el FMI el que aconseja con mayor o menor energía la aplicacion de estos programas, hay también élites económicas y políticas de los respectivos países que están activamente interesadas en aplicarlos. Pero además, como vimos, estos programas han tenido a su vez consecuencias sociales, culturales, y políticas. Ellos han servido de catalizadores para el surgimiento de formas de organización y la constitución de nuevos actores sociales, y en no pocos casos han dado lugar a levantamientos populares que han dejado marcas importantes en la historia política y social de las sociedades de la región como por ejemplo en el caso del "27 de febrero" en Venezuela (conocido en el exterior con el nombre de "caracazo"). Fenómenos de estos tipos son ilustrados por varios artículos en este libro (Cappello, González, Pérez Prado) así como en otras publicaciones (v.gr. Bello 1994, Development GAP 1993, Espinal 1995, Heredia y Purcell 1994, Walton 1989, Sunkel 1995).

Si adoptamos una mirada más enfocada en lo que más convencionalmente se entiende por "lo político", veremos que la tendencia a la globalización no sólo resulta del y en el desarrollo de acuerdos e instituciones inter-gubernamentales, sino también del hecho que organizaciones de los gobiernos y partidos políticos de los Estados Unidos y de varios países de Europa Occidental, así como sindicatos, organizaciones empresariales, fundaciones y organizaciones no-gubernamentales de esos mismos países, y últimamente también el BID, dedican personal y fondos a promover sus concepciones de democracia y sociedad civil. Y esto no sólo en Europa Oriental como lo viene promocionando la prensa internacional últimamente, sino también en América Latina y quizás desde hace más tiempo. Este es otro terreno en el cual las orientaciones y programas de las agencias de los gobiernos, de organizaciones no gubernamentales de nivel intermedio y de base de las sociedades latinoamericanas tienden a definirse cada vez más no sólo en relación al ámbito local y nacional, sino también en relación a sistemas de relaciones inter y transnacionales. El afiebrado ritmo al cual últimamente aparecen y se desarrollan programas y organizaciones para el fortalecimiento de la sociedad civil y el desarrollo de la democracia no sólo se explica por circunstancias sociales locales y nacionales cuya legitimidad no pretendo poner en discusión, sino también por la actividad y finaciamiento de diversos agentes globales, como lo ilustran algunos artículos en este volumen (v.gr. Ferradás) y otras publicaciones (cfr.: Aguayo 1995, BID 1994, Daubón 1995, Jones 1994, Mato 1995b, Millet 1994).

Como lo he venido ilustrando los aspectos culturales de los procesos de globalización resultan prominentes incluso cuando se observa a estos procesos con miradas de carácter convencionalmente económico, político, o comunicacional. Pero "lo cultural" también aparece de manera prominente en el análisis de otros fenómenos que aún no he comentado. Veamos do sejemplos al respecto.

Un ejemplo interesante es el del papel jugado por las organizaciones culturales, económicas y políticas de los migrantes y sus descendientes, quienes a diferencia de lo que ocurría en períodos históricos previos cada vez más desarrollan sus vidas en dos (o más) países. El fenómeno no es nuevo, sino que ha adquirido nuevas características. Al migrar ya no ocurre como otrora que en la práctica los migrantes reducían sus relaciones con la tierra natal a remesas de dinero, correspondencia postal y en los casos más afortunados visitas al cabo de un extenso período de tiempo. No, al contrario, merced a las oportunidades que brinda el desarrollo de los medios de comunicación electrónica y de transporte de carga y pasajeros, sus nuevos países de asentamiento se convierten en bases de prácticas culturales, políticas, y económicas, transnacionales regulares. Ultimamente algunos autores han venido utlizando el nombre de transmigrantes ("transmigrants") para diferenciar a este nuevo tipo de migrantes que establecen así campos complejos y relativamente permanentes de relaciones transnacionales (Basch, Glick Schiller y Szanton Blanc 1994). Tres de los artículos incluídos en este volumen tratan ejemplos muy diferentes entre sí de experiencias de transmigrantes, uno examina el caso de los puertorriqueños en/de Estados Unidos (Pérez), otro al de los colombianos en/de Venezuela (González Ordosgoitti), y otro el de los guaraníes en/de Argentina y Bolivia (Hirsch). Pero hay muchos otros casos significativos en la región y aún más allá de ella, como por ejemplo los de los dominicanos, mexicanos, y otros "latino"-americanos en Estados Unidos, incluyendo transmigrantes de comunidades indígenas (cfr.: Georges 1990, Kearney 1995, en-prensa, Rouse 1992, Smith 1992, 1993). En general, todos estos casos presentan características novedosas en relación a los patrones de relación que hasta hace poco más que un par de décadas todavía caracterizaban la experiencia de las comunidades de migrantes europeos más antiguas y extensas de la región (españoles y portugueses).

