ALGO CAMBIÓ ENTRE LOS DOS ALIADOS

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Roger Cohen
The New York Times

Miércoles 17 de marzo de 2010 | Publicado en edición impresa   

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NUEVA YORK.- Siento la tentación de ver la visita a Israel del vicepresidente Joe Biden como una parábola: un buen tipo se mete en líos y se revela la verdad. Escuchamos, por ejemplo, cómo el primer ministro Benjamin Netanyahu dejaba en claro: "Israel y Estados Unidos tienen intereses mutuos, pero nosotros actuaremos de acuerdo con los intereses vitales del Estado de Israel".

También Estados Unidos tiene "intereses vitales", que incluyen el logro de una solución de dos Estados para el conflicto entre palestinos e israelíes. La paz es un interés vital para Estados Unidos por muchas razones, incluyendo su inalienable compromiso con la seguridad a largo plazo de Israel, pero la más acuciante es que el conflicto es un instrumento de reclutamiento jihadista empleado para alimentar las guerras en las que mueren jóvenes estadounidenses.

Sin embargo, en la última década, Estados Unidos ha estado facilitando el costoso emprendimiento de los asentamientos al entregar a Israel 28.900 millones de dólares. El objetivo estratégico de Estados Unidos, lograr que Israel y Palestina convivan lado a lado con seguridad, ha sido socavado por su propia diplomacia que entrega cheques en blanco.

Algo cambió cuando a Biden se le agradeció su apoyo con un desaire: el anuncio de que se construirán otros 1600 departamentos en Jerusalén Oriental, una clara provocación cuando la reanudación de las conversaciones de paz es el objetivo esencial de Estados Unidos. Barack Obama se puso furioso. En una administración verticalista como ésta, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, no despotrica contra Netanyahu durante 43 minutos si el presidente estadounidense no está indignado.

El premier israelí ha estado jugando con Obama. Hace un año escribí que las nuevas políticas de Obama implicarían "un probable enfriamiento de las relaciones entre Israel y Estados Unidos". Yo creía que Israel había subestimado un cambio estratégico de la presidencia de Obama: su alejamiento de la retórica de la guerra al terrorismo, para acercarse al mundo musulmán para aislar a los terroristas. Aquí está el enfriamiento. No es posible acercarse a los musulmanes si al mismo tiempo se consiente la constante apropiación israelí del espacio físico destinado a la eventual Palestina.

¿Los "vitales intereses del Estado de Israel" incluyen seguir construyendo en Jerusalén Oriental, o su aceptación de la expresión "dos Estados para dos pueblos" tiene algún significado que trascienda el camuflaje? La disculpa de Netanyahu no basta. Estados Unidos está exigiendo "acciones específicas", que deberían incluir la anulación del proyecto.

Este es un momento para dividir las aguas. La violencia palestina, la incitación antisemita y la infiltración jihadista en el movimiento nacional palestino socavan todos los esfuerzos de paz. Biden actuó correctamente al reforzar el compromiso estadounidense con la seguridad israelí. Pero ha llegado el momento en que los errores palestinos dejen de servir de excusa para que Israel desperdigue al pueblo palestino en enclaves.

En este sentido, la incursión de Biden ha sido saludable. Dejó al descubierto los "intereses vitales" de Estados Unidos. Fue un desafío para la costumbre israelí de ocultarse detrás de políticas que, con el tiempo, generarán un Estado dividido y nada democrático. El diario Maariv publicó en tapa una caricatura de Obama cocinando a Netanyahu en un caldero. Supuestamente ilustraba una relación "en llamas". Pero la imagen también revela algo sobre la manera en que Israel ve a sus críticos.

Israel se equivoca al burlarse de las críticas constructivas. Sólo éstas pueden sacar al país del callejón sin salida de un solo Estado, algo que es de vital interés para Israel.

Traducción de Mirta Rosenberg  

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