¿ES EL MERCADO NEUTRAL, EN TÉRMINOS MORALES?

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Rafael Beltramino 

 

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La cuestión es una de las más interesantes y de las más debatidas para la Economía, cuando la entendemos como una ciencia fáctica que pretende al menos parcialmente, mejorar las condiciones de vida de los seres humanos.

Como paso precio al intento de respuesta de la pregunta, es interesante definir adecuadamente el concepto de mercado, separándolo de la "humanización" habitual.

El mercado es un proceso de asignación de recursos escasos a fines diversos; es una institución que como magistralmente definió F.A.Hayek , es descubierta no creada por los hombres, porque es fruto de la acción humana, pero no del designio humano, es decir es fruto de las consecuencias no intencionales de la acción humana.

Es muy importante tener en claro que, desde esta concepción, no podemos "cerrar" el mercado de un bien, por ejemplo el de determinadas sustancias químicas, lo que hacemos al prohibir el comercio de esa mercancía o el de cualquier otra, e imponer castigos severos a quienes violen esa prohibición, es aumentar el costo del mencionado bien y por lo tanto, intentamos reducir la cantidad que se demandará del mismo.

Nada más y nada menos que eso.

Debe quedar en claro que mientras haya gente dispuesta a incurrir en sacrificios importantes, tanto monetarios como no monetarios (la posibilidad de un arresto y condena), para obtener un bien o servicio, existirá la oferta de ese bien, que será más o menos acotada, más o menos subterránea, más o menos secreta, pero que no desaparecerá sino hasta que desaparezca la demanda.

Es importante entonces aclarar que se venden sustancias prohibidas, o películas de snuff , porque hay alguien que los compra., por desagradable que esto pueda parecer.

Y los responsables que esas cosas existan son quienes las producen y quienes las consumen.

Uno de los errores más comunes en este debate, probablemente un resabio de la discusión Mises-Lange, es soslayar la importancia de otras instituciones que no son ni la economía centralmente planificada ni el mercado. Como bien apunta John O’Neill un ejemplo interesante es la comunidad científica cuyos miembros se relacionan de una manera muy diversa a la del mercado.

 

La cuestión teórica

Como primera aproximación me parece importante señalar a que voy a referirme; de acuerdo a la clasificación de Ricardo Maliandi entre los diversos niveles de la reflexión ética, diremos que nuestro análisis se concentrará en cuestiones de reflexión moral y de ética descriptiva.

Uno de los mejores análisis al respecto es que hace Henry Hazlitt en su casi olvidado texto de Ética, The Foundations of Morality

Hazlitt comienza citando extensamente a Philip Wicksteed sobre el tema en párrafos que considero muy pertinente reproducir, también "in extenso":

"Cuando vemos el mundo, con sus millones de ajustes mutuos ejecutándose día tras día y nos preguntamos ¿quién organiza esto? Y no recibimos respuesta, podemos comprender muy bien el entusiasmo casi religioso con el que una generación anterior de economistas contempló estas armonías económicas, en virtud de las cuales cada individuo al servirse a sí mismo, necesariamente sirve a su vecino y simplemente obedeciendo las presiones que lo rodean y siguiendo el camino que se abre delante de él se entrega a sí mismo a propósitos que no puede medir.

Pero debemos mirar el cuadro más de cerca. Es el mismo proceso de buscar inteligentemente mis propios fines el que me hace colaborar en el logro de los fines de otros? Claro que sí. Pero cuáles son mis propósitos inmediatos y últimos? ¿Y cuáles son los propósitos de los otros a quienes sirvo como una forma de lograr los míos?

Es ocioso suponer que resultados éticamente deseables serán necesariamente producidos por un instrumento éticamente indiferente y es tan tonto hacer de la relación económica un ídolo, como lo es convertirla en un cuco.

Cuando usamos el seductor cuadro de la armonía económica, en la que cada uno está "colaborando"o "ayudando" al otro y se está convirtiendo en "útil",subrepticiamente estamos introduciendo la idea de ayuda. Olvidamos que la idea de "ayuda" puede imparcialmente extenderse a fines destructivos y perniciosos o constructivos y benéficos y más aún que puede emplear toda clase de medios"

.Hasta aquí Wicksteed.

