LA EXTINCIÓN DE LAS ESPECIES Y EQUILIBRIO ECOLÓGICO

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INTRODUCCION

 

Desearía analizar, en la presente monografía, un grave problema que afecta el equilibrio ecológico de nuestro planeta: la extinción de las especies animales por causas humanas, directas o indirectas.

 

Indudablemente, en el curso de la historia de nuestro planeta, y aún antes de la aparición del hombre, durante millones de años aparecieron y desaparecieron muchas especies animales y vegetales. Por ejemplo, la extinción de los dinosaurios hace aproximadamente sesenta millones de años.

 

La extinción de estas especies se debió por ejemplo a catástrofes naturales bastante espaciadas entre sí en el tiempo, lo cual daba a la naturaleza la oportunidad de volver a restablecer un equilibrio ecológico. En cambio, hoy en día y especialmente en las últimas décadas, la intervención humana no fue ocasional sino permanente, es decir, constantemente el hombre está desafiando el equilibrio del ecosistema, lo cual puede traer como consecuencia la desaparición de toda especie viviente. De aquí la importancia que tiene el tema de la extinción de los animales por obra humana, y que desarrollaré a continuación.

 

LA EXTINCION DE LAS ESPECIES ANIMALES: AMENAZA AL EQUILIBRIO ECOLOGICO

 

Por qué desaparecen los animales?  Fundamentalmente por dos razones; causas directas como el furtiveo y el tráfico de especies amenazadas y protegidas, y en segundo lugar, por causas indirectas derivadas de la alteración y deterioro de los espacios naturales que todavía quedan en el planeta.

 

No es nuevo, ni mucho menos, el fenómeno de la extinción absoluta de especies de la fauna.  Desde que comienza el siglo XVIII, se tiene constancia dd la desaparición de al menos 120 especies de mamíferos y otras 150 aves en los cinco continentes, sin contar la multitud de anfibios, reptiles, peces e invertebrados que el hombre a contribuído a eliminar.  Animales tan bellos e irrepetibles como el oso del Atlas, el león bereber, el antílope azul o el petrel de la isla de Reunión nos han dejado ya para siempre, como anteriormente lo hiciera el famoso dodó de la isla de Mauricio, el gran pájaro gordo que no sabía volar. Otro caso de lo más curioso lo contribuye el porrón de Madagascar. Esta anátida, que antes de la Segunda Guerra Mundial criaba con relativa frecuencia en colecciones privadas y parques zoológicos de Europa, ha desaparecido, como por arte de magia, de sus hábitats tradicionales.

 

Y es que Madagascar, junto con el sudeste asiático, las selvas tropicales de Africa Cenrtal y la incomensurable cuenca del amazonas son, en la actualidad, los puntos más críticos de la Tierra en lo que se refiere a la conservación de la naturaleza y la protección de las especies animales y vegetales que se cobijan en estos ecosistemas tan privilegiados y, a la vez tan sumamentes frágiles.  Estas cuatro grandes áreas naturales, que abarcan casi el 14% de la superficie terrestre, contienen entre el cincuenta y el noventa por ciento de todas las especies animales y vegetales existente en el planeta, muchas de las cuales no han sido estudiadas ni clasificadas todavía.

 

Según un exhaustivo informe hecho público por el Word Wide Fund For Nature, WWF (Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza), titulado Misión para la década de 1990, la velocidad que existía por entonces de destrucción de los bosques tropicales es al menos 10 millones de hectárea por año, pudiendo alcanzar, casi con seguridad, los 20 millones de hectáreas.  Algo así como la superficie total que ocupa nuestra provincia de Río Negro y aun parte de Neuquén.