Es importante tener presente que estos grandes movimientos migratorios están estrechamente relacionados con el reordenamiento económico y político que desde la postguerra ha venido ocurriendo a nivel planetario y que a la vez actúan sobre este reordenamiento. Es cierto que los primeros núcleos cuantitativamente importantes de habitantes de habla hispana de los Estados Unidos no ingresaron a ese país como migrantes, sino que estaban constituídos por los habitantes de los territorios mexicanos conquistados militarmente por Estados Unidos, y un siguiente importante contingente se originó en la quasi-anexión de Puerto Rico. Sin embargo, el extraordinario crecimiento de la población "hispana" en los Estados Unidos en la posguerra no se explica tan sólo por el crecimiento vegetativo de esos grupos de población sino por migraciones relacionadas con el reordenamiento político y ecónomico del planeta. El caso es que actualmente la existencia de una proporción de población "hispana" significativa sirve de base al mercado de una extensa variedad de productos especialmente concebidos para ésta, incluyendo transmisiones televisivas en castellano. En este sentido, es importante destacar la importancia del consorcio méxicano-venezolano Univisión, porque éste no sólo hace posible --y rentable-- la presencia de productos culturales originados en países latinoamericanos en las pantallas de numerosos hogares estadounidenses, sino también de programas "hispanos" de los Estados Unidos en las pantallas de hogares de América Latina. El impacto cultural de este conjunto de fenómenos es grande y complejo, e incluso cuestiona los límites geográficos habitualmente imputados a esa región del mundo llamada "América Latina" y no podemos analizarlo en esta oportunidad (Flores 1993, Flores y Yúdice 1990, Mato en-prensa-a, Oboler 1992, Padilla 1989, Yúdice 1994). En cualquier caso creo necesario apuntar que el fenómeno no es meramente cultural, sino también económico, y que su impacto económico debe ser visto además en conjunción con las crecientes tendencias en algunas corporaciones a contratar profesionales "hispanos" para realizar negocios en los mercados de América "Latina" y modelos "hispanos" para sus campañas publicitarias, y a producir espectáculos y productos de entretenimiento culturalmente "hispanos" especialmente concebidos para esos mercados. Estos fenómenos deben verse además en relación al creciente desarrollo de un empresariado "hispano" de intermediación entre Estados Unidos y países de América "Latina".

Un segundo fenómeno que en principio aparece como cultural pero que no es sólo cultural, sino también social, político y económico es el del desarrollo de un movimiento de los pueblos indígenas que atraviesa el continente. Este no sólo se ha hecho visible como un fenómeno de caracter nacional en varios países de la región, sino también como un movimiento de caracter transnacional, es decir como uno que vincula a las organizaciones indígenas de toda América "Latina" entre sí e incluso con otras en Canadá y Estados Unidos y en otros continentes. Este fenómeno se incorporó de manera generalizada a la conciencia pública en relación al "Quinto Centenario" del así llamado "Descubrimiento de América", lo cual podría hacer pensar que ya pasó, pero no es así. No es posible ahondar acá en este tema que ya he analizado en otro texto (Mato 1994a), pero conviene recordar que la ofensiva política cultural montada por el estado español en torno al aniversario en cuestión --relacionada entre otras cosas con la necesidad de fortalecer su posición política y comercial en el contexto del proceso de unificación europeo-- y a la cual se asociaron la mayor parte de los gobiernos "latino"americanos desató una respuesta organizativa de alcance regional por parte de las organizaciones indígenas. Tal respuesta fue posible porque ya existían contactos y experiencias organizativas transnacionales, pero a su vez la misma sirvió para profundizar esas experiencias y desarrollar nuevas formas de relación, todo ello no sin la presencia de diversos agentes globales.