También es importante recordar uno de los clásicos análisis de este tema, el de Frank Knight, basado en el modelo de competencia perfecta y en como las competencias terrenales son nada más que la sombra imperfecta de aquel arquetipo.

Volviendo a Hazlitt, sostiene a continuación que Wicksteed le pareció el mejor argumentador a favor de la neutralidad o indiferencia ética del mercado.

Y a continuación empieza a exponer sus diferencias con la postura expuesta.

El primer argumento de Hazlitt es el que extrae de Ludwig von Mises, que invierte la relación entre cooperación y mercado, sosteniendo que no es que los seres humanos hayan descubierto el mercado por sus sentimientos de cooperación, sino por el contrario a través del mercado desarrollan sus sentimientos de cooperación, que no existían previamente.

En palabras de Mises "Dentro del marco de la cooperación social, puede surgir entre los miembros de la sociedad sentimientos de simpatía y amistad y un sentido de pertenencia. Estos sentimientos son la fuente de las más deliciosas y las más sublimes experiencias humanas...sin embargo, no son, como algunos han sostenido los agentes que crearon las relaciones sociales. Son los frutos de la cooperación social que pueden únicamente crecer, dentro de su marco; no preceden a las relaciones sociales y no son la semilla de la cual surgen".

Posición similar expone un seguidor de Mises como Murray Rothbard;

"Al explicar los orígenes de la sociedad no hay necesidad de suponer ninguna comunión mística o "sentido de pertenencia" de los individuos. Los individuos reconocen a través del uso de la razón, las ventajas del intercambio resultantes de la mayor productividad de la división del trabajo y por eso proceden a seguir por ese curso. De hecho, es mucho más probable que los sentimientos de amistad y comunión son los efectos de un régimen contractual de cooperación social, más que sus causas"

Permítaseme decir en este punto que la posición de Mises y Rothbard me parece peligrosamente reduccionista. Todos los animales superiores son gregarios y no por eso practican la división del trabajo.

A mi juicio ese sentido de pertenencia, o mejor de camaradería tiene su origen en los albores de la humanidad, mucho antes por ejemplo que se desarrollara siquiera el lenguaje articulado. Mi opinión en este punto coincide mucho más con la de Adam Smith, que con la versión de Mises-Rothbard que proponen un relato racionalista que me parece altamente improbable.

Para encarar mejor la cuestión propongo separarla en dos partes como de alguna manera hace el mainstream de la Economía; en el mercado como proceso y el mercado como lo producido por ese proceso.

Para esta posición el mercado como proceso no es en absoluto neutral en lo moral, necesita por el contrario para su existencia y subsistencia de determinadas condiciones o "virtudes" morales que brevemente podemos resumir en el cumplimiento de la palabra y por ende de los contratos. Esto es así se trate del mercado del que se trate, es decir así sea ilegal o aberrante el objeto o servicio comerciado, si no se respetan mayoritariamente los contratos, no puede existir ese mercado.

Éste cumplimiento mayoritario de los contratos es entonces una condición necesaria de la existencia de cualquier mercado.

Tomemos por ejemplo un mercado altamente organizado y difundido como el de las drogas, el minorista tiene que pagarle sus envíos al mayorista al precio y en las condiciones acordadas, (al menos la mayor parte de las veces) y el mayorista a su vez al productor, porque si no, no hay mercado posible.

Pero en cambio, cuando analizamos al mercado como producto la cuestión es diversa; no hay condiciones morales para el producto de un mercado.

Si bien podemos admitir con Hazlitt y Hayek que sólo en un ambiente de libertad florecen los valores morales, pero lo importante es que no hay ninguna garantía en el funcionamiento del mercado de la moralidad de sus productos.

Pero esto también sirve para defender al mercado de cualquier acusación por ejemplo de materialista o de antiecológico.

