DISTURBIOS EMOCIONALES EN EL NIÑO

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Lía Aguilar
Lic en Ciencias de la Educación

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El vasto tema de los disturbios emocionales infantiles está vinculado con numerosas etiologías y muy variadas manifestaciones conductales. La Lic. Aguilar recorre esta temática a través de una exposición clara, abarcadora y sintética.

 

El tema de los disturbios emocionales es amplio y muy general, abarcando un vasto espectro de trastornos que perturban el normal desarrollo del niño.

Estos trastornos son las neurosis, los trastornos del carácter, las psicosis y los problemas vinculados con el RM (retardo mental) o la DCM (disfunción cerebral mínima), los que a su vez se manifiestan en la persona a través de depresión, fobias, rutinas y rituales, autismo, agresión, somatizaciones, dificultades en el aprendizaje social y escolar, etc. Cualesquiera sean éstos, vamos a observar que interfieren en una correcta aprehensión del ambiente y de sí mísmos.

Todo lo que altera la estructura del cerebro puede provocar un trastorno psicopatológico; pero además existen dificultades funcionales provocadas por causas no orgánicas o atóxicas, que son el resultado de influencias ambientales en el niño durante su desarrollo emocional.

De este modo, podemos clasificar los trastornos en: orgánicos y funcionales, de acuerdo a su etiología.

Entre los orgánicos, figuran las enfermedades, lesiones o accidentes que restringen la función fisiológica real del Sistema Nervioso Central. El grupo funcional, más numeroso, comprende los estados que se deben a un clima emocional perturbado.

Las alteraciones orgánicas y funcionales pueden ocurrir precoz o tardíamente en el desarrollo infantil y ambas pueden tener efectos que van desde los más leves a los más graves. Debemos considerar, asimismo, la combinación de ambos factores. Para Finch, hay factores:

 

A.- Heredoconstitucionales.

B.- Nacimiento, lesiones y enfermedades tempranas.

C.- Clima emocional:

            1. Embarazo

            2. Personalidad y situación maternas

            3. Clima familiar: padre, hermanos, otros.

            4. Factores accidentales: enfermedad o pérdida de los padres; problemas ambientales (guerra, depresión, etc).

 

En una clasificación etiocrónica (etio=causa, crónica=cuándo) de las maduropatías, veremos lo siguiente:

 

1.- Maduropatías somatógenas prenatales;

2.- Maduropatías somatógenas perinatales;

3.- Maduropatías somatógenas postnatales;

4.- Maduropatías etógenas (socioculturales, familiares).

 

De acuerdo con estas consideraciones previas, veremos que durante los dos primeros años de vida es posible detectar: RM, autismo, privación materna.

Por RM entendemos una lentificación del desarrollo inteligente que compromete globalmente el desarrollo infantil.

En la privación materna, como su nombre lo indica, hay problemas que se derivan de la relación vincular madre-hijo que pueden desembocar en depresiones y/o afecciones psicosomáticas.

Con respecto al autismo, sobre cuyo origen hay diferentes posturas (psicogenética; desapego materno; biogenética; deficiencias cognitivas y perceptivas que dificultan la percepción de los estímulos y entorpecen la comunicación), éste se inicia con el nacimiento o poco después y provoca graves trastornos en el desarrollo cognitivo y social del niño. Sus síntomas más característicos son: el retraimiento, las conductas estereotipadas, la carencia de un lenguaje funcional y comunicativo.

Ciertas características del autismo son típicas, también, de los niños con RM, LC (lesión cerebral) y/o deficiencias sensoriales, que como los autistas sufren dificultades en su evolución personal por fallas en la detección y diagnóstico precoz, los que permitirían instaurar la o las terapias más adecuadas.

En los años preescolares, agregamos: A.- La DCM (condición biogenética heredada o adquirida, más detectable en este periodo); B.- La esquizofrenia infantil que surge como resultado de una compleja interacción de factores biogenéticos y psicosociales; C.- Las reaccioness neuróticas (fobias, rutinas, rituales); D.- La agresividad. La DCM se manifiesta en una conducta desordenada e ingobernable y en dificultades en el aprendizaje. Hay hiperkinesia (inquietud excesiva, excitabilidad y falta de control), y sus causas son varias: mala nutrición durante el embarazo, complicaciones durante el nacimiento y traumatismos cráneoencefálicos o enfermedades meningoencefálicas después del nacimiento, etc.

En la esquizofrenia hay defectos neuropsicológicos o anormalidades bioquímicas así como un aprendizaje social defectuoso en una familia desorganizada. Sus síntomas son: aislamiento, reacciones emocionales bruscas o inadecuadas, pensamiento incoherente, razonamiento ilógico, lenguaje y conceptos peculiares, percepción distorsionada del medio y/o de su propio cuerpo, control inadecuado de los impulsos agresivos antisociales y autodestructivos.

La fobia (miedo exagerado e inhabilitante) es una conducta neurótica que se desarrolla en el niño frente a objetos o situaciones relativamente inofensivas. No cumplen función protectora alguna y crean una ansiedad general por la integridad del cuerpo. Se origina por accidentes reales o imaginarios. A veces, el objeto temido es la representación de alguna otra cosa a la que se le tiene miedo (desplazamiento).