El caso es que el caracter transnacional de este movimiento se explica en buena medida por los sistemas seculares de exclusión que han afectado a los pueblos indígenas de la región, así como por el hecho de que al crearse los estados latinoamericanos sus fronteras dividieron territorios indígenas pre-existentes, pero además también por la actividad de varios agentes globales y transnacionales de orientaciones diversas y en ocasiones incluso antagónicas. Entre los agentes transnacionalizadores debe mencionarse en primer lugar a los propios estados. Estos además de haber sido en la práctica los encargados de abrir los territorios bajo su control a las operaciones de las corporaciones transnacionales y de regular sus actividades, así como de promover el "desarrollo", en sus esfuerzos por crear mecanismos regionales de coordinación política como la OEA, o de liberalización del comercio como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y Mercosur, o de expansión de la frontera del "desarrollo" como el Tratado de Cooperacíon Amazónica, por causas diversas y como efecto no buscado, han estimulado la coordinación entre organizaciones indígenas (Mato 1994c, en-prensa-a-c-d). En segundo lugar este fenómeno ha sido también involuntariamente promovido por la creciente penetración de los territorios indígenas por colonos, terratenientes, mineros, empresas transnacionales, etc. Todo lo cual ha llevado a los pueblos indígenas a reducir sus territorios en áreas naturales y a la vez a migrar a las ciudades. En tercer lugar y en buena medida en respuesta a esos avances del "desarrollo" este fenómeno organizativo nacional y transnacional ha sido fomentado por las iglesias locales relacionadas entre ellas mismas por redes transnacionales, así como por organizaciones ambientalistas y de defensa de los derechos de los pueblos indígenas basadas en Canadá, Estados Unidos y Europa Occidental, y ha sido estimulado y legitimado por las actividades del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Poblaciones Indígenas. Otro tanto han hecho por diversas razones y con diversas orientaciones varias organizaciones de los sistemas de Naciones Unidas y de la OEA, así como el BID y el Banco Mundial. También han contribuido al desarrollo de este fenómeno las relaciones con redes comerciales "alternativas" de productos orgánicos y artesanías. No es posible entrar en más detalles en esta oportunidad pero el caso es que este proceso de revitalización cultural y política de organización transnacional de los pueblos indígenas ha sido materia de multiples redes de intermediación global-local y está modificando no sólo el mapa de representaciones culturales e identidades colectivas en la región, sino también sistemas legales y constituciones nacionales Ilustraciones de estos fenómenos son presentados en dos de los artículos de este volumen (Amodio, Hirsch) y en diversas publicaciones (Adams 1994, Brysk 1994, Franke 1993, Mato 1994a-b-c, 1995a-b, en-prensa-a-b-c-d, Padilla 1994, Stavenhagen 1994, Van Cott 1994).

Lo significativo de estos fenómenos a efectos del tema del pesente volumen es que estas alianzas de las organizaciones de los pueblos indígenas entre sí y con agentes globales han mejorado sus capacidades de organización, producción y negociación para modificar los sistemas de exclusión social, política y económica que desde la colonia los han venido afectando. Al mismo tiempo esas mismas relaciones han venido modificando sus propias representaciones y formas de organización. El caso es que diversos procesos de globalización hacen imperioso para los pueblos indígenas de la región organizarse y luchar por sus derechos y a la vez otros procesos de globalización favorecen el desarrollo de este movimiento tanto a nivel nacional en diferentes países como a nivel transnacional. Pero lamentablemente pocos sectores de las sociedades nacionales de la región parecen estar desarrollando actitudes favorables a la comprensión de esta problemática y el desarrollo de soluciones. Mientras el problema crece y en varios países de la región constituye un tema de creciente conflictividad (los casos de Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala y México son actualmente los más visibles mas no los únicos).

 

Sobre algunos desafíos salientes que enfrenta América "Latina" en estos tiempos de globalización

No es posible continuar entrando en detalles sobre otros procesos transnacionales que están afectando actualmente la dinámica socio-política de la región. Pero es necesario cuanto menos prevenir al lector explicitando que algunos de los que estamos omitiendo comentar son sumamente importantes; como por ejemplo el del narcotráfico con sus múltiples facetas políticas, económicas, sociales y culturales (Cfr.: del Olmo 1992, de Rementería 1994, Malamaud Goti 1994, Tovar Pinzón 1994), o el de la creciente influencia de las iglesias protestantes en la región y la redefinición de vínculos transnacionales y representaciones que este fenómeno frecuentemente acarrea (Hvalkof y Aaby 1981, Stohl 1990).