El mercado lo único que hace es reflejar las valoraciones de los individuos que participan del mismo, por eso es un instrumento tan valioso, si creemos que las valoraciones individuales tienen que ser respetadas, al menos en la mayoría de los casos.

Si el producto del mercado es materialista es porque la inmensa mayoría de los seres humanos lo son, si el producto del mercado es destructivo para la ecología, es porque a la mayoría de los seres humanos nos importa poco la ecología.

 

Dos opiniones disidentes

Me parece interesante destacar dos opiniones diversas pero que pueden abrir nuevos desarrollos desde lo teórico. Una se refiere al mercado como producto y va a sostener que el resultado de un mercado (en tanto exista efectivamente ese mercado) es "justo", la otra se refiere al mercado como proceso y va a buscar coincidencias entre uno de los más notables representantes de la Segunda Generación de la Escuela de Franfurt ( de raíz marxista) y Friedrich Hayek

 

La opinión de los Escolásticos Tardíos

Una opinión disidente que parece importante consignar que es la de los Escolásticos en general y especialmente la de Escolásticos Tardíos.

Que mejor lugar para recordarlos que este ámbito

Antes de comenzar nuestro análisis de este tema, es importante remarcar nuevamente las diferencias entre las concepciones modernas y medievales de "precio". Los medievales tenían un contexto de pensamiento absolutamente diferente; sus preocupaciones pasaban por las cuestiones de filosofía moral involucradas en lo económico, de ahí su detallismo y su casuística meticulosa. Sus importantes contribuciones a la Economía fueron una suerte de subproducto de su preocupación moral.

Como adecuadamente lo sintetizan Hamouda y Price, la noción medieval del precio justo no fue el resultado ni de un análisis exclusivamente económico ni un tratamiento puramente ético, sino una amalgama de algunos componentes de ambas. Esa amalgama no se debe al fracaso de los medievales en analizar la formación de precios correctamente, si no más bien a su percepción de las injusticias inherentes en las fuerzas económicas puras de la formación de precios lo que los impulsó a introducir la ética en el cuadro económico.

Como sintetizó Raymond de Roover "Según la opinión de muchos economistas, el precio justo es un concepto nebuloso inventado por frailes devotos que no sabían nada de negocios y economía ni tenían conocimientos sobre los mecanismos del mercado."

Como sigue diciendo de Roover, escritores católicos y no católicos han mantenido y se han esforzado en mantener ese "cuento de hadas" (sic de Roover) y continúa " De acuerdo a una creencia divulgada que se encuentra en casi todos los libros que tratan el tema, el precio justo estaba ligado al concepto medieval de la jerarquía social y correspondía a un cobro razonable que permitiría que el productor viviera y mantuviera a su familia en una escala de acuerdo a su posición en la vida. Generalmente se piensa que esta doctrina ha encontrado su aplicación práctica en el sistema de corporaciones"

.Uno de los principales defensores de esta interpretación, coherente con su postura acerca de la relación entre la Reforma Protestante y el capitalismo fue Max Weber. De Roover mostró que esta interpretación es claramente errónea, pero vayamos a los textos, para determinar si el juicio de de Roover, está suficientemente fundamentado.

La posición de San Bernardino de Siena es la fundante, y para éste, el precio justo era el precio establecido o determinado por la estimación común en el mercado De ese precio justo, se desprende la equivalencia en las transacciones, como veremos más adelante .

Es de notar que Bernardino que seguía en casi todo a Duns Scoto, se aparta totalmente de él en este punto.

Mucho tiempo después el padre dominico Francisco de Vitoria, por su parte, explica con claridad meridiana la solución mayoritaria de la Escolástica Tardía, que cito en extenso porque lo merece:

"Se sigue de este principio que adonde sea que haya un bien comercial para el cual hay muchos compradores y vendedores, ni la naturaleza del bien ni el precio que por el que se ha comprado, eso quiere decir, cuan caro haya sido, ni el esfuerzo y los problemas que se hayan tenido en obtenerlo, deberían ser tomados en cuenta. Cuando Pedro vende trigo, el comprador no necesita considerar el dinero que Pedro gastó ni su trabajo, sino la estimación común de cuanto vale el trigo. Si ,de acuerdo a la estimación común, el bushel de trigo vale 4 piezas de plata y alguien lo compra por 3,esto constituirá un acto de injusticia para con el vendedor porque la estimación común de un bushel de trigo es cuatro piezas de plata. De la misma manera si el vendedor consigue venderlo a mayor precio, teniendo en cuenta sus gastos y su trabajo, estaría vendiendo injustamente, porque debería venderlo de acuerdo a la estimación común del mercado".

