TEORIAS DE LA COMUNICACIÓN DE MASAS

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Ferran Mir Sabaté 

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Al querer conservar cualquiera de las instancias
separadas de la red estructural de la comunicación,
nos vedamos cambiar nada fundamentalmente,
y nos condenamos a unas prácticas manipuladoras frágiles,
que sería peligroso confundir con una ‘estrategia revolucionaria’.

Jean Baudrillard.

Los medios de comunicación de masas.

Antes de definir el objeto de estudio, conviene tener presente el nacimiento del concepto de masa social. Durante el siglo XX se produce un tránsito desde una sociedad industrial y burguesa, característica del siglo anterior, a una sociedad de ocio y consumo: la sociedad postindustrial. Este tránsito se caracteriza por cuatro modificaciones substanciales: 1) elevación del nivel de instrucción de la población, 2) desarrollo de grandes organizaciones de participación anónima, 3) aparición de una multitud atomizada en sus relaciones con el consumo y la producción y 4) aumento del tiempo libre de la gran mayoría de la población[1]. En este contexto social aparece el concepto de masa para referirse a grupos grandes de personas anónimas y heterogéneas. De estas tres características esenciales de masa (amplitud, anonimato y heterogeneidad) se derivan otras características, no menos importantes desde el punto de vista del estudio de los medios de comunicación masivos:

a)  sus miembros tienen un nivel de interacción muy leve o inexistente porque están físicamente separados unos de otros.

b)  sus miembros tienen una débil y limitada capacidad de organización, por lo que no son capaces de respuestas articuladas.

c)  sus miembros, si bien anónimos en el conjunto, son miembros de una red de grupos sociales primarios y secundarios (familia, amistades, trabajo, asociaciones, etc.) en los que son suficientemente conocidos y en cuyo seno ejercen y reciben influencias.

La comunicación de masas es la que, partiendo de un emisor, tiene como receptor a una masa, tal como se ha definido anteriormente. Mientras en la comunicación interpersonal existe algún tipo de vínculo extracomunicativo entre emisor y receptor, en la comunicación de masas este vínculo no existe. Naturalmente, para que esta comunicación sea posible son necesarios unos medios mucho más sofisticados que en la comunicación interpersonal. El desarrollo tecnológico de estos medios ha permitido saltos cualitativos de indudable repercusión social desde la simple imprenta, cuya invención permitió la difusión del libro en el siglo XVI y cuyo perfeccionamiento permitió la difusión de la prensa a partir del siglo XVIII, hasta los modernos sistemas de comunicación que permiten las nuevas tecnologías de la información. No obstante, los grandes avances se han dado en el siglo XX, coincidiendo con el paso de la sociedad industrial a la sociedad postindustrial: radio, cine, música grabada, televisión. La historia de los medios de comunicación de masas es el fruto de una compleja interrelación entre tecnología, situación socioeconómica, necesidades y relaciones sociales[2].

La necesidad de disponer de un medio altamente sofisticado para le emisión de mensajes de masas, ha hecho que el emisor no sea ya una persona, sino un ente organizado en el que cooperan desde los técnicos del medio hasta los comunicantes propiamente dichos y que precisa de un volumen creciente de capital para financiar las inversiones necesarias en los recursos imprescindibles para la emisión.

Paralelamente al desarrollo de los medios de comunicación de masas ha nacido una nueva cultura, entendida como mediadora entre el medio ambiente y el grupo social[3]: la cultura de masas. Es difícil definir el término ‘cultura de masas’ hasta el punto de que un buen experto como Denis McQuail lo define como "típico producto de lo que producen y difunden los medios de comunicación"[4]. Pero, en definitiva, lo que se quiere afirmar con el término, es que los medios de comunicación de masas están creando una nueva forma de mediación entre el mundo y las personas, que se superpone a la mediación culta (la cultura superior) inventando nuevos mitos y ritos y estableciendo un dualismo cultural[5]: cultura superior / cultura popular.

 

La comunicación de masas.

Con lo dicho anteriormente y apoyándonos en el modelo lineal de la comunicación (Shannon/Wiener) podemos caracterizar completamente todos y cada uno de los elementos del modelo y extraer, con ello, las características fundamentales de la comunicación de masas.