 

El citado informe, prologado por el presidente del WWF, el príncipe Felipe de Edimburgo, arroja muchas luces acerca de los grandes peligros que se ciernen sobre la diversidad biológica de nuestro planeta, auténtico caballo de batalla de este organismo internacional.  "Algunas veces nos olvidamos -dice el informe- de que más del cuarenta por ciento de todas las medicinas (legales) prescriptas en los EEUU son producidas a partir de fuentes (materias primas) naturales, y de que el ochenta por ciento de la población de los países en vías de desarrollo depende para sobrevivir, de forma exclusiva, de los medios naturales obtenidos a partir de animales y plantas silvestres".

 

Existen casos clamorosos de destrucción de la diversidad biológica.  Por ejemplo, en Sudamérica.  En los prácticamente 5 millones de Kilómetros cuadrados de la Amazonia Legal de Brasil, cualquiera puede ser propietario de una extensa hacienda: el unico requisito formal y legal es limpiar la maraña vegetal del terreno intervenido.

 

De esta manera forma tan sencilla, miles y miles de hectáreas de territorio virgen son incendiadas para ganar una superficie de cultivo de rentabilidad más que dudosa. Por luchar contra esta irracional manera de destruir las selvas tropicales, los defensores de la ecología a escala mundial ganaron otro mártir para su causa, al ser asesinado Chico Mendez, el líder de los caucheros tradicionales, en diciembre de 1988 por los colonos de nueva plantación.

 

Otro ejemplo bien ilustrativo. La isla Madagascar, en la costa oriental de Africa, es un mundo aparte.  Se calcula que existen allí 12.000 especies botánicas diferentes, de las cuales 8.000 constituyen endemismo insulares. Asimismo, el noventa por ciento de las especies reptiles que viven en la isla, 142 de las 144 especies de anfíbios censados, 106 de las 197 especies de aves que se reproducen anualmente y todas las especies de lémures que habitan en Madagascar, son exclusivos de la isla.  Pero toda esta portentosa riqueza biológica se encuentra en grave peligro porque los bosques tropicales está siendo talados a un ritmo vertiginoso por la crisis económica de la sociedad malgache.

 

Más ejemplos dramáticos. La selva de Ituri, en el nordeste de Zaire, es una de las áreas tropicales de Africa Central que todavía permanecen intactas.  Según datos facilitados po el WWF, en sus 60.000 kilómetros cuadrados de superficie habitan el elefante de la selva, trece especies de primates, gran cantidad de aves, anfíbios y reptiles, así como el gran okapi.  Pues bien, toda esta variedad faunística puede desaparecer en sólo unos años si no se pone freno de inmediato a las legiones de buscadores de oro y nuevos colonos que invaden este paraíso natural.

 

Resulta prácticamente imposible redactar una lista completa de los animales más amenazados, pero existe una especie de consenso internacional sobre las diez especies con un futuro más incierto.  Estas son:

 

Aguila morena filipina.  El ave de presa más rara del mundo se refugia en los últimos reducto del bosque tropical filipino.  Aunque no se sabe con certeza cuántos ejemplares quedan, su observación resulta cada vez más difícil.

 

Ballena franco o vasca.  Antaño distribuída ampliamente por los mares del hemisferio norte, su caza incontrolada durante varios siglos ha estado a punto de acabar con la especie.  Desde hace cuarenta años no se ve ningun ejemplar en las costas españolas.

 

Delfín lacustre chino. Sin dudas el cetáceo más amenazado es este delfín de agua dulce, casi ciego, que habita en el río Yangtse. No quedan más de 150 individuos.

 

Duiker de Jentink. Este pequeño antílope africano viven en los bosques de Liberia y Costa de Marfil.  Los cazadores furtivos y la destrucción de su hábitat casi han acabado con él.  No hay datos de censo.

 

Elefante africano.  En 1975 existían unos 1.300.000 paquidermos.  Hoy día sólo quedan 650.000.

 

Cóndor de California. A pesar de los intentos de cría en cautiverio, no deben quedar más de treinta ejemplares en libertad.

 

Leopardo de las nieves. Este bellísimo felino, a pesar de la protección de que supuestamente goza, es cazado en Asia Central para vender su piel.  No se sabe en estos momentos cuántos ejemplares sobreviven todavía. 