Sin embargo la advertencia de De Vitoria, en el sentido que tiene que haber muchos compradores y vendedores, ha hecho interpretar a algunos que estaría hablando de "competencia perfecta". Alejandro Chafuen, advierte contra este error y coincido con él en este punto. La competencia perfecta es un modelo con supuestos explícitos, confundirlo con la expresión de un Escolástico Tardío es una exageración. A mi juicio a lo que se refiere Francisco de Vitoria es, simplemente a que exista un mercado como tal, es decir con oferentes y demandantes. Tanto es así que Vitoria y varios Escolásticos más como Medina, por ejemplo, consideraron el caso de la ausencia de competencia y recomendaron que se fijara un precio legal, basado en el costo más un excedente.

Luis de Molina por su parte, miembro de la Sociedad de Jesús,, resumió muy bien la postura Escolástica Tardía en el tema, decididamente subjetivista "... debemos observar que el precio justo de los bienes no es fijado de acuerdo a la utilidad dada a ellos por el hombre, como si, caeteris paribus, la naturaleza y la necesidad del uso que se da a los mismos determinaran la cantidad de su precio, depende de la apreciación relativa que cada hombre hace del uso del bien.

Esto explica porque el precio justo de una perla, que puede ser usada únicamente para decorar, es mayor que el precio justo de una gran cantidad de grano, vino, carne, pan o caballos, aún cuando la utilidad de estas cosas (que además son más nobles en naturaleza) es más conveniente y superior que el uso de una perla. Por eso es que podemos concluir que el precio justo de una perla, depende del hecho que algunos hombres quisieron otorgarle su valor como objeto de decoración".

Es decir para estos hombres piadosos el resultado del mercado como producto, concentrado en un precio, era un resultado "justo". En defensa de estos pensadores hay que aclarar que se referían siempre a productos mercantiles usualmente aceptados y no a cualquier bien o servicio y además escribieron en un mundo en el que los mercados más o menos libres eran raros.

 

La posición de Wohlgemuth

a) El proceso de mercado como acción comunicativa

Este es un intento de síntesis entre Habermas y Hayek o de respuesta desde Hayek a Habermas, planteado por Michael Wohlgemuth

La tesis de Wohlgemuth es que la competencia capitalista es más deliberativa que la política en el sentido que el proceso de mercado genera más información acerca del problema social de las soluciones disponibles y su performance comparativa y acerca de las preferencias, ideas y expectativas de la gente cuando la información es libremente creada, diseminada y testeada

Esta idea como bien marca Wohlgemuth choca directamente contra uno de los supuestos de Habermas que es que los mercados fracasan al atender las necesidades sociales y al regular conflictos sociales. Así aparece en la postura del pensador alemán, el discurso político "rellenando las grietas funcionales cuando otro mecanismos de integración social están sobrecargados"

Lo que va a intentar Wohlgemuth es que el proceso es a la inversa, que lo sobrecargado es el discurso político y que el proceso de mercado aparece para solucionar, al menos algunas, de sus grietas funcionales. Para eso va a argumentar de manera similar a como se argumentó en contra de las explicaciones económicas, y va a decir que los requisitos de una comunidad ideal de discurso son tantos que esas grietas se hacen inevitables.

No debe entenderse la postura de Wohlgemuth como una refutación de Habermas, sino como un complemento de su pensamiento que ha omitido el carácter de instrumento comunicativo del proceso de competencia capitalista.

También aclara Wohlgemuth que de ninguna manera afirma que la competencia sea una arena de "pura acción comunicativa", lo que sería sin dudas una afirmación difícil de sostener.