Antes de concluir conviene enfatizar que lo que acabo de argumentar en relación al caso de los pueblos indígenas es ilustrativo de lo que ocurre con otros procesos globalizantes que de manera diversa involucran a otros grupos de población. El caso es que diversos aspectos de los procesos de globalización tienden a crear diferentes problemas y oportunidades a distintos grupos de población de las sociedades latinoamericanas, los cuales van desarrollando distintos modos de articlucación a la dinámica global. El problema radica en que estos grupos sociales forman parte de sociedades nacionales que históricamente no sólo han sido heterogeneas y excluyentes sino que además tienen escasa tradición de vida pública democrática y pluralista.

En relación a esto es necesario comprender que en el presente contexto de creciente desarrollo de los procesos de globalización no sólo no es éticamente justo, sino que tampoco resulta política, social, y económicamente viable sostener sociedades nacionales tan fuertemente excluyentes. Semejantes niveles de exclusión constituyen importantes factores de conflicto e inestabilidad social y no sólo atentan contra la continuidad de las instituciones democráticas, sino que incluso ponen en peligro la viabilidad histórica de estas sociedades como unidades nacionales. Soy conciente que la afirmación anterior puede sonar un tanto tremendista desde un punto de vista políticamente pragmático. Por ello, en respuesta anticipada a la incredulidad que desde tal tipo de punto de vista cupiera expresar y hasta tanto el curso de la historia haga más evidente la importancia de los problemas antes señalados, argumentaría que es necesario tener en cuenta que además dado el avance de los procesos de globalización semejantes niveles de exclusión también afectan lo que economistas y empresarios llaman la competitividad internacional de las naciones.

En síntesis, pienso que los procesos de globalización en marcha generan problemas y oportunidades que colocan a las sociedades de América "Latina" frente al desafío de democratizar tanto su vida social, como política, económica y cultural haciéndose desde todos estos puntos de vista más participativas y pluralistas, o arriesgar un futuro de creciente conflictividad social y deterioro económico que puede incluso comprometer su sobrevivencia histórica como unidades sociales nacionales.

 

Sobre los textos incluídos en este volumen

Este volumen contiene dos tipos de textos, estudios exponiendo resultados de investigación, y comentarios formulados a las versiones preliminares de dichos estudios las cuales se discutieron en el evento que ha dado origen a este libro. La sección "Comentarios", al final de este volumen, reúne los textos preparados por los comentaristas para su publicación en base a sus comentarios durante el evento.

En las siguientes páginas me limitaré a presentar algunas ideas acerca de los doce estudios incluídos en este volumen. Mis referencias a estos textos no están orientadas a comentar y/o analizar el contenido de cada uno de ellos, sino a situar los temas tratados en relación al análisis expuesto en las secciones anteriores de este estudio introductorio.

Pero antes, es necesario hacer dos observaciones generales de caracter preliminar. La primera de ellas es que estos estudios son producto de muy diferentes aproximaciones teóricas y metodológicas y responden a intereses disciplinares y sociales también muy variados. La segunda es que si bien todos estos textos examinan aspectos particulares de, o casos relacionados con, el tema del libro, aun así el libro no es un tratado exhaustivo sobre el tema. Por el contrario, importantes aspectos del tema quedan aún sin tratar en este volumen. Por ejemplo el volumen no incluye estudios sobre casos relacionados con la televisión y las "industrias culturales", ni con el turismo, ni con la producción y comercialización de artesanías, etc. En fin, que como ocurre con otros temas, el tema aquí tratado es tan amplio que el lector interesado en el mismo debería complementar la lectura de este volumen con el de varios otros para lograr hacerse una visión abarcadora del mismo. A este fin pretenden contribuir la visión abarcadora presentada en las páginas anteriores de este estudio introductorio y las referencias bibliográficas ofrecidas en apoyo de la misma.