Las rutinas y rituales neuróticos de la primera infancia son expresiones exageradas de la inquietud normal de sufrir daño.

La agresividad es una manifestación externa de hostilidad, odio o furor que puede estar dirigida contra sí mismo como contra los demás; su origen es la frustración.

Cuando la insatisfacción es muy intensa y es el único resultado de las relaciones interpersonales, la agresividad puede ser constante, y los sentimientos de culpa, más o menos concientes que genera, forman un círculo vicioso del que difícilmente se pueda salir sin ayuda. Evolutivamente, vemos como normales las rabietas (crisis de oposición) en los primeros años de vida; pero puede suceder que la explosión agresiva de las tendencias hostiles, sean desviadas del mundo objetal (padres, hermanos) y descargadas violentamente sobre el cuerpo del mismo niño (golpeándose la cabeza, por ejemplo) o sobre objetos, animales u otros niños.

La autoagresividad (morderse, arañarse, arrancarse pellejos y costras, darse cabezazos, tirarse al suelo, etc) puede dar lugar a mutilaciones que son transitorias, recurrentes y/o permanentes, como la onicofagia (comerse las uñas) o la tricotilomanía (tirarse de los pelos en distintas zonas del cuerpo).

La heteroagresivdad, caracterizada por el daño infligido a otros (animales, niños o cosas) puede anticipar, en esta edad, características psicopáticas que se profundizarán en el periodo de latencia y en la adolescencia. Aquí, observamos en el niño labilidad emocional y ambivalencia en sus relaciones, y pasa de ser de seductor y querido a temido y odiado; es caprichoso e inestable, no acepta que le impongan tareas y maneja emocionalmente a sus padres y maestros.

En la edad de la latencia, o sea cuando ingresa en la escuela primaria, cabe agregar las incapacidades de aprendizaje, la fobia escolar y otros aspectos de la neurosis infantil como la hipocondría, la depresión, etc., y el desorden de la conducta.

El estado depresivo se caracteriza por un síndrome nuclear, cuyos componentes principales son: la melancolía, la inhibición y el sentimiento de culpa. Hay síntomas adicionales como: la fatiga, la falta de entusiasmo, el retraimiento, el insomnio, la anorexia, la jaqueca, etc. En los niños, se puede manifestar desde pequeños, por trastornos en la alimentación y en el sueño, crisis de llanto, onicofagia, enuresis, encopresis, retraso psicomotor e inhibición del pensamiento (lentitud de las respuestas verbales, habla insuficiente en relación con la edad). En los mayores, la depresión afecta en gran medida la esfera psíquica. Está muy sensible e irritable, se siente inferior, piensa en el suicidio, rechaza la ayuda; algunos la enmascaran en una autocrítica exagerada, fracaso escolar y explosiones agresivas o acting out (como expresión de deseos inconcientes reprimidos). Ya en la adolescencia, su forma más aguda puede llevar a intentos de suicidio o al suicidio mismo. La hipocondría se caracteriza por una excesiva atención a las sensaciones de su propio cuerpo, de modo que las quejas y preocupaciones del niño hipocondríaco son la expresión de su sufrimiento mental.

Con respecto a los trastornos del aprendizaje, pueden considerarse varias causas: lesiones cerebrales, errores pedagógicos y factores psicológicos; éstos últimos son mayoría y se fundan en diversos problemas: alteraciones del lenguaje, de la psicomotricidad, de la percepción, dificultades de adaptación, inmadurez afectiva y/o inestabilidad emocional; así como fracaso escolar global en respuesta a un ambiente familiar muy exigente.

Nos queda por señalar un síndrome generalizado en todas las edades: las psicosomatosis o enfermedades psicosomáticas o psicofisiológicas. Estas comprenden una serie de entidades o agrupaciones sintomáticas, cuya característica reside en que el conflicto psicológico no es vivenciado en el área mental de la persona (en este caso, el niño) sino en el cuerpo, tal como si este padeciese una enfermedad orgánica pura. Con ello se quiere decir que, inclusive la enfermedad que se pueda imaginar como de naturaleza más orgánica, evidencia a veces un factor emocional precipitante (por ejemplo en un resfrío común pueden descubrirse factores emocionales). También se observa una predisposición física a las enfermedades psicosomáticas cuando éstas aparecen: sería el caso de la hipersensibilidad de tipo alérgico que subyace en el asma y el eczema, cuya diversidad de manifestación está íntimamente ligada al estado emocional del sujeto.

 

 

Bibliografía

-English y English, "Diccionario de Psicología y Psicoanálisis".

-Ey y otros, "Tratado de Psiquiatría", Ed. Masson.

-Ajuriaguerra J, "Manual de Psiquiatría Infantil", Ed. Masson..

-Finch S, "Fundamentos de Psiquiatría Infantil", Ed. Psique.

-Gesell y Amatruda, "Diagnóstico del desarrollo normal y anormal del niño", Ed. Paidós.

-Piaget J, "Psicología del niño", Ed. Morata.

-Spitz R, "El primer año de vida del niño", Ed. Paidós.

-Weiner y Elkind, "Infancia y adolescencia", Ed. Paidós.

-Gisbert, Mardomingo y otros, "Educación Especial", Ed. Cincel-Paidós.

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