Como principio el autor acepta los diferentes conceptos de acción y sus peculiaridades tal como las describe Habermas.

Lo que se pregunta Wohlgemuth es qué ámbito de interacción social puede llegar a parecerse a una comunidad ideal del discurso; descarta al proceso de mercado, y al político, incluso la ciencia está muchas veces dominada por intereses estratégicos y comunicación instrumental. Por eso el autor va a suponer que, sin agentes angélicos, son las diferentes reglas aplicables a la competencia capitalista y al proceso político las que van a determinar el resultado obtenido.

La descripción que hace Habermas de la esfera pública que no es una organización con propósito ni jerárquica, sino " que puede ser mejor descripta como una red para intercambiar información y puntos de vista"

Lo mismo es aplicable dice Wohlgemuth para el proceso de mercado desde una perspectiva hayekiana, así también los atributos generales de las reglas para un discurso justo se parecen a las de un proceso de mercado justo, a saber son reglas universales de conducta aplicables a todos los habitantes que proscriben determinadas conductas: coerciones, manipulaciones, amenazas y acosos.

Wohlgemuth pasa luego a analizar los principios de Cohen para el procedimiento deliberativo, que son los adoptados por Habermas que además recrimina específicamente el uso de definiciones empíricas y por lo tanto mucho menos demandantes de democracia- Esas definiciones son cercanas al status quo de las democracias occidentales dice Habermas y por lo tanto carecen de interés normativo.

Intercambio regulado de información: Para Wohlgemuth si bien vistos aisladamente los actos de comprar o vender un bien, implican elecciones sin demasiada comunicación, en un nivel de sistemas generales "todas las expresiones de competencia en el mercado pueden ser interpretadas como una argumentación continua" La argumentación en la definición de Habermas es caracterizada por la intención de ganar el asentimiento de una audiencia universal da una proposición problemática en un concurso no coercitivo pero regulado. El comportamiento empresarial en mercados competitivos es caracterizado por la misma intención (ganar el asentimiento más amplio posible de los consumidores a una solución propuesta para un problema, un bien o un servicio). La compra o no compra del público decide quien tiene el mejor argumento o razones

Entrada, soberanía y persuasión : En el mercado nadie es excluido en principio, mientras no existan barreras de entrada. Los acuerdos voluntarios están basados en contratos entre ciudadanos legalmente iguales que permanecen "libre de coerción" Lo que cuenta últimamente es el mejor argumento, la oferta a la que se le dice más sí que no.

Habermas desprecian de algún modo al consumo masivo, y a la propaganda como fuerzas coercitivas que "generan" o "crean" necesidades. Sin embargo, Wohlgemuth aclara un punto importante, hay una coincidencia entre Habermas y Hayek, ya que ambos rechazan la postura ingenua del mainstream de la economía que considera tanto a la política como al mercado como instrumentos para la agregación de preferencias dadas hacia alternativas dadas. (por ejemplo Arrow). En cambio para Hayek no hay una demanda colectiva dada, sino el resultado de un proceso de descubrimiento mediante prueba y error.

Wohlgemuth reconoce que la publicidad no es una desinteresada acción comunicativa, ni mucho menos, pero es la "única" manera de informar a la gente acerca de las alternativas disponibles que pueden ser voluntariamente elegidas y de dar razones acerca de por qué los nuevos productos deben ser testeados como posibles soluciones a los problemas individuales. No es demasiado diferente, para Wohlgemuth, a la publicidad electoral, que termina en políticas que no pueden ser elegidas individualmente, pero que tienen que ser "compradas" y "consumidas" por todos los miembros de la sociedad, sin tener en cuenta sus diferencias. NI siquiera el mercado de las ideas Habermasiano garantiza que la gente obtendrá lo que verdadero o correcto.