Intentar organizar estos doce estudios en diferentes secciones resultó ser una tarea difícil de cumplir sin menoscabar la multiplicidad de aspectos de la problemática tratada que cada uno de estos artículos es capaz de ilustrar. Por eso pareció mejor presentar los artículos sucesivamente sin ningún tipo de agrupación. Sin embargo, como veremos en los próximos párrafos, es posible señalar la existencia de varios temas que resultan comunes a distintos grupos de artículos.

Dos de los artículos ilustran sobre las experiencias de las organizaciones y pueblos indígenas y sus relaciones con actores sociales nacionales y globales en el contexto de estos tiempos de globalización (Amodio y Hirsch). Ambos resultan ilustrativos de cómo representaciones sociales y programas de acción son cada vez más definidos en espacios sociales sólo aparentemente locales, toda vez que en ellos la presencia de diversos agentes nacionales y globales es crecientemente importante. Ambos permiten observar la importancia de los papeles jugados por algunas organizaciones no-gubernamentales (ONGs) y la iglesia y organizaciones relacionadas con ésta. El tema de las ONGs y de cómo el desarrollo de éstas ha sido promovido por diferentes actores globales y cómo ellas han venido a tomar espacios abandonados por los estados como consecuencia de los programas de ajuste estructural es tratado no sólo en esos dos textos sino también en el de Ferradás. Este último va más allá en relación a esta materia y examina cómo estas organizaciones crecientemente dependen de financiamiento externo y cómo este factor y otros son causas de una cierta "crisis de identidad" y condicionan sus prácticas. El artículo de Ferradás también examina aspectos de relaciones transnacionales entre organizaciones de base y movimientos sociales, un tema que reaparece en los estudios de González y de Hirsch. Por otra parte el tema de la iglesia reaparece en el texto de Suárez, aunque en este caso en relación a un momento anterior de la tendencia histórica a la globalización. A propósito de momentos anteriores de la tendencia a la globalización, el estudio de Amodio comenta cómo pueblos y organizaciones indígenas han definido sus prácticas en relación a procesos globalizantes en períodos históricos anteriores. El artículo hace referencia a estos hechos no sólo en tiempos recientes y en los períodos colonial y de fundación de los estados nacionales, sino también a fenómenos globalizantes del período precolombino como grandes movimientos migratorios y el establecimeinto de sistemas regionales. El estudio de Grillo por su parte examina como los textos de historia utilizados en las escuelas de dos países de la región representan las relaciones entre los pueblos indígenas y los estados y las "sociedades nacionales" representadas en esos mismos textos. Este artículo ensaya además una aproximación a lo que la autora llama metáforas de la globalización, las cuales pueden leerse como elementos de la conciencia de globalización sobre la que argumentábamos más arriba. Referencias a diferentes formas de esa conciencia en las prácticas de diferentes actores sociales son referidos en los artículos de Amodio, González, y Pérez Prado.

Por otra parte tres de los estudios examinan particularmente algunas consecuencias, y las respuestas de diversos grupos sociales a las relaciones entre el estado mexicano y el Fondo Monetario Internacional y la aplicación de programas de ajuste estructural (Cappello, González, Pérez Prado). Dos de estos artículos ilustran acerca de cómo las decisiones tomadas por funcionarios y gobernantes en relación a los dilemas de ceder o a las presiones de la banca internacional, el FMI y las élites económicas y políticas nacionales por un lado, o a las de las mayorías ciudadanas por el otro (Cappello, González). Estos muestran cómo la opción de definir sus políticas y prácticas cediendo más a los intereses del primer grupo que a los del segundo ha sido causa de una marcada pérdida de legitimidad. Estos ejemplos resultan ilustrativos de cómo procesos globalizantes afectan las relaciones estado-sociedad en la región, ya que el caso mexicano no es más que uno entre otros. El artículo de Pérez Prado, por su parte, ilustra acerca de cómo estos procesos generan cambios que ocasionan una reestructuración general de las representaciones tan profunda que incluso pueden llegar a alterar las relaciones entre los géneros.

Pero además, los estudios de Cappello y González también hacen referencia a los papeles jugados por expertos y funcionarios del estado en la negociación de esas políticas. Este es un tema que reaparece en otros artículos del libro y que es de particular significación para comprender la importancia de estudiar los complejos de intermediación transnacional a que hacía referencia más arriba. Otros artículos en este volumen brindan información acerca de los papeles jugados por diferentes clases de expertos, funcionarios de los estados y dirigentes políticos en tanto mediadores transnacionales (Amodio, Ferradás, González Ordosgoitti, Guss, Hirsch, Oliveira, Pérez).

