GLOBALIZACIÓN
Desarrollo en la era del capital global

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Prosper or Perish ?
Development in the Age of Global Capital         
BLANCA HEREDIA

Blanca Heredia, is a professor in the department of international studies and academic dean at the Center for Research and Teaching in Economics in Mexico City.

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La globalización de los mercados puede resultar costosa. Los desiguales efectos de la producción y las finanzas globalizadas y dentro de países en desarrollo se presenta un brusco contraste de la imagen globalizada como una formidable mezcla de puntos de vida, y estilos de vida. Pero en algunas naciones en desarrollo se reflejan crecientes expansiones de estancamiento económico y pérdidas humanas.
La crítica fundamental de la autora hace referencia al tardío reconocimiento por parte del mercado libre de la importancia de la eficacia de las instituciones estatales en la medición del impacto de la globalización sobre el desarrollo de la economía. Es decir, la aumentada exposición a los mercados mundiales sólo se transformará en una verdadera palanca del desarrollo de la economía en la presencia de instituciones capaces de mitigar fallos del mercado y de administrar el desafío competitivo y las dislocaciones domésticas producidas por las aperturas.
La liberalización y la globalización improbablemente pueda promover desarrollo estable y equitativo. El tipo de crecimiento y la clase de sociedad producida por la apertura económica dependen cada vez más de la calidad y de los recursos institucionales de la nación. El problema para los países menos desarrollados es que la exposición a los mercados financieros internacionales no generaron automáticamente las instituciones necesarias, para un mundo globalizado.
A su vez, argumenta que las imágenes asociadas a la globalización la más popular lo retrata como un proceso a nivel mundial globalizarnos NO se refiere a los provechos, las personas, dinero, ideas, transformándose rápidamente entre las naciones derribando las fronteras. Se refiere al capital transformándose, siendo más portátil e internacionalmente transferible. Más que cualquier otra cosa, el capital no está sólo ganando la carrera de movilidad internacional, también está conduciendo la globalización del resto. Por lo cual, el crecimiento de las finanzas internacional ha reformado radicalmente la estructura de la economía mundial, siendo los mercados financieros globalizados los que han aumentado enormemente el poder estructural de los poseedores de capital y ha reducido drásticamente las opciones de los gobernantes.
Los países en desarrollo de hoy son grupo mucho más heterogéneo que al comienzo de la posguerra. La globalización no está ayudando a ser más equitativo, la globalización está haciendo que la diferencia entre los países crezcan. Contrariamente a las predicciones de la teoría neoclásica la liberación del flujo de capital internacional no está beneficiando a los países donde el capital es más escaso. El rápido crecimiento de la importancia de los flujos de inversiones, ha previsto en este sentido, desafíos especiales, de capacidad regulatoria apropiada como las instituciones domésticas capaces de asegurar la administración apropiada de grandes volúmenes de flujo de finanzas externas. En otras palabras, las fallas del gobierno domésticos han ciertamente magnificado el costo de la apertura financiera. La globalización ha exacerbado diferencias no sólo entre naciones en desarrollo, sino también dentro de ellas, y a su vez la pobreza ha crecido en términos absolutos en todos los países en desarrollo y se ha incrementado en términos relativos en muchos países de África y América Latina. Esta situación se podría revertir, mediante la intervención estatal como por ejemplo el gobierno chileno que adoptó una política económica más pragmática. Entre éstos se incluyen controles en los flujos de financiación, políticas fiscales orientadas a estimular el ahorro doméstico, reformas en el sistema de pensión, programas de lucha contra la pobreza y un régimen de nivel de intercambio flexible que fue utilizado para mantener un alto intercambio.  No es el tamaño del gobierno lo que parece determinar las diferentes trayectorias del crecimiento económico en las naciones en desarrollo en el pasado reciente, más importante que el tamaño en el crecimiento y en los efectos de la globalización ha sido la larga variación en el tipo y calidad de la intervención estatal. A diferencia del caso chileno, el resto de los países latinoamericanos, no han desarrollado una adecuada intervención estatal, por ejemplo, particularmente llamativo es el contraste entre Indonesia, con 8000 firmas en el 95 y Brasil con 543. Los beneficios del gran acceso a los fondos financieros internacionales han sido desigualmente distribuidos, en México 1º firmas recibieron más de 50% del total de inversiones de 1993. Crucial en los muy diversos tipos de crecimientos estimulado por la globalización son las diferentes capacidades estatales y recursos institucionales a través de los cuales estos países tienen negocios y oportunidades planteadas por el capital globalizado.
En resumen, por que la liberalización y globalización ha llevado a un inestable y lento crecimiento en algunos países pobre, gran y desigual crecimiento en otros, y extremadamente rápido y estable crecimiento en un pequeño número de naciones, uno debe ver más allá de la cantidad de intervenciones estatales y hacer foco en su “calidad” .
La tipología utilizada por la autora es la siguiente, propone tres tipo básico de funciones estatales; la mínimas (la provisión de beneficios públicos, como ley y orden, derecho de propiedad, estabilidad macroeconomía), intermedias (intervención en las fallas del mercado, como el monopolio), activas (coordinación de la actividad mercantil y redistribución de las posesiones). Estas tipologías nos dicen sobre la reciente performance económica de los países en desarrollo. Podemos hacer la siguiente observación preliminar: los países donde el estado estaba capacitado para cumplir las tres funciones, lo hicieron mejor. Para ellos los vientos de la apertura global le han llevado todos los beneficios: fue un crecimiento muy rápido, estable y bien distribuido.
En aquellos países donde el estado manejó sólo las funciones mínimas e intermedias, por ejemplo Chile, el crecimiento ha sido estable y ha sido acompañado por una reducción de la pobreza. Y por último en aquellos países en desarrollo como el resto en Latinoamérica, donde las grandes aperturas han sido administradas por estados que cumplieron sólo con las funciones mínimas, el crecimiento ha sido lento, menos estable y mucho más desigual.