 

Comunicación desilingüificada. (delinguistified)

La mayor parte de la comunicación en un mercado es expresada noverbalmente a través de acción directa humana: hacer ofertas y elegir, sostiene Wohlgemuth en una aclaración que comparto. Esas acciones, si bien dan una señal clara de si una oferta es aceptada o no, y el grado de dicha aceptación, no proporcionan pista alguna acerca de las razone sy motivaciones para tales actos. Los precios sólo informan el proceso de la deliberación y el estado actual de la misma, continuamente, es decir marcan las preferencias y expectativas de los participantes y la cambiante capacidad del mundo real de responder a las mismas.

A su vez los cambios en los precios relativos (entre dos bienes) reflejan necesidades cambiantes, expresadas en acciones humanas actuales o anticipadas (no sólo palabras)

Como Hayek escribió "La competencia es esencialmente un proceso de formación de opinión, diseminando información, crea la unidad y coherencia dentro del sistema económico que presuponemos cuando lo llamamos mercado".

La postura HAyekiana se diferencia bien del mainstream que considera a los precios meras restricciones en la tarea de maximizar la utilidad, que tiene el Homo Economicus; para HAyek el sistema de precios debe funcionar como un medio de comunicar las expectativas, necesidades y capacidades de los actores, para provocar acciones recíprocas en una marco de intercambio voluntario.

Es decir para Wohlgemuth, las propiedades indispensables para hacer funcionar a un mercado (las propiedades operativas del mismo), lo hacen aproximarse más a los requisitos fundamentales de una comunidad ideal comunicativa.

 

Mutuo ajuste sin centralización

Lo que este postulado demanda, también involucra un proceso más parecido a la comunicación en el mercado que al proceso de toma de decisiones colectivas, esto es las deliberaciones en el mercado pueden en principio continuar infinitamente o detenerse y retomarse en cualquier momento.

El proceso político necesita llegar a alguna conclusión (aunque se la considere provisional y criticable) para ponerla en práctica. En cambio en un mercado, no hay conclusión definida ni necesidad por parte de las diversas minorías de "esperar su turno". Además solo la comunicación motivada por los precios, involucra a millones de decisiones que pueden ser aplicadas y cambiadas en cualquier momento.

La diferencia crucial es que el mercado "ayuda a utilizar el conocimiento de mucha gente, sin necesidad de recolectarlo primero en un único cuerpo y así hace posible la combinación de la descentralización de decisiones y ajuste mutuo de las mismas"

Por otra parte, los sistemas de elección colectiva (incluso el ideal Habermasiano de democracia directa basada en la deliberación política) finalmente tiene que reducir la voluntad de tal vez millones, a una autoridad; el proceso de mercado no necesita eso para funcionar

 

La extensión del mercado está limitada por las pretensiones de la política

Tal vez sea el más demandante de los requisitos ya que exige que se pueda extender a cualquier asunto que pueda ser regulado en el interés equitativo de todos. Ni la coordinación de mercado ni la deliberación política pueden satisfacerlo. Y si asumimos que le corresponde al estado marcar los límites del mercado, ¿a quién se pregunta Wohlgemuth sino a otros actores políticos se puede llamar para rectificar las "fallas de política"?

 

La justificación del discurso no justificatorio

El discruso de mercado se relaciona con la anticipación, descubrimiento y satisfacción de necesidades y deseos, pero no con su justificación (su única justificación está dada por el consentimiento mutuo dentro de los límites legales). El proceso de mercado implica la existencia de una esfera privada, en la que no hay que dar justificación de nada. En el ideal deliberativo no ocurre lo mismo. En realidad el proceso de mercado permite el máximo de interacción entre individuos, sin necesidad de ponerse de acuerdo previamente.

Tal vez esa sea su mayor virtud.

Por supuesto el tema que está detrás de estos dos últimos requisitos es si la interacción es equitativa o no.

Obviamente los críticos de los procesos de mercado, tienen razón cuando sostienen que el poder de participar en el mismo, no está distribuido equitativamente ni de manera igualmente efectiva.

Concretamente, las reglas de un juego pueden ser perfectamente equilibradas, pero nadie diría que la situación lo es si algunos participantes juegan con el doble de jugadores o de recursos.

Por supuesto el hecho que no se dé esta equidad en el proceso de mercado, no debe soslayar el hecho que tampoco se da en el proceso político.