Por otra parte, uno de estos artículos examina el papel jugado por una corporación transnacional manufacturera, pero esta vez como agente cultural (Guss). Otros de ellos examinan muy diferentes casos de comunidades transnacionales, uno se concentra en el caso de los colombianos en Venezuela (González Ordosgoitti), otro en el de las relaciones y el tránsito permanente entre las comunidades guaraníes de Argentina y Bolivia (Hirsch), y el tercero de ellos en el de los puertorriqueños residentes en Estados Unidos y en Puerto Rico (Pérez). Este último caso presenta además características muy especiales debido a la relación cuasi-colonial que vincula a Estados Unidos y Puerto Rico y que hace que el congreso del primero de estos países se convierta en lugar privilegiado para las discusiones acerca de cultura y ciudadanía y así para la construcción de la identidad nacional puertorriqueña. Este caso nos recuerda además la necesidad de discutir el alcance y límites de la caracterización del presente período histórico como postcolonial; caracterización que es constitutiva de algunas orientaciones teóricas recientes. Finalmente, otro de estos artículos (Oliveira) ilustra acerca de reordenamientos regionales ocasionados en las demandas de materias primas y energía derivadas de cambios significativos en los patrones de división internacional del trabajo y como estos reordenamientos afectan a las relaciones entre diferentes grupos de población y a las relaciones transfronterizas. El artículo hace énfasis en el caso de la Amazonía, una región que, como he señalado en páginas anteriores, ha venido siendo escenario de importates procesos de intermediación transnacional.

Para concluir, es posible observar que varios de los artículos ilustran acerca de cómo los procesos de globalización no sólo estimulan tendencias a la homogeneización sino también a la diferenciación. Este rasgo es enfatizado explícitamente en los artículos de Amodio, Hirsch y Pérez Prado, pero es observable también en los fenómenos examinados en varios otros artículos de esta colección.

 

Ver los artículos que incluye este volumen aquí

 

NOTAS

Este estudio retoma y desarrolla algunas ideas que he venido presentando en una serie de escritos recientes (Mato 1994a, 1994b, 1994c, 1995a, 1995b, en-prensa-a-b-c-d). Es un agradable deber intelectual reconocer las contribuciones de algunos lectores de dichos textos al desarrollo de esas ideas , ellos son: Linda Basch, Néstor García Canclini, Nina Glick-Schiller, Lawrence Grossberg, Michael Kearney, Jan Servaes, Cristina Szantom Blanc, y George Yúdice. La elaboracion del presente texto se ha beneficiado además de los intercambios sostenidos durante el simposio que ha dado origen a este libro, y así de las contribuciones de todos sus participantes. Algunos de ellos me formularon comentarios más específicos que es deber reconocer especialmente: Emanuele Amodio, Héctor Cappello, Carmen Ferradás, Humberto González, Enrique Alí González Ordosgoitti, Linda Green, Silvia Hirsch, y Marvette Pérez. Por otra parte, María Teresa Cerqueira y George Yúdice han tenido la generosidad de leer y formular valiosos comentarios a la versión borrador del presente artículo. En cualquier caso, soy el único responsable de los errores y defectos que puedan atribuirse al presente texto.

 

(1) Es deber intelectual reconocer que he venido utilizando la expresión "proceso de globalización" en singular hasta muy recientemente. Mi preferencia por la forma "procesos de globalización" se originó en recientes intercambios sobre el tema con George Yúdice y Néstor García Canclini quienes ya venían utilizando la forma plural. Sin embargo el sentido que atribuyo a esta expresión --el cual expongo y fundamento en este texto-- no necesariamente coincide con los que le otorgan estos otros autores en sus escritos.

(2) Sintéticamente expuesto, el cuestionamiento a la aplicación del adjetivo "internacional" a las relaciones que mantienen los gobiernos y sus agencias --las cuales deberían llamarse "intergubernamentales"-- se sustenta en las dos siguientes razones. En primer lugar este uso legitima la aplicación del término nación como equivalente a estados nacionales y simultaneamente lo des-legitima como equivalente a naciones étnicas, lo cual, más allá de cualquier especulación teórica, en el caso concreto de América "Latina" atenta contra los derechos de los pueblos indígenas. En segundo lugar, porque las relaciones entre estados son manejadas por las élites políticas de las sociedades nacionales en cuestión en nombre de estas sociedades y como sí esas élites representaran un supuestamente homogeneo interés colectivo, lo cual no es necesariamente cierto. (Para una argumentación más detallada ver Mato 1994a y 1995).