El emisor es una compleja organización social que precisa de grandes recursos financieros para su funcionamiento y que, por tanto, tiene o puede tener interés en la difusión o no difusión de determinados mensajes, con el fin de seguir disponiendo de dichos recursos.

El canal y el código son los característicos de cada medio y dependen de su forma de distribución y recepción, del estado de la tecnología y de la dimensión organizativa del emisor.

El mensaje es elegido primariamente por el emisor, pero de acuerdo a la teoría de retroalimentación (Wiener) es la audiencia la que, de alguna manera, pide un determinado tipo de mensajes, que el emisor se ve obligado a dar para mantener su posición en el mercado de los emisores.

El receptor es la sociedad de masas, la audiencia. Un conjunto amorfo de personas, sin interacciones significativas y con nula relación con el emisor. No obstante, responde al estímulo del mensaje modificando sus comportamientos y pidiendo nuevos contenidos al emisor.

Como puede comprobarse, la concurrencia de agentes sociales, técnicos y económicos tan diversos, hace que la investigación en comunicación de masas deba ser un estudio pluridisciplinar que, dependiendo del énfasis que se haga en cualquiera de los puntos del modelo lineal o de la perspectiva bajo la que se estudie, deriva en puntos de vista y conocimientos que no son homologables entre sí[6]. Existen tal multiplicidad de paradigmas en este campo de investigación que los propios expertos no se ponen ni siquiera de acuerdo en un sistema taxonómico de los mismos. Así, mientras Blanca Muñoz destaca la división fundamental entre las teorías funcional-conductistas norteamericanas y las teorías críticas europeas[7], Denis McQuail dice que la división fundamental radica entre las teorías holísticas, las teorías centradas en el mensaje y las teorías sobre los efectos y la audiencia[8]; mientras Mauro Wolf clasifica los paradigmas según la función de los medios: teoría de la manipulación, teoría de la persuasión, teoría de la influencia, teoría de la funcionalidad, teoría crítica, teoría culturológica y teorías comunicativas[9]; Jordi Berrio los clasifica en función del paradigma filosófico-sociológico que tienen como fuente fundamental: escuela de Chicago (interaccionismo simbólico), agenda de temas (etnometodología), construcción social de la realidad (fenomenología), tematización (funcionalismo sistémico), análisis de la recepción (eclecticismo)[10].

Sin duda nos encontramos ante una investigación reciente que todavía precisará de algún tiempo hasta alcanzar una teoría unificada.

 

La investigación en comunicación de masas. Un poco de historia.

Los estudios sobre la propaganda durante la Primera Guerra Mundial fueron los que dieron inicio a este campo de investigación. Concretamente, el libro de Harold Laswell "Técnicas de propaganda en la Guerra Mundial" de 1927 en el que se afirma que sin la propaganda no es posible poner en pie de guerra un país moderno en contra de lo que sucede en las sociedades tribales, es considerado comúnmente como el inicio de la ‘communication research’. Todavía hoy conocemos el paradigma de Laswell[11] como el punto de arranque de esta investigación.

Los primeros estudios empíricos no se realizarán hasta los años cuarenta (Lazarsfeld, Katz, Merton, etc.) en busca de los efectos de los medios en la conducta de las audiencias. Y será a finales de esta década cuando el propio Laswell, nuevamente, establecerá las funciones básicas del especialista de los medios de comunicación:

1)  Supervisión del ambiente: recolección y distribución de información de los sucesos del ambiente, externo e interno, de la sociedad. Es la manipulación de noticias.

2)  Concordancia de las partes de la sociedad en respuesta a ese ambiente: interpretación de la información acerca del ambiente y la prescripción de la forma como reaccionar. Es la editorial o propaganda.

3)  Transmisión de la herencia social de una generación a la siguiente: comunicación de la información, valores, normas sociales. Es la educación.

A las que Charles Wright agregará con posterioridad una cuarta:

4)  El entretenimiento: actos comunicativos de diversión.

Es también en esta década cuando se publica "Dialéctica de la Ilustración" en el que sus autores, Horkheimer y Adorno, los más ilustres representantes de la escuela de Franckfourt, incluyen un artículo con el título "La industria cultural. Ilustración como engaño de masas", abriendo un frente de investigación radicalmente distinto al que transitaban Laswell y los empiristas norteamericanos. Mientras éstos se dedican al análisis de las funciones sociales de la comunicación de masas, aquellos inciden en el proceso de manipulación de los productores de los mensajes[12].