 

Globalización en la mira, acorralada...

Sin bases políticas estables, los mercados caen. Los negocios multinacionales son vistos, tanto por sus defensores como por sus críticos, como proveedores de las más sólidas bases para una economía realmente global. La percepción más frecuente en la actualidad, es que las autoridades políticas han sido relegadas al rol de adaptarse ellas mismas, así como también las sociedades sobre las que han disminuido su control, a la lógica del desarrollo de una tecnología de base mundial, integrada, liderada por corporaciones que no deben rendir cuentas (lealtad) a ningún Estado.
Yo veo las cosas de un modo diferente. La proliferación de empresas multinacionales no garantiza tal prosperidad. A pesar de intensificar la competencia internacional, a veces acompañada por incrementos en la concentración de mercados, las multinacionales no están promoviendo la convergencia e integración de sistemas nacionales de innovación, comercio e inversión, así como tampoco impulsando a las economías nacionales en las cuales están inmersas. No pueden hacerlo fundamentalmente porque ellas mismas no están reunidas en torno a normas globales de comportamiento corporativo.
Las compañías que venden bienes o servicios en los mismos mercados tienen mucho en común, y el número de adquisiciones y fusiones ha crecido significativamente en las últimas décadas, pero las operaciones más estratégicamente importantes de las multinacionales siguen variando a lo largo de las fronteras nacionales. la corporación global, desatada de las amarras de la política nacional, navegando a la deriva en el mercado mundial, es un mito. Los Estados se relacionan con las multinacionales y promueven adecuados ambientes de trabajo donde ellas florecen. Los gobernantes de los estados en los que las empresas líderes se sustentan, conservan la autoridad de gravar, regular e influir en las actividades comerciales.
Cada gobierno ejerce y aplica su autoridad de diversas maneras. Las variaciones nacionales son también aparentes en la distribución y redistribución de costos sociales asociados con políticas explícitas e implícitas. Las estructuras políticas nacionales continúan moldeando las actividades que influyen decisivamente el futuro de las corporaciones, sus gobiernos internos y operaciones financieras a largo plazo, sus programas de investigación y desarrollo, sus inversiones directas interrelacionadas y estrategias comerciales intrafirma.
En poco tiempo, en el núcleo de las multinacionales que dominan el mundo, no habrá tal globalización. Sin embargo la evidencia empírica sugiere resistencia. La mayoría de las multinacionales Americanas continúan haciendo énfasis en las estrategias de rentabilidad en el corto plazo Las empresas alemanas siguen enfocando hacia una angosta franja de industrias y una estrategia en la que los beneficios de nuevas tecnologías tienden a ser muy difusos. Las más prometedoras multinacionales alemanas también conservan muy buenas relaciones con sus banqueros locales, aunque ellos estén en la lucha por crear nuevas ventajas competitivas en mercados externos. Las multinacionales japonesas, a pesar de haber enfrentado ajustes extremadamente difíciles en los 1990’s, continuaron dependiendo de redes corporativas establecidas con un distintivo aspecto nacional.
Ningún sistema corporativo es necesariamente mejor que otro, cada uno tiene sus ventajas y desventajas. Nuestra investigación demuestra que estas diferencias estructurales, las cuales aún siguen líneas nacionales, no se están desvaneciendo. Esta conclusión conlleva profundas implicancias en el mundo de los políticos, líderes empresariales, intelectuales y el público. Al mismo tiempo que muchos críticos buscan puntos de resistencia a las presiones ejercidas por la globalización, nosotros encontramos dentro del pensamiento corporativo una sistemática negación a ser los precursores de la nueva infraestructura global.

