LA SUPERSTICIÓN

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La superstición es la creencia ajena a la fe religiosa y contraria a la razón.

Como ejemplo de la superstición en nuestros días, puede nombrarse al tarot, método ocultista. El mismo comprende simbologías y relaciones provenientes de diversas culturas y creencias. Sus comienzos se remontan a un simple juego de las cortes reales rodeado de mística y significados que, a lo largo del tiempo, aportan, para quienes en él creen, predicciones y evaluaciones. Además de ser utilizado como método de adivinación o predicción, funciona con fines introspectivos y de meditación. A partir de las diversas culturas que han utilizado el tarot desde hace siglos, se fue conformando la completa terminología que hasta hoy nos llega, siendo las que más influenciaron las de Palestina y Japón, además de China, Egipto, España, Francia, y la cultura gitana.

Otros ejemplos cotidianos de creencias contrarias a la razón pueden ser: evitar pasar por debajo de una escalera, temer cruzarse con un gato negro, y otras acciones que pueden influir en la suerte de la persona en cuestión.

A continuación se citan textualmente textos de poetas e historiadores latinos que omitieron su opinión con respecto a este tema:

 

SUETONIO (Historiador latino. Nació en Roma hacia el 70 d.C y murió después del 141)
"Tenía como muy ciertos algunos auspicios y prodigios: si por la mañana se calzaba al revés y se ponía el zapato izquierdo por el derecho, como cosa funesta; si al emprender un largo viaje por tierra o por mar había caído rocío por casualidad, como augurio favorable de un pronto y feliz regreso. Pero también se conmovía principalmente por los prodigio. Trasladó al patio interior de los dioses Penates una palmera que había surgido entre las piedras delante de su casa y se preocupó mucho de que creciera. Se alegró tanto de que en la Isla de Capri unas ramas de un viejo roble, inclinadas hacia tierra y que languidecían ya, habían revivido a su llegada, que hizo cambiar con la ciudad de Nápoles la Isla de Capri por la de Enaria. Respetaba ciertos días, para no ponerse en viaje al día siguiente de los días de mercado, y no emprendía nada serio en las nonas, evitando en esto ninguna otra cosa."

Capítulo XCII de "La vida de los doce césares" de Suetonio Tranquilo.

En este fragmento, Suetonio se dedica a describir las creencias y costumbres de Augusto.

Augusto fue, según parece, muy religioso y, a la vez, muy supersticioso. Dicha dualidad se explica en forma de fanatismo, ya que el terror hacia sus dioses crece a un punto en el que se convierte en superstición. No faltaban en él los amuletos y la atención hacia los auspicios y presagios. Suetonio subraya marcadamente este rasgo característico de Augusto, colocando a los prodigios y su observación como característica significante de su vida.
        Junto a lo expresamente religioso, todo lo que escapara del entendimiento de la razón era adoptado por Augusto. Era devoto de la astrología y seguidor del Nigidio Figulo. El horóscopo era respetado era respetado por él al punto de colocar una figura de su signo Capricornio al lado de su trono. Durante su reinado, y tal vez por su devoción a Nigidio Figulo, se escapase el Pitagorismo, ciencia profesada por éste. En ese mismo período, sus tendencias religiosas y supersticiosas fueron confirmadas por una intención política. El vio en la religión uno de los elementos esenciales de la tradición romana. Su idea fue restablecer la paz de los dioses, y asegurar por ella a la vez su poder y la prosperidad de Roma. Restaura así, el culto al genio, a los penates, y a los lares.

 

CICERON (Orador, político y literato romano. 106-43 a. C)

"Para hablar verdaderamente, la superstición expandida por los pueblos, oprimió los espíritus de casi todos, y además, ocupó la debilidad de los hombres. Parecería que habríamos hecho no sólo para nosotros mismos sino también para los nuestros si los hubiésemos suprimido de raíz.
Y, en verdad, quiero que esto sea bien comprendido: suprimiendo la superstición, no es suprimida la religión.
En efecto, no sólo es propio de un sabio proteger las instituciones de los antepasados reteniendo las ceremonias sagradas y el culto. Por otra parte, la belleza del mundo y el orden de las bellezas celestes obliga a confesar que existe una naturaleza eterna y suprema y que ella debe ser admirada y respetada para la razón de los hombres. En consecuencia, la religión que está unida al conocimiento científico de la naturaleza debe ser también propagada, así todas las raíces de la superstición deben ser arrancadas."