Durante los años sesenta se opera un cambio teórico, y desde el puro análisis de la funcionalidad de los medios, se pasa al estudio de la posibilidad de elaborar planteamientos persuasivos. Al esquema funcionalista de Laswell y Merton se le añaden elementos de la teoría conductista y el estudio de los medios pasa de ser objetivo y teórico a ser comercial y práctico.

Paralelamente, los autores estructuralistas empiezan a interesarse por la comunicación de masas. Interesados en conocer los elementos subyacentes de la sociedad de masas y, sobre todo, de la cultura mitológica que genera, no podían dejar de investigar en la comunicación de masas porque en ella se hace evidente la relación entre lo consciente y lo inconsciente colectivo.

 

La investigación en comunicación de masas. El panorama actual.

Como ya se ha dicho, no es fácil estructurar en una clasificación simple, las distintas corrientes de pensamiento que han confluido en la investigación sobre comunicación de masas. No es descabellada la hipótesis planteada por Blanca Muñoz[13] de separar en dos grandes grupos a las distintas escuelas; ella los denomina ‘línea norteamericana’ y ‘línea europea’. Las bases filosóficas de la primera se encontrarían en el pragmatismo y el empirismo, mientras que las de la segunda podríamos establecerlas en la teoría crítica y el estructuralismo. Las preocupaciones básicas de la ‘línea norteamericana’ serían su interés por la medición de los procesos de asimilación en la audiencia, la comprobación rigurosa de contenidos temáticos y simbólicos, los estudios de la adecuación del mensaje al canal; todo ello bajo una concepción pasiva y desorganizada de la audiencia y con el objetivo puesto en la persuasión. En la ‘línea europea’ encontramos preocupaciones radicalmente distintas: el carácter pseudo cultural de los mensajes, el control cultural por los grandes monopolios, los efectos manipuladores de los medios que conducen a la unidimensionalidad y la cosificación, la conversión del mensaje en mercancía; todo ello bajo una concepción marxiana de la ideología y una perspectiva antropológica de la cultura. No obstante, dentro de cada una de las líneas apuntadas coexisten diferentes paradigmas que señalaremos más adelante.

La sociología de la comunicación ha puesto de relieve, en los últimos años, cuatro factores relevantes a los que los primeros autores no habían prestado suficiente atención:

1)  la idea de que las concepciones de la gente sobre la realidad dependen de los mass media y que ello tiene efectos cognitivos a largo plazo que están siendo estudiados por autores como Gerbner.

2)  la idea de que las audiencias también afectan a los medios (y no sólo a la inversa) por lo que los usos y gratificaciones[14] que obtiene la audiencia condicionan a los emisores, sus autores más relevantes serían Katz y Halloran.

3)  el reconocimiento del efecto manipulador de los medios y la postulación de nuevos medios libres que hacen Mattelart y Enzernsberger

4)  la idea de que los medios crean una nueva cultura popular cuyas características son estudiadas por autores como Hoggart y Hall.

Todo ello ha conducido a la aparición de nuevas tendencias que de alguna forma superan la dicotomía (norteamericano / europeo) que planteábamos anteriormente. Las tendencias basadas en la ‘agenda de temas’, en el ‘análisis de la recepción’ o en la ‘construcción social de la realidad’ beben tanto del pragmatismo como del estructuralismo o la teoría crítica, en mayor o menor medida.

También ha influido considerablemente en la aparición de estas nuevas tendencias, el desarrollo de las teorías de la comunicación: modelo lineal (Shannon Weaver), los modelos semióticos informacionales y textuales, etc. que han permitido una confrontación de la investigación en comunicación de masas con las demás disciplinas comunicativas.