(3) La expresión "América Latina" es un producto social e histórico y en tanto tal objeto de disputas que no pueden obviarse en el contexto de este volumen. El "latinoamericanismo" ha sido visto como un movimiento nacionalista intentando construir una nación quasi-continental. Sus raíces --no la expresión misma-- se remontan al período de los movimientos anticoloniales fundadores de los estados de la región. La expresión no formaba parte del léxico de los movimientos independentisatas del final del siglo XVIII y principios del XIX. En ese tiempo los nombres utilizados para designar a esta región eran Nuevo Mundo, América, América del Sur, América Meridional. La porción que estaba bajo dominio español también era llamada América Española e Hispanoamérica. La idea de "latinidad" y su aplicación como un adjetivo a esta región fue acuñada por el francés Michel Chevalier en 1836. El uso del término "América Latina" como un nombre compuesto apareció por primera vez en forma escrita en un libro del intelectual colombiano José María Torres Caicedo en 1865 (Ardao 1980).

El caso es que la palabra "Latina" en el nombre compuesto de esta región, lo mismo que las ideas asociadas de una cultura e identidad latinoamericanas y el sistema de identidades nacionales asociadas a ellas, son productos de procesos sociales de construcción de identidades y diferencias, y en este sentido de inclusión y exclusion de grupos sociales.

Con esto no pretendo sugerir que no tiene sentido hablar de América "Latina". Por el contrario, pienso que por diversas razones sí lo tiene. Pero debemos tener presente que esta formulación de identidad, tiene más de un sentido, y más aún que hay importantes disputas en torno a sus sentidos. Una de las disputas más importantes al respecto es la planteada por las organizaciones de los pueblos indígenas de la región, la cual ha alcanzado su pico de visibilidad en las conmemoraciones del así llamado V Centenario, pero no ha cesado allí. En ese momento los gobiernos de la región y los de España y Portugal se esforzaron especialmente por fortalecer una representación de la región como Iberoamérica. La Unión Latina (de la cual todos esos gobiernos y otros más forman parte) por su parte ha continuado esforzándose por fortalecer una representación de la región como "Latina" (no excluyente sino complementaria de la de Iberoamérica) (para más detalles veáse Mato 1994a)

Según estadísticas del Banco Interamericano de Desarrollo y del Instituto Indigenista Interamericano existen unos cuatrocientos pueblos indígenas en América Latina. Sumados todos ellos totalizan una población de aproximadamente cuarenta millones de habitantes. Estos cuarenta millones de personas representan aproximadamente el 10% de la población total de la región. Pero en los casos de Bolivia y Guatemala la población indígena representa más de la mitad de la población de los respectivos países, en Perú y Ecuador aproximadamente la mitad, en México y Honduras aproximadamente el 15%, en Chile el 8%, y en el resto de los países entre el 1 y el 7%, excepto en Brasil donde constituye el 0,20% (estadisticas reportadas en PAHO 1993: Annex II: 7).

Las organizaciones representativas de la mayoría de esos pueblos expresan formas de autoidentificación en torno a su etnicidad, pero a la vez, en la mayoría de los casos, también se autoidentifican en tanto miembros de las respectivas sociedades nacionales, y también y de manera más general en términos raciales como indígenas y en términos regional-históricos y culturales como latinoamericanos. Sin embargo, los sistemas jurídicos, los sistemas educativos, etc, de los estados que detentan soberanía sobre los territorios de esos pueblos los excluyen de diversas maneras, como también lo hacen y legitiman las formulaciones dominantes de las identidades nacionales asociadas a la de identidad latinoamericana. El caso de los pueblos indígenas es hoy quizás el ejemplo más patente de exclusión en la región y de legitimación de la misma a través del sistema dominante de representaciones sociales, pero no es el único. Otros, quizás menos obvios y sobre los que no es la oportunidad abundar, los constituyen, por ejemplo, las mujeres, quienes representan no el 10% sino aproximadamente el 50% de la población de la región. O los así etiquetados como "pobres" o "sectores desposeídos" que las estimaciones más optimistas los calculan no en el 50% sino en el 60% de la población de la región.