Libro II, capítulo LXXII. Cicerón.

A través de este fragmento, Cicerón explica que es un deber arrancar todas las raíces de la superstición. Dice que la superstición está siempre con nosotros acechándonos, nos sigue cuando escuchamos a un profeta, cuando se ofrecen sacrificios o cuando observamos  el vuelo de los pájaros, cuando consultamos a un astrólogo, cuando hay truenos, relámpagos, o cuando un "prodigio" nace o es hecho.
Diferencia claramente la religión de la superstición, opinando que la primera está unida al conocimiento científico y que debe ser propagada, mientras que la segunda afecta la tranquilidad de los supersticiosos, ya que estos siempre están pendientes de lo que ocurre con los diferentes signos y señales que alteran sus pensamientos y sentimientos.

 

HORACIO (Poeta latino. 65-8 a.C)

"Yo vi que Canidia avanzaba gritando ceñida en una capa negra con los pies desnudos y el cabello suelto con Sagana la mayor; la palidez había transformado a una y a otra a un aspecto horrible.
Comenzaron a cavar la tierra con las uñas y a destrozar a mordiscones una cordera negra. La sangre ha sido derramada en las fosas para de allí hacer salir a los dioses manes, armas que darán respuestas."

El fragmento expuesto anteriormente, describe el carácter hechicero de la época. Esto, podría relacionarse con el desarrollo de la magia negra en la actualidad, la cual constituye el arte de influir en el curso de los acontecimientos o adquirir conocimientos por medios sobrenaturales. Este tipo se utiliza para matar, hacer daño, y satisfacer l propio egoismo. La magia está relacionada con la alquimia, el ocultismo, el espiritismo, la superstición y la brujería. Los griegos y romanos practicaron la magia. Durante la edad media la magia negra se asociaba con la brujería, la hechicería y la invocación de los demonios.

 

LA RELIGIÓN

La religión, es el dogma acerca de la divinidad y de las prácticas rituales para tributarle culto. Ésta, se basa en un conjunto de creencias y preceptos que no pueden ser cuestionados y que guían la acción de sus fieles. Las grandes religiones monoteístas coinciden en reconocer la existencia de un Dios único, supremo y del universo. Constituyen un verdadero dogma sin buscar explicaciones racionales sobre la existencia de Dios u otro tipo de creencias. La fe religiosa, para los creyentes, es fuente del saber, y da explicaciones suficientes a todos los planteos del hombre.

        En términos de buscar analogías, la superstición y la religión coinciden en apoyarse en la creencia en algo o en alguien sin buscar fundamentos lógicos que la expliquen.
        Sin embargo, la diferencia fundamental reside en que las supersticiones son un cúmulo de pensamientos aislados, en cambio, como surge de la definición, la religión condensa en un cuerpo único al que denominamos dogma religioso, un conjunto de creencias y preceptos que dan lugar a un pensamiento común.

        Frente a la superstición y al pensamiento religioso y, si bien no es el objetivo principal de este trabajo, merece ser destacado el pensamiento científico. Para ello, presentamos un fragmento del libro "La ciencia, el método y la filosofía" del filósofo argentino Mario Bunge:

“...el creyente busca la paz en la aquiescencia, el investigador, en cambio, no encuentra paz fuera de la investigación y de la disensión: está en continuo conflicto consigo mismo, puesto que la exigencia de buscar conocimiento verificable implica un continuo inventar, probar y, criticar hipótesis.  Afirmar y asentir es más fácil que probar, y disentir, por esto hay más creyentes que sabios, y por esto, aunque el método científico es opuesto al dogma, ningún científico y ningún filósofo científico debieran tener la plena seguridad de que han evitado todo dogma.

De acuerdo con la filosofía científica, el peso de los enunciados y  por consiguiente su credibilidad y su eventual eficacia práctica- depende de su grado de sustentación y de confirmación.  Si, como estimaba Demócrito, una sola demostración vale más que el reino de los persas, puede calcularse el valor del método científico en los tiempos modernos.  Quienes lo ignoran íntegramente no pueden llamarse modernos; y quienes lo desdeñan se exponen a no ser veraces ni eficaces”.

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