Según el profesor Berrio[15], las tendencias actuales en la investigación son las siguientes:

a)  La ‘escuela de Chicago’ que representaría la continuación de la ‘línea norteamericana’ iniciada por Laswell. Su fuente filosófica es el pragmatismo y su metodología es el naturalismo empírico. Para un autor como Park, la comunicación social es el instrumento para lograr el consentimiento que exige la democracia mediante las representaciones simbólicas compartidas.

b)  La ‘agenda de temas’ que estudia la correspondencia entre la agenda confeccionada por los medios y la que tiene la gente y cómo la confección de dicha agenda transmite categorías cognitivas. Para un autor como Mauro Wolf[16] los medios no proporcionan sólo las noticias, sino también los parámetros mediante los que deben interpretarse.

c)  La ‘construcción social de la realidad’ que afirma que la realidad presentada por los medios es una realidad de segundo orden. Su fuente filosófica es la fenomenología. Para un autor como Grossi, los mensajes son construcciones mentales con base en los acontecimientos y, por ello, no son ni verdaderos ni falsos. En este contexto las rutinas de los medios pueden interpretarse como autojustificadoras.

d)  La ‘tematización’ que se dedica al estudio de cómo se confeccionan y seleccionan los temas y cuál es su elaboración cognoscitiva posterior. Agostini entiende el tema como una estructura de sentido que se concreta en diversas comunicaciones y cuyo proceso de elaboración pasa por diferentes etapas: captación, selección, control veritativo y jerarquización. En su nivel extremo puede incluirse la hipótesis del ‘news making’[17]

e)  El ‘análisis de la recepción’ que estudia los procesos mediante los que los destinatarios construyen el sentido de lo recibido y los contextos sociales en los que lo recibido adquiere pleno sentido. Autores como James Llull pondrán un énfasis especial en la contradicción social y el conflicto.

Como se puede comprobar, la mayoría de tendencias han incorporado los elementos críticos que los autores franckfurtianos habían denunciado de la industria de los medios, pero eliminando aquel componente conspirativo que había tenido inicialmente[18]. De alguna forma la mayoría de tendencias reconocen que el individuo es el objeto de la industria cultural, que ya no puede decidir autónomamente porque la moderna cultura de masas es un medio de inaudito control psicológico.

Berrio constata la complejidad y variedad de los estudios sobre comunicación social y deduce de ello la necesidad de avanzar para superar la insuficiencia de todas las explicaciones que nos presenta como tendencias actuales[19]. Sin embargo desde otras posiciones se afirma la conveniencia de la existencia de diversos paradigmas que aporten instrumentos teóricos diversos desde los que se puedan formular enfoques específicos[20] .

Cabe preguntarse el porqué de la existencia de paradigmas diversos. Como ya se ha apuntado la investigación en comunicación de masas es, necesariamente, una investigación pluridisciplinar en la base de la cual se encuentran fundamentalmente dos disciplinas, la sociología y la psicología, en las que tampoco existe un único paradigma. Los supuestos sociológicos en los que se basan las investigaciones van desde el funcionalismo estructural (que afirma que la propia estructura social aporta la estabilidad del sistema) hasta los modelos de conflicto social (que afirma que los conflictos generados entre los distintos grupos de interés provocan un continuo proceso de cambio) pasando por perspectivas evolucionistas o interaccionistas. Tampoco se aporta unificación desde la psicología en la que conductismo y psicoanálisis se revelan como teorías prácticamente contradictorias, y ello sin hablar del cognitivismo (o quizá fuera mejor decir los cognitivismos). Con estos instrumentos tan fragmentarios no parece posible la construcción de un modelo unificado de ciencia de los medios de comunicación de masas.

A ello hay que añadirle además, que los medios de masas se comportan como auténticos sistemas sociales, como industrias que han penetrado profundamente en las instituciones básicas de nuestra sociedad: en la economía, en la política, en la familia, en la religión y en la educación. Por tanto se unen a las bases científicas de la investigación, los intereses de todo tipo que tales industrias representan, entre las que no es despreciable la faceta financiera[21].

Ni siquiera desde el punto de vista metodológico se ha conseguido un principio de unificación. Muchas de las teorías son difícilmente contrastables (¿cómo evaluar los efectos a largo plazo?) y los métodos de recogida de información (entrevistas u observación participativa) se acercan más al cuaderno de notas del antropólogo que a un verdadero informe experimental.