 

La apariencia de la globalización

La naturaleza  y extensión de la convergencia estructural en el campo económico debería estar reflejada en las operaciones globales de las multinacionales. Si la economía global se está unificando, la evidencia debería ser obvia entre los vehículos de negociación que más exitosamente muestren ser capaces de sortear las redes de la interdependencia. Los líderes hablan como si ése fuera el caso. De ellos escuchamos constantemente sobre la emergencia de mercados globales, la globalización de sectores industriales, y la potencialidad del comercio electrónico sin estado, todos señalando la obsolescencia de las fronteras económicas nacionales. El resultado final - un mercado mundial - está previamente acordado. Donde los ejecutivos prometen deeparramar prosperidad, los críticos observan una competencia catastrófica y la colisión de las fuerzas del mercado insuficientemente controladas.
La emergencia de un sistema de negocios global, es intuitivamente pensable. Empresas crecientemente autónomas desean siempre economías de mayor escala y el producto requiere integración regional profunda está conducida en gran parte por la expansión de corporaciones financieras e industriales. Al tiempo que las multinacionales extienden sus operaciones y accesos al mercado a través de límites nacionales, parecería que los políticos y ciudadanos defensores del pensamiento local, van a ser naturalmente empujados a adaptar su pensamiento a la lógica regional o global.
Un consenso emergente de tales líneas parece a la vista. El término globalización es comúnmente invocado para capturar los elementos a veces contradictorios que caracterizan el proceso. Nuestro análisis, que se centra en las actividades principales de las empresas multinacionales en tecnología y sectores de capital intensivo, sugiere algo diferente.

 

Siguiendo al líder del Estado

En teoría, la innovación tecnológica y las economías de escala en creciente demanda, pueden minar el orden político establecido. Desde el período de posguerra, muchos analistas y políticos esperaban que las actividades de las corporaciones en mercados cada vez más abiertos, promovieran una gradual convergencia de capacidad tecnológica. En este sentido, anticiparon un movimiento de decisión efectiva basada en el desarrollo tecnológico futuro, para gradualmente trascender las fronteras de los estados.
Los modelos dominantes de cambio tecnológico y crecimiento económico, lideraron la presunción de que la expansión de la demanda, la liberalización del mercado y el librecomercio iban a crecer con la velocidad y proyección de la tecnología. Este proceso estaba esperado para nivelar el campo de juego en materia de tecnología entre las corporaciones  y los gobiernos nacionales. El comercio internacional nada en información, conducida por los canales corporativos, quienes desparraman los beneficios de la innovación tecnológica. Ésto tomaría la forma de conocimiento directo empotrado en el diseño industrial de bienes y servicios tecnológicamente intensivos, experiencia en la producción, y la migración de científicos e ingenieros. Como resultado, muchas economías eventualmente se acerquen o alcancen paridad tecnología con los poderes económicamente dominantes.
El desarrollo tecnológico y el crecimiento económico alcanzados, han sido mucho menores de lo esperado. La brecha tecnológica entre Estados Unidos y otras naciones industrializadas, se ha achicado, en varios sectores de la industria. Pero las nuevas tecnologías e información implicada en ella no fluye dinámicamente entre las empresas, a través de las naciones, como el modelo de convergencia global predijo.
La habilidad de desarrollarse, adaptarse y usar nuevo conocimiento, no se deriva de la producción. La innovación también requiere inversiones de capital concentradas en educación, recursos humanos e investigación y desarrollo de infraestructura. Nuestro estudio indica que el rol de la corporación y del gobierno en la promoción de innovaciones, varía marcadamente, incluso entre los países más avanzados. Los diversos modelos de organización institucional y los lineamientos ideológicos que enmarcan al estado moderno, continúan formando y reformando la organización de compañías multinacionales cuyas actividades a menudo crean  y mantienen la competencia tecnológica nacional.
Diferentes formas de manejar la relación entre estado y sociedad, son reflejadas directamente en las relaciones que conducen las operaciones corporativas fundamentales.