De los criterios que menciona Habermas siguiendo a Robert Dahl para calificar la equidad y la influencia de los ciudadanos en el proceso político (participación efectiva, igualdad en el voto, entendimiento ilustrado, control de los temas a tratar e inclusión de los adultos) ¿cuántos criterios satisface cada una de los regímenes democráticos?

El propio Habermas reconoce que sus idealizaciones "hacen abstracción de las desiguales distribuciones de atención, competencias y conocimientos entre el público" ¿Por qué entonces demandar más de los procesos de mercado?

Para concluir Wohlgemuth asegura que no usó una analogía simplista entre un proceso y otro, basada en el uso de metáforas similares, sino como herramientas heurísticas para describir similaridades y diferencias funcionales.

Ambos procesos enfrentan un problema similar como hacer el mejor uso posible del conocimiento disponible. Para Wholgemuth, en una opinión que comparto; el proceso de mercado, por su descentralización y por sus sucesivos y continuos procesos de experimentación y descubrimiento resuelve mejor la complejidad y la ignorancia que cualquier sistema político posible.

Esto ocurre además porque apuntan a crear tipos diferentes de conocimiento

El discurso de mercado, lo se necesita y desea (lo que es nuevo), la política ideal, las condiciones semipermanentes para las soluciones alternativas a los problemas de acción colectiva. ( lo que es correcto) y por último el discurso científico que apunta a descubrir causas permanentes de hechos observables.( lo que es verdadero)

Wohlgemuth termina su análisis con dos párrafos que vale la pena reproducir "in extenso" "La principal diferencia entre el conocimiento político y el conocimiento económico requeridos en sus respectivos foros de comunicación social es que la comunicación política apunta a un ideal más demandante: encontrar fundamentos morales (juicios, opiniones, intereses legítimos) que puedan ser comunicados y acordados por todos los ciudadanos y que después puedan ser definidos operacionalmente como un mandato en una relación principal-agente entre los ciudadanos y sus representantes Ninguna de esas demandas se hacen en el foro del mercado y ninguna de esas demandas puede ser obtenida a través del intercambio bilateral informado y coordinado por el sistema de precios. Por eso la "deliberación" a través de los mercados no es un substituto completo de la deliberación política porque cada uno de los respectivos sistemas apunta al descubrimiento de un tipo de conocimiento diferente que es útil para la solución de problemas sociales de diferente tipo"

Comparto la opinión de Wohlgemuth pero además la considero especialmente perspicaz y valiosa, como a su párrafo final :

"Si se lo entiende adecuadamente, el orden del mercado competitivo, con sus mecanismos de comunicación espontáneos, debería suscitar la admiración de todos aquellos que buscan un discurso de persuasión y libre de dominación, regulado y con intercambio crítico de información, ajustes mutuos de expectativas e irrestricta participación efectiva."

Una vez más Wohlgemuth suena tal vez, demasiado naif, pero si mitigáramos el exaltado "debería suscitar la admiración" por "podría suscitar la curiosidad", creo que el párrafo sería un muy interesante comienzo para un programa de investigación.

 

Conclusiones

Creo especialmente importante insistir frente a la pregunta inicial con la diferenciación entre el mercado como proceso y el producto o producido de un mercado.

Como dije antes, el mercado como proceso no es ni puede ser moralmente neutro, requiere de determinadas cualidades morales para existir y subsistir.

En cambio, sostengo que el mercado es moralmente neutro respecto de sus resultados ya que, sólo canaliza de una manera sumamente eficiente las valoraciones humanas.

Si no, nos satisfacen los resultados de un mercado más o menos libre, debemos mirar a las personas que en él participan y cambiarlas, no en el mecanismo.

Si pensamos que las estrellas de cine ganan cifras exorbitantes que no merecen y que en cambio merecen los filósofos, debemos concurrir menos al cine y más a cursos de filosofía y comprar más libros de filosofía que revistas farandulescas.

Pero no asumamos la torpe postura intelectual de atribuir lo que no nos gusta al mercado.

Lo que no nos gusta, en todo caso, somos nosotros mismos.

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