A todo lo dicho, se une la revolución constante de la tecnología de los medios. Hemos visto recientemente en nuestro país que una simple cadena de mensajes en los teléfonos móviles ha producido una tormenta política, al pedir a los receptores una determinada actitud: la de manifestarse ante las sedes de un partido político en pleno periodo electoral. La irrupción de internet en los últimos años ha abierto un nuevo espacio comunicativo mediante el cual prácticamente cualquiera puede publicar el mensaje que le venga en gana. La experiencia nos demuestra que mientras desde la invención de la imprenta hasta la generalización de los periódicos transcurrieron varios siglos, desde la invención del cine hasta la generalización de la televisión sólo transcurrieron unas decenas de años. ¿Qué nos puede deparar el futuro? Toda la investigación actual está centrada en los medios de comunicación ‘clásicos’ (fundamentalmente: prensa, radio, cine y televisión) cuya característica básica es que vedan para siempre la respuesta, como no sea bajo formas de ‘simulación de respuesta’; pero las nuevas tecnologías están empezando a permitir a los usuarios que sean a su vez emisores con unos costes módicos.

Podríamos, pues, estar asistiendo al fin de lo que Baudrillard llamó ‘la palabra sin respuesta’[22] . Y después de este fin se abre lo que el mismo Baudrillard califica de alternativa radical al sistema mass mediático: romper el monopolio de la emisión de mensajes para que esa potestad pueda intercambiarse, darse y devolverse[23] , para que se instale nuevamente la reciprocidad que había sido la característica esencial de la comunicación: el intercambio; hasta que la aparición de los mass media la convirtió en unidireccional.

Notas

[1]  Muñoz, Blanca. "Cultura y comunicación. Introducción a las teorías contemporáneas". Barcanova. Barcelona, 1989. Pág. 21: "a) elevación del nivel de instrucción de la gran mayoría de la población por imperativos de la producción, la distribución y el consumo, 2) necesidad y capacidad de integración de la población en las tareas políticas como consecuencia de su mayor nivel de instrucción; para lograr este fin de adaptación sin rupturas a las estructuras políticas, se desarrollan vastas organizaciones de participación anónima, como es el caso de clubes deportivos, asociaciones de consumo y diversión, y sobre todo se creará una división política en partidos que funcionan con arreglo a los mismos principios de atomización que las células familiares de consumo, c) pero el fenómeno más característico es la aparición de una multitud anónima atomizada en su relación con la producción y el consumo."

[2]  McQuail, Denis. "Introducción a la teoría de la comunicación de masas". Paidós. Barcelona, 1983. Pág. 21: "En la historia de los medios de comunicación de masas nos enfrentamos con cuatro elementos principales: la tecnología; la situación política, económica, social y cultural de una sociedad; el conjunto de actividades, funciones o necesidades; y la gente, sobre todo en cuanto constituida por grupos, clases o intereses. Todos estos elementos se han interrelacionado de distinta forma [a lo largo de la historia] .."

[3]  Muñoz, Blanca. Op.cit. Pág. 17: "La conclusión es que en la gran mayoría de tendencias de las ciencias sociales se deduce la definición de la cultura como gran mediadora entre el medio ambiente y el grupo social".

[4]  McQuail, Denis. Op.cit. Pág. 44.

[5] Jensen, Klaus Bruhn. "La semiótica social de la comunicación de masas". Bosch. Barcelona, 1997. Pág. 98: "la dualidad de la cultura es clave para la teoría de la comunicación de masas" …. "los medios de comunicación de masas son instituciones-industrializadas-para-pensar-en, que son los modernos equivalentes de los objetos-para-pensar-en que la antropología identifica".

[6]  Wolf, Mauro. "La investigación de la comunicación de masas". Paidós. Barcelona, 1987. Pág. 11: "De ello [la communication research] ha resultado un conjunto de conocimientos, métodos y puntos de vista tan heterogéneo y disforme, que hace no sólo difícil sino tal vez insensato cualquier intento de ofrecer una síntesis satisfactoria y exhaustiva".

[7] Muñoz, Blanca. Op.cit.

[8]  McQuail, Denis. Op.cit.

[9]  Wolf, Mauro. Op.cit.

[10]  Berrio, Jordi. "Bases de teoria social en la sociologia de la comunicació de massa". UAB. Bellaterra (Barcelona), 1995.

[11] Se conoce como paradigma de Laswell (las 5 W’s) la pregunta siguiente: ¿QUIÉN dice QUÉ, a QUIÉN a través de QUÉ CANAL y con QUÉ EFECTOS?  Nótese su similitud con el modelo lineal de la comunicación: emisor - codificador - mensaje, canal, código - descodificador - receptor.