(4) Analizó más extensamente este tipo de fenómenos y argumento sobre las pertinencia y límites de utilizar la expresión "complejos de intermediación transnacional" en Mato 1995b

(5) El énfasis puesto en estas páginas en la compleja polivalencia contemporánea de estos procesos no procede de desconocer que éstos se asientan en procesos más antiguos y aún en desarrollo de carácter en algún sentido homogenizador.

En efecto, la expansión planetaria del capitalismo supone una homogenización de las formas de organización social de/para la producción. Pero no es menos es cierto que en esta expansión mundial el sistema capitalista también se ha ido modificando a si mismo, integrando otras formas organizativas, o elementos de ellas de distintas maneras, a la vez que diversificando el sistema de productos, tecnologías y consumos tanto en las sociedades que han dado origen a la organización capitalista de la producción, como en las más posteriormente incorporadas a la misma. En conexión con esto, la creciente producción de artesanías "tradicionales" y otras expresiones culturales como la "etno-música" para el mercado por un lado implica homogeneización, ya que se convierten en mercancías, en tanto por el otro estimula "diferenciación" la cual aunque quizás en ocasiones no tenga más que sentido "económico" acaba por consolidar diferencias culturales "standarizadas".

Por otra parte, y en combinación con lo anterior, la expansión del estado-nacíión "moderno" como forma de organización política adoptada por --o en algunos casos impuesta a-- todas las sociedades del planeta construídas a tales efectos como "unidades" ha sido sin duda también una importante fuerza homogeneizadora. Esta se ha hecho particularmente notoria en los últimos años con la creciente asociación a la misma de las ideas --ciertas concepciones de-- "democracia representativa", "derechos humanos", "sociedad civil", etc. No escapará al lector que las maneras prácticas de realizar estas ideas --concepciones de-- "democracia", "derechos humanos", etc., varían notablemente a lo largo y ancho del planeta. En cuanto a la forma "estado-nación", ésta ha debido ser aceptada como principio político organizador por prácticamente todos los grupos humanos como condición necesaria para garantizar --al menos en términos de derecho internacional-- el respeto de un cierto territorio por otros agrupamientos; el derecho a resolver dentro de esas fronteras los más diversos tipos de conflictos inter-grupales, supuestamente sin injerencia externa; y el derecho de los gobiernos a endeudar a sus gobernados y descendientes colectivamente. Sin embargo, esta estatización forzada así como ha conducido a los grupos políticamente dominantes a desarrollar políticas culturalmente homogeneizadoras dentro de cada estado-nación, también ha estimulado conflictos y rivalidades inter-étnicas e inter-regionales al interior de esos estados. De este modo, en el presente momento asistimos al desarrollo de esos conflictos y tensiones, y observamos cómo diversos procesos de globalización (sobre los que se expone en este mismo estudio) a la vez que estimulan tendencias hacia la homogeneización cultural transnacional también estimulan de diferentes maneras etno-génesis, revitalizaciones étnicas y particularismos e identidades "locales" de diversa índole. He tratado estos temas más extensamente en otros textos (Mato 1995a, en-prensa-a-c-d).

(6) La expresión "organizaciones no-gubernamentales" es crecientemente cuestionada tanto por quienes se desempeñan en algunas organizaciones consideradas de este tipo, como por los investigadores sobre el tema. En primer lugar define negativamente, "no-gubernamental"; en segundo lugar es demasiado amplia, tanto que si no se hacen mayores precisiones puede comprender todo tipo de organización que no tenga caracter gubernamental, así tamnbién empresas con fines de lucro y organizaciones de base, sindicatos, etc. A efectos práctico digamos que en este texto, siempre que no se especifique algo diferente, la expresión "organizaciones no-gubernamentales" u "ONGs" esta referida al caso de organizaciones de tal caracter que además son si fines de lucro, y que normalmente están orientadas o a prestar servicios a grupos sociales específicos, en cuyo caso normalmente intermedian recusrso seconómicos, técnicos, etc (ONGs intermediarias), o a sostener causas sociales específicas (ONGs ambientalistas, de derechos humanos, etc).

 

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