 

La nacionalidad de las Multinacionales

Una vez establecidas, las tecnologías tienden a extenderse a través de acuerdos o joint ventures. Esto es importante porque la clave para determinar la futura organización política del mundo es donde serán creadas, controladas y desplegadas esas nuevas tecnologías.
Al observar a las multinacionales con base en Estados Unidos, Japón y Alemania, encontramos patrones de innovación diferentes, diversos sistemas empresariales y distintas políticas gubernamentales que las sostienen. En esas áreas fundamentales de actividad corporativa, puede demostrarse solamente una convergencia marginal.
Ciertamente las multinacionales cambian; es importante la continua adaptación a los mercados dinámicos para la supervivencia de la firma. Si firmas de países diferentes quieren vender bienes similares en los mismos mercados, su comportamiento día a día en esos mercados, puede aparecer bastante parecido. Pero para aquellas firmas que dominan hoy los mercados internacionales, el origen nacional continúa importando. La nacionalidad de las firmas no está dada por la ubicación de las oficinas o la dirección de los principales accionistas, sino que está dada por la historia.
El núcleo del comportamiento estratégico de las multinacionales varía considerablemente. Tres explicaciones principales han sido ensayadas para explicar esta variación. La primera mira al comportamiento de la firma que esté más fuertemente influenciado por la naturaleza del sector industrial. Una segunda explicación enfatiza la importancia de las influencias internas, tales como la perspicacia tecnológica y la madurez de las principales líneas productivas. Las tercera subraya la maleabilidad de corporación multinacional y la influencia determinante del ambiente específico donde opera la firma.
Tenemos dudas acerca de estas tres explicaciones. Las diferencias del comportamiento corporativo no tienen un correlato con los sectores industriales. No están asociados con la madurez industrial, y devienen observables incluso cuando se encuentran en ámbitos similares.
Ninguna explicación aislada puede explicar la realidad de todas las firmas por sí sola.
Las instituciones domésticas y las ideologías dentro de las cuales las firmas están más fuertemente encastradas, ofrecen las explicaciones más plausibles.

 

Identidad corporativa encastrada ?

Los Estados Unidos, Alemania y Japón, se limitaron a su propio espacio para maniobras políticas en los años siguientes a la segunda guerra mundial, pero pronto notaron los beneficios de la interacción de economía internacional. La transformación de empresas nacionales en multinacionales fue, en este sentido, bien intencionada, aunque ningún político visionario haya podido imaginar los resultados.
Sin embargo la multinacionalización de firmas en su espacio político no ocurrió desordenadamente. Fue menos dirigida por el mercado que dirigida por el estado.
Comparando con varias empresas americanas, las alemanas y japonesas, conservan un sentido más claro de sus identidades nacionales. Una política clara de prosperidad nacional y regional en una ambiente internacional cambiante, y un sentido más realista de la capacidad del resto del mundo para adaptar al comportamiento interno, normas de sus países de origen.
Los líderes americanos suelen jactarse de que la identidad nacional corporativa es un concepto típicamente americano. Nosotros sugerimos que la “corporación global” es mayormente un mito americano.
Los empresarios americanos usan frases como comercio libre, desregulación y globalización para implicar la tendencia a una competencia abierta y libre tanto en casa como en el exterior. Para los alemanes o japoneses estas palabras implican la permanencia de Estados Unidos y otros mercados externos, abiertos a sus importaciones y crecientemente, a sus inversiones directas en producción o distribución de instalaciones.
Tanto en privado como en público las compañías alemanas y japonesas raramente propician verdaderas políticas liberales, restricciones de cartelización u otras acciones que puedan exponer sus mercados domésticos a los vientos de la competencia global.
El fenómeno de la multinacionalización  es un proceso a través del cual las corporaciones que aún son nacionales son insertadas en otro mercado extranjero. Ellas deben adaptar sus márgenes de producción y venta de productos a los gustos locales.
Ellos difieren sistemáticamente en las estrategias, objetivos y el modo en que manejan desafíos comunes, dependiendo de los orígenes geográficos y de las compañías que representan.