[12]  Muñoz, Blanca. Op.cit. Pág. 394: "La cultura pasa a ser una mercancia ‘paradójica’, como afirman Horkheimer y Marcuse. Mediante un uso industrial de ella y una ideologización publicitaria, su funcionamiento refuerza los vínculos del sistema y facilita la disolución de la crítica intelectual, dando incluso contra argumentaciones a sus consumidores."

[13] Muñoz, Blanca. Op.cit. Ver apéndice sobre la comparación de las líneas norteamericana y europea desde el paradigma de Lasswell.

[14]  Según el profesor Wolf, la hipótesis de los Usos y Gratificaciones ha tenido el mérito de acelerar la obsolescencia del modelo comunicativo informacional por un lado, y de enlazar la investigación empírica y la teoría funcionalista por otro. Ver Wolf, Mauro. Op.cit. Pág. 78 y siquientes.

[15]  Berrio, Jordi. Op.cit.

[16]  Wolf, Mauro. Op.cit. Pág. 163: "Los media, al describir y precisar la realidad externa, presentan al público una lista de todo aquello en torno a lo que tener una opinión y discutir. El presupuesto fundamental de la agenda setting es que la comprensión que tiene la gente de gran parte de la realidad social es modificada por los media".

[17]  Wolf, Mauro. Op.cit. Pág. 216: "[El marco de las empresas de medios] define justamente el conjunto de características que los acontecimientos deben poseer (o representar a los ojos de los periodistas) para poder ser transformados en noticias, es decir, para poder satisfacer los tres requisitos mencionados más arriba [posibilidad de reconocer el acontecimiento, afluir de forma planificada y ser tratable de forma idosincrática]".

[18] Wolf, Mauro. Op.cit. Pág. 90: "[La teoría crítica] representa el abogado del diablo de muchas communication research, la ‘pars destruens’ del tipo de conocimiento que se iba elaborando trabajosamente en el ámbito ‘administrativo’".

[19]  Berrio, Jordi. Op.cit. Pág. 45: "El que es pot constatar actualment és la gran complexitat i varietat que presenta la comunicació social". Pág. 46: las visiones actuales "el que més aviat afirmen es la necessitat d’anar més enllà; de declarar l’insuficiéncia de tals explicacions per donar raó de la complexitat psicológica, ideológica o ética que envolta el fenómen de la comunicació".

[20]  De Fleur, Melvin y Ball-Rokeach, Sandra. "Teorías de la comunicación de masas". Paidós. Barcelona 1993. Pág. 68: "El hecho de que puedan existir varios paradigmas en competencia para explicar una misma cosa no debe ser considerado como una fuente de confusión. No es necesario decidir cuál de esas teorías es ‘realmente verdadera’. En cierto sentido, todas ellas son ‘verdaderas’, o una determinada de ellas puede ser considerada verdadera, para aportar un grupo conveniente de instrumentos teóricos de donde puedan derivarse y formularse enfoques más específicos para comprender y explicar fenómenos particulares de la comunicación".

[21]  De Fleur, Melvin y Ball-Rokeach, Sandra. Op.cit. Pág. 188: "En la actualidad, sin embargo, la función del contenido de nivel inferior es mantener la estabilidad financiera de un sistema social [el de los medios] profundamente institucionalizado, que está integrado con firmeza en el conjunto de la institución económica americana. Parece pequeña, en verdad, la probabilidad de que nuestro sistema de comunicación de masas pueda a este respecto ser drásticamente alterado por las ocasionales protestas de los críticos". (El subrayado es mío).

[22] Baudrillard, Jean. "Crítica de la economía política del signo". Siglo XXI. México, 1974. Pág. 202.

[23]  Baudrillard, Jean. Op.cit. Pág. 202: "Lo que caracteriza a los medios de comunicación colectiva es que son antimediadores, intransitivos, que fabrican la no-comunicación, si se acepta definir la comunicación como un intercambio". Pág. 212: "Es, pues, una ilusión estratégica creer en una desviación crítica de los media. Tal palabra pasa hoy por la destrucción de los media como tales, por su des-construcción como sistema de no comunicación.  … La reciprocidad pasa por la destrucción del medio como tal." (Cursivas en el original).

Barcelona, mayo de 2004.

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