 

Rinoceronte de Java.  Su población se calcula de cuarenta individuos.  Sus parientes africanos también están amenazados: sólo quedan 3.800 ejemplares de rinoceronte negros y 4.700 del blanco. Se les caza por su cuerno, considerado afrodisíacos.

 

Panda gigante. Al alimentarse únicamente de bambú, la destrucción de este recurso ha provocado que hoy sólo sobrevivan unos 1.000 individuos, de los cuales un diez por ciento se encuentra repartidos en distintos parques zoológicos.

 

Tamarindo de trasero rojo. Este primate tropical que habita en los bosques costeros brasileños se ve amenazado por la destrucción de su hábitat. Se calcula entre 75 y 100 individuos.

 

Después de este desolador repaso a la situación de las especies en peligro de extinción, existe algún camino abierto a la esperanza?  Rotundamente sí, siempre y cuando el legítimo desarrollo económico de los pueblos realice de una forma racional y respetuosa con el entorno natural, y se cumplan los convenios y acuerdos internacionales de protección de animales y plantas.  Respecto a este punto, hay que mencionar la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), que comenzó a regir en el año 1975.

 

El CITES, suscrito por 106 países, tiene como fin primordial la protección de más de 1.000 especies de la fauna y flora del mundo mediante el control del comercio internacional. Se trata, en síntesis, de acabar con un tráfico de animales y plantas -y sus respectivos productos derivados- cuyo comercio mueve cada año 5.000 millones de dólares.  Pero, por desgracia, muchas veces las buenas intenciones se quedan sólo en eso. Veamos por qué sucede.

 

Cuando, en octubre de 1989, los países miembros del CITES prohibieron el comercio del marfil, su intención era acabar con la sangría que supone la muerte de 70.000 elefantes por año.  Sin embargo, naciones como China, Sudáfrica, reino Unido -en nombre de Hong Kong-, Zambia Zimbabwe no firmaron el acuerdo. Por lo tanto, la amenaza de extinción aún se cierne sobre el gran coloso.

 

Tal vez la salvación para muchas especies venga a través de una fórmula que comenzó a ensayar con éxito el WWF en 1987 en Ecuador, Costa Rica, Filipinas, Zambia y Madagascar. Consiste en el intercambio de deuda externa por trabajos de conservación de la naturaleza. Así, el WWF organiza la compra a los bancos acreedores de una parte de la deuda del país en cuestión a precios de descuento, y la invierte, convertida en moneda nacional o bonos financieros, en trabajos de conservación de áreas de gran valor natural.  Una idea audaz e imaginativa que quizá sea una buena solución para preservar en el futuro la diversidad biológica de este planeta.

 

CONCLUSIONES

Cuando destruímos la naturaleza, estamos destruyendo la diversidad biológica, producto de 4.000 millones de años de evolución: millones de especies de plantas, animales y microroganismos que pululan en el medio natural. ¿Cuánta variedad existe sobre la tierra? No se tiene al respecto al respuesta exacta, pero se estima que el número global de especies podría oscilar entre los 5 y los 30 millones, aunque por el momento se han clasificado casi un millón y medio.

La diversidad biológica es la riqueza natural del mundo, y la supervivencia de nuestro planeta depende de la conservación, lo más intacta posible, de esa diversidad.

 

BIBLIOGRAFIA

Slonisisky Teodoro, "RELACIONES ENTRE HUMANOS, ANIMALES Y PLANTAS", Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1985.

Begón Michael, "ECOLOGIA ANIMAL", Barcelona, Editorial Trillas, 1989.

Margalef Ramón, "ECOLOGIA", Barcelona, Ediciones Omega, 1986.

Begón, Harper y Towsend, "ECOLOGIA, INDIVIDUOS, POBLACIONES Y COMUNIDADES", Barcelona, Ediciones Omega, 1988.

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