 

Disciplinando al mercado

Las reglas que acompañan beneficios globales mutuos, emergen cuando las ideologías y las estructuras institucionales que distinguen a los estados son compatibles. En el pasado ésto sólo ocurrió con dificultades.
La negociación de un régimen internacional para el comercio de bienes y servicios tomó muchas décadas. Continúa siendo imperfecto, pero un mínimo de entendimientos nacionales para el juego limpio y principios a través de los cuales las transacciones puedan ser juzgadas, han sido mejor especificados. La creación del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) en 1948, y su culminación en el WTO (World Trade Organization)en 1995, dependieron de largas y dolorosas negociaciones políticas, no de un mecanismo del mercado promoviendo una profunda convergencia estructural.
Excepto la inestabilidad militar sistemática, la pregunta de si negociaciones interestatales similares pueden crear bases sólidas para una profunda interacción de innovación nacional, inversión y un sistema financiero corporativo, permanece abierta. Más aún, la convergencia paralela de ambientes nacionales estandarizados, condiciones laborales y políticas competitivas, parece muy alejada. Ésto desafía al optimismo de los devotos al mercado global, quienes prefieren no confrontar la interacción de idiosincrasias corporativas. La multinacionalización no crea por sí misma mecanismo de formación de regímenes.
En ausencia de tales intervenciones en el mercado internacional, no podremos entrar a un mundo más competitivo: este es un problema ideológico. Terminaremos más bien, con mercados santuario en algunos países y regiones, e inaceptables condiciones laborales, ambientales y de derechos humanos en otros.
Bajo esas condiciones, la inversión directa es restringida y los mercados locales son protegidos encubiertamente.
Nuevas formas de redes corporativas no necesariamente marca el avance hacia mercados competitivos, más que en un sentido retórico. Ella podrían, de hecho, perseguir nuevas formas de cartelización. En tal mundo, incluso ciudadanos de países industrializados se preguntarían: quién hace las reglas?
Aunque a los pequeños países les ha resultado más complicado jugar con sus propias reglas, los líderes están hoy envueltos en la tarea intrincada de reglamentar las futuras relaciones económicas mundiales. Últimamente la política doméstica y los mercados internacionales, no pueden ser fácilmente desligadas o totalmente unidas.
Nuestro análisis sugiere que la creciente apertura de los mercados de los estados líderes deben ser asociadas con esfuerzos más deliberados por manejar las consecuencias. Vemos un arroyo continuo de evidencias que sugieren que, incluso si los impuestos y otras barreras son desmanteladas formalmente, los estados se disgustan por estar ociosos cuando la corporación básica, el capital, y las ventajas tecnológicas están en riesgo.
La idea alternativa, que las corporaciones liberadas de la interferencia de la política arbitran los intereses nacionales y fuerzan a la convergencia de una tendencia hacia la apertura, marca el camino hacia la inestabilidad social y política. Las ideologías no son estáticas, pero cambian lentamente. Los mercados son una herramienta para la política, no sus sustitutos.
Nuestra investigación da cuenta de las diferencias, inclusive entre los estados industrializados, de las bases políticas, las estrategias.
El poder puede estar modificándose en las diferentes sociedades, pero obviamente, no lo exterioriza hacia algún tipo de corporación supranacional. Los mercados, o más precisamente las enormes y expansivas jerarquías económicas, no están reemplazando a los estados como gobiernos efectivos del mundo, ni las corporaciones se están volviendo más democráticas.
Si ciertas estructuras domésticas en países industrializados, se mueven de modo que no pueden contener al poder corporativo, deberán ser internamente ajustadas, modificando y adaptando la idiosincrasia del estado y de las estructuras sociales.
La situación parecerá, sin embargo diferente para las sociedades que no tienen una larga y diversificada industria de base. Desde su punto de vista, el poder podría, de hecho apuntar en dirección de algunos países líderes con jerarquías comerciales concentradas y durables. Tales percepciones explicarían los esfuerzos crecientes para negociar ajustes y reparaciones con organismos multilaterales como la WTO.
No cabe duda de que las ganancias eficientes se darán en torno a la integración de mercados nacionales. Pero cuando se obtengan esas ganancias, las presiones distributivas se volverán más y más fuertes. La tensión entre la lógica económica internacional de integración y la lógica de gobernabilidad política será más obvia.
Intensificando la competición entre corporaciones globales sin raíces, se generará inevitablemente un mundo más equitativo, más estable, y más próspero.

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